Lección 24

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Cómo aconsejar a alguien

—¡Que flojera~! —se lanzó sobre el sofá a un lado del robot, al instante un suspiro salió de entre sus labios por lo cómodo que era el viejo mueble.

—Hyung, no sé muchas cosas, pero estoy seguro que las personas normalmente no están todo el día en sus casas sin hacer nada —le dijo mientras el contrario tomaba el control remoto y cambiaba de canal—. Y yo estaba viendo eso —murmuró.

—Sí, normalmente las personas trabajan pero, adivina —JiMin ladeó la cabeza—. Yo no tengo trabajo, pastel de arroz.

—Ese no es mi nombre —frunció un poco el entrecejo, viendo la sonrisa satisfecha del mayor—. Pero en serio Hyung, ¿qué hará cuando el experimento acabe y ya no reciba más dinero? Debe tener un plan —le explicó y YoonGi se dejó caer sobre las piernas de JiMin, recostando su cabeza en ellas.

Él no quería pensar en el final del experimento, pero JiMin claramente no lo sabía.

—Supongo que sí... —suspiró—. Ah... igual no tengo idea qué quiero hacer con mi vida.

—¿No había dicho antes que quería ser un compositor o un rapero famoso? Puede estudiar música.

—Hmh... —hizo una mueca con los labios—. Eso de la música no me funcionó antes, ¿cómo podría hacerlo ahora? Es sólo un sueño tonto.

JiMin pensó bien su selección de palabras y cuando encontró una buena manera de decirlo, le sonrió al pálido, sus dedos se entrelazaron con los cabellos negros de YoonGi e inició un lento movimiento sobre las hebras, relajándolo.

—La vida de las personas es corta, preocuparse por lo que quiere hacer en ella no debería ser la gran cosa, el hecho importante es hacer cosas diferentes y crear recuerdos nuevos, ¿no? —el contrario hizo un sonidito con su garganta para que captara que estaba entendiendo lo que decía—. Realmente no tiene nada que perder y si algo le gusta debería intentarlo.

YoonGi miró los ojos del robot, aquella mirada que había catalogado como fría y simple los primeros días ahora la sentía con algo más de vida. Algo en él se removió en su interior por aquella idea, esperaba no ser el único que pensara eso.

—Saliste muy filosófico —dijo con voz ronca, las caricias del menor sobre su cabello funcionaban igual que un calmante.

—Oh, gracias —sonrió en grande—. Los filósofos son muy reconocidos.

El pelinegro se rió por lo dicho y negó con la cabeza, sin siquiera saberlo JiMin era gracioso.

—Si te hace feliz, entonces haré algo productivo, pero no sé bien cuando deba empezar.

—¿Qué tal hoy mismo?

—Nah, tengo sueño —bostezó y el rubio suspiró, sonriendo luego porque ya conocía a su Hyung y esa respuesta era la esperada—. En algún momento lo haré, no te preocupes mucho por mí.

—Espero que no mienta.

—Yo no miento —cerró sus ojos por unos segundos, concentrándose en el movimiento de los dedos del menor—, soy un hombre de palabra.

—Confío en eso.

—Haces bien.

La otra mano del menor se colocó sobre el pecho del pelinegro para dejarla descansar ahí, YoonGi sin pensarlo mucho levantó la suya y atrapó la contraria entre sus dedos, viendo con una sonrisa los ojos curiosos del contrario.

—¿Por qué tienes dedos tan pequeños? —preguntó como si nada, como si intentara excusar su acción con tan simple frase.

—No lo sé —los movió un poco y YoonGi empezó a jugar con ellos, entrelazándolos.

—¿Hay más como tú? —el menor asintió—, ¿y sus manos son así de lindas?

JiMin soltó una risita, YoonGi intentó no avergonzarse por lo que dijo.

—No. De hecho, soy el único que tiene características más definidas, la mayoría son todos parecidos —decía, concentrado en la mano del contrario y la suya.

El pelinegro enarcó una ceja.

—¿Y eso?

—Quizás porque soy el primero en salir, hay muchas cosas que no sé —se encogió de hombros para volver a mirarlo.

—Bueno, NamJoon es bueno diseñando.

—¿Eso es un cumplido para mí o para Nam Hyung?

—Mejor que se quede en incógnita.

JiMin hizo un puchero en protesta.

YoonGi desvió la mirada, evitando mirar los labios del rubio.

Y luego, ambos se sonrieron.

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