𝐨𝟒𝐨. actuando bajo presión

Màu nền
Font chữ
Font size
Chiều cao dòng

o40. ❝ no, nothin' good starts in
a getaway car
























































❝ ay, qué terrible es cuando te tienen actuando bajo presión en una situación de estrés ¿o no? ❞

✦•─────• A PESAR DE LAS OPOSICIONES QUE Natalia ponía, Pedri aún estaba siguiéndola de cerca para tratar de cuidarla y así calmar su conciencia de que ella estaba donde sus ojos la vieran y sin alguien extraño que buscara acosarla.

¡No me sigan preguntando, dije! Lo que sea que le pase a este chico entorno a la rubia ya no es algo que les pueda decir así nada más.

Mejor pregúntenle a él.

Pero aún había algo en su interior que estaba enteramente preocupado por el bienestar integral de la mujer. La alerta de que alguien la seguía no lo había relajado y estaba aterrorizado a la idea de que ellla realmente pudiera estar corriendo algún peligro.

Sí, lo estaba.

Por eso, no la había dejado sola durante los días restantes. Dieron entrevistas juntos, sesiones de fotos, fueron a comer por indicación de Elías, en otro partido hizo lo mismo que en el anterior y, como aquel día, se había ofrecido a ser su chófer para que ella realizara sus compras necesarias para el hogar.

Obviamente ella se negó al inicio; no quería que él se tomara tantas molestias con ella. Pero bueno, para el canario esas no eran molestias algunas en lo absoluto.

—¿Estás segura de que no te falta nada?

La pregunta del futbolista resonó gracias a la acústica del estacionamiento subterráneo al que habían llegado luego de salir del ascensor. Pedri iba cargando dos bolsas grandes llenas de compras en sus manos mientras tenía a la rubia caminando a su lado y revisando su lista en su celular.

—Sí, sí, ya estoy —guardó el aparato y miró al hombre—. Ya completé todas las cosas de mi lista.

—Genial.

Lo miró con una pequeña mueca mientras avanzaban—¿No quieres que te ayude? Ya me está dando pena verte cargando mis bolsas.

Él soltó una corta risa y rió—No te preocupes, no es molestia alguna. Además —hizo un ademán con la cabeza— el auto está aquí cerca.

—Pedri, en serio no tienes que seguir haciendo esto —suspiró trayendo el tema principal sobre la mesa—. Estoy bien.

Sí, ella aún se sentía ligeramente nerviosa al tener al canario tan pegada a ella porque él se estaba preocupando de cuidarla de quién la acechaba.

Puso los ojos en blanco, pero no de mala manera—Ya te he dicho que esto no es molestia alguna. Además —puso los ojos en blanco—, aproveché de hacer compras para mí casa que no hacía hace semanas. Así que yo tengo que agradecerte a ti por incentivarme a hacerlo.

Ambos rieron. Rieron como una pareja normal.

—Pero Pedri, hablo en serio...

—Igualmente tienes que considerar que estoy siendo tu chófer y aún no sacas carnet —la miró negando con la cabeza—. Ya hemos practicado lo suficiente como para que des el examen.

Oh, sí. ¿Recuerdan aquella vez cuando Pedri hizo conducir a Natalia hasta el supermercado? Bueno, aquella no fue la última ocasión en que lo intentaron. Cada vez que podía, el canario la incentivaba a tomar el volante de su propio auto y practicar conducción. El la guiaba, le enseñaba y le aconsejaba.

Después de oír que ella no había sacado licencia de conducir por haberse tenido que ir de Chile, el futbolista no pudo quedarse tranquilo.

Gruñó—Aún no me siento preparada, perdón.

—¿Por qué? —alegó—. Lo haces bien.

—Ya, pero enfrentarse a una carretera enorme todos los días y sola sigue siendo algo que tengo que procesar. Ya veré cuando doy el examen —hizo un ademán con la mano como indicando que quería acabar de hablar del tema.

Rió—Como digas.

Su conversación se vio momentáneamente detenida ya que habían llegado al vehículo. Pedri abrió la cajuela y comenzó a echar las bolsas ahí con ayuda de la mujer, ya estando listos para subirse y volver a sus respectivos hogares.

No obstante, algo sucedió.

Natalia se volteó asustada cuando oyó un quejido.

Sí, un quejido que venía de Pedri.

Rápidamente la chilena se volteó hacia él para ver que ocurría, pasándose por la mente una infinidad de posibilidades.

—Pedri, Pedri, ¿Estás bien? —puso sus manos sobre su espalda. Él estaba delante de ella.

—Sí, sí, sí —contestó tratando de sonar tranquilo pero sus ojos estaban cerrados como si aguantara un dolor.

—No es cierto, ¿Qué pasó? —insistió buscando su mirada.

Él soltó un largo suspiro y se irguió más derecho, tratando de recuperarse.

—Nada sólo...Me he dado un golpe.

Cuando Dietz vio que se ponía la mano en el muslo derecho ella comenzó a asustarse.

—¿Un...Un qué?

—Sí —carraspeó y con cuidado se comenzó a voltear hacia ella—, pero estoy bien, no te preocupes.

La actriz lo vio levemente cojear, así que no le creyó.

—Dime la verdad. No estás bien —lo miró directamente a los ojos.

—Lo estoy, sólo me he golpeado con la esquina del auto e hice un mal movimiento —negó con la cabeza—. Es todo, ya vámonos.

—No —ella lo detuvo poniendo sus manos sobre su pecho—, se nota que te duele, no te puedes ni mover.

Él se lamentó en silencio y no quiso decirle a la mujer que tenía razón.

—Bien, quizás el movimiento me ha afectado un poco —apretó los ojos.

—¿Y ahora qué? Hay que llevarte a algún lado para que te revisen —comenzó a mirar a su alrededor—. ¿Qué hacemos? ¿Llamamos a alguien?

—No —negó—, vamos a llamar la atención de la gente.

—Lo haremos con cuidado —insistió.

—Nat, si salgo de aquí la gente me verá cojear y seré de nuevo el tema favorito de conversación de los periodistas deportivos —se lamentó moviendo la cabeza—. Aman andar diciendo que vivo lesionado. No les daré material.

—Pero ¿Entonces cómo nos vamos?

Se encogió de hombros—Conduzco yo.

Soltó una risa sarcástica—Sí, claro, esa misma wea estaba pensando yo —negó—. Pedri, no te puedes ni mover. No hay forma de que puedas conducir en este estado.

—Entonces conduce tú.

Allí, a la rubia le tembló el ojo.

—¿Cómo dices que dijiste?

Le costó procesar la instrucción que el canario le estaba proponiendo y por los primeros instantes quiso pensar que sólo era una broma.

Pero al parecer no lo era.

—Sí —se encogió de hombros—. Es lo mejor que podemos hacer. Saldremos de aquí sin hacer mayor escándalo.

—¿Tu estás weon? —apuntó su cabeza como juzgando su sano juicio—. Yo no sé manejar, ni licencia tengo aún.

—Pero hemos practicado. Ya puedes hacerlo sola —animó mientras su mano permanecía en su pierna.

—No, no, no, no, no —movió las manos en el aire—. Aún no puedo. Colapso al instante.

—Yo te ayudaré —sus suaves y reconfortantes palabras parecieron hacerla reconsiderar su decisión—. Voy a guiarte, sólo serás tú la que tome el volante.

Ella —ya sucumbiendo por la presión— se tomó el rostro entre las manos y gruñó. Realmente el tema de la conducción era algo que la tenía bastante atemorizada.

—No puedo hacerlo.

—Sí puedes —como pudo se acercó a ella y le regaló una media sonrisa—. No es un tramo muy largo. Vamos a mi casa y luego le diré a mi hermano que vaya a dejarte a la tuya.

—Pedri... —se removió nerviosa en su lugar.

—Lo harás bien. Has aprendido todo.

—¿Y si aparece la policía? —señaló un punto importante a considerar.

Hizo una mueca—Mejor no pensemos en esa parte —ella se lamentó—, pero esto es la mejor opción. Lo harás bien.

Ella le miró y por un instante halló seguridad en sus palabras. Sus marrones ojos se alzaban hacia ella en medio de su dolor y le estaban garantizando que él confiaba en sus capacidades y que no sólo lo decía para que actuara de una vez.

Aquello la reconfortó y comenzó a darle las ganas de seguir.

—Bien —suspiró finalmente—, pero tienes que ayudarme.

—Por supuesto —contestó casi al instante al estar tranquilo y feliz de verla aceptar—. Sólo debes estar tranquila. Nada malo pasará.

Dejó salir todo el aire que estaba reteniendo en sus pulmones—De acuerdo...Ya, hagámoslo de una vez —estrujó los ojos.

Pedri sonrió complacido y comenzó a dar media vuelta para cambiar de dirección e irse al asiento de copiloto en vez de su lugar habitual. Al verlo con algunas dificultades y cojeando, la rubia se le acercó a la velocidad de la luz.

—No tan rápido, vaquero, déjame ayudarte —llegó hacia él pasando su brazo sobre sus propios hombros y así sosteniéndolo para caminar.

—Estoy bien.

—Ay sí, obvio, casi te creo —dijo sarcásticamente—. Déjame ayudarte.

Déjame ayudarte.

Esa frase, emitida de sus labios en un tono preocupado y sincero sacudió todo dentro de él. No sé lo decía como algo trivial, realmente estaba preocupada por su bienestar y lo estaba demostrando en cada una de sus acciones. Por supuesto que ella no se daría cuenta de inmediato de eso pero González sí lo hacía.

—Sostente en mí, seré como una muleta —dijo.

—No digas eso —se lamentó pensando en un posible uso de muletas—. Estoy bien. Además, no voy a recargar mi peso muerto en ti.

—Ay, por favor. Voy al gimnasio todos los putos días. No pienses que no tengo fuerza —él sólo rió suavemente ante sus palabras.

Finalmente giraron hasta la puerta del copiloto y Natalia la abrió para ayudarle a Pedri a subir con cuidado. Se encargó de que su pierna no hiciera mayor fuerza y las acomodó en el piso del auto delicadamente. El mediocampista la miró con una sonrisa durante todo el proceso hasta que ella cerró la puerta y le dio la vuelta al auto para subirse a su nuevo asiento.

Le costó hasta llegar a abrir la puerta. Sabía que ese no era su lugar de todos los días y que estar ahí representaba un desafío aún mayor.

Una vez arriba y con la puerta cerrada la mujer comenzó a sentirse muy nerviosa. Miró el tablero y el volante delante de sus ojos y pareció que todo lo que había aprendido de conducción con Pedri se le había olvidado en cosa de segundos.

Venga, sí, hasta una mujer independiente y fuerte como ella podía temerle a algo.

—Lo harás —animó la voz del canario sacándola de su trance—. Sabes como llegar a mi casa, así que será fácil.

—Sí —se giró a darle una rápida mirada con una sonrisa que pareció una mueca.

Lo primero que se hacía por supuesto lo recordaba. Encendió el vehículo con el botón de encendido que estaba en el panel. Escuchar el sonido del motor rugir la calmó un poco. No estaba empezando del todo mal.

—Muy bien —le sonrió él—. Ahora sólo quita el freno de mano y avancemos hacia la derecha para salir del estacionamiento.

—Sí...Eso lo sé—suspiró nerviosa—¿Estarás bien?

Su pregunta antes de partir le causó ternura—Tranquila, confío en ti al volante.

—No... —sacudió la cabeza—. Me refería a tu pierna.

Al entender que se estaba preocupando una vez más por su salud, el futbolista le regaló una cálida sonrisa. Una sonrisa sincera que agradecía su preocupación pero que también se daba cuenta de como Dietz lograba abrirse y acercarse a él mucho más que antes.

—Te juro que lo estaré —afirmó—. No será nada.

—Bien —asintió nerviosa—. Entonces vamos.

Y sacando el freno de mano y pisando el acelerador, la chilena comenzó a avanzar con normalidad en la dirección que el hombre le había señalado.

—Muy bien —él iba atento a cada uno de sus movimientos y a su vez del camino—. ¿Ves que no era tan difícil?

—Pedri, te miraría para responderte pero si lo hago vamos a chocar.

Su voz se oyó rígida y nerviosa, pero el comentario le sacó al mediocampista unas risas que a su vez calmaron a la rubia.

—Tranquila, vas bien. Ten cuidado en esta bajada. Aquí se acaba el estacionamiento y saldremos a la calle.

Aquello la tensó más pero asintió ante lo que él mencionaba.

Llegando a la bajada que daba a la calle ella frenó pero, ante los nervios, lo hizo un poco más fuerte de lo normal, haciendo que sus dos cuerpos se movieran hacia adelante y hacia atrás con un poco de brusquedad.

—Perdón, perdón, perdón —se disculpaba ella.

—No te preocupes, todo está bien —tranquilizó—. Ahora sólo cruza la calle hacia la izquierda.

Ella frunció el ceño al oírlo—No puedo hacer eso de inmediato. Tengo una señalización de ceda el paso, debo esperar a que no venga nadie.

Entonces Pedri sonrió orgulloso.

—Por supuesto que lo sé, solamente estaba verificando que lo recordaras —se volteó a sonreírle.

Ella abrió la boca sorprendida—No me hagas eso, me asustas —él rió.

Entonces, y ante su demora, oyeron como un auto tocaba la bocina detrás de ellos ya que había estado esperando demasiado que ellos avanzaran al estar charlando.

Y sí.

Ustedes ya saben lo que la rubia hizo.

Molesta por la grotesca insistencia, la rubia bajó la ventanilla del auto, sacó la cabeza hacia afuera y gritó:

—¡Bien apurado que vienes, weon! ¡Pasa por arriba si no puedes esperar! ¡Pasa po, weon! ¡Pasa!

Pedri sólo se cubrió el rostro mientras la oía pero una risa se le escapó.

Ella regresó con una expresión molesta a su lugar luego de haber enfrentado al otro chófer y señalizó que iba a doblar ya que tenía el espacio para avanzar.

—Españoles... —refunfuñó para sí misma.

Posteriormente, ella finalmente ingresó a la carretera y comenzó a conducir normalmente hacia su destino que era la casa de Pedri. Recordaba como llegar ya que, intuitivamente, siempre ponía atención a los movimientos del canario, las autopistas o entradas que tomaba, cuando bajaba o subía la velocidad, cuando tenía que doblar, etcétera.

El trayecto fue mayoritariamente silencioso ya que la mujer estaba demasiado concentrada en la conducción y con el recurrente temor de que pudiera hacer algo mal, de que pudieran chocar o de que la policía apareciera en alguna parte.

Las únicas ocasiones en las que apartaba la mirada eran para observar como se encontraba el canario. Le preocupaba que tuviera una recaída o una lesión menor. La mano de él permanecía en su pierna y ella sólo quería pensar que él estaría bien.

González la miraba constantemente y sonreía complacido al ver lo bien que lo hacía. Parte de las lecciones que había tenido con él estaban dando sus frutos. Ella no se daba cuenta ya que iba muy concentrada en el camino, pero ya se estaba volviendo una conductora innata.

Y en parte eso era gracias a Pedri.

En menos de lo que esperaron, ya estaban llegando al hogar del canario. Con el control automático que tenía en el auto, las puertas del estacionamiento se abrieron para dejar que el vehículo ingresara. Natalia lo hizo lentamente, teniendo el cuidado y el temor de no chocar y apuntar en el espacio correcto para ingresar.

Todo el esfuerzo valió la pena cuando finalmente frenó, apagó el vehículo y todo acabó.

Ella soltó todo el aire que había estado reteniendo en sus pulmones y que incluso había hecho su tórax doler y dejó caer su espalda en el asiento, completamente agotada.

—No lo puedo creer —se tomó la frente—. Lo hice...Ya llegamos.

Pedri se giró a verla con una sincera y hermosa sonrisa que dejaba ver sus dientes.

—Por supuesto que lo hiciste, sabía que así sería —le dijo suavemente.

Ella lo miró y sonrió igualmente, soltando una risa nerviosa luego de haber acabado con toda esa travesía—Dios...No fue tan horrible después de todo.

—Te lo dije —alzó sus manos—. Ya estás preparada.

Se giró a verle una vez más y la sonrisa que él le estaba regalando en ese instante hizo que el cuerpo le temblara y sacudieron sus hormonas enteras. Se veía tan lindo cuando sonreía, sobre todo cuando esa sonrisa estaba dirigida hacia ella.

—Bien —suspiró—, bajaré con cuidado porque sigo ansiosa y con las piernas temblando.

Él rió—Claro.

González iba a imitar el gesto de bajarse por su cuenta pero, al notarlo, la chilena lo detuvo.

—No, no, no, no, espérame ahí —indicó.

La rubia finalmente se bajó del vehículo y sí, efectivamente estaba un poco mareada por el viaje y la tensión. No obstante, eso no fue impedimento para acelerarse, dar vuelta al vehículo y abrir la puerta del futbolista para ayudarle a bajar.

Al ver aquella consideración, el hombre sonrió y se tomó de la puerta y de ella para bajar con cuidado.

Una vez que ambos estuvieron frente a frente, sus ojos se encontraron en una profunda mirada.

Lo que habia sucedido, por normal y trivial que fuera, sí había sacudido algo en sus corazones. La preocupación, el apoyo y la consideración eran algo que no podían ignorar así nada más.

Pedri le sonrió—Gracias.

Su suave agradecimiento, su tierna sonrisa y sus intensos ojos nuevamente estaban haciendo que a la mujer le temblaran las rodillas.

Negó con la cabeza y miró al suelo un instante—No es nada. Además, tu me ayudaste.

—Qué va, tía —rió—. Yo no he hecho casi nada, todo ha sido mérito tuyo.

Soltó una risa nasal—Sí, como digas.

—Ya estás lista para sacar tu carnet de conducir —sonrió—. Ya no me necesitarás más.

—Ah —asintió con una pequeña mueca—, o sea que todo esto me lo dices porque te quieres deshacer pronto de mí y ya no ser mi chófer.

Su sarcasmo le sacó una risa y, aunque ella trató de frenarse, tampoco pudo contener la suya.

—Sabes que jamás será una molestia ser tu chófer —le arregló un cabello detrás de la oreja—. Pero me enorgullece que hayas logrado esto tu sola.

El corazón de la mujer se aceleró a un ritmo completamente desconocido. A una velocidad que parecía que iba a salirse de su pecho atravesando sus costillas. Él estaba diciendo que estaba orgulloso de ella de la manera más sincera posible. Aquello ya no se trataba de una actuación. Habían cruzado aquella pared y avanzado a una tierra desconocida que cambiaba todo lo que sentían.

Y Dietz jamás lo terminaría de explicar.

—Gracias —fue lo único que pudo susurrar.

Entonces, Pedri sonrió, tomó aire en sus pulmones y dijo:

—Bien, ahora sube de nuevo que tengo que llevarte a tu casa.

Natalia hizo cortocircuito.

En silencio y completamente pasmada, la chilena vio al canario guiñarle un ojo para luego dar media vuelta y caminar hacia la puerta de conductor del auto. Caminaba bien, ya no estaba cojeando como minutos atrás y tenía una sonrisa cómplice pegada en el rostro mientras veía la expresión que ella tenía.

La mujer no estaba entendiendo absolutamente nada y por un instante pensó que se estaba volviendo loca.

—¿Qué...? —soltó en un susurro casi inaudible.

Pedri sólo le sonrió desde su posición.

Ella no lo podía creer.

—Pero...Tú...Este...La pierna...El golpe...Pero ¿Cómo? —balbuceaba mientras se acercaba a él y lo miraba de pies a cabeza como un paralítico que recién aprendía a caminar.

Él tomó aire—Primero que nada, quiero pedirte perdón. Sé que estuvo muy mal mentirte y todo pero ha sido por un bien mayor.

—¿¡Qué!? —estalló.

La tomó por los hombros—Estoy bien, Nat. Quizás sí fingí un poco de más el dolor que sentía.

La cabeza de la rubia parecía que iba a explotar; incluso se sintió mareada. Intentó unir todas las piezas del rompecabezas y lo que más la descolocaba era la serena expresión que el futbolista tenía.

—¿¡Por qué mierda hiciste eso!? ¡Estuve bastante preocupada! —reclamó.

Suspiró—Lo hice para que vieras que podías hacer esto sola.

Entonces ella guardó silencio.

Analizó al hombre de pies a cabeza y una vez más no lo entendía. No lo podía descufrar una vez más comprobaba que no había conocido a nadie como él.

—¿Qué...? —susurró casi inaudible mirándolo a los ojos.

—Por eso te pedí perdón de antemano ya que sé que no fue de la mejor forma —hizo una mueca—, pero yo sabía que tú ya estabas lista para sacar licencia...Solo necesitabas un pequeño impulso.

—¿¡Y por eso me mentiste!? —soltó—. Pedri, por la chucha, me habías asustado. En serio pensé que te habías hecho daño, o que podía ser una recaída. Lo único que pensaba era en traerte a salvo aquí para que alguien te ayudara.

Entonces ahí el hombre se dio cuenta de qué le pasaba.

No le estaba reclamando del todo por haberla engañado para que conduciera, estaba molesta por el susto que le había dado pensando en una posible nueva lesión. Ella se había preocupado por su salud y aquella falsa alarma había agitado su corazón por él y por su bienestar integral.

Pedri sonrió.

—Oye —sus manos ahora se fueron a sostener sus mejillas—, perdóname...No quería que te preocuparas de más por mí.

—Pues lo hice —cerró los ojos recordando lo mucho que se había asustado por él—. No vuelvas a hacerme eso —le dio un leve empujón. Ya estaba más tranquila.

Rió suavemente—Mira, en mi defensa, sí me golpeé fuerte en la rodilla y me dolió un carajo —ella negó con la cabeza—. Pero sí exageré un poco lo de después.

—Te voy a matar —negó mirándolo a los ojos.

—Pero bueno —sus manos soltaron sus mejillas para irse a su cintura y atraerla hacia él—. Funcionó.

—¿Qué funcionó? ¿Tu técnica en base a mentiras y a qué casi se me sale el corazón del pecho? —alzó una ceja.

Rió—Ya, ya te dije perdón —el enojo de ella comenzó a desaparecer siendo cambiado por una tímida sonrisa—. Pero funcionó...Puedes sacar tu carnet. Sabía que eras capaz...Solo tenías que verlo tú.

Dietz suspiró y negó con la cabeza. Sí, le había mentido y todo pero lo había hecho por ella y por una buena causa. Él tenía razón, con eso Natalia se había dado cuenta de que era capaz de conducir por sí sola. En cualquier momento podría podría a dar el examen.

—O sea... —retomó ella la palabra suavemente—. ¿Hiciste esto por mí?

Pedri la miró a los ojos con una sonrisa y sintió sintió estaban más verdes que nunca.

—Claro que sí —suspiró—. Siempre has estado lista para esto, sólo tenías que verlo por tu propia cuenta.

Ella asintió—Así veo...Gracias.

Sus rostros ya estaban a una cercanía de la que ellos catalogaban como peligrosa. Aquella cercanía que sabían en qué podía terminar.

—Pero no vuelvas a asustarme así, carajo —le dio un golpe en la cara y él se quejó—. Harás que me arrepienta de preocuparme por ti.

Él rió y se masajeó la zona afectada—Como tú digas.

—Ahora —se alejó de él— ve a dejarme a mi casa o haré que te lesiones en serio.

Negó con gracia—Como tú digas.

La mujer sólo sonrió al verle mientras se volvía a subir al vehículo y algo comenzó a cosquillear dentro de ella. Había sido una mentira y todo pero...Vaya qué se preocupaba por ella.

Siempre lo hacía.

Ya en ese punto de su vida...No podía dejar de hacerlo.

















































































Q

UE VIVA EL AMOR

ya pero, nos hacía falta un capítulo más cute, o no???? 🥺

qué les pareció??? este pedri y sus ideas djxjdx en serio que es un tierno 🥺 y qué opinamos de Natalia muy preocupada por él? YA CÁSENSE, BASTA

no hablaré mucho aquí hoy ya que como dije en el tablón de anuncios, mi país y mi ciudad está en una crisis climática. se han salido los ríos y yo vivo cerca de uno así que estamos muy atentos a lo que pueda pasar. estoy bien y si hay alguien más de chile acá espero que sea igual <3

170 votos para actualización ✨

NOS VEMOS LA OTRA SEMANA PQ SE VIENE FUERTE 👀👀👀👀👀

SEE YOU SOON

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen2U.Pro