10. Po' mih muelah que oh vaih a enterah

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 —¡¿QUÉ?!

En la sala palaciega de Estroncio, emperador de los oikos, el ambiente estaba tenso. Tan tenso que hasta los guardias de la puerta escuchaban los gritos con el ombligo encogido. Dentro, lo que provocaba esto era que acababan de informarle de una situación que lo contrariaba sobremanera. Hasta las palomas del balcón habían huido.

—¡Idiotas, pedazo de borricos, garrulos sin sentido! ¡¿Cómo se os ocurre?! ¡¡AHORA TODO SE HA IDO AL TRASTE!! ¡Atraparla y dejarla escapar! ¡Y ahora Arjon y las aldeas lo saben todo! ¡Me cago en diez, no podéis hacer nada derecho!

El general, que le había traído la noticia de los últimos altercados del campamento cercano a la aldea de Mora, estaba pasando un mal rato con el agua al cuello, mientras el emperador daba vueltas y vueltas por la habitación, haciendo un foso circular en la alfombra.

—¡¿Y ahora qué vais a hacer, eh?! ¡Ahora quién carajo los pilla desprevenidos para sacarles la información sobre los magos! Y lo peor de todo, ¡¿POR QUÉ MIERDA HUELE A AJO?!

Lo último lo gritó tan fuertemente que llegó la vibración hasta los cimientos del edificio, sobresaltándolo todo, y más aún al general que seguía tieso y sudando, mientras veía al emperador ponerse cada vez más y más rojo, hasta alcanzar el color de las granadas muy maduras. Acusando aquél impertinente olor a ajo que invadía sus aposentos, Estroncio abrió violentamente la puerta y gritó a los cuatro vientos:

—NO SOPORTO ESE OLOR A AJO, QUE ALGUIEN LO PARE O ALGO GORDO VA A PASAR AQUÍ. ¡ALGO MUY GORDO!

Y volvió a cerrar con tan tremendo portazo, que de milagro aguantaron las puertas. Se lanzó a dar vueltas, creando círculos y más círculos sobre la alfombra, tirando si hacía falta alguna mesita o jarrón inútil a su paso. De pronto giró violentamente y se encaró con el general, que tragó dificultosamente como gallina que ya ve el caldo.

—Tú... —espetó Estroncio, con una voz que no auguraba flores—. ¡Tú! Vas a ir a allí a ponerles las pilas a todos, que vengan más norteños si hace falta, rastread toda pista que encontréis por el bosque, raptad a quien sea necesario ¡lo que sea! Pero aquí lo que quiero son resultados. Los conquistaremos, y lo que es más, conseguiré todos los secretos mágicos. ¡¡VENGA!!

Como si de pronto le hubieran dado cuerda, el general reaccionó retirándose hacia la puerta y haciendo un breve saludo.

—Sí, mi señor, sí. No se preocupe. Su magnánimo mandato será acatado, puede estar seguro su real y maravillosa alteza, oh, grande de los grandes.

Y haciendo mucha inclinación reverenciosa, salió y cerró la puerta tras sí con un hondo suspiro, mientras el emperador quedaba dentro como mona furiosa, mirando por la ventana.

—Po' mih muelah que oh vaih a enterah —dijo. Al pobre le faltaban bastantes dientes y a veces tenía un acento raro.

No le gustaba nada que los planes no salieran como los planeaba, y desde luego, eso no estaba ocurriendo. Claro que tenía quejas respecto a el acatamiento de sus órdenes y la mala suerte, con lo que descargaba su furia con los subordinados, así aprenderían y a la siguiente todo saldría bien. O al menos esperaba que se las apañasen para conseguirlo; total, él venía a la conquista y solo eran unos aldeanos... Básicamente lo que pensaba cualquiera como él.

Pero como una pirámide de cartas, cuando una se escurre, todas terminan por caer. 



༄ ༄ ༄

Funfact: cuando estaba escribiendo esto empecé a oler a ajo y dije ¿por qué mierda huele a ajo? JAJAJAJ. A lo mejor era el butano, que huele a ajo pasado.

En fin, aquí tenéis un capítulo cortito pero no sé decir si bueno o malo. Tenía ganas de subirlo, because: ahora sabemos quién es Estroncio. Y que se pone como una mona furiosa. 

¿Qué pensáis que pasará? Chan chan channn.

Ningún otro comentario estúpido que añadir. Nos vemos el el próximo capítulooo :D. (Si quieres que sea pronto, pídelo).

 ¡Chao mis gorrioncillos!



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