diez¹ ─── cruel summer

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te amo, ¿no es esa la peor cosa que has escuchado?

LA VERSIÓN DE LIA (ÍCARO)

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Lía despertó la mañana del sábado por el ruido de la batidora.

Lo sabía de antemano.

Su madre estaba haciendo liquado de algo porque... ¿qué mejor momento para hacer ruido que cuando tus hijas están durmiendo? Exacto.

Se tiró de la cama (no literal) y se metió al baño para su ducha matutina.

La cola azúl acua no tardó en aparecer. Lía se entretuvo viendo las escamas, era un azúl bonito. Incluso los pliegues que salían se la parte de abajo eran bonitos. En fin. Era una sirena bonita.

Eso o se había despertado con la autoestima alta.

De todas formas terminó rápido. Conectó la secadora y empezó a secarse hasta regresar a su forma humana.

Cada día se le hacía más fácil adaptarse.

Finalmente, con una toalla rosa en la cabeza y el vestido floreado que usaría ese día, la castaña bajó a desayunar.

—Buen día, ma. —saludó sentándose junto a su hermana. Merlía se extrañó. Serena estaba usando su traje y ropa típica de natación. —¿Vas hoy a la piscina?

Se estaba acercando la competencia de nado. Normal si de repente todo el mundo tuviera ganas de merodear por la piscina pública. En otro tiempo, más específicamente algunas semanas atrás, Lía habría acompañado a Serena solo para ver a Oliver entrenar. Ahora tenía mejores cosas que hacer, como por ejemplo quejarse de no tener poderes y así.

Sip. —Sere le dió una sonrisa a medias. —¿Crees que puedas llevarme mi almuerzo sobre las doce? Tengo que dar una clase de nado a unos niños a las dos, así que prácticamente estaré ahí todo el día.

Merlía repitió en su cabeza el favor que le estaba pidiendo su hermana hasta memorizarlo y después asintió con delicadeza. Serena era profesora voluntaria a veces. No por nada se había ofrecido en innumerables ocasiones a enseñarla a nadar.

—Claro. —sonrió. —Cuenta conmigo.

Rikki estaba en el auto lila de Lía con la promesa de que irían de compras en la tarde. Cleo estaba haciendo deberes y Emma pasaba su tarde con Elliot.

Mientras tanto las chicas solo daban vueltas por la ciudad, cantando a todo pulmón las canciones que salían de la radio.

I'm drunk in the back of the car, and I cried like a baby coming home from the bar. Said I'm fine, but it wasn't true. I don't wanna keep secrets just to keep you. (Estoy borracha en la parte trasera del auto. Y lloré como un bebé al volver a casa del bar. Dije que estaba bien pero no era verdad. No quiero guardar secretos solo para tenerte.) —entre pausa y pausa, cantaban y reían. Era una sensación bellísima. Abrasaba la garganta y quemaba como mil Soles. —And I snuck in through the garden gate. Every night that summer, just to seal my fate (oh) And I scream for whatever it's worth. I love you, ain't that the worst thing you ever heard? He looks up, grinning like a devil. (Y me colé por la puerta del jardín, cada noche ese verano solo para sellar mi destino. Y grité por lo que sea que valga. Te amo, ¿no es eso lo peor que has oído? Él mira hacia arriba como un demonio)

Era genial. Acabó la canción y Lía aparcó frente al edificio de la piscina.

—Tengo que pasar primero a dejarle esto a Serena. Enseguida regreso. No tardo. —anunció la castaña agarrando la bolsa marrón con el almuerzo de Serena.

Rikki asintió jugueteando con los botones y las melodías que fluían en la radio del auto de Lía.

Apenas Lía puso un pie en el interior de las instalaciones se arrepintió. Todo el suelo estaba repleto de pequeños charquitos de agua. Podía escuchar el agua salpicar contra las paredes a causa de los chapuzones. Bien, su plan era simple. Darle sus cosas a Serena e irse rápido. Merlía echó un vistazo. En el panorama estaban Leo, Nate, Zane riéndo de algo. Probablemente una estupidez. Luego al fondo Oliver, las amigas de Miriam y Miriam y, un poco más cerca de la piscina Serena.

Alzó la mano, un movimiento sencillo que bastó para captar la atención de su hermana mayor.

—Hola. —sonrió la rubia. Merlía tragó saliva, estaba toda empapada. Debía tener cuidado de no tocarla. —Muchas gracias. —tomó la bolsa y Merlía hizo amago de irse. —Espera.

Serena extendió la mano y le agarró el antebrazo, Lía, conmocionada retiró la mano de inmediato. Apurándose a secarse el pequeño rastro húmedo que su hermana impregnó sobre su piel.

Rápido, rápido...

Uf, eso estuvo cerca.

Serena la miró con ojos presuntuosos. Ciertamente era un gesto bastante grosero.

Merlía se apuró en buscar una excusa. Rió torpemente.

—Es que tenías los dedos fríos. —inventó, luego carraspeó. —¿Qué pasa?

Okay... — silvó Serena eligiendo creerle. Por mucho que quisiera a la cabeza hueca de su hermana, no podía negar lo rara que era a veces. —Solo quería preguntarte si me puedes pasar a buscar.

—¿En serio? Normalmente no te gusta subirte a mi auto.

—Huele a tulipanes y es color lila, me marea tanto romanticismo. —Serena decía que el auto de Merlía era cursi y empalagoso.

—¿Y por qué quieres que te busque entonces?

—Solo... necesito que lo hagas.

—Eh claro, —que raro. —¿a qué hora sales?

—No estoy segura de si es a las seis... siete... Mmm, espera, déjame preguntarle a alguien. —Serena miró alrededor. Lamentablemente la persona más cercana era Leo, Lía notó que incluso el muy disimulado estaba mirando en su dirección, incluso antes de que Serena lo llamara. —¡Woods, ven acá un momento!

Leo cruzó la distancia demasiado rápido para el gusto de Lía.

La castaña hizo una mueca.

El pelinegro amplió su sonrisa.

—Dime.

—Oye, ¿a qué hora cierra la piscina?

Dios mío, Serena, de toda la gente aquí hoy vas y le preguntas a Leo. Merlía esta a un blanqueamiento de ojos más de quedarse ciega, debía parar de hacer muecas y gestos. Su mal genio contrastaba con la voz alegre y simpática con la que Leo le contestó a la rubia.

—Mmm, creo que a las seis. Sí. Exacto. A las seis.

Serena le dió una mirada significativa a Merlía. Como diciendo, ya sabes, vienes aquí a las seis. Y entonces se fue, le dió las gracias a Leo con unas palmaditas en el hombro y regresó junto a Sierra al borde de la piscina.

Merlía miró a Leo, suspiró conteniendo una sonrisa. El chico era desesperantemente feliz. No quería que le contagiara su sonrisa. Es el enemigo, Lía, concéntrate. Además está todo empapado, mejor vete.

—Adiós, Leo.

La sonrisa irrompible del chico disminuyó.

—¿Ya te vas? —pero de inmediato fue superada por su tono de burla. —Creí que habías venido a verme entrenar.

Merlía blanqueó los ojos por vez número cien. Es que Leo sacaba lo peor de ella.

—Creíste mal, Woods.

Leo había ganado las últimas tres competencias de natación. Lía estaba segura de que este año no sería sorpresa si también lo hace. Lo miró con más atención, desbordaba ego y confianza en cada gesto. Se pasó la mano por el cabello, de los mechones oscuros se escurrían minuiciosas gotas de agua. Tenía los iris dilatados, probablemente a causa de estar tanto en la piscina. Merlía apartado la mirada sintiéndose rara.

—Ya, ¿pero si me vas a venir a ver a la competición?

—No.

—¿En serio?

—Osea, sí voy a venir pero no a vert-

La castaña se interrumpió a sí misma notando que un tercero se acercaba a ellos. Oliver.

El Sol caía directamente sobre su cabello rubio. Pero esta vez, ese dorado que antes parecía maravilloso solo pudo quitarle la sonrisa.

Leo lo miró de reojo con un destello oscuro y extraño. He looks up grinning like a devil.

—Hola, Lía. —saludó de buen humor.

—Hola.

Compuso de inmediato una segunda sonrisa forzada. No quería verse maleducada.

—Oye, ¿quieres venir con nosotros en la tarde? Miriam está organizando una salida y como Serena dijo que no podía venir porque ya te había pedido que vinieras a buscarla...

Merlía ató cabos enseguida.

Serena le acababa de pedir que la pasara a buscar así que era imposible que cuando habló con Miriam ya tuviera ese contratiempo. Así que la había usado como excusa para no ir y por eso le preguntó hace unos instantes que viniera a recogerla. En resumen, Serena estaba huyendo de sus amigos. Más específicamente de Miriam. No iba a juzgar eso, menos a preguntarle. Serena era grande y sabía lo que hacía.

—Eh... No puedo. —inventó. Su deber como buena hermana era apuntalar la mentirilla de Serena. —Tengo muchas tareas.

—Ah... está bien. —bajó la mirada y luego insistió. —¿Segura? Porque tal vez puedes...

—No, ya te dijo que no. —Leo lo cortó ganándose que Merlía lo mirara sorprendida.

Vaya.

Oliver alzó las cejas, estaba a punto de preguntarle porqué se entometría cuando una de las amigas de Miriam lo llamó. Todos estaban yéndose a la parte interna de las instalaciones. El lugar empezaba a quedarse vacío. Merlía miró a Oliver a los ojos antes de que este se marchara. Nada. Ni una mariposa le hizo cosquillas en el estómago. Todas estaban muertas.

—Lía, ¿sabes? Nunca te pudimos lanzar a la piscina. —Zane apareció de la nada haciendo saltar todas las alarmas de la castaña. Detrás de él, estaba Miriam.

—Ni se te ocurra. —lo miró directamente. —Zane, no. No seas inmaduro.

Inmaduro era su primer nombre.

Lía caminó en reversa, lo cual fue peor puesto que se acercó peligrosamente al borde de la piscina.

—Déjala.

La voz de Leo sonó más grave de lo normal. Sin embargo bastó para que la sonrisa de malas intenciones de Zane se borrara y dejara de caminar hacia Lía con claras intenciones de lanzarla a la piscina.

—Eres un aburrido.

Miriam miró a Leo con desdén. Fue tan rápido. Cortó la distanci y, tras un toque fuerte, Lía se tambaleó y cayó de redondo en el agua.

—Ups. —sonrió maliciosamente.

Merlía lo sabía incluso antes de hundirse.

Estaba frita.

Le quedaban segundos antes de que su vida se arruinarse para siempre.

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