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Entre tanto, las horas se iban consumiendo.

Habían hecho un breve descanso a la hora del almuerzo, cada uno con su respectiva comida en la mesa, revisando cualquier tipo de error en sus ordenadores.

Y fue gracias al jaleo de sus compañeros de trabajo al acercarse por el pasillo, que pudieron desconectarse un poco para tener una amena conversación.

- Hyung, Jisung-ssi ¿dónde han estado a la hora del almuerzo? Teníamos algo interesante para proponerles. -Felix, quien se apoyó en la esquina de la mesa de Jisung, fue el primero en hablar, acompañado por dos de sus otros compañeros de trabajo: Hyunjin y Minseo.

-¿Pues no lo ves Felix? Aquí juntitos resolviendo papeleo, ¿a que sí hyung? -Hyunjin se acercó al único mayor de los cinco para palmear su hombro. Pero se llevó un gesto de cejas arqueadas, desafiantes, por parte de Minho. Por instinto, agarró las manos del mayor mientras encogía sus hombros hacia el cuello en signo de protección.

Minseo soltó una risilla. Esos dos no cambiaban.

Fue cuando se dejó caer en la mesa junto a Félix que advirtió de la enorme cantidad de documentos entre ambos compañeros.

-Buah, Jisung-ah ¿todo este trabajo os han mandado? -Recibió una afirmación. -Si no fuera por las presentaciones que tengo que formar para el lunes que viene os ayudaría, en serio.

El corazón de Jisung se ablandó y no dudó en agradecerle.

-Muchas gracias, de verdad, pero no tienes porqué preocuparte Minseo-ssi, es para antes del viernes y ya hemos adelantado un poco. En unos tres días estará más o menos.

-Claro claro, si es que son infalibles ¡El equipo maravilla!

Minho clavó sus afilados ojos de nuevo en un Hyunjin de sonrisa burlona que terminaba de hablar. Y este le miró sabiendo lo que significaba esa mirada: Segundo aviso.

Por lo tanto, como si alzara una bandera blanca, Hyunjin se alejó a paso lento del lado del mayor para dirigirse junto a Felix, quien lo recibió con una carcajada por la situación.

-Y bueno, contadme, qué era eso que querían proponernos. -Preguntó Minho.

-Oh, Minho sunbae -,comenzó a explicar Minseo. -Teníamos pensado que como es sábado, y salimos todos a la misma hora más o menos, podríamos ir juntos al karaoke al final de la calle principal, ese que vende tan buen ramen. A usted le gustó mucho la última vez comer allí.

-Necesito soju con ese ramen.

-Tú no. La última vez te emborrachaste, Hyunjin. -Reprendió Felix. -Qué decís, ¿os animáis? Esta vez invito yo, venga.

A Jisung le pareció una muy buena idea. Hacía meses que no se daba el lujo de salir a divertirse. Era un constante 'de casa al trabajo y del trabajo a casa'.

Miró de nuevo su teléfono, alejado en la esquina contraria de la mesa. ¿Debería...?

La voz de Minho le distrajo.

-Yo no creo que pueda ir. -Los menores empezaron a reprocharle. -En serio chicos, estoy cuidando del piso de un amigo.

-¿Y cómo es eso?

-Mi amigo de toda la vida, Seungmin, está de viaje con su pareja y me ha dejado al cuidado de su piso durante dos semanas. También porque su gato vive allí y me ha dejado a su cuidado. Como me gustan tanto los gatos... -Comentó en voz baja lo último, tímido.

- ¿Y qué tiene eso de impedimento? Puedes volver a su piso una vez terminemos, ¿no?- Le preguntó Felix.

- El impedimento es que ya sabéis cómo soy con el alcohol. Siempre digo que no bebo pero termino haciéndolo y no pienso vomitar hoy. Lo siento. Otra vez será. Lo prometo. Además, mirad cómo está el día.

Todos giraron para observar por la ventana cómo las antiguas grises nubes se habían vuelto opacas, mucho más oscuras, y de estas caía una leve llovizna.

Se sumergieron en una discusión sobre la poca importancia de la lluvia - ya que podían correr calle arriba hacia el karaoke - por la cual Jisung aprovechó para coger su teléfono y abrir kakaotalk.

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Última Conversación con Dongyul💕

Jisung:
¿Estás?
Necesito hablar contigo.
Leído a las 18:11 ✔✔

Dongyul💕:
Estoy.
Dime.
Leído a las 18:15 ✔✔

Jisung:
Me han invitado los chicos de mi plantilla a ir a un karaoke cerca de aquí.
No es nada del otro mundo.
Unas canciones y ya.
Tú sabes que no bebo ni nada.
Me conoces bien.
A parte, tampoco me quiero ir muy tarde a mi casa.
Ya sabes.
No te tienes que preocupar.
Además.
Sabes que con ellos me llevo muy bien.
Cuidan mucho de mí.
Leído a las 18:17 ✔✔

Dongyul💕:
Esto es de locos...
Leído a las 18:18 ✔✔

Jisung:
¿Qué?
¿Qué pasa?
¿Dongyul?
Leído a las 18:19 ✔✔

Dongyul💕:
¿Cómo que qué pasa?
Tu novio aquí amargado sin amigos siendo un puto desgraciado que ni su familia lo quiere.
¿Y tú por ahí de fiesta dándolo todo?
Leído a las 18:19 ✔✔

Jisung:
Es que es sábado, hyung.
Leído a las 18:19 ✔✔

Dongyul💕:
Ah.
Ahora soy tu hyung.
Haz lo que te de la gana Han Jisung.
Pásatelo genial tú que puedes.
Tú que tienes amigos.
Tú que tienes qué gastarte.
Leído a las 18:19 ✔✔

Jisung:
No seas así.
No digas eso de tu familia.
Debemos dar gracias de que tenemos una al menos.
Tú siempre me recuerdas que hay personas que lo pasan mucho peor.
E incluso me han dicho que invitan ellos hoy.
No voy a gastar mucho más dinero.
Lo que tenía hoy lo gasté ya en el almuerzo.
Leído a las 18:20 ✔✔

Dongyul💕:
Sí claro, mi familia que está deseando que me pire de aquí porque soy una deshonra.
Y la tuya que te dejan solo cada vez que los necesitas.
¿Es eso Han?
¿Por eso estás conmigo?
¿Para no estar solo?
Leído a las 18:20 ✔✔

Jisung:
¿Quién ha dicho nada de estar solo?
Yo estoy contigo porque te quiero.
Leído a las 18:20 ✔✔

Dongyul💕:
No no.
Ahora ve.
Venga.
Disfruta con tus compañeros de trabajo.
Leído a las 18:20 ✔✔

Jisung:
No.
Déjalo.
Ya no tengo ganas.
Leído a las 18:20 ✔✔

Dongyul💕:
Ah.
Ahora no tienes ganas.
¿Acaso no has tenido tanto trabajo hoy como para estar cansado?
Debes descansar, Jisung.
No irte de fiesta.
Leído a las 18:21 ✔✔

Jisung:
Ya.
No estoy muy cansado realmente, por eso decía de ir.
Pero tienes razón.
Mejor una peli con manta.
Y a ver si nos podemos ver mañana.
¿No?
Leído a las 18:21 ✔✔

Dongyul💕:
Entiendes el porqué de que me haya puesto así ¿no?
Es decir, es que joder, más quisiera yo poder salir por ahí.
Leído a las 18:21 ✔✔

Jisung:
Ya ya.
Si ya lo sé.
Y lo siento, en serio, no pensaba lo que estaba diciendo a la hora de escribirte eso.
Perdóname.
Leído a las 18:21 ✔✔

Dongyul💕:
Ah.
¿Que encima me lo ibas a ocultar?
¿Qué coño?
Leído a las 18:21 ✔✔

Jisung:
¿Qué?
No no.
No.
Que no debería de haberte dicho nada porque tienes razón.
Debería quedarme en casa.
Total.
El día está súper mal, parece que va a caer muchísima agua.
Mejor me voy a casa.
¿Nos llamamos mañana domingo?
Podríamos dar una vuelta.
Trabajo el lunes desde temprano.
Leído a las 18:22 ✔✔

Dongyul💕:
Ya lo vamos viendo.
¿Vale?
Te diré por la mañana.
Leído a las 18:22 ✔✔

Jisung:
Vale.
Hablamos luego.
Leído a las 18:22 ✔✔

Dongyul💕:
Sí.
Te quiero.
Leído a las 18:24 ✔✔

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-¿Problemas en el paraíso? - Cuestiona una voz a su lado, más bien a sus espaldas.

-¿Has leído mi conversación privada? - asustado, Jisung giró rápidamente su cara con una expresión de pura molestia. Un rictus de labio superior un poco retraído, ojos entrecerrados y nariz fruncida. Apretando su teléfono móvil contra su pecho. Incluso su voz había sonado cargada de indignación.

Casi se le escapa todo el aire de los pulmones al contemplar de quién provenía esa voz.

¿Pero en qué pensaba al responder así?

-No. - Contestó Minho. Serio. Escéptico de que su menor haya recibido su pregunta con tal trato. De una forma en la que nunca se había dirigido a él en sus casi cuatro años de trabajo juntos. - Era una simple broma, Jisung.

Han notó cómo se le tensaban los músculos de su cuerpo, como si tirasen de su piel hacia atrás. Minho nunca le llamaba por su nombre. No así. Él era su Sungie. Es más, él tenía la suerte de no presenciar la inexpresiva cara que su mayor justamente le estaba mostrando ahora. Esa que tenía para los demás, nunca para él.
No le gustaba.

Jisung miró a su alrededor. Ya todos se habían ido. Se enderezó en la silla.

¿Cuándo les había dado tiempo a sus compañeros para irse sin que se diese cuenta?

Pero qué idiota era.

- Lo-lo siento hyung. - Contestó afligido.

Minho relajó los hombros que aparentemente tenía encogidos, rígidos.
¿Qué o quién diablos era la persona que hacía que alguien tan risueño, con tanta luz y naturalidad como Jisung reaccionara de esa forma tan brusca?
Si lo que siempre hacía que Jisung estuviera rodeado de personas era su gracia y elegancia a la hora de entablar una conversación.
El pelinegro era el centro de atención sin quererlo, por su humor y voz de alto rango cada vez que salían en grupo después del trabajo.
Aunque bueno, hace bastante ya que Jisung no se animaba a nada con ellos.
¿Problemas familiares otra vez? ¿De dinero? Por lo poco que su pequeño había dejado entre ver en conversaciones del pasado, en esas dos cuestiones no iba muy bien.

Tan tímido... - Pensó Minho.

Escasamente podías sacarle información al de mejillas estrujables. Era muy suyo con su intimidad. Por eso Minho nunca cruzaba ninguna línea que él no quisiera. Nunca le obligaría a nada. Y era por justamente eso que no había cotilleado ninguna conversación en su teléfono en los pocos minutos que estuvo a sus espaldas, esperando para poder hablarle.

-No pasa nada Jisung. Solo que...bueno... sabes que aunque tú y yo somos muy cercanos, no dejo de ser tu mayor.
No pasa nada solo si me prometes que no volverás a ponerme nunca esa cara. Es fea. Y yo solo me preocupaba por tí.

- ¿Te he puesto una cara fea? - Amplió el menor sus ojos.

- Sí, una cara fea como las que no paras de poner cada vez que miras el teléfono desde esta mañana.

Eso desconcertó un poco al pelinegro.

- ¿Cómo?

- Eso. Lo que decía. Soy tu mayor y me preocupo por tí.

¿Había estado Minho observando su cara cada vez que miraba el móvil mientras hablaba con su pareja? - Pensó Jisung. -Dios...con lo expresivo que su madre siempre le había dicho que era...

Jisung no estaba nada acostumbrado a toda la atención que Minho siempre le daba. Siempre que miraba en su dirección, Minho ya tenía puestos sus felinos y majestuosos ojos en su presencia. Y lejos de sentirse intimidado o controlado, el menor se sentía querido.
Porque Jisung podía distinguir bien con qué ojos le miraba su mayor. Este se centraba en observar qué hacía, con quién hablaba o a dónde se dirigía. Con curiosidad genuina, ya que una vez que tenía interceptado a su menor, apartaba la vista y seguía con lo suyo. Como si solo quisiera asegurarse de que estuviese bien para poder respirar tranquilo y continuar con su trabajo.
Aunque dictaba muy diferente a cuando Jisung estaba completamente solo. En esos pequeños ratos, Minho le observaba todo el tiempo posible, con parsimonia atención. Antes de que el pelinegro percibiera su mirada. Entonces giraba su cuello rápidamente y hacía como si nada hubiera sucedido.
Menos las veces en las que a Jisung le daba tiempo a cruzar miradas. Entonces Minho pestañeaba mucho - como acostumbraba a hacer cada vez que estaba nervioso o no planteaba bien qué es lo siguiente a decir o hacer - y sonreía juntando sus belfos de esa forma tan boba donde solo las comisuras de sus labios subían.
O como aquella vez que Jisung lo pilló mirándole tan desprevenido que el mayor solo atinó a levantar las manos a la altura de su cabeza mientras susurraba un 'culpable', para luego echarse los dos a reír.

- A veces te tomas muy en serio esa responsabilidad Linoring. - sonrío ya más tranquilo.

- Claro. Eso es porque me encanta cuidar de tí, Sungie. - Le guiñó un ojo Minho.

Y ahí estaba otra vez, con su sonrisa de medio lado, ojos brillosos y tan cerca como siempre. Mandando a tomar viento a la molestia de hace unos segundos para ser el Minho de siempre. Y ahí estaba él para seguir siendo su Sungie. Sonriendo de vuelta.
Jisung aún recordaba cómo odiaba el que le hubiese puesto, justamente él, ese apodo. Hace ya casi tres años, cuando más confianza estaban generando. Era el único que le llamaba así en todo el trabajo.

'Sungie' cuando quería ponerle las orejas bien rojas.

Y 'Hani' cuando quería su total y absoluta atención.

Como el crío que Minho a veces era.

- Hanni. Hanni. Han-ah. Han-ah. Han-ah. Hanniiii.

- ¿Qué desea su majestad ahora?

- Qué idiota. - Rio Minho. -¿En qué estabas pensado?

En tí.

- En nada. Dime. Qué pasa.

- Me preguntaba si tú sí vas con los chicos al karaoke.

-Oh no no. Mejor otro día. - Minho lo observó ceñudo. A Jisung le encantaba cantar. Las competiciones de notas altas eran sus favoritas, hasta que le salían agudos gallos y lloraban de la risa.

En ese instante se asomó la cabeza de Felix por la puerta del pasillo.

-Ah Jisung-Ssi, al final no me diste una respuesta al estar con el móvil. ¿Tú sí vienes al karaoke?

-No no, al final no puedo. Lo siento.

-Valeee. -Felix les mostró a ambos una de sus hermosas y amplias sonrisas para posteriormente marcharse. -Nos vemos el lunes.

Jisung se reincorporó en su escritorio para seguir trabajando. En vano, pues, de improvisto, Minho estaba posicionando su portátil en el lado izquierdo de su mesa y arrastró descuidadamente su enorme silla de ruedas hasta posicionarse al lado de Jisung.

Rodilla con rodilla.

-¿Pero qué haces? -Le preguntó.

¿Por qué notaba la actitud de Minho un poco tensa al sentarse?

- Trabajemos codo con codo para terminar esto lo antes posible, al menos el primer tercio. -Le propuso el mayor. -Son más de las seis de la tarde. ¿Por dónde te has quedado tú?

Fue en el momento en el que Minho se estiró solo un poco hacia la derecha para ver en dirección al ordenador de Jisung que este último se percató de la poca distancia entre ambos rostros. La rodilla derecha de Minho rozando con la propia, la izquierda.

Minho se alejó y volvió a estar erguido delante de su propio ordenador portátil.

-Estaba registrando los gastos y beneficios posteriores de las terceras y cuartas empresas ya que de las primeras y segundas te estás encargando tú. Casi termino. -Minho continuó tecleando enfocado en su ordenador asintiendo a lo que Jisung le estaba diciendo. -Mientras, he intentado contactar por correo electrónico con los superiores de nuestro socio en publicidad de fachadas porque nos corre prisa, como nos pidió nuestro jefe, pero aunque lleve toda la mañana intentándolo. Nada. No me responden.

El mayor frunció el ceño ante lo último relatado. Giró lo poco que el reducido espacio de la mesa con ahora dos sillas le permitió y, rozando de nuevo sus rodillas, pasó su brazo derecho por detrás de la espalda de Jisung, hasta dejarlo caer completamente en lo alto del respaldo. Su cuerpo inclinado hacia la pantalla contraria. Concentrado.

-Déjame echar un vistazo a los correos.

Embobado después de escanear las acciones del -ahora otra vez cerca- mayor. Jisung se dispuso a desplazar sus manos de dedos ágiles encima del teclado y ratón acercándose a la pantalla. Quedando los rostros de ambos a centímetros. Para poder enseñarle los últimos cinco correos.

Mientras un atento Minho buscaba fallas en el redactado texto de Jisung, sin apartar su enfocada vista de la pantalla. El pelinegro no pudo evitar ponerse nervioso, pues desde esa corta distancia podía percibir perfectamente cómo su hyung respiraba, calmo. Y a la vez, cómo de bien olía.

Dios. Olía riquísimo.

Los ojos de Jisung también paseaban por sus propias palabras en el texto de la pantalla. Pero su mente estaba ocupada en otra cosa. Más bien, en descifrar a qué olía Minho. Porque no era algo que pudiese especificar. Lo envolvía. Era sofocante, pero se sentía calentito.

¿Podía alguien oler a calor?

¿Podía alguien si quiera oler a cuando te pones una manta caliente para resguardarte del frío?

¿Pero qué...?

Jisung giró su cara hacia la izquierda. Error. Fue como si hubiera posado sus dedos en una corriente eléctrica.

Minho estaba de perfil, chequeando ahora el segundo de los correos.
Su nariz aguileña, que era de todo menos fea. Grande, recta, un poco respingona. Tal vez, porque eran asiáticos y narices así no se encontraban todos los días, pero su nariz le resultaba muy bonita, única. Más aún sabiendo que en el asa izquierda, la que ahora mismo no podía ver, se hallaba un tierno puntito. Un lunar.
Sus ojos viajaron hasta su manzana de Adán al verlo tragar saliva, levemente tapada por el cuello de tortuga que traía puesto debajo de su formal abrigo. Tenía otros dos lunares en el extremo de la quijada, abajo. Esos sí podía verlos. Sus orbes descansaron ahora en su boca semiabierta. ¿Se enfadaría mucho si bromeaba sobre sus dientes frontales? Sus paletas se asomaban por debajo de su labio superior, el cual tenía un piquito en el centro, hacia abajo.
Minho pasó la lengua por justo esa zona. Jisung alejó la mirada rápidamente de su boca para cerciorarse de que su mayor no le hubiese pillado en el escáner completo de su perfil que se estaba pegando.

Nervioso, se guardó el suspiro que tenía ganas de expulsar, Minho iba por el tercer correo. Llegó a su parte favorita: Sus ojos. Los que ahora estaban brillando gracias a la luz artificial de la pantalla. Los que, si no fuera porque le habían dedicado atención, comprensión y resguardo, ahora mismo le estarían acojonando. Su forma, como el trazo a pincel de dos líneas que empiezan y terminan en punta. Con una advertencia de peligro que Jisung poco creía. Resguardados por unas espesas y largas pestañas hacia abajo.

Quería mirar sus cejas, pero estas estaban tapadas ligeramente por su cabello. Ya un poco largo y castaño.

Jesucristo, qué vergüenza, que tengo novio.

Se intentaba reprender. Pero era imposible. Minho era guapísimo. Y él humano.

Su cuerpo ligeramente más ancho y alto que el suyo. Sobre todo sus caderas, cintura e increíblemente tonificadas piernas.

Le entraron ganas de reír. Irónico.

Minho era para Jisung todo un misterio.

Su hyung era un hombre diez. No le daba vergüenza enseñar su lado más adorable, tranquilo, amable, a veces risueño e incluso femenino.

¡Femenino!

Algo que anonadaba por completo a Jisung. Ya que, a pesar de ser así sin tapujo alguno, este no veía su hombría manchada o disminuida. Como si Lee Minho tuviera muy muy claro quién era él en el mundo y no tuviese que gruñir y golpearse el pecho como macho alfa dominante para que los demás creyesen su virilidad.
Aunque en alguna que otra ocasión sus otros compañeros se rieran de su voz fina, hasta angelical, en menudo cuerpo, cuando tarareaba alguna canción concentrado en su trabajo. ¿Hasta cantar bonito tenía que tener?
O su risa contagiosa. Esa sí que era aguda. Sobre todo cuando no la podía controlar o algo le hacía cosquillas.
También cuando algo le parecía demasiado tierno... como cuando el propio Jisung le pedía por favor que parase de llamarle 'adorable tozudo'.

Pero lo que más le sorprendía, y secretamente complacía a Jisung, era cómo Minho no tenía reparo alguno en ser él mismo al completo delante suya. Saber que su mayor tenía confianza absoluta en él, hacía que le entrase un calor extraño en las mejillas y por todo el pecho hasta la punta de los dedos de sus manos, que se ponían nerviosas ante tal pensamiento.

¿Tal vez... analizaba mucho a su hyung?

No importaba, porque Minho delante suya había demostrado tantas fases, comportamientos, tanto carácter, incluso caras raras que le hacían sofocar incrédulas carcajadas, poniendo en peligro muchas veces su puesto de trabajo, el de ambos, de hecho.

Él había visto casi todas sus facetas.

Casi todas.

Le admiraba, le envidiaba incluso.
Ojalá él pudiera abrirse sin tapujo alguno delante de una persona, sin el miedo al qué dirán, sin miles de pensamientos atornillando más profundo en su cabeza el mismo pesar de la vergüenza, del rechazo.

¿Sería capaz?

Jisung no lo sabía.

Pero de lo que estaba asombrosamente seguro - pues pocas veces conectaba así con alguien - es que al lado de Minho todo se sentía un poquito más en paz. Todo estaba bien, pero esta vez de verdad. No era un 'sin problema alguno', porque no tenías que decirlo, no tenías que convencerte de ello. Lo vivías y al tiempo, wow, te dabas cuenta.

Y eso le estaba pasando ahora mismo a Jisung, después de casi cuatro años trabajando con Minho, de infinitos agradecimientos por sus ligeras charlas entre rascacielos de documentos, sus invitaciones a café americano helado, sus aventones en coche cuando algún amigo se lo prestaba o el simple hecho de estar ante la presencia de alguien sin ahogarse en todo lo que tenía que arreglar de los demás...

Simplemente hablando de él mismo, de los problemas del propio Jisung, sin doble hoja, sin letra pequeña, sin moneda de cambio, sin más explicaciones si él no las quería dar.
Siendo escuchado en vez de escuchar, siendo entendido en vez de entender, siendo cuidado en vez de cuidar...

Siendo querido, un poco al menos.

En vez de tanto dar... recibir.

-Creo que ya sé dónde está el problema, Sungie.

Minho giró su rostro a la derecha mientras pestañeaba para encontrarse con un Jisung de ojos muy abiertos.

-¿Sung?

Jisung alejó todo pensamiento con una sacudida de cabeza.

- Perdón. Qué decías.

- Jajaja. Te digo, que ya sé qué tienes que corregir para que reciban los correos bien. Ponte, te diré cómo.

- Está bien.- Jisung se acopló un poco más hacia delante, ambos rostros al mismo nivel. Pendientes de lo que sus ojos tenían por delante. Su rodilla siendo rozada de nuevo por la del contrario. Pero esta vez, un cosquilleo se situó en la zona.

- Bien. - Un escalofrío recorrió todo el hemisferio izquierdo del cuerpo de Jisung.

Perplejo, el menor no se había dado cuenta de que Minho le estaba hablando muy, muy cerca de su oreja. En un tono somnífero.

- Verás... abre el primer correo.

Así hizo.

- Lo reenviaremos desde este.

Jisung tragó duro. Disimulando el tembleque de sus manos. Incrédulo ante sus respuestas corporales al sentir el calentito aliento de su mayor rozando su campo auditivo cada vez que le indicaba qué hacer.

- Tienes que poner el aviso de extrema urgencia para que les aparezca de los primeros mensajes nuevos. Ahí, arriba a la derecha. -Señaló. -En el cuadrado con signo de exclamación.

Pero aun señalando, Minho no apartaba su mirada de la cara ajena. Todo lo contrario a Jisung, quien cumplía con lo dictado a paso de tortuga, mirando al frente fijamente como si el ordenador fuese a explotar si sus ojos giraban hacia la izquierda y suprimiendo las inmensas ganas que tenía de pasarse la mano por la nuca y oreja. Sus pelos en punta.

- Y Jisungie, tienes que utilizar el correo oficial de la empresa, no el tuyo como trabajador, para que no se vaya a spam.

Jisung pudo jurar notar cómo la nariz del mayor rozó su cabello.

Otro escalofrío recorrió su espalda.

- E-está bien. -Carraspeó. - Gracias. M-me acordaré para la próxima.

Intentó disimular su nerviosa tartamudez tosiendo.

Y como si nada, Minho volvió a su postura correspondiente, buceando entre los documentos.

Para calmarse un poco la riña interna, y volver a respirar normal de forma disimulada, Jisung desbloqueó su móvil para comprobar que no tenía mensajes nuevos de su pareja.

El movimiento pareció llamar la atención de Minho.

- ¿Esperas el mensaje de alguien importante? -Preguntó desinteresadamente moviendo algunos papeles.

- No, qué va.

- ¿Entonces... Dongyul?

¿Cómo sabía él su nombre? - Pensó Jisung.

-¿Cómo sabes que se llama así?

-¿Tu novio? Tú mismo me lo dijiste, Sung. -Ante la confusión cada vez más obvia del menor, se explicó. -En la despedida de Chan, ¿recuerdas?, en las puertas traseras del bar, mientras llorabas.

Claro que se acordaba. Bang Christopher Chan tuvo una preciosa fiesta de despedida. Se iba a una empresa mejor pagada. Aquí en Seúl, es decir, no iba ser el fin de su amistad. Pero se iba a fin de cuentas. Con tristeza, todos se reunieron en un bar de Itaewon y se pasaron la noche entera bebiendo.

Jisung no recordaba bien el proceso entero de cómo terminó ese día. Pero era algo así como: Dongyul. Su depresión. Sus problemas. Una discusión a gritos por teléfono en el baño del bar. Salir corriendo a tomar aire por el ataque de ansiedad. Querer vomitar y... vacío. Lo último que recordaba de esa noche era a un preocupadísimo Minho a su lado, de cuclillas, calmando su respiración y llanto.

Lo que le contase o no en ese momento, no lo recordaba.

-Estaba muy borracho. No sabía qué decía. Cuando bebo todo me afecta el doble. Ya sabes. Me vuelvo muy sensible. Aún te sigo agradeciendo que aguantaras mis tonterías.

¿Por qué a Minho le sabía a excusa?

-Sí, bueno. -Intentó bromear el mayor. -No fue un problema para mí. Estabas todo rojito, eh, sí sí, nariz incluida, con los ojos brillando y la bo-

-Vale vale. Ya lo capto. Qué vergüenza. No me lo recuerdes. Por favor. -Se tapó Jisung la cara con las manos, aplastando sus mejillas hacia su nariz.

-Qué bonito eres. - Se le escapó de la boca al castaño.

Silencio.

¿Había escuchado bien?

-¿Qué has dicho? - No pudo evitar preguntar Jisung.

-Que cuando te vi salir tan rápido del bar, con la mano en la boca. Me asusté. Fui detrás tuya y cuando te vi así, todo lloroso, pensé eso: 'Qué bonito eres'.

De nuevo. Silencio.

-Ya lo sé, ya lo sé. - Intentó justificarse Minho. - Un horrible pensamiento para una situación así, pero tú no veías lo que yo. Tan pequeño, ahí, sentado en el suelo. Con ese abrigo tres tallas más grande que Hyunjin te había prestado.

-Ya te vale hyuuuung.

El pelinegro le dio un golpe en el hombro y con los rastrojos de sus risas continuaron lo que les quedaba de tarde trabajando.

Hasta que dieron las ocho y Jisung decidió que era hora de marcharse. Si sus oídos no mentían, eso que sonaba y se apreciaba desde la ventana era tormenta. Y él sin paraguas.

Ya se las arreglaría.

Se despidió de su hyung, y al pasar por los pasillos de los muy pocos compañeros de trabajo que quedaban a esas tardías horas un sábado.

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