Epílogo. Parte 1.

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— ¿Te sientes bien? ¿Estás cómoda?

— Si.

— Parece un lugar muy limpio, y huele a desinfectante — Señalo la pared blanca — Supongo que eso significa que está perfectamente esterilizado.

— Es solo el consultorio, Christian. ¿Quieres sentarte? — Ana señala la silla junto a ella.

— No, estoy bien, solo quiero asegurarme que todo esté bien.

— Te aseguro que lo está, ahora deja de revisar las paredes con tus guantes blancos y siéntate. Me pones nerviosa.

Aparto los dedos de la repisa de libros, solo porque parece realmente limpia y vuelvo a mi lugar junto a mí esposa. Mierda, tiene razón, tengo los malditos nervios de punta.

— Señora Grey, Señor Grey — La doctora Greene estrecha nuestras manos — Me he tomado un tiempo para analizar los resultados del eco y me parece que lo mejor es que preparemos a la señora Grey para cirugía.

— ¿Por qué? — Chilla Ana.

— El volumen de líquido amniótico ha disminuido y no queremos complicaciones. Lo ideal sería esperar una semana más, pero es seguro para el bebé nacer ahora.

— ¿Hay alguna otra alternativa? — Me animo a preguntar.

— Está es la menos riesgosa, señor Grey. Confíe en mí.

— Por supuesto — Balbucea Ana con los ojos llenos de lágrimas.

Mierda. No era así como debía pasar. Se supone que sería en la semana 38 cuando tuviera su cesárea programada, no en la semana 36 y de manera tan inesperada.

— ¿Christian? — Ana sacude mi mano para llamar mi atención — Me gustaría que papá estuviera aquí.

— Claro que sí, nena. Saldré a decirle a Jason que lo traiga y que preparen tus cosas y las del bebé.

Antes de que pueda responderme, la enfermera aparece para llevarse a mi esposa a preparar, así que salgo sin perder más tiempo.

— Taylor — Le hago una seña al hombre al fondo de la sala de espera — La cesárea de Ana es inminente, trae aquí a Ray Steele.

— ¿Necesita algo más?

— No. Si... No lo sé.

— Enviaré a Sawyer por Ray y a Dixon por la maleta de Ana. Gail preparará la del bebé también y supongo que usted necesita por lo menos un cambio.

— ¿Lo del bebé está listo? — Repaso mentalmente la lista de las compras que hicimos — ¿Tenemos todo?

— Si.

— ¿Tenemos cobijas pequeñas? No recuerdo haberlas visto.

— Las tenemos, señor Grey.

— ¿Y están limpias? Leí que la piel de los bebés es sensible y necesita jabón especial.

— Está cubierto también, señor.

— ¿Y biberones? ¿Tenemos biberones?

— ¡Christian! — La voz fuerte de Taylor me saca de mi ataque de pánico — Todo estará bien, tenemos lo necesario.

— Bien, bien, entonces haz todo eso que dijiste.

Jason asiente, pero de pronto su mirada se desvia a algo detrás de mí. Antes de que pueda mirar sobre mi hombro, escucho las voces más irritables que conozco.

— ¡Pero nena!

— ¡Nena nada! ¡Este bebé tiene que salir ahora!

Kavanagh se balancea de un lado a otro por el frente del mostrador para hablar con una enfermera y el idiota de Elliot detrás de ella.

— Solo deja que la doctora te revise, ¿Está bien? Tal vez aún no es tiempo.

— ¿No es tiempo? — Se gira para mirarlo — ¿Que no es tiempo, dices? ¡Este bebé lleva aquí 40 semanas y un día! ¿No crees que es tiempo suficiente?

Chilla exageradamente, pero por fortuna ellos y nosotros somos los únicos aquí en este momento. Cuando Kavanagh nos señala cuando nota nuestra presencia, haciendo que mi hermano idiota deje de lloriquear.

— ¿Christian? ¿Y Ana? ¿Está en consulta?

Ella viene hacia mi tambaleándose con su gigantesco vientre redondo por mi sobrina. ¿Dijo 40 semanas? ¿Puede pasar de ese tiempo?

— La están preparando para cesárea — Digo cuando logro reaccionar — Es algo de último minuto.

— ¿Llamaste a mamá? — El rubio dice confundido — Creo que deberías llamarla ahora sí la pequeña va a entrar al quirófano.

— Lo olvidé — Busco el móvil en mi bolsillo — ¿Qué hacen ustedes aquí?

— Kate quiere que le induzcan el parto porque dice que ya es hora.

Elliot sonríe nervioso, pero a Katherine no le hace mucha gracia escucharlo. Gira sobre sus talones para regresar al mostrador a buscar a la enfermera de la doctora Greene.

— Mierda. Estoy tan ansioso que no recuerdo el puto libro de maternidad — Me paso la mano por el cabello un par de veces — Tal vez deberíamos...

— ¡Ay! — Chilla Katherine sosteniéndose del mostrador — ¡Ay! ¡Duele!

— ¡Mierda! — Elliot corre hacia ella, así que lo seguimos — ¿Nena? ¿Qué pasa?

La sostiene en sus brazos para que no caiga al piso del dolor, pero lo que veo me deja paralizado por un instante.

— ¡Christian! ¡Haz algo! ¡Mueve el maldito trasero!

— ¿Yo? ¿Qué quieres que haga?

— ¡Llama a la doctora! — Ahora grita Katherine — ¡La bebé quiere salir!

— ¿Ahora? — Decimos Elliot y yo al unísono.

— ¡Si!

Mierda.

Voy hasta la puerta de la doctora para llamarle, pero el consultorio se encuentra vacío porque seguramente ella también se está alistando para la cirugía de Ana.

— No está — Les digo — Ni la doctora Greene o la enfermera se encuentran por aquí.

— ¡Bien! Pero haz algo entonces. ¡Llama al 911! — Elliot vuelve a gritar.

— ¡Ya estás en un hospital, idiota! ¡Solo consigue otro médico!

— ¡Pero quiero a la doctora Greene! — Gruñe el idiota.

— La doctora Greene está con Ana, consigue otro.

— ¡No quiero otro! ¡La quiero a ella! — Sigue gritando.

— ¡Elliot! ¡Solo consigue ayuda!

El pequeño charco bajo las piernas de Katherine es todo lo que necesito para saber qué también ella esta de parto.

— Mierda — Decimos de nuevo al unísono Elliot y yo.

— ¿Taylor? — Giro para mirarlo, pero él ya no está.

— Ahí — Escucho su voz por el pasillo, luego aparece con un enfermero — La señora Grey necesita ayuda.

El chico hace una seña a alguien más y enseguida se acercan con una silla de ruedas. Acomodan a Katherine en ella para ir rápidamente por otro pasillo.

— ¡Mi bebé va a nacer! — Grita Elliot.

— El mío también.

— ¡Doble mierda! ¡Seremos padres!

— Deja de gritar, imbécil — Le hago una seña — Vas a hacer que nos echen.

— ¿No estás asustado? — Me pregunta.

— No, solo nervioso. ¿Tú lo estás?

— Hasta la mierda, hermano — Palmea mi hombro para tranquilizarme — Ahora llamemos a mamá.

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