8. La charla con Arjon y una buena comida

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—Bien, tenemos noticias e información referentes a los oikos, y que os incumben directamente —empezó a hablar Mora—. Como supongo ya sabréis, los oikos se han acercado por estas tierras y han puesto un nuevo campamento, rumoreándose que pretenden algo por aquí, pues vienen con sus invasiones desde el norte. La otra noche yo iba paseando por el bosque, cuando me descubrieron y me apresaron. Ya en el campamento me ataron con grilletes manos y pies a una mesa de tortura, para sacarme información.

Todos los oyentes escuchaban con ávida atención, Arjon, Shaila, la mujer del jefe, varios ciudadanos y algún cercano al jefe que se habían acercado como concilio, y Diano, que ya se sabía la historia.

—Al parecer, como me dijeron, me habían tomado por vuestra hija.

Shaila y Arjon intercambiaron miradas de preocupación, y la chica escuchó con horror cómo iban a torturar a Mora creyéndola ella, y la miró no sin cierta admiración cuando dijo que les había hecho creer que lo era.

—Así supe qué era lo que querían —prosiguió Mora—. Al parecer el emperador Estroncio quiere hacerse con el poder de todas las tierras, como sabéis, y ahora le ha dado por los secretos mágicos que se guardan aquí. Quieren llegar al mago Setenix, y a todos los demás, para descubrir todos sus secretos de magia tantos años guardados.

Hubo un silencio durante el cual todos daban profundidad a los hechos.

—Y bien, después de esa pequeña aventura que nos ha permitido saber qué quieren, pensamos que lo mejor era avisaros. Pues como dice nuestro jefe Yomenor, vamos a tener que andar con ojo de liebre —zanjó Mora.

—Habéis hecho muy bien en venir a decírnoslo, y no sabemos cómo recompensar vuestra valentía y generosidad para con nosotros. ¡Decir que erais Shaila para que os torturasen!

El entusiasmo de Arjon ante cualquier cosa así era completamente innato, pues no había cosa que le encantase más que una prueba de valor, una buena aventura bien contada, y recompensar a aquel que hiciera algo por él. Así se lo expresó, y seguidamente ofreció algo que era lo que Mora y Diano habrían pedido como máxima recompensa: la comida.

Comieron en la casa del jefe, y se organizó una improvisada comida general a la que acudieron unos cuantos personajes importantes. Mora y Diano ocuparon puestos de honor a los lados del jefe, Shaila junto a Diano, que estaba encantado con esto, y luego la mujer del jefe, que tan bien lo había organizado todo; y otros tantos individuos relevantes o no. Fue una comida alegre y abundante, sobre todo abundante, y sació largamente el hambre de lobo de todos. Carne asada de caza, un guiso delicioso, cerveza espesa para todos, pan recién horneado, queso curado y otros muchos manjares.

Hablaron de los oikos, de las peripecias de Mora, de las intenciones del emperador Estroncio, de las posibilidades que tenían de entrar en guerrilla, de los secretos de los magos y de Setenix. También contaron historias de las que todo el mundo gustaba, como la vez que Arjon se tuvo que enfrentar a un oso furioso que lo había tomado por atacante a su territorio cuando él solo se había perdido yendo de caza. Y así, entre charlas, risas, comida y cerveza, todos estaban más que alegres.

Cuando se dignaron a aceptar la idea de que debían partir, la tarde ya estaba mediada.

—Muchísimas gracias por vuestra hospitalidad —dijeron Mora y Diano.

Arjon hizo un gesto quitándole importancia, diciendo que no era nada.

—Espero veros alguna que otra vez, mis valientes amigos. Enviadle recuerdos a Yomenor. Aunque según creo y si las cosas siguen así, pronto volveremos a vernos. El avance de los oikos es inevitable. Bien, partid. ¡Axé!

—¡Gracias! ¡Axé!

«Axé» era una palabra que solían usar para despedirse con buenos deseos, buena suerte, amor y paz.

Y así Mora y Diano, tras despedirse de todos largamente, volvieron a montar a sus corceles, que estaban dispuestos a todo tras haber descansado, y con el sol dorado en las espaldas emprendieron el camino de regreso, cabalgando por los campos silvestres.

Como con una épica banda sonora sonando en sus corazones, los dos amigos cabalgaban briosamente, en perfecta sincronía con los caballos, sintiendo el ritmo de las fuertes pisadas en el suelo, recorriendo los campos. Hasta que con la luz del atardecer a sus espaldas, de un vivo naranja llameante del sol que se inclinaba a desaparecer, llegaron a su aldea.


༄ ༄ ༄

HEYAAAA

¿Qué tal, qué os ha parecido? Comentad, comentad, todo lo que queráis.

Hmmm este capítulo debería haber sido publicado hace siglos (es más, pensaba publicarlo justo después del anterior), pero ya sabéis, la vida se complica... te olvidas, lo dejas, luego no puedes, te echan de casa, huyes de un elefante... ¡pero ya está aquí! Ahora rezad porque el siguiente venga pronto JASJAS.

Tengo muchos capítulos escritos que quiero que leáis ya, pero me aguanto, y así sigo con mi ritmo de ir escribiendo y publicando con un buen margen.

En fin, nos vemoooss.

¡Axé!

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