𝐨𝟓𝟒. sintiéndose perseguida

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o54. ❝ and i was catching my breath
staring out an open window
catching my death































































❝ natalia estaba sintiéndose perseguida, y ese era sólo el inicio de lo peor ❞

✦•─────• AQUEL DÍA NO HABÍA SIDO UN BUEN DÍA para el club de fútbol Barcelona.

Después de haber arrancado con una buena racha en la aclamada Champions League y haberse recuperado un poco de los baches de sus errores en La Liga...El golpe más duro de todos había llegado y lo había hecho con tanta dureza que dejó a todo un club y a toda una afición en el suelo.

Fueron eliminados de la Champions.

Fue un partido doloroso.

Su contrincante, el Paris Saint Germain, había perdido en el partido de iba contra ellos y en su propia casa. Los catalanes tenían una ventana de oportunidad para avanzar a la siguiente ronda, pero la desaprovecharon...

Habían empezado muy bien, con bastante fuerza y un gol de Raphinha que abría el marcador para los de Xavi. No obstante, en el minuto 29 todo dio un giro de 180 grados y las cosas cambiaron completamente y para mal. Por una acción revisada al ojo y criterio del árbitro, Ronald Araujo fue expulsado con tarjeta roja del campo, dejando al conjunto azul-grana con solamente 10 hombres en el campo, cosa que el equipo francés aprovechó muy bien.

Se notó inmediatamente como el equipo se desestabilizó con la expulsión. Entre sus fallos en técnicas y nerviosismo por tener un jugador menos en un partido tan importante la cosa se les vino abajo. Esto le dio la oportunidad al PSG de anotarles no uno, ni dos, ni tres...

Sino cuatro goles más.

El encuentro acabó con derrota para los culés en un doloroso 4-1 que les perseguiría por el resto de su historia. Habían perdido en su propia casa, frente a su gente y con un grupo de franceses que ahora se estaban burlando de ellos frente a sus narices.

Había sido muy duro. Había enojo, habían lágrimas y había vergüenza. Los del Barça sólo pudieron ir a agradecer a sus fans por su apoyo a pesar de la dificultad e irse de regreso a los vestidores a vivir su humillación en silencio.

Era horrible.

Y Natalia lo había visto todo desde las gradas.

Había estado muy emocionada por ese juego ya que sabía lo que significaba y su importancia. Sin embargo, había estado petrificada en su lugar viendo la atrocidad de partido y como los del conjunto catalán se decaían a minuto que pasaba.

Le dolía verlos derrotados...Sobre todo a Pedri.

¿Qué más pedirle? Otra vez había sido de los pocos que habían dado la cara por el equipo y había tratado de mantener aquel bote a flote. No obstante, el juego es un trabajo en equipo, no algo individual, y ese día no hubo trabajo y no hubo equipo...Todo se había ido a la mierda.

Obviamente que su primer pensamiento al oír el silbato final fue ir en busca del canario para consolarlo. No era la primera vez que lo hacía, y por eso sabía que él necesitaría que alguien estuviera con él.

Ella estaba junto a sus amigas esposas de futbolistas y todas estuvieron de acuerdo en hacer lo mismo: Ir a ver a sus parejas. En conjunto, salieron de las gradas para ingresar al interior del estadio y así esperar a sus hombres una vez que salieran de los vestidores.

Natalia se quedó de las últimas y las siguió al final; quería asegurarse de que no se le quedaba nada en su asiento.

Había mucha gente moviéndose, acelerados por querer irse luego de aquella derrota y eso hacía que ella chocara con mucha gente; se estaba volviendo incómodo. Algunos la reconocían y otros no. Se arregló la gorra sobre su cabeza para pasar más desapercibida y siguió moviéndose entre la gente, casi empujando para poder abrirse paso.

Cada vez se iba sintiendo más incómoda y apretada entre la gente; eso comenzó a hacerla sentir una inmensa inseguridad. Por un instante pensó que fue bueno no haber traído a su hermana consigo ya que después de la derrota todos estaban como animales.

No obstante, pasados unos segundos ella sintió un empujón diferente a los otros.

Fue de lado, como contra una de sus caderas. Fue un contacto más invasivo que los demás ya que sintió que la persona casi se pegaba a ella y desaparecía de la nada.

—¡Hey! —se le quejó la actriz pensando que a esa persona le importaría.

Sin embargo, cuando el atochamiento empezó a pasar y llegaron al hall principal, la rubia pudo ver un poco mejor a la persona que se le había acercado y que sin mirar atrás había emprendido un camino rápido hacia adelante para desaparecer de su vista.

A Dietz le tembló el cuerpo entero.

Aquel cabello ondulado y despeinado lo conocía perfectamente y últimamente sólo habitaba en sus pesadillas.

Sí, aunque estuviera de espaldas le podría reconocer igualmente.

Cuando sintió que comenzaba a colapsar ya estaba sola cerca de la salida de los vestuarios por donde los derrotados futbolistas empezaban a salir. Se quedó congelada en su lugar sin importarle nada a su alrededor.

Sentía como un escalofrío subía desde los dedos de sus pies hasta su cabeza y su mente se transformó en un campo de guerra con recuerdos dolorosos y traumáticos.

El pecho le comenzó a doler y trató de enfocarse en las cosas fijas que habían a su alrededor para no entrar en un ataque de pánico. Se llevó una mano al pecho, contó hasta diez, contó cuantas ventanas habían, cuanta gente veía con banderas del Barça, cuando guardias de seguridad y se pasó las manos por el cuerpo como para asegurarse de que seguía en el mundo real.

Se palpó el cuerpo.

Sus ojos se abrieron de par en par sin ver nada aún cuando sintió algo inusual en su anatomía, algo cerca de su cadera, específicamente en el bolsillo de la chaqueta que llevaba.

Eso la espantó y aún ni lo veía.

Con el corazón latiendo a mil por hora metió su temblorosa mano dentro de su bolsillo con mucho terror, como si fuera a encontrar algo que la fuera a morder o fuera a escapar. Ella no había puesto nada en su bolsillo, por eso le aterraba y lo conectaba con la persona anterior.

Cuando su mano ya estuvo dentro y sintió aquella anormalidad se quedó quieta.

Era algo pequeño, frío y redondo.

Casi tratándose el nudo de la garganta lo sacó de una buena vez y lo puso frente a ella en sus manos.

Cuando se dio cuenta de qué era quiso desmayarse.

La vista se le puso borrosa, los sonidos a su alrededor dejaban de escucharse y lo único que oía era el fuerte latir de su corazón. Fue una sensación horrible que comenzó a comérsela poco a poco, causándole ganas de gritar a pesar de estar en un lugar público.

Era un AirTag.

El objeto en su bolsillo era un maldito AirTag.

Un dispositivo pequeño y redondo de la marca Apple que sus usuarios utilizaban para rastrear cualquier cosa en que lo pusieran. Los podían poner en maletas, objetos personales o literalmente cualquier cosa. Eso les servía para poder obtener la ubicación exacta y en tiempo real donde aquel aparato estuviera tan sólo usando su celular.

Cuando vio el objeto y comenzó a conectarlo con su propósito se quiso morir.

Alguien se lo había puesto...Para rastrearla a ella.

¿Qué otra razón podría existir? Era obvio. Ese objeto no había caído en su bolsillo por arte de magia. Eso había llegado ahí intencionalmente para obtener su ubicación.

Y ella sabía quién había sido.

No hubo necesidad de verle a los ojos. Tan sólo ver su cabello y su espalda supo quien era, y al conectarlo con los episodios en donde su seguridad se estaba viendo vulnerada por un acosador todo tuvo sentido.

Era quien la acosaba.

Cuando acabó de procesar todo estalló. Apretó el objeto en la mano, sintiendo una inexplicable ira recorrer su sistema y lo lanzó con mucha fuerza al suelo. Gruñó, maldijo y lo pisó con todas sus fuerzas. Se desconocía, se sentía como otra persona invadida por el miedo y la rabia.

—¡Hey, hey, hey! ¡Nat! ¿¡Qué pasa?

Oh.

Esa voz.

Esa voz que se le haría familiar en cualquier parte del mundo.

Aunque hubieran cientos de voces alrededor ella la reconocería y podría encontrar paz en ella.

Un escondite.

Un refugio.

Un santuario entre tanto caos.

Pedri.

El canario había comenzado su salida de los vestuarios esperando y buscando a la rubia entre la gente. Estaba derrotado pero en el fondo tranquilo. Lo único que quería era estar aunque fuera un rato con Dietz y sabría que en un par de minutos volvería a estar bien.

No obstante, no esperó verla en ese estado.

Verla de repente pisando algo en el suelo con rabia lo descolocó. Abrió los ojos como platos al notarla en aquella posición y sin pensárselo dos veces corrió en su dirección dejando todos sus problemas de lado para preocuparse de los de ella.

Cuando llegó a su lado y le habló, la mujer pareció salir de un trance.

Al oír su voz la mujer detuvo su quehacer y abrió sus ojos como platos al ver al canario a su lado. No esperaba verle tan rápido y mucho menos que la descubrieran en su actuar. Se sintió nerviosa y expuesta; el cuerpo le seguía temblando.

—Pedri —se echó el cabello hacia atrás; hasta se había despeinado—, Pedri...

Por un instante todo lo que pensaba y sentía se vio borroso. Se concentró únicamente en el canario y su aparición. Ya venía cambiado de ropa, con un pequeño bolso en la mano y sus ojos estaban pegados sobre ella con preocupación.

Meditó muy bien qué hacer o qué decir ya que era obvio que el futbolista la había visto y optó por su objetivo principal desde un inicio: Preguntarle como estaba.

—Nat, ¿Qué estás haciendo? ¿Qué pasa? —insistía su preocupada voz.

—Pedri —se había quedado congelada—. ¿Cómo estás? Bueno, pregunta estúpida ya que es obvio por lo que acaba de suceder pero de todas formas te pregunto.

El frunció el ceño ladeando su cabeza—No, Dietz, no me vas a hacer esto.

—¿Quieres algo? ¿Quieres hablarlo? Me imagino lo duro que ha sido la eliminación. Lo siento mucho —le evadió el tema sobre ella para meter un tema sobre él. En el fondo seguía temblando asustada como una niña y su pie seguía cubriendo el AirTag.

González notó aquello, obviamente sabía que algo estaba pasando y que ella se lo estaba ocultando.

—No, no me evadas el tema —la apuntó.

—Pero este momento es sobre ti, no sobre mí. Tú la estas pasando mal —protestó tratando de calmarse.

—O sea que algo realmente pasa —logró deducir según sus palabras.

Ella maldijo internamente al verse expuesta por sus propias palabras—No...No importa, el que importa ahora eres tú y voy a apoyarte en este momento difícil.

—Natalia —se le acercó—, te he visto...¿Qué ha pasado? ¿Qué estabas pisando con tanta fuerza e...Ira?

Ella titubeó sus primeras palabras queriendo omitir el tema a toda costa. Esto por dos motivos: El primero era que obviamente no quería que él se preocupara y así resolverlo por sí misma y, segundo, no quería hacerle creer que sus problemas futbolísticos actuales no eran importantes al verse trasladados por los de ella. Dietz quería apoyarlo, pero para eso debía omitir lo que le acababa de ocurrir.

Sí, pero sabía que con el mediocampista sería imposible.

—Nada, nada —evadió rápidamente tomándose el puente de la nariz—. Nada importante.

Pedri negó con desaprobación. Ya la conocía perfectamente como para distinguir que su lenguaje corporal e incluso su respiración eran diferentes. Sus habilidades de actuación ya no funcionaban con él porque él había aprendido a ver más allá.

—Nat, no me mientas...Sabes que puedes confiar en mí.

Sus palabras de aliento fueron un refresco. Sí, el recordatorio la hacía sentir más segura porque sabía que podía decirle, pero no quería, no quería hacer su día más miserable.

Suspiró agotada—En serio no es nada.

Cerró los ojos—Por favor...Sé que algo malo te está pasando, lo noto en ti.

Su respiración se agitó—No es el momento...Tú estás mal y hay que concentrarse en ti.

—Sí, quizás estoy mal...Pero tú te sientes peor.

Nuevamente ella tuvo un colapso de emociones. Una pequeña y escondida parte de ella quería decirle porque necesitaba ayuda y sentirse segura de alguna manera, pero por los motivos anteriores ella había comenzado a reprimírselo. No era su momento de ser el centro de atención.

—Nat, por favor —le alcanzó una mano y al hacerlo la notó fría—. Dime que pasa, me tienes preocupado.

¿Le iba a decir o se lo callaría cómo lo había estado haciendo siempre? Ya no era la misma Natalia que había conocido a Pedri en aquel día. Ya no se pasaba día y noche pensando en formas de ahogarlo o como sabotearle la carrera. Ya no detestaba hablar con él y ahora incluso era capaz de confiar en su persona...

—Nat —insistía.

Podría decirle, y a ese punto de su vida, en la situación que estaba, se sentía con la facultad de hacerlo.

Podía.

—Eh...Yo... —comenzó nerviosa y se soltó de su mano para jugar con las suyas—. Es que...¡Ah! No sé cómo decirlo.

—Sólo dímelo, cómo sea, aunque sea malo —animó ligeramente emocionado porque ella comenzaba a abrirse con él.

La mujer asintió y suspiró nerviosa. un tembloroso suspiro que volvió a hacerla recordar lo que le había sucedido y tembló. El corazón se le aceleró y un nudo se le formó en la garganta.

—Yo... —cerró los ojos y trató de reprimir sus lágrimas—. Es que alguien me puso un AirTag...En el bolsillo.

Pedri abrió los ojos como platos.

De todas las cosas que le habían estado sucediendo con respecto a quien le acosaba esa había sido la más cercana de todas. Un acercamiento más palpable que les respiraba en el oído que estaban a nada de perder el control.

El futbolista se preocupó como nunca y toda su sensación de tristeza con la que venía se esfumó para traer una terror y preocupación por la rubia.

—¿Qué...? —no podía creerlo—. Pero...¿Cómo? ¿Qué? ¿Quién?

Ella sorbió su nariz—Sí, yo...Estaba bajando para llegar acá y había mucha gente apretándome. De repente sentí un empujón más cercano y se me ocurrió meterme la mano al bolsillo...Y ahí estaba.

Ella levantó su pie dejando ver el objeto de rastreo mencionado algo abollado, mostrándole al canario que su historia era verídica.

—¿Quién fue? —alzó su voz hacia ella.

—No sé —se pasó la mano por el pelo—. Bueno...En realidad... —suspiró—. Creo que puede ser esa persona.

Con el énfasis en aquella palabra, el futbolista entendió al instante a qué de estaba refiriendo.

—Tu acosador —dedujo.

Ella asintió nerviosa. Miraba a todos lados como si pensara que fuera a aparecer—Vi a alguien que cumplía sus mismas características avanzar delante de mí luego de pasar la multitud...Podría jurar que ese ser del mal estaba aquí.

—¿Aquí? —soltó asustado—. Pues hay que avisarle a los guardias, vigilar las entradas, cerrar...

—Ya no sirve de nada —detuvo su desesperada verborrea verbal—. Tiene que haberse ido...Sabía que yo estaba aquí. Maldita sea, lo sabía.

Ella comenzó a tomarse el rostro desesperada y Pedri acarició sus hombros.

—Pero ya se fue.

—Sí, pero sabía dónde estaría hoy y me puso un puto dispositivo de rastreo —gruñó apretando los ojos—. No estoy segura...No me siento segura.

González odió oírla decir eso—¿Qué quieres que haga por ti?

Ella lo meditó unos segundos no queriendo aprovecharse de su buena voluntad pero se miró el cuerpo. Miles de dudas y de posibles escenarios se presentaron en su mente y se sintió ansiosa por cosas que sólo estaban ahí en su cabeza.

—No sé si me habrá puesto otra cosa —comenzó a tocarse el cuerpo—. No sé...No sé si puso algo más. Pudo ser en la ropa, el pelo... —sus palabras eran rápidas y ansiosas.

—Mejor hay que revisar. Allá atrás hay un baño. Ven conmigo.

Ella asintió de inmediato queriendo únicamente sentirse segura y libre de cualquier otra cosa en su cuerpo. Aceptó la mano que González le extendió y juntos casi trotaron en la dirección mencionada por el canario. Gracias a Dios ese costado era un poco más privado así que nadie los vería en su desesperación.

Al llegar, Pedri abrió la puerta y se aseguró de que nadie los viera para luego hacer ingresar primero a la chilena y el siguió.

Encendieron la luz de aquel baño individual y el sonido de la puerta cerrándose indicó que ya estaban solos y podían continuar con lo que estaban haciendo.

Dietz estaba muy nerviosa, se movía como loca y hablaba rápidamente, sin parar; ansiosa.

—No me puedo ver si tengo algo más. No sé, en la ropa, en la espalda, en el cuello, en el pelo —giraba constantemente buscando cada parte de su cuerpo—. Pedri, esto me hace sentir terrible...Muy terrible.

—Imagino que sí —la tomó por el rostro dolido por verla de esa forma.

—No me siento segura e incluso me siento... —se tragó el nudo de la garganta y se tocó el pecho—. Sucia.

Aquella explicación y el dolor con el que emitió aquella palabra dejaba más en evidencia para el canario cómo ella se estaba sintiendo. Estaba abriendo sus sentimientos hacia él y confesándole con sus labios el sufrimiento que su corazón aquejaba.

Al meditar un poco más en sus propias palabras, los ojos de la rubia comenzaron a cristalizarse y tembló.

—Siento como si me hubieran transgredido...Me colocó algo para rastrearme sin darme cuenta —se tragó el nudo de la garganta—. Me siento traspasada y sucia... —soltó un quejido—. Necesito saber si tengo algo más, necesito saber si tengo algo más, necesito saber que puedo irme a mi casa en paz.

Ante el regreso de su verborrea verbal, González se puso atento—Eso estoy mirando.

Con la desesperación acrecentando en sus sistema a cada segundo, Dietz se quitó su chaqueta y la lanzó al suelo, quedando con la camiseta del Barça.

—Revisa mi espalda, por favor. Sentí mucha gente.

—Claro, claro —decía el futbolista pasando sus manos por la zona mientras ella se tocaba las piernas.

—Piernas, pies, cabello —iba hablándose a sí misma como haciendo una lista, luego se tomó el pelo y lo levantó—. Pudo haber enganchado algo ahí.

—Yo no veo nada.

—¿Seguro?

—Sí.

—Pedri, revisa bien. Por favor, no quiero irme a casa así —seguían moviéndose como locos en busca de algo más.

—Todo estará bien, Nat —quiso asegurar.

Su actuar era una mezcla desordenada de manos paseándose por su cuerpo en busca de algo inusual que los pusiera en alerta. Se movían de las formas que podían en el pequeño baño. Registrando los lugares precisos donde le pudieran haber puesto algo. Hablaban sin parar, se movían y se quejaban.

Era desesperante.

Una escena de pura desesperación.

—Tengo que estar segura de que no tengo nada —seguía hablándose a sí misma

—Creo que está todo en orden —murmuraba el hombre revisando su cabello.

—Pedri, tengo que estar segura —dijo seria.

—Te hablo en serio.

—¡Tengo que estar segura! —se volteó a verle.

—Nat, en serio no hay nada.

—¿¡Seguro!? —sus ojos comenzaron a cristalizarse.

—En serio —dijo con suavidad. Él no iba a levantarle la voz, sabía que si ella lo estaba haciendo era porque estaba desesperada.

—¡Pedri!

—En serio —atrapó su rostro en sus manos buscando calmarla y aquietar su mente.

El contacto físico y la conexión de sus ojos fue un oasis para ella en medio de tanta tormenta. En segundo de calma preciso que detuvo todo a su alrededor. Había estado inquieta, habladora, nerviosa, como una niña pequeña, pero ahora podía poner los pies en la tierra aunque fuera un segundo.

Gracias a él.

—Nat —acarició sus mejillas mientras veía que el pecho de la mujer subía y bajaba—, no hay nada.

Su suave voz acarició sus canales auditivos y le dio paz.

—¿Seguro? —volvió a preguntar pero ahora con voz más serena.

Asintió—Lo juro. Revisamos bien.

Ella asintió igualmente haciéndole creer que con eso estaba tranquila—Okey —incluso le regaló una media sonrisa.

Una media sonrisa que llegó a durar bastante poco.

Casi a los segundos de tratar de sonreír, el rostro de la chilena se volvió a desfigurar. El labio inferior le tembló y trató de apretar la mandíbula queriendo reprimir el llanto pero fue en vano. Las lágrimas comenzaron a salir de sus ojos y sollozó.

Inmediatamente Pedri la atrajo hacia sí y la abrazó.

Era una versión de Natalia que González no había visto antes. La versión asustada. La versión que la hacía volver a ser una niña pequeña con un miedo latente de todos los días, sintiéndose insegura y cambiante gracias a su tormentoso entorno. Eso se estaba dejando ver ahora, la Dietz sensible y asustada por su pasado.

—Todo estará bien, ya pasó—le susurraba mientras acariciaba su cabello—. Todo estará bien, mi amor.

Al verla de esa forma por el asunto, el futbolista volvía a notar que ese asunto realmente era serio y quizás iba mucho más allá de lo que él pensaba. No la estaba viendo en su versión hostil, sino en su versión frágil y temerosa. Sí, aunque no lo crean, he usado esas dos palabra separa descubrirla.

González sólo podía pensar en ella. Como les dije, todo dolor por la derrota en el partido se había esfumado para sólo concentrarse en el bienestar de la mujer. Dietz decía que no se sentía para nada segura...Pero él quería que sí lo estuviera.

Y pondría empeño en cumplir aquello.

Después de haber pasado otros minutos ahí en que Natalia pudo calmarse, Pedri la llevó a casa, que era lo que ella más deseaba en el mundo en ese instante.

Nadie dijo nada durante el camino y silenciosamente la chilena le agradeció al futbolista que todo se mantuviera así. Ella sabía que González siempre hablaba para llenar los vacíos, pero le agradecía por haber guardado silencio durante el viaje ya que no hablar la hacía sentir mejor. No necesitaba distraerse con otros temas, sólo quería...Silencio.

Al llegar a su edificio, la actriz casi corrió para estar en su departamento. El mediocampista le siguió el paso y se sorprendió por su velocidad. Realmente estaba desesperada.

No obstante, sí había un motivo de su apuro: Laura.

La mujer abrió la puerta rápidamente de su hogar e ingresó disparada como un cohete. González entró igualmente pero un poco más calmado, obviamente. Sólo se encargó de analizar la estancia a su alrededor en busca de algo fuera de lugar que pudiera comprometer la seguridad de la chilena mientras ésta se metía al cuarto de su hermana.

Después de unos segundos de inspección, el canario oyó la puerta de dicha habitación cerrándose y vio como la rubia caminaba hacia él. Se veía más calmada, como si la adrenalina ya hubiera comenzado a bajar de su sistema. Una de sus manos estaba en su pecho y su respiración empezaba a regularse.

—Laura está ahí y está bien —comenzó diciendo ya frente al hombre—. Vivianne la trajo de su casa y la dejó durmiendo. Me mandó en mensaje cuando veníamos para acá y se fue tan sólo segundos antes de que llegáramos nosotros —suspiró—. Ella está bien.

—Me alegra oírlo —contestó.

Se pasó una mano por la cara—Menos mal no la llevé conmigo al estadio...En serio, menos mal —cerró los ojos con dolor—. Si la hubiera llevado quizás qué le hubiera sucedido a ella. Para suerte sólo me pasó algo a mí. Por eso, en serio, gracias a Dios.

—Tienes razón, y es un alivio que ella esté bien —hizo una pausa analizándola de pies a cabeza—, pero no minimices lo que te pasó a ti.

La mujer soltó un largo y cansado suspiro. Obviamente le daba igual todo lo que le sucediera a ella con tal de que a su hermana no le pasada nada. No obstante, al canario sí le importaba.

—¿Cómo te sientes ahora? ¿Necesitas algo más? —masajeó sus hombros buscando contenerla.

—Estoy bien, estoy mejor —asintió sin mirarle—. Sólo...Quiero descansar. Fueron demasiadas emociones juntas. No me puedo ni el cuerpo —soltó una cansada risa.

La analizó no muy convencido—¿Segura?

—Sí —le miró—. Ya no tengo nada que pueda ser rastreable así que, en parte, me tranquiliza un poco.

—¿No quieres que haga algo más? ¿Que te traiga algo? O...No sé.

El suave y desinteresado ofrecimiento le sacó a la mujer una pequeña sonrisa. Sabía cómo era él y que estaría para apoyarla; le parecía sumamente tierno. Sin embargo, la chilena no podía omitir lo que a él le había pasado.

—No es necesario —negó—. Además, has tenido un día horrible. Mereces irte a tu casa a descansar; la derrota no ha sido sencilla y no quiero agregarte más problemas.

Negó—No es para nada un problema.

—Pedri —le llamó suavemente—, tranquilo. Estaré bien.

Obviamente él quería que ella estuviera bien y corroborar aquello con sus propios ojos. Sin embargo, sabía cómo era ella y que aún le costaba poder abrirse a recibir ayuda. Además, le había dicho que no quería opacar sus problemas y por eso ocultaba los suyos. A González sus problemas le daban igual ya que sólo se preocupaba de la mujer.

—Si quieres me puedo quedar —se ofreció como medida desesperada—. Puedo quedarme contigo aquí esta noche.

Aquellas tiernas palabras llegaron al corazón de la rubia. Dentro de todo su caos mental encontró apoyo y el inicio —o quizás el regreso— de aquel sentimiento de seguridad. Pedri se estaba preocupando mucho por ella y ella lo notaba...Y lo agradecía.

—No tienes porqué preocuparte —quiso calmarle—. Tú eres el que necesita descansar ahora. Yo estaré bien.

—Pero...

—Te lo juro —dio un paso hacia él y la cercanía apoyó sus palabras.

El canario suspiró rendido—De acuerdo. Pero por favor, si llega a pasar algo o sientes la más mínima sensación de inseguridad me llamas.

Asintió con media sonrisa—Lo haré.

—Bien —suspiró mirándola—. Lamento todo lo que te pasó hoy...

—Tú lo dijiste, ya pasó —se encogió de hombros—. Da igual, me repondré. Ahora tú debes irte a descansar ¿Sí? Lo necesitas y te lo mereces.

—Por esta vez te haré caso —comenzarlo a caminar juntos hacia la salida—. Pero sólo estaré tranquilo si tú lo estás.

—Lo estoy —se detuvieron frente a la puerta—. Bueno, al menos mejor que como estaba hace unos segundos.

Aquella respuesta al parecer dejó más preocupado al futbolista ya que se removió en su lugar.

—¡Tranquilo! —soltó al verle de esa forma—. Te prometo que te llamaré cualquier cosa.

—Lo digo en serio, Dietz. Sólo llama —abrió la puerta— y yo vendré.

Sonrió agradecida—Lo sé.

Un corto silencio se formó entre ambos ya que los dos habían quedado bastante absorbidos por los hechos del día. Su batería se comenzaba a acabar y la adrenalina a descender. Sólo estaban ahí de pie, juntos, luego de un colapso emocional.

La mujer levantó su cabeza que se había quedado mirando hacia el suelo y se acercó al canario que se preparaba para irse. Este captó su cercanía y vio como ella delicadamente se alzaba en las puntas de sus pies para alcanzar su mejilla y ahí depositar un suave beso. Un cálido beso acompañado de su mano que sostenía el otro costado de su rostro. González cerró los ojos, simplemente disfrutando aquel dulce momento que desearía que durara horas.

Al separarse de aquel gesto de agradecimiento, Dietz le regaló una forzada media sonrisa que también se le contagió a él, como tratando de asegurarle de que podía irse tranquilo a su casa.

—Entonces...Ya me voy —dijo él.

—Claro —suspiró—. Nos vemos.

—Nos vemos —cruzó el umbral de la puerta pero antes de desaparecer por completo le dijo—. En serio Nat, llámame y estaré aquí.

Ella sonrió de lado—Lo haré.

Posteriormente la mujer batió su mano hacia él canario y cerró la puerta, despidiéndose de él y de ese momento.

Una vez que estuvo completamente sola y en silencio, el peso de la realidad cayó sobre ella.

Pensó en lo que le había sucedido y quién le había hecho semejante atrocidad. Sabía quién había sido, y esa aparición era solamente una aviso de lo que estaba por venir. Algo para lo que ella no estaba lista, algo que no había querido encarar en mucho tiempo y algo que yacía escondido en su mente y que se remontaba a un inmenso dolor de su pasado.

Natalia sabía que su acosador podía aparecer pronto.

Lo sabía.

Y el hecho de que estuviera sintiéndose perseguida era sólo el inicio.































































































HOLA HOLA GENTE !! sí, lo lograron, llegaron el límite de votos JAJAJAJ

cómo están?? qué les pareció el capitulo de hoy? sí, diferente a lo que hemos visto en los capítulos pasados ya que es triste ): qué opinan? que les parece este pedri muy preocupado por ella? lo amo

en fin, les aviso que el próximo capítulo es DE LOS MÁS IMPORTANTES DE TODA LA HISTORIA. se empieza a hacer el caos y sabremos muchas verdades. VENGAN PREPARADOS PARA EL LLANTO

220 votos para actualización ✨

ASI QUE VOTEN, VOTEN, Y NOS VEMOS AHIIIII

SEE YOU SOON

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