Teatro

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Sorprendentemente, Meshinui reaccionó de la forma más amable que ninguno pudo imaginar.

Por mucho que trataron de ordenar el desorden, las páginas rotas no se podían volver a pegar. Y cuando Meshinui encontró un sombrero de papel con matemáticas impresas en él, se rio y preguntó: "¿Os gusta la actuación?"

Entonces, pocos días después regresó a la casa con disfraces y pelucas de todos los tipos posibles, para que disfrutaran de su tiempo.

Kotoko, como ex-actriz, empezó a indicar a cada uno de ellos cómo actuar, cómo ordenar el salón para que diera la apariencia de castillo encantado y cómo procedería el inicio de su historia. Finalmente, estuvieron listos para repartir los papeles ya cerca de la noche.

- Vale, Monaca-chan será la princesa, Nagisa-kun será el rey, Masaru-kun el profeta, Jataro-kun será el monstruo y yo seré la héroe. - Ordenó mientras les daba a cada uno sus correspondientes trajes.

- Joooooo ¿Por qué tengo que ser yo el monstruo? Siempre me dais los peores papeles, ¡Nagisa-kun debería ser esta v-!

Monaca lo acalló al ponerle rápidamente una máscara sobre la cabeza. Ella sonrió orgullosa, como si hubiera logrado algo increíble, mientras que Jataro parecía al borde de las lágrimas.

- ¡Empecemos a jugar!

Cada uno de ellos fue a su esquina correspondiente del salón y miró hacia los primeros personajes: La princesa Monaca y el rey Nagisa. Masaru tomó el cuaderno del profeta, quien también debía ser el narrador, y empezó a leer.

- Érase una vez, hace mucho mucho tiempo, existía un reino-

- ¿Podemos empezar?

- ¡Silencio, Jataro-kun! La presentación es importante o si no los espectadores no entenderán nada. Es tan importante como el cinturón de seguridad antes de arrancar, o agradecer antes de comer.

- Ni siquiera hay espectadores aquí. - Murmuró a regañadientes el enmascarado.

El peliazul suspiró. - Continúa, Masaru.

Tosió un poco para recuperar la atención. - Existía un reino entre montañas y bosques. Su rey era una persona bondadosa que reinaba sobre un pueblo-

- Aburridooooo

Masaru empezaba a cansarse de las interrupciones de Jataro. - Feliz... Sin embargo-

- ¡Un monstruo malvado atacó al reino y secuestró a la princesa!

- ¡Me rindo!- Harto de sus constantes intentos de acortar ese prólogo, Masaru tiró el cuaderno al suelo y se sentó en una esquina de la habitación.

Vio como Jataro tiró de Monaca (un poco más fuerte de lo que debería) y la sentó en el sofá.

- Oh, gran héroe... Debes salvar a mi hija. Te lo suplico. - Habló en un intento de grandeza Nagisa. - Oye, pero ¿no serías una heroína?

- Nop, las actrices también podemos actuar como personajes masculinos. De cualquier forma, héroe suena mejor. Heroína es demasiado largo, como la manguera del jardín.

- Kotoko.

- ¡Em sí! ¡Oh, mi rey, yo salvaré a la princesa y a esta nación!

- ¿Que no era un reino?- Interrumpió ahora Masaru

- ¡Es lo mismo!

- Técnicamente no es lo mismo. La nación está gob-

- ¡Agh a nadie le importa Nagisa-kun! Lo que iba diciendo, yo salvaré a la princesa y a tu "reino". Pero necesitaré un arma.

- En lo profundo del bosque, vive un antiguo profeta que resguarda la más poderosa arma y magia de este mundo. Debes ir a él y ganarte su confianza para... para... - Nagisa revisó su guión momentáneamente. - para ser recompensada con las herramientas que te permitirán vencer.

- Te dije que soy un héroe, no una héroe.

- ¡Ya da igual!- Gritaron Nagisa y Masaru al mismo tiempo.

- Wow, cálmense. Uf, vale. - Se acercó despacio y dudosa a Masaru. - Gran profeta, es un placer conocerle, pero me temo que no tenemos tiempo. Necesito la espada de los cielos y la magia de Amaterasu para vencer al monstruo y salvar la na-

- Reino.

- Ejem, para salvar el reino.

- Me temo que no puedo dártelo si no confío en tí, demuéstrame de qué eres capaz. - Leyó Masaru, que inmediatamente se vio obligado a soltar el guión, pues a Kotoko le molestaba que no la mirara a los ojos.

- ¿Qué prueba necesito pasar?

Y Masaru ya había olvidado todo lo que tenía que decir. Se puso un poco nervioso, todos lo estaban mirando expectantes, así que decidió decir lo primero que se le ocurrió.

- ¡Debes ir a la cocina y pelar algunas nueces!

Ella le miró con ojos horrorizados, como si le hubiera pedido asesinar a alguien. - ¿Cómo puedes pedirme algo así? ¡Sabes que las detesto! ¡Qué giro de guión, el héroe nunca obtendrá su arma y nunca derrotará al monstruo!

- ¡Entonces yo mismo salvaré a la princesa!- Gritó Nagisa quien, con un cojín entre las manos, empezó a correr detrás de Jataro para golpearle.

- ¡Detente Nagisa-kuuuuuun! ¡Eso no estaba en el guión!

Todos tiraron el guión al suelo y Nagisa, Kotoko y Masaru comenzaron a perseguir a Jataro, tratando de golpearle con los cojines. Aunque no pasó mucho tiempo hasta que el castaño se hiciera con uno y empezara a contraatacar.

- ¡Vamos Nagisa-kun! ¡Vamos Kotoko-chan! ¡Vamos Masaru-kun! ¡Derrotenlo!

- ¡¿Por qué todos estáis contra mí?! ¡No es justo!

Jataro tomó un mal ángulo y golpeó de lleno a Masaru. En sí, el golpe no le hizo daño, pero la fuerza con la que se lo dio le hizo retroceder hasta chocar con el pico de una mesa. Diablos, eso realmente dolía.

- ¡Jataro! ¡Sé más gentil! Eres un bruto. - Se quejó el pelirrojo, sin darse cuenta de que todos se habían quedado paralizados.

- ¡NADIE VA A SER GENTIL AQUÍ!

Y Masaru estuvo a punto de golpearse otra vez, asustado de la pelirrosa que gritó tan de repente. Se veía tan enfadada y asustada al mismo tiempo. ¿Qué le había pasado? Sus ojos rosados miraron a Monaca, cambiando su expresión a una determinada y valiente, como su ese miedo primordial nunca hubiera estado ahí.

- Te salvaré de todos los demonios, Monaca-chan.

Kotoko siguió dando vueltas junto a Nagisa contra Jataro y fue así durante un rato largo. Monaca casi parecía que se había dormido en el sofá, mientras que Masaru estaba demasiado conmocionado para reaccionar. ¿Fue algo que dijo? ¿Por qué ella reaccionó de una forma tan explosiva? Fue aterrador.

El sonido de una puerta abriéndose le sacó de sus pensamientos. No solo a él, sino que a Monaca también, quien sonrió ampliamente cuando vio a un albino cruzar el umbral de la entrada. Ella se puso en pie y abrazó las piernas del mayor.

- ¡Ya estoy a salvo!

Todos la miraron y dejaron caer el juego. Con grandes sonrisas, se unieron al abrazo colectivo, que fue inmediatamente correspondido por un par de brazos cariñosos y protectores. Se sentían como en casa justo ahí.


[...]


Eran pasadas la medianoche y Masaru todavía no podía dormir. Tenía demasiada curiosidad por lo que le hizo actuar así a Kotoko pero, al mismo tiempo, estaba aterrado de que lo empeorara al preguntarle directamente. Se decidió por que no podía dormir y se levantó de la cama.

Bajó las escaleras y encontró una luz encendida en el salón. Meshinui seguía trabajando con varios papeles. Se le veía muy concentrado, ni siquiera notó la presencia del pelirrojo.

Se sentó a su lado y se desconcentró hasta que una mano revolvió sus cabellos.

- ¿Qué pasa, Masaru-kun?

- Kotoko... Kotoko antes gritó que nadie iba a ser gentil, pero ¿por qué querría que la gente fuera cruel con ella? Se supone que huíamos de eso, ¿no?

Meshinui le miró comprensivamente. - Kotoko-chan agradece que seáis amables con ella. Pero hace mucho tiempo sufrió un trauma y lo recuerda cada vez que escucha la palabra "gentil", por eso es mejor evitarla.

- O-oh...- Masaru se sentía algo culpable de haberla mencionado, pero no pudo haberlo adivinado. - Tiene sentido, gracias.

El albino se rio con ligereza. - No fue nada. Gracias a ti por comprenderlo tan rápido.

Masaru se acurrucó a su lado mientras el otro seguía ordenando papeles. Según lo que podía ver, eran de la tienda de artesanía donde trabajaba por las tardes, ya que estaban llenos de cuentas, precios y nombres de material de manualidades.

- Hey, Meshinui...

El mencionado hizo un suave ruido para indicar que estaba escuchando.

- ¿Por qué nos ayudas?

Detuvo su movimiento para mirarlo con una expresión a medio camino entre la tristeza y la comprensión.

- No quiero que sufráis.

- ¿Por qué no? Salirte de tu camino para ayudarnos, cuando podrías vivir una vida feliz con tu familia...

- Sé lo que habéis vivido... vosotros sois mi familia ahora.

- Meshinui es muy amable.

- No soy amable. Me duele veros heridos, por eso os ayudo. Realmente soy una persona tremendamente egoísta.

- Eso suena a una excusa de las tuyas.

Meshinui se rio. - ¿Cuándo fue que creíste tanto, Masaru-kun?

- Creo que... cuando el mundo empezó a girar, ese día que me encontraste en el parque por primera vez.

Recibió una mirada llena de amor y emoción. Parecía genuinamente feliz de escuchar eso. Pero a Masaru no le quedaban fuerzas. Poco a poco, se fue durmiendo en los brazos de su persona segura.

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