┍ Capítulo 78: Recuerdos del inv(f)ierno┚

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¡Hola!
Voy a serles sincera... realmente quería actualizar mucho más antes, sin embargo, me estuve sintiendo un tanto triste por ciertas cosas y no tenía ánimos de escribir, por ello aparezco hoy recién. 💔

Por fortuna ahora estoy mejor, y aproveché la inspiración para escribirles dos capítulos mas largos de lo normal :D

Espero que los disfruten y vayan preparándose para el final >:)

Los amo💜

Pd: Siempre tengan en cuenta las palabras de los chicos, realmente ayudan cuando te sientes de lo peor :'<

SeokJin

Era invierno, y muy temprano. Podía saberlo por solo prestar atención al sonido de la calefacción que su esposo se habría levantado a encender durante la noche cuando sintiese que SeokJin tenía las piernas frías aún por debajo de los kilos de ropa con los que dormía. 

Le gustaba así, y a NamJoon realmente no le molestaba, aunque él durmiese sin camiseta la mayoría del tiempo, y anduviera por el departamento como si llevara un horno por dentro de su cuerpo. SeokJin no se quejaba de ello tampoco. Como era tan friolento, acurrucarse con el menor significaba más calor y por lo tanto, más comodidad. 

Suspiró por la tranquilidad que le invadió, sin abrir los ojos, solamente disfrutando del momento con sus otros sentidos. 

El latido constante y rítmico de NamJoon contra su espalda; su brazo acomodado perfectamente en la curvatura de su cintura, y su mejilla apoyada contra la parte de atrás de la cabeza del rubio. 

NamJoon nunca roncaba muy fuerte. Esta vez era incluso casi imperceptible; estaba seguro de que lo escuchaba solamente porque estaba muy cerca de él. 

Podría dormirse fácilmente si se mantenía así...

Pero no quería hacerlo más. 

Así que se dio la vuelta, quedando cara a cara con su esposo, y solo entonces abrió los ojos. 

Por alguna razón, se sentía como si lo estuviera viendo luego de mucho tiempo. Ni sabía cómo explicarlo. Pero la sensación le recordaba al escozor de ver a alguien a quien extrañaba, y cuya presencia significaba una felicidad inefable. 

Acarició el rostro de NamJoon, y este abrió los ojos, de inmediato sonriendole. 

—Buenos días, amor.— saludó con la voz unas octavas más grave de lo normal.

SeokJin sonrió también, pensando en agarrarle de la mano. 

—Buenos días, NamJoonie. Te extrañé. 

NamJoon soltó una risita. 

—Solo fueron unas horas, Hyung. No seas tan pegajoso. 

El rubio puso los ojos en blanco. 

—Me voy a poner pegajoso si quiero. Yo hago las reglas aquí. 

—Por supuesto.— contestó el menor, aunque Jin no supo si sarcasticamente o de verdad.—Yo también te extrañé, Hyung.— tomó el rostro de SeokJin y presionó sus labios en su frente.—Lamento no haber estado contigo. 

El rubio creyó que había algo más allá escondido en sus palabras. Arrugó la frente ligeramente confundido. 

—¿De qué hablas?

NamJoon enarcó una ceja, sonriendo ligeramente. 

—De qué ayer regresé del estudio luego de que te durmieras, por supuesto. 

—Ah. 

—... Pareces... confundido aún. ¿Que creíste? 

SeokJin se mordió el labio por dentro, solamente mirando directamente a los hermosos ojos del menor apenas visibles en la oscuridad, pues ningún rayo de luz lograba entrar— él mismo se había encargado de que fuera así; odiaba que eso pasara— y se preguntó lo mismo que su marido le estaba preguntando. 

¿Que creía? 

—No es nada. Lo olvidé simplemente. 

NamJoon no contestó. Se arrastró más cerca de SeokJin y alzó ambas cejas. 

—Siempre lo olvidas todo, Jinnie. Comienzo a creer que es algún tipo de mecanismo de defensa. 

SeokJin sacudió la cabeza. Sus palabras lo dejaron pensando, sin embargo. Tanto, que no se fijó que estaba mirando sus labios directamente. 

Cuando sí se dio cuenta, prestó atención a la herida que tenía en el labio inferior. ¿Cuando se había hecho eso? 

—NamJoon.— murmuró, levantando la mano hasta su rostro. NamJoon suspiró bajo la mano de Jin.—¿Crees... que vuelva a estar bien? 

—Hyung, ya hablamos de esto, ¿acaso te ha dicho algo el terapeuta? 

SeokJin se mordió más fuerte los labios. NamJoon tenía la herida al costado de su boca, parecía una mordida, también. Tal vez se lo hizo él mismo cuando lo había besado y... 

¿Que estaba pensando, de nuevo? 

Siguió mirando los labios de NamJoon. Creyó que ya se estaba haciendo bizco. 

—Solo lo mismo de siempre. Creo que no estoy avanzando, Joon.— se relamió los labios, aún si su lengua supiera a sangre.—Soy un cobarde, y todo lo que trato de hacer es en vano. No puedo dejar ir el pasado aunque quiera; ya hasta empiezo a sentir que de alguna forma volverá para devorarme, y me da vueltas en la cabeza todo el maldito día. No puedo concentrarme ¡ahora ni siquiera puedo seguir el hilo de lo que estoy pensando! Y...—

—Hyung, respira.—NamJoon lo cortó abruptamente.—Nunca pienses que no puedes mejorar, porque eso está en ti. Solo tú tienes la capacidad de hacerlo, y no he encontrado otra persona más fuerte que tú en mi vida. Por eso confío en que lo harás, solo... debes dejar de sobrepensarlo, y de torturarte con cosas que no puedes arreglar. No puedes cambiar el pasado, SeokJin.— El moreno le sonrió dulcemente.—Pero sí puedes aceptarlo y usarlo para cambiar tu futuro. 

SeokJin por fin dejó de mirar sus labios. NamJoon lo estaba escudriñando, con la misma expresión amorosa con que siempre lo había mirado. 

Estaba tan agradecido por él, y con él. Era tan simple como eso. 

—Joonie... 

—Sé que puedes hacerlo, Hyung. No te rindas. Recuerda que te esperaré por siempre. 

SeokJin acarició su rostro con su pulgar. 

—¿Lo harás? 

—Es una promesa... Pero ya es hora, Hyung. 

El rubio cambió su expresión al oir eso, frunciendo el ceño. NamJoon se alejó de él, y SeokJin trató de detenerlo. 

—Espera, Joon. ¿Hora de qué? 

NamJoon no le contestó. Sus dedos traspasaron su mano como si fuera un fantasma. SeokJin miró con miedo a sus dedos, soltando un jadeo de sorpresa al ver su piel cubierta de sangre y heridas, sus uñas rotas y en carne viva. 

Y ya no estaba con NamJoon. 

Por supuesto. 

Sus latidos sonaban como la única compañía verdadera que tendría. 

Uno... Dos... 

...

Uno... Dos... 

...

Uno... Dos... 

...

Estaba mirando aún su mano levantada en el aire, tratando de aferrarse a algo inexistente. Tenía levantada la que no estaba completamente rota, que conste. Aún así, sentía que ni siquiera podía sentir ese aire.

¿Cuanto tiempo había estado alucinando? ¿O había estado durmiendo? 

Uno... Dos... 

Estaba al pie de la cama matrimonial, sentado en el charco de su propia sangre y sudor. No estaba atado ya, pero no era como si pudiera moverse demasiado. 

El dolor era pura agonía. Eran como manos arrebatadoras sobre su cuerpo; como el roce más cruel del infierno sobre él. 

Porque eso era lo que estaba viviendo: un infierno. Y lo peor era, que aún no estaba muerto. 

Su respiración salió entrecortada por jadeos mojados, cual ahogado, mientras cerraba los dedos en el aire y volvía a bajar la mano. 

Un recuerdo. No era más que eso. La tentación de la locura antes de tragarlo entero. 

... Uno... Dos... 

Su cabeza cayó contra su pecho, mientras batallaba con sus párpados que se habían hecho de plomo, tal y como sus rodillas. Porque aunque sus músculos temblaban con espasmos, no los podía controlar como alguna vez pudo. Ese cuerpo roto, esa carcasa, ya no parecía ser de él. 

Lo siento, Joon. Lo siento, HoSeok. Lo siento, YoonGi. Lo siento, TaeHyung. Lo siento, mis pequeños

Lo único que le pertenecía ya era su consciencia, la cual estaba a punto de perderse, también. 

Appa no regresará a casa. 

Su mano hizo un ruido sordo al caer contra el suelo. Sus ojos se dirigieron a la mujer parada junto a la puerta, con su sonrisa cínica y radiante. De sus dedos seguía goteando el líquido carmín que manchaba a Jin y todo lo que había tocado alguna vez. 

—Debemos irnos, SeokJin. Tengo un último juego para ti...—

No la dejó terminar. Sus pulmones no servían, pero aún tenía un poco se aire. 

—M-Mátame.

YangMi se vio sorprendida. Como esa vez que la había amenazado con quitarle a TaeHyung, y esta le había dicho que le haría lo que justamente le estaba haciendo. Era irónico, casi. Que ella pudiese cumplir mejor lo que decía que él, quien se había encargado de romper cada una de las promesas que había hecho. 

¿Era esto el karma? 

—¿Ya te rendiste? 

Curioso, esas palabras le recordaban algo. A alguien con una vida similar; quizás alguien que estuvo tan al borde del precipio como él. 

—... Due... le...— su existencia dolía. 

—Esa no es una buena excusa para querer que te mate, SeokJin.— ella se acercó hasta él, y Jin hizo un esfuerzo por mirarla.—Morir no es para débiles. 

Él había estado escapando de la muerte desde que tenía memoria. Sus frías garras ya lo habían tomado tantas veces, que quizás este vez podría recibirla con la comodidad de un viejo amigo. 

¿A quien engañaba? 

SeokJin no quería morir. Lo único que quería era pasar el resto de su vida junto a NamJoon y ver a los niños crecer hasta que se hartaran de él y lo dejaran atrás. 

Abrió los labios y los volvió a cerrar, con un hilo de voz. 

YangMi le tomó un hombro, y él no reaccionó. Su rostro comenzaba a distorsionarse por la oscuridad. 

—... No es tu hora aún. Levántate, SeokJin. Debemos dar un último paseo. 

Usaron el pasadizo de detrás de la casa, ya que el del armario estaba cerrado. 

YangMi llevaba a un dormido TaeHyung sobre su espalda, mientras empujaba a SeokJin para que continuara caminando, o si sus piernas fallaban, se siguiera arrastrando. 

Estaba seguro de que su tobillo estaba roto. Le dolía demasiado, y lo sentía hinchado; además, se había caído sobre él cuando YangMi lo empujó por las escaleras. 

Fueron unos tortuosos minutos hasta que llegaron a la compuerta, SeokJin, jadeando sonoramente mientras se quedaba casi arrodillado junto al césped. 

¿Cuánto más podría aguantar? 

Miró la puerta herrumbrada mientras hiperventilaba, esperando que la mujer la abriera.

Ella no lo hizo. En cambio, lo miró desde arriba y señaló la puerta con la cabeza. 

—¿Que esperas? Ábrela.

SeokJin miró sus mano quebrada y amorotonada, y su su mano sana, que apenas y podía llamarse así. 

Recordaba la fuerza que había necesitado para abrirla cuando no estaba herido, y si intentaba hacerlo ahora, no estaba seguro de cómo terminaría. 

Tragó saliva, y tiritando negó con la cabeza. 

—SeokJin, abre la condenada puerta.

El rubio parpadeó la sangre que se acumuló en uno de sus ojos, pero continuó negando. 

Estaba jugando con fuego. Ya había aprendido, pero no tenía nada más que perder. 

—Escucha.— de pronto, ella se agachó hasta donde estaba rezagado, sosteniendo con una mano a TaeHyung y la otra tomándole del rostro bruscamente. 

Sus ojos estaban igual de vacíos que los agujeros negros a los que se parecían. 

—Si no abres la...— la oración se perdió, cuando SeokJin le sostuvo la mirada.—Maldito bastardo. ¿Crees que aún puedes ganarme?— siseó, y casi pudo imaginarla como un lobo mostrando los colmillos. Entonces, lentamente se acercó, empezando a susurrar frente a sus labios.—Et quamvis malo et labia mea, ne venenum re medium inimicos meos. Ille qui tacet us que ad summum et supremum denegat strangulatio

Con la última frase salida de su boca, el estómago de SeokJin dio un vuelco, con la sensación ya tan bien conocida. 

Escupió la sangre en frente a YangMi, dando arcadas tan violentas que su espalda se arqueó con cada una. 

Se sostuvo de su mano herida aún si pareciera que sus huesos fueran a desintegrarse, para evitar caer contra el suelo. 

De nuevo, con los coágulos de sangre, salió las misma cosa que había escupido durante la noche. Ese batiburrillo de pelo, carne y lo que parecía ser... ¿nylon? 

Restregó sus labios contra su antebrazo una vez que ya no sintió que sus entrañas estaban tratando de salir por su boca. 

Uno, dos... 

... 

Cerró los ojos un momento, temblando. 

—Has estado pasando por esto desde hace días ¿no? Bueno, lo he tenido que revelar.— Ella colocó una mano sobre su pelo.—Un poco más de ello y causaría que tu tráquea se partiera en dos. Es algo bueno que no quiero matarte todavía, ¿no crees?... Y por si te lo preguntas...— hizo una pausa, y SeokJin abrió los ojos.—Eso es un trozo de conejo; Ryun es fanática de ellos. Tomas un poco de su carne, lo envuelves con su piel y lo dejas cerca de la casa de una persona. Tal vez su patio, su pórtico, la ventana, una canasta de fresas... O incluso puedes dárselo de comer a alguien que no está consciente de ello. El resultado depende de lo susceptible y manipulable que seas. Es realmente increíble. 

Se echó a reír después de eso, y SeokJin pensó en todas las cosas que había dicho. 

Llegó a la conclusión entonces de que estaba más que dentro del ojo de la tormenta de lo que había imaginado. 

Por si les pique la curiosidad :)

*Del Latín:

"Y aunque maldad salga de mis labios, no sea que el veneno cure a mis enemigos. Así aquel que lo calla y niega terminará asfixiandose."

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