9. Tralaralalireando

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Tralaralaleero, tralaralaliiro, tralaralaleero.

Mora iba cantando alegremente, mientras hacía algunas tareas con la atenta mirada de Rorro en sus movimientos. Estaba descalza, con los pantalones arremangados hasta las rodillas. Su habitual atuendo era el mismo, salvo que no llevaba las cintas y correas de cuero y se había abierto más el cuello de la camisa, de forma que si se le resbalaba le dejaba un hombro al aire. Así descuidada, con el pelo medio suelto medio recogido, trajinaba de aquí para allá.

Había recogido un buen cesto de manzanas de su árbol, pequeñas, sonrosadas y dulces, de las que eran mil delicias. Luego acarreó cubos de agua desde el pozo, regó las plantas, rellenó el bebedero de su perro y el abrevadero más cercano para los caballos, y después de todo eso se sentó en el banco de madera que tenía a la entrada de su casa a hacer flechas. Tenía su carcaj, un buen manojo de ramas apropiadas que había estado recogiendo y seleccionando, cuerda, plumas ya cortadas, su navaja y otras cosas. Así, primero pulía bien la rama, haciendo que fuese la saeta dura, recta y lisa que debía ser, y después agarraba una punta con sus pies descalzos, mientras en la otra colocaba hábilmente las plumas cortadas y las ataba, cortando el hilo con los dientes.

Atareada así la encontró Diano cuando llegó.

—¡Hey, holu! ¿Qué hay?

—¡Hey! Aquí trajinando —sonrió Mora.

El chico rubio se sentó en la otra punta del banco donde estaba ella, mirando contemplativamente los alrededores.

—¿Qué hay? ¿Te aburres? —dijo Mora.

—¿Cómo sabes que me aburro?

—Porque cuando no tienes nada que hacer vienes aquí —respondió ella sonriendo.

Él arrugó la nariz, más divertido que otra cosa, pues tenía razón.

—No tendrás... —comenzó el chico.

—En la alacena; saca unas nueces, anda. ¡Y unas manzanas que acabo de recoger!

Diano dio un brinco y se metió en la casa, para salir con un buen puñado de nueces y de manzanas con lo que entretener el ánimo y el estómago.

Sonrientes, ambos cogieron una manzana y se pusieron a darle bocados, jugosos y sabrosos. Mora había dejado las dos flechas que tenía terminadas a un lado, y la que tenía a medias sobre las piernas. Cuando terminó de comerse la manzana a grandes mordiscos, rebasándole el jugo de la boca, echó a un lado el centro de la fruta y siguió con su trabajo. Diano también lanzó el corazón de su manzana, que con certera puntería terminó en el techo de la casa, y se entretuvo en pelar nueces y comerlas con meditabundo masticar.

En aquellos momentos la vida era tan tranquila como más se pudiera desear, en la perfecta plenitud que reinaba; sin saber que eso no sería así por mucho tiempo. Aunque cuando se está así como estaban ellos, tranquilones y disfrutando el rato, no pensaban en nada que interrumpiera aquello. Casi siempre la vida en la aldea era así de plácida, pero cuando había mínima alteración y posibilidad de emoción, ellos se metían de lleno a la brecha.

—¿En qué piensas? —preguntó Mora.

—En que si ves un torbellino te tiras de cabeza —respondió Diano.

Mora se echó a reír.

—Oye —dijo de pronto—. Tendríamos que ir al río a bañarnos.

—¡Pero Mora, que ya es otoño y el agua está helada!

—¡Qué más da! Echo de menos tirarme al río.

—Fuimos hace poco.

—Lo que para ti es hace poco para mí son años.

—Vivimos con distinta percepción de las cosas.

—Tú eres un despiste ambulante.

—Y tú un caos inevitable.

Ambos amigos rieron juntos, como siempre hacían.

—¿Te acuerdas cuando te rompiste un diente en la cascada? —recordó Mora.

—¡Me tiraste tú, traidora! —dramatizó Diano, mientras Mora se reía a carcajadas, aún con la navaja abierta en la mano—. Aunque solo era un diente de leche... —comentó, pasándose la lengua por los incisivos. Sus dos dientes delanteros tenían una ligera y graciosa separación entre ellos.

—Era muy divertido tirarse a la poza desde los árboles. Y te lleva la corriente.

—Oh, sí, sí.

Y después de un momento en silencio Mora empezó a cantar por lo bajo una canción.

Ooh-ooh-ooh
Somewhere over the rainbow
Bluebirds fly
And the dreams that you dream of
Dreams really do come true-ooh-ooh

Mientras Diano la seguía con el tonillo y ella terminaba de hacer otra flecha y empezaba a ponerle punta a la siguiente, algo les llamó la atención. A ellos, y a todo el mundo. Pues acababa de entrar en la aldea un jinete, que nadie reconoció como cercano. El aspecto de hombre y bestia era de agotamiento, pues parecían venir cabalgando desde lejos, y cuando llegó trotando por la calle principal y se dejó caer del caballo, pudieron apreciar mejor sus rasgos, la cara sucia y ropa descuidada.

Era un hombre alto, bien parecido, de pelo negro, deliciosamente descuidado y largo hasta el cuello, un asomo de barba delineando su cara y unos ojos claros y brillantes. Era fuerte y hermoso, de aspecto resuelto, como un guerrero curtido y montaraz. Mora se lo quedó mirando, al igual que todo el mundo, y mientras él dirigía una plena mirada a su alrededor muchos salieron a recibirle. Mora dejó sus flechas y se levantó, seguida de Diano, para saciar su curiosidad sobre aquel nuevo individuo.

La gente ya se estaba encargando de darle la bienvenida, llevarse el caballo a descansar y darle comida y agua, y hacerle preguntas a él. Al parecer venía por algo que pasaba. Le preguntaron cómo se llamaba, de dónde venía y qué quería.

—Arran —respondió—. Vengo del Norte; están pasando cosas. 



༄ ༄ ༄

ESTÁN PASANDO COSAAAS. Oh, ya veréis lo que viene después. 

Cosas a comentar.  ✨ el dúo de Mora y Diano ✨ siempre me encantan esos dos.

 Y ✨el misterioso jinete ✨ que pronto conoceréis más. 

En fin, comos siempre espero que os haya gustado, nos vemos en los comentarios, para que digáis qué os gusta, qué no, qué pensáis y cualquier cosa. 

So, lov iu <3

PD: Si queréis que actualice más seguido tendréis que recordármelo, porque me olvido, lol.



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