┍ Capítulo 79: Lie┚

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NamJoon


Sabía que si seguía apretando el volante como lo estaba haciendo, lo terminaría por romper de alguna forma como usualmente pasaba. Mas esa era la única forma en la que se le ocurría descargar su frustración, furia y preocupación combinadas. 

Había dejado a su esposo solo. 

Había dejado a SeokJin solo en Hiseolyl. Sin ayuda. Sin respaldo. 

Estaba allí solamente él, su terquedad, y las vecinas desquiciadas. 

Demonios.

Por más de que el rubio había decidido hacerlo por cuenta propia, jamás se perdonaría así mismo por dejarlo, cuando le había prometido que estaría con él siempre.

Era cursi, sí, pero se trataba de SeokJin, y no le importaba menos lo que pensaran de cómo se comportaba con su marido.

Miró por el retrovisor a su bebé dormido en la silla de atrás, con rastros de lágrimas en sus regordetas mejillas. Eso evidenciaba el llanto incesante que había sufrido el pequeño, una vez que había caído en cuenta de que lo estaban separando de su Appa una vez más. 

El pecho de NamJoon dolía por ello, pero no podía hacer nada más que maldecir al destino o lo que fuera por meterlos en semejante situación. 

Sus nudillos estaban blancos, y cuando tuvo que mover el cambio, lo hizo de forma tan brusca que sus dedos chocaron contra el tablero del auto. 

—Carajo.— siseó mientras sacudía su mano como si fuera a calmar el dolor y la irritación. 

—Debemos llegar con todas las piezas del auto a Seúl, NamJoon-ah.

NamJoon tensó la mandíbula y negó con la cabeza. Evitó mirar al mayor, porque podía notar por su tono de voz que estaba muy lejos de estar bien.

Eso le desesperaba más. Le hacía sentir que el peso lo sofocaba sin piedad y le quitaba la poca esperanza que tenía de que todo se resolviera de la mejor manera. 

—Ya, lo siento. Es que...— hizo un ademán con la mano, como tratando de explicar lo que estaba pensando. Estaba fracasando horriblemente. No podía ni quiera formular oraciones que reflejaran la complejidad de lo que estaba sintiendo. O al menos, lo que parecía sentir.—Todo esto...—

Vio por el rabillo del ojo a YoonGi asentir aunque no hubiera dicho nada coherente. 

—Sí. Parece una puta pesadilla.— el azabache suspiró, y hasta eso pareció costarle.—... Realmente no sé qué decirte. Todo parece demasiado injusto. Especialmente para ustedes. 

NamJoon asintió lentamente. 

—Supongo que fui un estúpido al pensar... creía...— se encogió de hombros, sintiéndose amargo.—... Que podríamos estar tranquilos por una vez. Por solo una vez, sin tener que preocuparnos por nada más que despertarnos como mínimo a las doce del mediodía, o no terminar con la piel descascarada por andar demasiado bajo el sol. Eso es lo que quería para los niños y Jin: una jodida vida normal. Dios, recordándolo ahora, realmente quería todo eso para SeokJin especialmente.— sintió que su boca comenzó a secarse.—Todo el estrés de la vida que llevábamos en Seúl y su trabajo lo estaba comenzando a enfermar. Temía que... volviera... que recayera de nuevo con todo lo que estaba pasando. Así llegamos aquí. Pero nada terminó siendo como queríamos, Hyung. Desde que llegamos aquí no lo he visto dormir de un tirón; lo sé porque él cree que no me doy cuenta de las cosas que me oculta. ¿Sabes que incluso llegué a verlo llorar una madrugada cuando creía que estaba durmiendo?

YoonGi continuaba mirándolo fijamente sin decir palabra alguna.

—Fue la peor sensación que alguna vez tuve. ¿Puedes imaginarte como se siente ver a una de las personas que más amas, sufrir sin que puedas hacer algo porque lo está tratando de esconder de ti? 

YoonGi movió la cabeza a un costado. 

—Lo sé.— replicó, y soltó un pequeño jadeo al apretar más su herida para parar la hemorragia. Sus labios estaban ya del color ceniza.—Lo hago, NamJoon-ah. SeokJin y HoSeok tienen más en común de lo que aparentan. Creo que fue ahí donde fallamos. En no darnos cuenta de ello antes, y de lo estaban aparentando.

El moreno giró la cabeza hacia el mayor, con el ceño fruncido. YoonGi miraba al frente, en algún punto perdido en la lejanía. 

—¿Qué quieres decir? 

—Yo tampoco lo termino de entender. Pero debe haber una razón por la que todos en este lugar parecen salidos de un hospital mental.— chasqueó la lengua, y NamJoon aceleró. El sol ya empezaba a ocultarse de nuevo, colocándose detrás del horizonte, hacia donde quedaba Hiseolyl.—HoSeok me comentó una vez que su madre era una asquerosa; ya que lo solia "alquilar" durante días completos a vecinos y gente que ella conocía. Ellos podían hacerle lo que quisieran siempre y cuando lo devolvieran entero. ¿Que tan repulsivo es eso? 

>>Sin embargo, algo nunca terminaba de encajar en su historia; algo en lo que nunca pude dejar de pensar... ¿Cómo es que las autoridades de Seouljogag nunca se dieron cuenta? ¿Por qué nunca nadie hizo nada para detenerla, ni siquiera su padre, cuando lo sacó de allí? Siendo un pueblo pequeño, supuse que era bastante probable que algún mirón se enterara y se lo contara a la policía, al menos. 

NamJoon asintió. Entendía el punto del mayor. Nadie tampoco había hecho nunca nada sobre el obvio maltrato que los tíos de SeokJin cometían contra él cuando solamente tenía cinco años. 

—Resulta que ella pertenecía a una especie de secta. Culto. Puedes llamarlo como quieras. El punto es que aquel culto parecía ser muy famoso entre los habitantes de Seouljogag, y ella dejaba a HoSeok a la disposición de todo aquel que fuera parte de él; así nadie revelaba nada, y tenían la libertad del mundo.

—Probablemente los tíos de SeokJin también pertenecían a él. Recuerdo que eran bastante raros, como todo el resto de la gente. 

—Es probable. Pero escucha: al principio creía que se trataba de algún paganismo. Como esa gente que se toma el agua de lavado de los panties de alguien y lo llama milagroso. Ya sabes, cosas demasiado fantasiosas y ridículas.

NamJoon esperó a que siguiera, mientras él azabache jadeaba para respirar correctamente. 

—... Resulta que se trataba de una secta literal. La casa de la anciana estaba llena de cosas raras como amuletos y cartas, todas con una especie de runa. No lo sé. El punto es que era excesivamente extraño, y hasta tenía cabezas de animales adornando el jodido alfeizar. En el libro que le di a Jin describía para que servían, junto con anotaciones sobre en que momento usarlos. 

El moreno trató de asimilarlo lo más rápido posible. Era demasiado en tan poco tiempo, pero siempre le pareció que había algo mucho más profundo que sólo inquietud hacia Ryun y todas las mentiras que le había dicho a SeokJin sobre la casa. Aunque en parte, ya no le sorprendía después de los cadáveres en el patio y que según él, ella misma había dejado allí.

Pero no le iba a decir a YoonGi sobre eso ahora.

—¿Todo eso lo sacaste del libro? 

YoonGi se aclaró la garganta, y pudo jurar que un tono carmín decoró sus mejillas. Apostaba que lo haría si no estuviera tan débil. 

—Fueron suposiciones al principio... con él las confirmé. Pero estuve investigando porque, bueno... me preocupaban SeokJin y HoSeok y quería saber lo que pasaba con este lugar. 

NamJoon se sorprendió, pero a la vez sintió una oleada de afección en su pecho. YoonGi siempre había sido de esa forma tan desinteresada, y realmente lo admiraba. 

—Eres genial, Hyung. 

—Sí, ugh, gracias.— desvió su mirada hacia afuera de la ventana.—Mi punto es que HoSeok me ocultó todo eso al momento de contármelo. Por supuesto no esperaba que lo dijera así, pero... SeokJin podría estar ocultando algo así también, NamJoon. Más aún considerando que vivieron en el mismo lugar. 

NamJoon se mordió los labios. Sí, estaba al tanto de eso. El único problema era que SeokJin parecía no recordar muchos acontecimientos que sucedieron en ese antiguo lugar; él mismo se lo había dicho, y no podía culparlo. NamJoon mismo no lo recordaba con mucha claridad, pero sí tenía grabado en el cerebro con fuego la imagen de un moribundo SeokJin, parado a un costado de la carretera con el rostro casi azul y los ojos apagados. 

Un escalofrío le subió por la espalda al rememorarlo. No quería verlo así otra vez. Ni siquiera en recuerdos. 

Mas con lo que YoonGi sugería, su conciencia apoyaba la idea de que era necesario recordar para poder entender. 

—Tú no crees que él...— inquirió YoonGi, y aunque no supo si se refería a lo que creía, lo interrumpió, incomodado en demasía. 

—SeokJin no mentiría sobre algo así, Hyung. Sabes como es. 

—Ambos lo conocemos bien.— confirmó el azabache, y NamJoon miró al camino por un momento.—Es por eso exactamente que te lo estoy diciendo. 

Alzó ambas cejas, y NamJoon pensó un momento antes de negar rotundamente. Estaba seguro de que SeokJin no le mentiría.

—No lo creo.

¿Entonces le crees capaz de tenerte secretos  pero no de mentirte?

Ignoró aquella voz de inmediato.

YoonGi resopló y pinchó el puente de su nariz con la mano libre. 

—Ustedes dos son igual de cabeza hueca. 

NamJoon no respondió, y siguió acelerando mientras pensaba que SeokJin definitivamente no podía estarle mintiendo sobre algo. Confiaba demasiado en el rubio como para dudar; y le gustaba pensar que su esposo le haría caso con respecto a decirle si pasaba algo.

El mayor inclusive le había contado lo que había pasado con Ryun y todo el pasado de la casa, después de todo. 

—SeokJin fue a la casa de Ryun hace unos días, Hyung. Fue a investigar también sobre el pueblo, y lo c...— 

—Espera, ¿Jin fue a su casa? ¿Solo? 

NamJoon asintió. 

—Sí. Lo hizo la tarde en la que YangMi fue a nuestra casa. ¿Te acuerdas? 

—Sí, pero pensé que fue a comprar comida o algo. ¿Por qué demonios no fue alguien con él? 

El moreno miró a YoonGi extrañado por su reacción. Parecía enormemente consternado. 

—¿YoonGi-Hyung? 

—Lo dimos en bandeja de plata, NamJoon. Ella tenía escrito algo sobre él en el cuader...— YoonGi se detuvo abruptamente, abriendo los ojos desmesuradamente hacia el frente.—¡HOSEOK!

El grito hizo que NamJoon se fijara en lo que estaba viendo YoonGi mientras apretaba el freno bruscamente. 

Todo pasó en cámara lenta. 

Lo único que vio con claridad fue a HoSeok parado frente a ellos, y luego todo fue un borrón violento de color naranja, amarillo y rojo. 

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