Kotoko Utsugi

Màu nền
Font chữ
Font size
Chiều cao dòng

- ¡Vayamos al taller de Meshi-nii!

Esa tarde, todos los niños estaban reunidos en el salón como habitualmente, cada uno haciendo una actividad diferente. Entonces, cuando Kotoko gritó algo tan extraño de repente, no pudieron evitar girarse para mirarla.

- ¿A qué te refieres?- Preguntó Nagisa.

- Ya saben que el trabajo de tarde de Meshi-nii es en un taller de manualidades, ¿no? Le escuché decir que hoy era un día de puertas abiertas para promocionar futuras clases y van a estar enseñando a hacer cosas adorables, ¡y quiero ir!

- Kotoko-chan, no podemos ir, se supone que no podemos dejar que nos vean. - Respondió Jataro, aún algo dudoso porque se notaba que quería ir.

- Solo pídele a Meshi-nii que te traiga las cosas y él mismo te enseñará. - Terminó Monaca. Pero Kotoko reaccionó con un berrinche y un puchero triste.

- ¡No es lo mismo! Además, ahora Meshi-nii pasará menos tiempo aquí porque debe ir a trabajar. Siempre vuelve por la noche y se va muy temprano, no tendrá tiempo para ayudarme. - Trató de argumentar, pero nadie se veía muy convencido. - ¡Vamos, chicos! Tenemos disfraces, ¡nadie nos reconocerá!

- Yo iré contigo.

Todos miraron al pelirrojo que se pronunció por primera vez. - Si vamos con disfraz no deberían reconocernos, supongo. Además, puedo ayudar a Kotoko a pasar desapercibida, no creo que la policía me esté buscando, no le importo tanto a mi padre.

El ambiente quedó algo triste tras esas palabras. Era cierto, ninguno de ellos era tratado correctamente por sus respectivas familias, pero al menos todos tenían un cartel de 'se busca' con su cara. Todos, menos Masaru.

- ¡Entonces vayamos, Masaru-kun!

Ella se levantó algo incómoda y recogió el par de pelucas que más realistas se veían, una para cada uno. Así, el largo cabello rosa de Kotoko se convirtió en un peinado corto, ondulado y azabache, mientras que los rizos rojos de Masaru pasaron a ser un corte honguito marrón.

- ¡Les traeremos recuerdos!

Y ambos niños salieron por la puerta y regresaron a la ciudad.

Fue una de las experiencias más raras que Masaru sintió: Pasear por esa ciudad después de tres años sin verla, reconocer cada calle que pasaban pero no los locales, ver personas diferentes, escuchar ruido lejos del cantar de las aves, recordar el olor a comida callejera... Fue casi nostálgico.

Kotoko no era muy diferente, también se veía asombrada, como si se hubieran reintegrado en la sociedad. Ambos se vieron envueltos por emociones de nostalgia, asombro y miedo.

Pasaron por un pequeño parque que Masaru tardó en reconocer. Sonrió apenado al verlo, porque fue ahí donde conoció a Meshinui, a su familia, y ya no era igual. Los columpios habían sido eliminados para poner en su lugar un par de balancines, y las estructuras de escaladas fueron sustituidas por un tobogán.

Al menos sabía que, aunque el lugar hubiera cambiado, no perdería nunca a esos chicos.

- Kotoko, por aquí.

Él desvió ligeramente la ruta para evadir lo más posible su antigua casa. Era improbable que pasara nada por acercarse, pero era mejor prevenir que curar.

Apenas unos minutos de caminata después, llegaron al local donde debía trabajar Meshinui. 'Atua's' se llamaba. Un nombre extraño para una tienda de manualidades, pensaron ambos niños. Pero se armaron de valor y abrieron la puerta de cristal con cuidado.

Les golpeó el repentino ruido que había en el interior. Estaba repleto de niños hablando entre ellos y con otros adultos (probablemente sus padres). Probablemente Masaru y Kotoko eran los mayores de todos.

Entonces una joven de piel oscura y cabellos blancos los fue sentando a todos en distintas mesas. Afortunadamente lograron mantenerse juntos.

- Por Atua, veo a muchos niños interesados en el arte. Komaeda-kun, ayúdame por ahí.

De la parte de atrás de la tienda salió el albino sonriente que tan bien conocían. Él los reconoció instantáneamente, mostrando una ligera confusión, pero procedió a actuar como si no los conociera de nada y empezó a explicar algunas cosas.

Kotoko estuvo cerca de saltar a preguntar por qué los ignoraba, pero Masaru lo entendió: quizá era mejor actuar como extraños.

Así pasaron una tarde tranquila realizando diferentes actividades junto a otros niños. Serían más pequeños que ellos, pero aun así se divirtieron juntos, porque hacía tanto tiempo que no salían a conocer mundo que olvidaron lo increíble que era.

Les enseñaron a hacer flores con tela y papel, pequeños pendientes y anillos con alambre, pulseras y collares con elásticos, e incluso les enseñaron a bordar cosas simples. Así que, entre ambos, tomaron una tela simple y, mientras Kotoko iba formando flores con las técnicas aprendidas, Masaru iba bordando la palabra 'Familia'. Lo juntaron todo y les quedó un bonito manto floral que incluso asombró a los monitores (Meshinui casi parecía conmovido).

El tiempo pasó demasiado rápido y pronto fue la hora de cerrar. Todos los niños se despidieron y se fueron poco a poco con sus padres. Kotoko guardó su creación, aprovechó que la monitora de nombre Angie estaba distraída y salió corriendo del local mientras tiraba de Masaru. En parte parecían delincuentes que acababan de robar exitosamente por primera vez, pero no importaba, era demasiado divertido, así que se rieron hasta que no les quedó más aire en los pulmones.

Sin embargo, no miraron por donde estaban corriendo, así que no tardaron en chocarse con alguien.

Y Masaru quedó paralizado.

- ¿Oh? ¿Dos niños? ¿Estáis perdidos chicos? Os puedo ayudar.

No parecía haberlo reconocido, pero el pelirrojo a él sí: Era su padre, aunque más feo y desaliñado que nunca. Ni siquiera le estaba mirando a él, había puesto toda su atención en Kotoko, y eso era asqueroso.

- N-no, gracias señor. Sabemos cómo regresar.

- ¡¿Le estás negando algo a un adulto?! ¡Qué malos modales!

El demonio trató de tirar de su cabello y acercarla a él. Afortunadamente era solo una peluca, por lo que se desprendió en el momento en el que se aplicó mucha fuerza sobre ella y Kotoko pudo esconderse detrás de Masaru. Desgraciadamente, los mechones rosados salieron a la luz del anochecer y los ojos del demonio se ampliaron.

- ¡Tú eres esa antigua actriz infantil! AHAHAHHAH, qué suerte encontrarte aquí. Hay una buena recompensa por tí, así que ven, te llevaré a casa. No te preocupes, seré gentil.

El calor del fin del verano, el incesante ruido de los coches y su asqueroso olor a tabaco se volvieron demasiado fuertes y no lo podían soportar. Kotoko estaba aterrorizada, demasiado cerca del pánico. Sus piernas cedieron y casi cayó al suelo, siendo rápidamente levantada por Masaru.

- Nadie va a ser gentil contigo, Kotoko. Vamos a regresar a casa y todo estará bien.- Le susurró lo mejor que pudo.

- M-m-masa-saru-kun...

Todo el cuerpo de la niña estaba temblando, tenía que hacer algo, tenían que volver ya. Se notaba lo mucho que Kotoko quería gritar. Estaba peleando contra su miedo. Era una chica muy fuerte.

- ¿Eres tú, Masaru?- Ya no había propósito en esconderse. El mencionado dejó caer su peluca también. - Ah, y pensar que una basura como tú sería útil para algo al final. Venga, entrégame a la chica.

Solo la abrazó más fuerte. Pero su cuerpo también empezaba a temblar. Nadie era consciente de lo muy aterrorizado que estaba de su padre. Nunca se lo dijo a nadie. Y ahora no había nadie que los salvase.

- ¡Tú! ¡HIJO DE PERRA!

Ese demonio empezó a golpear su pequeño cuerpo. Masaru no soltó a Kotoko por nada del mundo, por mucho que doliese, por mucho que lo lastimase, no iba a dejar que le hiciera lo mismo a ella. Ella tenía sus propios demonios, no necesitaba lidiar con uno más.

Pero todavía era débil. De una patada fue capaz de lanzarlo un par de metros más allá, chocando con unas bolsas de basura. Entonces, lo único que escuchó fue el grito de terror puro de Kotoko, y todos los que siguieron después.

- ¡Deja de retorcerte puta!

Y Masaru ya no sabía qué hacer. Kotoko estaba sufriendo y él estaba asustado, no quería seguir esa tortura, no quería volver a ver a ese hombre. ¿Por qué tenían que existir personas como él? Sería mejor si todos desaparecieran para siempre, y no existieran, y no volvieran, y simplemente murieran.

Antes de darse cuenta, entre sus manos había un cristal roto de botella. Antes de poder pensar en detenerse, se lo clavó en el costado a su padre. Y sonrió, porque pensó que se merecía eso y mucho más.

Pero su racionalidad volvió poco después cuando volvió a ver esos ojos llenos de ira. Ah, odiaba cuando le convertían en un cobarde.

Cerró los ojos cuando vio esa gran mano alzarse. Quizá si no lo veía no lo sentía. Pero, aunque escuchó el golpe, nunca lo recibió.

Frente a él ya no veía a su padre, sino la espalda de la persona que le salvó la vida una vez. Un joven despreocupado y sonriente que les dio un hogar donde esconderse, donde ser ellos mismos; quien ahora mismo estaba enfrentando a su demonio.

- Masaru, Kotoko, ¡Corred!

Masaru no tardó más en reaccionar. Sostuvo a la débil Kotoko y salieron corriendo de regreso para nunca mirar atrás.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen2U.Pro