Capítulo 8: Soledad.

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Hola, soy yo de nuevo, no ha pasado mucho desde la última vez que te escribí, ha pasado menos de un mes, eso creo, el tiempo pasa rápido y apenas lo notas, ahora mismo no me siento nada bien hablando de lo emocional, son las dos de la madrugada y mañana es mi cumpleaños y tengo esa sensación de no querer seguir.

¿Cómo te la explico?

Deteniéndose en su escritura, golpeando suavemente sus labios con el lápiz.

—¿Cómo puedo describir la depresión? –Susurro viendo por su ventana.

Con una sábana sobre él, sus ojos rojos e hinchados, con una mirada pérdida y acabada, empezaba a recordar algunos momentos de su vida.

Por su mente pasaba aquel viaje con su padre, ese último día en que lo vio, recordando cómo fue su funeral, viendo cómo se llevaba aquel ataúd rumbo al cementerio, recordando aquel joven Nicolás asustado y confundido por lo que pasaba, asimilando que esa era la última vez que lo vio.

Entre sus recuerdos, llegaban el cómo cambió el ambiente en su casa desde que su padre falleció, como su madre tomaba cada vez más y le llegaba a pegar, culpándolo de todo lo ocurrido, haciéndolo sentir culpable de lo ocurrido aquel día.

Cada recuerdo dolía como una herida nueva, cada recuerdo le hacía llorar en silencio, ese sentimiento de sentirse mal de repente por cosas del pasado, presente y futuro.

Entre ella llegaba aquel sentimiento de soledad, el compararse con personas que conocía, que ya había tenido pareja, ¿Qué era experimentar el amor?, ¿Qué tenía de malo él para no ser elegido por alguien? Comenzando a pensar que a futuro seguiría igual de solo, y vacío.

Te duele la cabeza de tanto llorar, tus ojos se empiezan sentir secos, como si ya no pudieran llorar más, sientes un nudo en la garganta que es sofocante, tu mente se inunda de este tipo de cosas, como todo lo que hecho mal en la vida, todo lo que has desperdiciado, luego piensas en tu futuro y solamente ves soledad y rutina, tengo miedo a eso y ver únicamente soledad y rutina siento que ya mi vida pierde sentido, dime para qué seguir si nada más te espera eso, no tiene sentido, es como lo que vivo ahora, llego de la universidad y si no es mi madre ebria hasta no más poder, es una casa completamente sola donde únicamente voy a la cocina a comer algo y el resto es estar encerrado en mi cuarto, mirando por la ventana, pensando en ¿Para qué estoy acá? ¿Cuál es mi propósito de vivir?... estudias la mayoría de tu juventud y tu adultez es solo trabajo, quizás lo odies y dependiendo que tan bueno seas con las chicas o atractivo podrías tener pareja y no sentirte tan solitario en esto que llamamos vida, a veces llegó creer que existe persona que están destinadas a estar sola, aunque no quieran, no quiero ser una de ellas.

Soltando un suspiro se detenía viendo su reflejo en la ventana, veía tristeza y desesperación en aquella mirada apagada.

Las lágrimas se deslizaban por sus mejillas, aquellas gotas caían sobre el frágil papel de su diario, tragando saliva con dificultad veía por su ventana.

—No tengo la otra mitad, me siento incompleto. –Cantaba en susurros tocando el reflejo de su ventana. —Con latidos lentos de mi corazón obsoleto. –Cantaba con cierta melancolía.

Tomaba aire mientras lloraba en silencio, acompañado por su reflejo en la ventana.

—Lo buscaba. –Susurro cerrando sus ojos.

Un recuerdo llegaba a su memoria, era en la preparatoria, un tímido Nicolás se acercaba a una chica que estaba sentada en su puesto a solas.

—Oye Gabriela. –Dijo un susurró tímido con sus manos juntas.

Ella lo ignoraba mientras dibujaba sobre su libreta.

—Me, me, me. –Balbuceo con timidez. —Me gustas. –Completó con timidez agachando su mirada.

Sin embargo, nunca recibió una respuesta de esa chica, que continuaba dibujando, solo lo miraba e ignoraba continuando con su dibujo.

—Olvídalo. –Dijo él en susurro mientras se retiraba.

Tomando un poco de aire tomaba de nuevo el lápiz para continuar escribiendo.

Perdón, pero así es mi mente cuando esto me da, todo es malo negativo, simplemente te ahogas en tus pensamientos, es como si tu mente te atacará sin piedad, eres tu propio enemigo, no me siento feliz, aunque podría fingirlo, pero eso sería mentirte y no lo quiero hacer.

¿Realmente vale la pena vivir lo mismo todos los días? Yo solamente quiero llegar a casa y sentirme tranquilo, no tener a mi madre culpándome por lo de mi padre y recordando siempre que soy un completo inútil, quiero creer que lo dice por rabia o porque está ebria, pero realmente todas esas palabras me lastiman me daría igual si alguien más me lo dice, pero es mi madre la misma persona que me ha dado la vida es la misma persona que me hace querer acabar con ella, me corta con sus palabras, quisiera tener algún momento de calma en mi casa o tener algo que hacer aparte estar en mi cuarto, saldría con algún amigo, pero el único que tengo es a Sebastián y bueno, él tiene que trabajar y rara vez tiene algún momento libre.

Todo es frustrante y triste, te quería contar algo, ¿Recuerda aquella chica que me gustaba de la clase?, la misma chica que me hacía escribir verso lindo, bueno a ella le gusta alguien más, duele, te quema el alma y lo único que puedo es sonreír y olvidar todo lo que llegué a sentir alguna vez, pero aún así me cortó con esa herida cada vez que la veo, duele más cuando la ves a lado de esa persona, piensas muchas cosas como, mira que linda sonrisa lástima que no soy el motivo, ver cómo se arregla para verse con él después de clases.

Te quiebras y te lastimas una y otra vez con lo mismo, es algo difícil superar a alguien, pero debe hacerlo, lo más estúpido es que ella no sabe que todo eso me lastima.

Lágrimas bajaban por sus mejillas, sus ojos cansados y algo adoloridos lloraba dejando caer algunas gotas sobre el papel.

Secándose las lágrimas soltaba una corta sonrisa, seguido de un suspiro, tomando de nuevo el lapicero, continuaba escribiendo.

Detesto sentirme así, puedo tener gente a mi alrededor, pero aún así me siento solo y si te lo preguntas... sí, los pensamientos suicidas surgen más cuando me siento así, imagino las miles de formas en las cuales podría morir y lo quiero lo más rápido y menos doloroso posible, a veces subo a la terraza y miro aquella caída, mis manos tiemblan y sudan al ver lo alto que es, pero pienso que al caer podría quedar vivo y estado vegetativo o inválido, únicamente me quiero morir, no quedar peor de lo que estoy.

Dame una buena razón, ¿Para no matarme en el día de mi cumpleaños? Una sola te pido, no estoy feliz acá vivo, al menos muerto es el día donde todos te querían, o empieza a valorarte, triste, pero cierto, lo apreciamos cuando ya lo perdemos.

Con aquel nudo que te sofoca, que sube y baja por su garganta y con la desesperación de no poder sentirse diferente o mejor, llorando y apretando su puño con fuerza al escribir, continuaba con su escritura con la dificultad de que veía borroso por las lágrimas en sus ojos.

No tengo tantos amigos, no tengo pareja y especialmente mi madre es de lo peor, y aunque empiece a sentir odio hacía ella, debo quererla un poco, es mi madre de igual forma, pero ocasiones desearía que no estuviera aquí, o que ella no fuera mi madre, no tengo a nadie a quien decirle cómo me siento simplemente derrumbarme en sus brazos, pero no la tengo así que guardo todo eso para mí, y cuando no lo soporto más aquella presa que tiene mis ojos se desborda haciendo que me quiebre de poco.

Sabes, mejor te dejo escribir, ya que por ahora doy lástima, me veo patético estando de esta manera, mejor continuó como siempre, llorando en silencio, soportando todo esto solo, lo llegado a soportar antes, no nada diferente solo que tú estás ahí escuchándome sin darme una respuesta.

Te escribo en la próxima ocasión que sea posible.

Cansado y desesperado lanzaba el diario, sus hojas sonaban al estar en el aire golpeando la pared, recargando su cabeza sobre la mesa, donde comenzaba a llorar desesperado y ahogado por sus propias lágrimas, a pesar de que lloraba no emitía ningún sonido, solamente se podía ver el movimiento de la sábana que tenía sobre él, sin notarlo se quedaba dormido hasta que sentía el calor del sol sobre él al amanecer, tenía que ir a clase nuevamente a pesar de cómo se sentía aquel día.

El tiempo le daría la razón, pero el tiempo no podía curar su corazón, es una lección para que nunca la olviden.
Los fantasmas también sienten, aunque nadie los mire. 

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