𝐨𝟓𝟏. un retraso importante

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o51. ❝ it's hard to ignore all of
my problems. gonna regret being too honest









































































































❝ vaya, un retraso importante como ese le da un gran susto a cualquiera ❞

✦•─────• BENJAMÍN URÍA SE HABÍA CONVERTIDO EN la nueva piedra en el zapato de Natalia y ella sólo quería lanzarle aquel zapato en la cabeza...Sí, literal o metafóricamente hablando.

A pesar de su desastrosa y nueva aparición, Dietz se sintió mucho mejor cuando pudo hablar con Pedri la verdad de todas las cosas y expresar como aquello la hacía sentir. No era capaz de dimensionarlo aún pero ella comenzaba a abrirse con el hombre. Casi sin darse cuenta, ya le estaba entregando gran parte de su confianza.

Oh sí, y sobre lo último de ese día...

La pregunta de González referente a su acosador y la honesta respuesta de la chilena fueron como una bomba. Eso fue todo lo que ella fue capaz de decir, después de eso sólo le pidió al canario cambiar de tema ya que no se sentía bien. Bueno, el futbolista no sabía aún quien la acosaba, pero Benjamín ya estaba tachado de la lista.

De todas formas, eso no significaba que iba a bajar la guardia con él. Seguía siendo su ex y un imbécil.

Aquella mañana Natalia se había reunido con Vivianne en casa de la primera para poder actualizarla de todo lo que había estado pasando en su vida últimamente que, para variar, era bastante.

—Yo te lo dije hace meses, yo estaba dispuesta a sacarle las bolas a ese infeliz.

Obviamente la castaña había dado a conocer su muy sincero y ligeramente agresivo punto de vista.

La menor soltó una suave risa—¿Sabes? Te hubiera dejado. Ahora me arrepiento.

—Ay, es que ese weon es horrible —siguió quejándose—. ¿Cómo se le ocurre irrumpir en tu fiesta y después en tu casa sin permiso y más encima pedirte explicaciones siendo que eran obvias y no las merece por ser un imbécil?

—Así ese esta gente, primita —bebió de su vaso de agua que se había servido; le dolía la cabeza—. No tengo nada que hacer.

—¿Y Pedri? ¿Cómo se lo tomó?

Suspiró—Pues bien, la verdad. Obviamente bastante en shock cuando supo que el Benja me había pedido matrimonio y todo pero... —una ínfima sonrisa comenzó a aparecer en su rostro—. No me juzgó ni me hizo sentir mal. Me entendió y se puso de mi lado.

—Entonces ¿Le contaste todo todo sobre el Benja? —cuestionó.

Asintió—Todo.

La mayor soltó un lento suspiró y la miró sonriente mientras apoyaba su codo en la mesa y su cabeza en la mano—Quién lo diría.

La rubia puso los ojos en blanco tratando de ocultar su nerviosismo—No empieces, Vivi.

—No he dicho nada malo —alzó las manos—. Sólo que...Me gusta lo que está pasando entre Pedri y tú. Estás más abierta y honesta con él.

Soltó una risa nasal—Puede ser —arrugó un poco la nariz ante un dolor—. Pero ¿Podemos hablar de ese tema otro día? Te juro que la cabeza me duele como el infierno.

—¿Por? —frunció el ceño preocupada

—¿Qué sé yo? —se encogió de hombros—. Pero me ha dolido mucho e incluso me han dado náuseas —bebió de su agua—. Me he sentido bastante cansada y lo odio.

En silencio, la castaña analizó cada una de sus palabras profundamente.

—Eso es raro en ti —señaló—. Eres una persona extremadamente sana y fit. No te enfermas nunca.

—Lo sé —cerró los ojos—. Quizás comí algo que me hizo mal o simplemente estoy estresada por lo del Benja.

Ajá —analizó y tomó notas mentales—. ¿Hace cuánto estás así?

Se lo meditó unos segundos—Tan sólo ayer o antes de ayer, puede ser. Como que todo lo que como lo quiero vomitar.

Esa última frase fue la que comenzó a desesperar a Vivianne y movió sus dedos inquietos sobre la mesa. Su mente comenzó a maquinar infinitas posibilidades.

—Ya veo... —dejó sus palabras en el aire y pensó en cómo plantearle correctamente su siguiente pregunta sin hacerla entrar en pánico—. Eh...¿Primita?

—¿Sí?

Tosió—¿Te puedo hacer...Una preguntita?

Se encogió de hombros—Pues claro.

Los nervios comían a la mayor viva. Se removía en su asiento y jugaba con sus dedos inquieta por lo que esos síntomas significaban y, si sus sospechas eran correctas, estaba al borde del colapso nervioso.

—¿Ya te llegó la regla?

La sala quedó en silencio.

La pregunta de la castaña fue emitida con temor, apreciando la expresión de la menor que iba desfigurándose poco a poco. El planteamiento de la mayor en referencia a la llegada de su período definitivamente no había pasado por su mente y ahora que ella lo ponía sobre la mesa y pensaba en la profundidad de aquella pregunta sintió que el mundo se le caía.

No lo había pensando, pero ahora que lo estaba haciendo quiso morirse.

—No... —fueron las primeras palabras de la chilena. No respondiendo a la pregunta de su prima, sino oponiéndose a lo que eso significaba—. Vivianne, no.

—Nat.

—No —se puso de pie inmediatamente poniendo una mano al frente—. Eso es imposible.

—Sólo te estoy preguntando para descartarlo —la siguió de pie.

—¡Pero no! —comenzó a ponerse muy nerviosa. El cuerpo se le agitaba—. ¡Esto no tiene nada que ver con mi período!

—¡Pero sólo te estoy preguntando si te llegó o no! ¡Tú sabes tus días! —alzó los brazos.

Se cubrió el rostro—No me preguntes esas weas.

—¡Pero sólo es para saber!

—¿¡Y acaso crees que no sé porqué me preguntas!? —encaró—. ¡No estoy embarazada!

Aquella exclamación pintada con la verdad del asunto las llegó a asustar a ambas. Un nuevo silencio se formó en el lugar y las mujeres se miraron estresadas y con el pecho subiendo y bajando fuertemente debido a sus agitadas respiraciones. Todo su buen momento de conversación se había transformado de repente en un caos.

Natalia trató de recuperar su compostura pero le estaba costando muchísimo. No dejaba de pensar en la posibilidad de un indeseado embarazo y como lamentablemente las piezas calzaban con sus síntomas. Se sintió más mareada de lo que ya estaba y quiso que la tierra la tragara.

El silencio pareció durar una eternidad. Las Dietz estaban petrificadas.

—No lo estoy —retomó la menor suavemente—. Es imposible.

Vivianne soltó un lento suspiró esperando que sus palabras fueran más suaves para no hacerla colapsar de nuevo—Ya, es probable que no pero debemos descartar opciones.

La rubia cerró los ojos con fuerza y sintió escalofríos cada vez que pensaba en aquello. Incluso le daban ganas de gritar de frustración.

—Nat —volvió a llamarla ella—. ¿Se te atrasó el período?

Ella comenzó a sudar—No...Yo...No sé. Yo siempre soy muy regular. Es imposible.

Posteriormente, tomó su celular del bolsillo trasero de su pantalón para abrir la aplicación que tenía con el calendario de su período, el cual le confirmaría correctamente las sospechas que ellas tenían.

Cuando la rubia encontró lo que necesitaba tragó saliva.

Otra vez, el mundo le dio vueltas. Muchas vueltas.

Tres días de retraso.

Le lectura emitida por los labios de la actriz fue un titubeo doloroso. La aplicación de su celular seguía de cerca cada día de su ciclo menstrual y le notificó que su período debía de haberle llegado hace tres días. Y por si fuera poco, hasta la aplicación se preocupaba por ella, dejando unos mensajes animándola a ver un especialista debido al retraso.

Al oírla, Vivianne abrió los ojos como platos y retuvo la necesidad de llevarse la mano a la boca por la sorpresa.

—Mierda...

—¡Ya, pero eso es muy normal! —exclamó la menor—. ¡Puede ser estrés, hormonal u otras cosas! ¡No necesariamente es lo otro!

—No, no necesariamente, pero es una posibilidad.

La miró mal e incluso quiso jalarle el pelo—¿Y a ti qué te pasa? ¿Por qué tanto deseo en que sea embarazo? ¿Quieres sobrinos acaso?

—¡Obvio que no! —soltó pero luego hizo una corta pausa meditando—. La verdad es que sí quiero que me des pero ahora no.

—¡Vivi!

—¿Pedri y tú usan protección? Lo nombro a él porque por lo que he sabido es él el que te ha estado dando como cajón —señaló.

—Ay, Pedri, por la chucha —de llevó las manos a la boca.

Ahí iba, un problema más.

Hasta ese instante sólo había pensado en ella y en la probabilidad de que pudiera estar embarazada combinado con la desesperación que eso le generaba. Sin embargo, había olvidado un importante detalle: Con quién se había estado revolcando era el canario. Si había un bebé en su vientre...Era de González y de nadie más.

—Pedri, Pedri, Pedri, Pedri —se lamentaba comenzando a caminar de lado a lado nerviosa—. No, no, no...Lo que me faltaba.

—¿Qué?

—Si llego a estar embarazada es de él —planteó lo obvio deteniendo su caminata un segundo—. Ni siquiera es mi pareja de verdad...¡Esto arruinaría nuestras carreras! ¡Seríamos el mayor escándalo!

—¡Por eso te estoy preguntando si es que usan protección! —exclamó.

—¡Por supuesto que sí! ¡Siempre lo hacemos! —la conversación se había transformado en gritos—. De hecho, lo he visto abrir el condón con los dientes —sintió un ligero escalofrío. Sintió cosas de mujer—. Dios.

—No tanta información, por favor —cerró los ojos—. Ya pero...Si usan protección entonces deberías estar a salvo.

—¿Y qué hay del 1% de probabilidades de que el condón no funcione? —ahora era la rubia que no dejaba de pensar en la posibilidad del embarazo. Se mordía las uñas nerviosa—. Podría...Podría ser...

La castaña suspiró cansada—Sólo hay una forma de saberlo.

Entonces, Vivianne se volteó y se fue a buscar su bolso que estaba en el sillón. Una vez que lo tuvo en sus manos, lo puso sobre la mesa y buscó algo dentro de él con la atenta y asustada mirada de su prima siguiendo cada una de sus acciones. Nadie hablaba, sólo se oía el sonido de las cosas siendo movidas en el bolso de la mujer.

Finalmente, ella encontró lo que estaba buscando, lo sacó y se lo enseñó a la menor.

Ésta abrió los ojos como platos.

Era una prueba de embarazo.

Otra vez, todo le dio vueltas. Sintió mareos y náuseas.

—Primero que nada —señaló la rubia—. ¿Por qué rayos tienes una de esas contigo en este momento?

Soltó una risa nasal—Soy una mujer que pronto se va a casar y que, a diferencia tuya, sí quiero formar una familia con Mateo —de encogió de hombros—. Siempre ando con una de estas por si siento que debo usarla.

—Eres rara.

Gruñó—Basta de juzgarme a mí. Yo debería juzgarte a ti —agitó la caja que contenía la prueba de embarazo—. No quiero más reclamos o discursos diciendo que no es necesario. Te la vas a hacer.

—Pero...

—No hay peros —se acercó a ella—. Si quieres calmar tu conciencia y saber la verdad de tus síntomas esta es la mejor opción.

—Me da un pánico terrible —se llevó las manos al pecho que le dolía.

—Sí sé —ladeó la cabeza ya más compadecida de ella—. Pero es lo mejor...

—Pero...

—¡Último pero! ¡Tú y yo...Al baño!

Y así fue.

Vivianne llevó a Natalia casi jalándola de una oreja en contra de su voluntad hacia el baño para que ella pudiera realizarse la prueba. Sí, podía ser un embarazo o perfectamente podía no serlo, pero lo mejor era descartar la peor opción de raíz y así estar mucho más tranquila aunque eso le causara un susto tremendo.

Estuvieron ahí en el baño unos minutos esperando que la rubia hiciera lo que tenía que hacer para completar aquel pequeño aparato de plástico del test de embarazo para luego simplemente sentarse en el suelo del baño a esperar el ansiado resultado que las estaba volviendo más que locas.

La menor estaba terriblemente nerviosa. Probablemente nunca había estado así de nerviosa en otra ocasión de su vida.

—Si da positivo...Mi vida se acaba.

El ligero susurro de la rubia rompió el silencio que se había generado ahí en el baño y resonó en el cerámico eco de la habitación. Aquellas palabras expresaban la honestidad de su actualidad, un miedo palpable que en ese momento era capaz de reconocer y que le aterraba y el resultado recaía en su contra en vez de a su favor.

Vivianne suspiró lentamente—Tranquila.

—No puedo estar tranquila —protestó—. En serio que mi vida se irá al carajo si da positivo —cerró los ojos y se lamentó—, y la de Pedri igual.

—Mira, si da positivo y realmente estás embarazada obvio que a Pedri le va a asustar mucho en un inicio —la rubia tembló ante la posibilidad y comenzó a pensar que sí podía estar en cinta—. Sin embargo...Es un chico fantástico, yo adoraría que fuera tu novio de verdad.

—Vivi, ahora no.

—Perdón —cerró los ojos—, pero es que...Es un chico tan amable y tan caballeroso que estoy segura de que no te dejaría sola. Se haría responsable y haría lo que fuera para que estuvieras bien.

Dejó caer su cabeza hacia atrás, chocándola contra la pared—Somos demasiado jóvenes, Viv...Sería un caos.

—Okey, respira —le tomó la mano—. Era sólo un alcance a aquella posibilidad. Puede que también salga negativo y que todo este lamento sea para nada.

—Dios te oiga.

En eso, escucharon cómo la alarma del cronómetro que habían puesto sonaba. El tiempo de espera para revisar la prueba de embarazo había pasado y era hora de saber la verdad.

Ambas mujeres se pudieron de pie desde el suelo casi al instante al oír el llamativo sonido. No se movieron de sus lugares de inmediato ya que no supieron que hacer.

Natalia estaba inmensamente nerviosa e incluso quiso vomitar. El cuerpo le temblaba tanto que en cualquier momento podría desmayarse.

—Ay no, ay no, ay no, ay no —comenzó a decir ella—. Ya está ¿Ahora qué?

—Hay que revisarla.

—Yo no quiero —dio un paso atrás aterrorizada—. Me voy a desmayar.

—Entonces lo hago yo —se ofreció la mayor—. Yo la veo y te digo el resultado...¿Ya?

La rubia sólo se limitó a asentir y se refugió en su rincón de dolor.

Tomando una gran bocanada de aire, Vivianne se acercó al test de embarazo que descansaba sobre la orilla del lavabo, boca abajo para no ver inmediatamente el resultado. Ella no se había puesto tan nerviosa como la rubia hasta ese momento en que se vio a sí misma caminando hacia el objeto. Recién allí empezó a temblar por el bienestar y el futuro de su prima.

Se podía sentir la alta tensión en el lugar. Si hubiera una especie de DJ que controlara la música de la vida de las personas, ese momento sería perfecto para poner una música de suspenso; haría todo muchísimo mejor.

Vivianne finalmente tomó la prueba en sus manos y a Natalia ya no le quedaban uñas para comerse. Mantuvo el aparato boca abajo aún y se dio a sí misma un respiro antes de girarla y por fin darle cara al resultado.

Cuando lo hizo el corazón le latió como un tambor.

Se quedó estática en su posición y eso desesperó mucho más a la menor que aguardaba temblando. No ayudaba en nada a sobrellevar la situación.

Luego de unos segundos en los que trató de mantener su madurez y su cordura, la castaña se giró hacia su prima.

—Vivi —le llamó la contraria titubeante—. ¿Qué es?

La mayor le echó una última mirada al test asegurándose de que lo que había visto era real y respondió:

Negativo.

Natalia soltó un enorme suspiro de alivio y casi se lanza al suelo.

—Dios mío, Dios mío, Dios mío —suspiraba agitada—. Me salvé. Dios mío, tú realmente me amas —lanzó un beso al cielo—. ¡No estoy embarazada!

—Ni yo lo puedo creer, estaba segura de que sería positivo —murmuró la castaña estática.

—Dame eso —se le acercó y le arrebató el test para verlo con sus propios ojos—. ¡Sí! —sonrió y dio unos saltitos de alegría—. ¡Es el alivio más grande de mi vida! ¡Qué felicidad!

—Ay prima, menos mal —Vivianne por fin salió de su burbuja y la abrazó—. Qué bueno, qué bueno, qué bueno.

—No sabes el descanso que siento ahora —se llevó una mano al pecho—. Siento que puedo respirar otra vez.

—Igual yo.

—Te lo dije —la apuntó—, a veces los retrasos son normales, pueden ser hormonales o por estrés. He tenido estrés por culpa del Benja y todo lo demás, también me debió de afectar la menstruación.

—Vaya susto ¿Eh? —rieron—. Ese sí que es un retraso importante.

—Sí, que lo fue —miró el test una vez más y sonrió al verlo negativo—. Este es de los días más felices de mi vida.

Sin embargo, tocaron el timbre.

Ambas Dietz cambiaron por completo sus expresiones de felicidad y abrieron los ojos como platos al oír el característico sonido.

Entonces, la rubia recordó algo importante:

Se llevó una mano a la boca—Pedri.

Al ver la hora en su reloj de muñeca, recordar que día era y todo lo que lo unía al canario, supo sin siquiera verlo que se debía tratar de él.

—¿Qué? ¿Por qué? —cuestionó la mayor.

—Hoy hay partido, me vino a buscar —la menor comenzó a desesperarse moviéndose de lado a lado—. Tengo que ir a abrirle...Y a arreglarme...Y todo ¡Ah!

La actriz finalmente salió disparada del baño sin saber qué hacer primero. Se sintió en caos otra vez y sólo caminó en círculos sin un propósito fijo.

—Voy a ir a esconder esto —anunció levantando la prueba de embarazo—. Tú bota la caja y el papel.

—Pero ¿Dónde? —preguntó levantando lo señalado.

—No sé, a la basura, donde sea, pero rápido —el timbre volvió a sonar de nuevo—. ¡Rápido! —chilló en un susurro.

—¡Voy, voy, voy!

Ahí, las mujeres se separaron. Natalia corrió como nunca hasta su habitación para esconder en algún lugar secreto aquella prueba incriminatoria para deshacerse de ella definitivamente más tarde mientras que Vivianne buscaba como loca algún lugar para botar el resto de la evidencia.

Se movió por todos lados buscando algún basurero y la insistencia de actuar con rapidez la desesperó y lo lanzó en lo primero que halló: El cesto de la cocina. Abrió la tapa pisando la palanca y metió la caja y la envoltura adentro, tratando de ocultarlas con unas servilletas sobre ella. Cerró el basurero y se alejó más tranquila de que eso ya estaba oculto.

Justo en ese instante salió su prima disparada de su habitación hacia la puerta.

Cuando la abrió, efectivamente entendió que tenía razón: Era el canario.

—Hola —saludó él amablemente con una sonrisa—. ¿Lista?

A Natalia le costó responder ya que estaba extremadamente cansada. El pecho le subía y le bajaba con mucha fuerza y el corazón le latía con rapidez. Debido a eso, su respuesta tardó en llegar.

Él frunció el ceño—¿Estás bien?

—Sí —contestó ella haciendo un ademán con la mano—, de maravilla. Sólo estaba moviendo unos muebles y me agoté bastante —logró mentir.

El asintió—Entiendo. Pero, oye, si para la otra necesitas ayuda con eso sólo dime y puedo venir.

Ella sonrió ante su amabilidad—Gracias...Pero pasa, aún tengo que ponerme la camiseta y ya estoy.

Él asintió e ingresó a la estancia pero se encontró con Vivianne que iba en la dirección opuesta a la suya.

—Vivi, hola —le saludó haciendo que la castaña detuviera su carrera frente a él—. ¿Tú no vienes?

Hizo una mueca—Me encantaría ir con ustedes, par de tórtolos, pero tengo cosas de mi boda que ver —sonrió de lado—. Además, este partido es más temprano que de costumbre. Iré por Laura cuando salga de la escuela.

Asintió—De acuerdo.

—Pero a la otra vamos sin falta —comenzó a alejarse y batió su mano hacia ellos—. ¡Adiós! ¡Que se diviertan!

—¡Adiós! —se despidió la pareja al unísono mientras veían como la chilena se iba.

Pedri se volteó luego de despedir a Vivianne y se dio cuenta que su novia ya no estaba en su presencia. Había corrido hasta su cuarto para poder cambiarse y a él le tocó esperar ahí parado en la cocina. Esbozó una leve sonrisa de tan sólo ver lo adorable que era su apuro por estar lista.

Estando allí sintió un poco de sed pero se lo aguantó por los primeros segundos al estar en casa ajena y sentirse sin el permiso de hacer algo sin solicitarlo. No obstante, recordó que la mujer siempre le decía que podía comer o tomar algo si así lo necesitara en su hogar y por primera vez decidió tomarle la palabra sin ella en su presencia.

Se giró hacia los altos gabinetes, ya sabiendo donde estaban la mayoría de las cosas, y tomó un vaso. Frente a él estaba el grifo del agua así que lo llenó y se volvió a girar mientras esperaba a la rubia.

Bebió tranquilamente y sintió como el agua refrescaba su necesitada garganta. No obstante, se dio cuenta que el vaso se había mojado un poco por fuera y eso hizo que dejara caer unas gotas sobre la isla de la cocina ya que chorreaba un poco de su exterior. En busca de solucionar lo sucedido, el canario tomó hojas de papel desechable del rollo y con ellas secó la mesa.

Estando contento con lo que había hecho, tiró los papeles a la basura.

Al basurero de la cocina.

No se percató al inicio, pero sí hubo algo que llamó su atención dentro del contenedor que era distinto a cualquier otra cosa que había visto y que para nada estaba relacionado a la cocina.

En silencio, y sin ser visto por nadie, el futbolista frunció el ceño confundido y se agachó un poco hasta el bote y tomó en sus manos una caja larga rectangular que allí había. No entendía qué era hasta que se dio el tiempo de leer el envase.

Cuando acabó sintió un ataque cardíaco.

Bueno, qué decirles, Vivianne fue un asco ocultándolo.

Pedri había hallado la caja del test de embarazo.

Sus ojos abiertos como platos no podían creer lo que leían. El fondo blanco y las ilustraciones en rosado le habían llamado la atención la primera vez, pero cuando comenzó a descubrir de qué se trataba todo eso el mundo le comenzó a dar vueltas y vueltas y no quería parar.

Era una prueba de embarazo...En casa de Natalia.

No...No puede ser —meditaba en su mente asustada—. Es imposible...No puede ser de ella.

Luego, sus palabras mentales sonaron un poco estúpidas y se retractó mientras comenzaba a temblar.

Obvio que es de ella, la casa es de ella y la única mujer a la que le podría pasar esto —respiró entrecortadamente—. Mierda, mierda, mierda.

Cerró los ojos con fuerza y lanzó la caja de vuelta al basurero. El sonido de este cerrándose se sintió con una campana al inicio de un ring de pelea, y él estaba siendo el protagonista indeseado de esa lucha.

Se giró, caminó en círculos, se tomó la cabeza en las manos y el pánico lo abrazó.

No, no, no, no, no —seguía en su subconsciente—. No puede...Ella no puede estar...

Ni siquiera pudo terminar el concepto en su cabeza ya que sintió un escalofrío y unas ganas de gritar asustado.

—¿Por qué Natalia se la haría? Siempre usamos protección. No creo que algo haya salido mal —caminaba de un lado a otro mordiéndose las uñas—. Pero si hubiera pasado algo ella me lo diría...Tiene que decírmelo...¿Qué hago? ¿¡Qué hago!?

Estaba más inquieto que nunca. Ningún partido ni ningún torneo había tenido de esa manera antes.

No, no, no, no puedo ser papá...No ahora —se jaló el cabello—. Yo ni cambiar un pañal sé.

Gruñó e incluso quiso gritar de la desesperación para, por último, desahogarse un poco.

Mis papás me van a matar...Elías nos va a matar —enfatizó un poco más asustado por ese hombre—. Esto no puede estar pasando...Esto no puede ser verdad.

La cabeza le dio muchas vueltas; ni enfermo se había sentido tan mareado antes en su vida. Quiso gritar, quiso correr, quiso vomitar, quiso hacerse bolita en el suelo y temblar de pánico ¡Habían muchas cosas pasando en su mente en ese momento que estaba a punto de estallar!

Se estaba enterando que, según él y su falta de información, sería padre.

Natalia, no puedes estar embarazada...¿Cómo nos pasó esto?

En ese instante, él se sobresaltó pegando un brinco incluso al oír la puerta de la habitación de la rubia abriéndose. Segundos más tarde, Dietz apareció ante su presencia bien arreglada: Cabello en orden, maquillada y con la camiseta del Barça que pertenecía al número 8 del conjunto catalán.

Al verla tan de repente luego de su caos personal, González casi se ahoga con su propia saliva.

—Ya, estoy lista —sonrió orgullosa de sí misma e incluso dio una vuelta para que él viera su atuendo completo—. ¿Nos vamos?

Pedri no pudo articular palabra.

Sólo le miró el vientre.

¿Hay algo ahí? ¿O qué? —pensaba—. No se le ve barriga; ella tiene el vientre extremadamente plano —ladeó la cabeza mirándola—. ¿La camiseta se le ve un poco ancha o es barriga? Quizás la está usando así para disimular...

—Pedri.

No sé, quizás no lleva muchos meses y aún no se nota —tragó saliva—. Dios, de sólo pensar en eso me quise morir.

—Oye, Pedri.

¿Cómo está tan tranquila? Ah, verdad, es actriz. Lo hace perfectamente —asintió para sí mismo—. ¿Me va a decir o qué? No quiero que me mienta con eso.

—Pedri.

Frunció el ceño—Hace un poco de frío afuera...Las embarazadas no pueden pasar frío y va sin remera...No, no puede...¿Va con zapatos cómodos? —disimuladamente le miró los pies—. Sí, perfecto.

—¡Pedri!

Ante la fuerte exclamación, el español finalmente salió de su trance dando un pequeño brinco hacia atrás. Miró a la actriz y esta lo analizaba con confusión ante su silencio y su cero reacción previa a cualquier estímulo.

—Sí, perdón —habló él sacudiendo la cabeza.

—¿Estás bien?

¿Que si estaba bien? Claro que no estaba bien, estaba volviéndose loco. No dejaba de mirarla y pensar de que podría hacerlo papá en un par de meses y ella actuaba como si nada malo pasara. Eso lo hacía perder la cabeza más que nada.

—¿Yo? Claro que sí, de maravilla —rió y dio vuelta a la isla de la cocina para quedar frente a ella.

—¿Seguro? —alzó una ceja.

—Sí...Totalmente —no podía dejar de verle el maldito viente—. Y tú... —carraspeó—. ¿Estás...? ¿Estás bien?

La pregunta le llamó un poco la atención y ladeó la cabeza mirándolo.

—Sí —asintió—, en serio. Hoy fue un buen día, de hecho.

Hoy fue un buen día. ¿¡Qué rayos significaba eso!? ¿¡Qué clase de respuesta era esa!? ¿Lo decía por saber que estaba embarazada? ¿Por qué más lo haría? ¿Por qué estaba tan calmada y él estaba perdiendo los estribos en silencio?

—Oh —reaccionó al final—, me alegro.

Estúpida respuesta, chaval, se dijo a sí mismo.

Es que ¿Qué más le decía? Moría por las ganas de preguntarle si estaba embarazada pero sentía que sería demasiado fuerte y directo. Quería averiguar la verdad, por supuesto que quería, pero prefería hacerlo momentáneamente en silencio, procesar aquella sorpresa, analizar mejor las señales y luego, quizás, lanzarse con la pregunta.

En su mente parecía un buen plan.

—Entonces... —retomó él aclarando su garganta—. ¿Nos vamos?

—Claro —sonrió ella para luego caminar hacia la salida.

—Espera, espera —la detuvo tomándola del brazo—. ¿No llevas nada con qué abrigarte?

Frunció el ceño—Eh...¿No? Estoy bien así. No me dará frío.

Balbuceó sus primeras palabras—Pero allá hará.

—Estoy bien, en serio. Yo no paso frío —aseguró tratando de calmarlo.

—Por favor, al menos hazlo por mí —miró a todos lados y en una silla de la cocina divisó una chaqueta de mezclilla. Sonrió al verla, corrió hasta tomarla y se la entregó—. Ten, lleva esto.

Ella soltó una suave risa viéndolo con confusión pero al final aceptó lo que le ofrecía—De acuerdo...Estás raro.

La forma en que ella había sacado esas conclusiones lo puso nervioso—¿Yo? No, para nada...Estoy de maravilla.

Deja de mirarle el vientre, cabrón ¡Ya basta, joder!

—Si tú lo dices —señaló la puerta—. ¿Nos vamos?

—Claro, ahora sí —sonrió.

Tendría que dejar sus dudas para más tarde. Era muy mal momento para aclararlas y debía pensarlo muchísimo tiempo más. Aquella noticia podía cambiar el rumbo de su vida completamente así que debía ser cuidadoso. Fuera cual fuera la verdad, él debía prepararse para lo que fuera.

Pero...¿Ser papá a esa edad? Para nada estaba en sus planes.

—Oye, ¿Esos zapatos te quedan cómodos? Estarás mucho de pie. Podrías ir a cambiarte.

—Estoy bien, Pedri...¿Te diste con algo en la cabeza?

Uf...Ojalá hubiera sido eso.


















































































BUENAAAAS, ESTAMOS DE REGRESO. QUÉ TAL TODXS????

qué les pareció el capitulo de hoy?? les dije que se venía algo entretenido djxjdjd cuál fue su parte favorita? el pánico de nat? como interviene vivianne? EL TERROR DE PEDRI??? JAJAJA LES LEO

sí, había querido hacer un cap con un falso embarazo hace rato, ahora por fin lo hice y pucha que va a estar chistoso djfjd

siempre usen protección!!!!!¡¡¡¡

pero bueno, si quieren saber como terminará esto y cual será la reacción final de pedri VOTEN VOTEN !!! para poder vernos la otra semana con un nuevo capítulo 🙏 que estará bien bueno jajdjaus

220 votos para actualización

infinitas gracias por todo su apoyo a esta historia que ha crecido como jamás pensé 🥺 LES AMOOOOO

SEE YOU SOON

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