veintitrés ─── would've, could've, should've

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Ahora que soy mayor tengo miedo de los fantasmas, los recuerdos se sienten como armas.

Eres una crisis de mi fe.

CAPÍTULO CON POSIBLE CONTENIDO SENSIBLE. SI ERES LECTOR SENSIBLE Y NO TE INTERESA LA TRAMA DE SIERRA SÁLTATE DESDE AQUÍ HASTA VER ESTE SÍMBOLO : 🧣

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—Eres una sirena.

Los últimos días fueron como un vídeo puesto en velocidad acelerada. Merlía solo recordaba haber sido mimada por su madre y haber espantado a Leo un par de veces de su ventana (Nota: los niños ricos sí saben escalar) Probablemente una decisión egoísta. Pero la verdad es que no quería hablar con nadie. Se había encerrado en una burbuja y solo quería rodearse de las personas que habitaban en la misma con ella. Por ejemplo, la mayor de los Hyde.

—Burbuja, cuida esas palabras. —la rubia de mechas azules solo rió a modo de confirmación.

Estaban en el centro comercial.

Serena estaba en su faceta: quiero que mi hermana y mi novia se lleven bien. Le hacía ilusión. Así que Lía aprovechó para obtener respuestas (y para que Sierra se la llevara de compras)

—Lo has sabido todo este tiempo, ¿no? Que yo soy una. —intentó sonar acusadora pero no lo logró, de hecho, su voz parecía un intento mediocre de ocultar cuan emocionada estaba.

Es decir, ¿hola? ¿otra sirena?

Oui.afirmó con un marcado acento francés.

—¿Y por qué no dijiste nada?

—A una sirena no se le señalan nunca sus escamas. —dijo sacando unas gafas del estante y poniéndoselas a Lía. —Te quedan bien.

—¿Tú crees? —sacudió la cabeza. No era el momento de distraerse. —Pero...

—Serena no lo sabe. —se adelantó a decir. — Pero se lo diré hoy. Tranquila no vas a tener que regañarme. Lo prometo. La próxima Luna Llena está muy cerca, quiero dejarlo todo en orden para entonces. Ya sabes que nos ponemos un poco locas ese día y... No quiero que tu hermana se lleve una mala sorpresa.

Merlía asintió. Regresó las gafas a su sitio tras sorprenderse con el precio.

Siguió a Sierra por la tienda. Era un misterio el cómo podía ser tan rápida en sus tacones.

—¿Me dirás la verdad de porqué no dijiste nada? —jadeó una vez que alcanzó su ritmo.

—Lía, esto es algo que te acompañará por mucho tiempo. Necesitas entenderlo tú sola... ¿cómo vas con tu don por cierto? —señaló. Sierra era muy buena para simular que conversaban sobre cualquier cosa aún estando rodeadas de tanta gente.

—¿Mi don? ¿Te refieres a mis poderes?

—Poderes, dones... Cómo quieras llamarlo. —encogió los hombros. —No tienes que verlo como algo malo. Y antes de que digas algo para negarlo te recuerdo que te he visto hundirte en tu miseria estos últimos días solo porque puedes...

—Ya... Ya... —se frotó los brazos. —No quiero hablar de eso.

Sierra suspiró. Estaba siendo difícil lidiar con la chica. Quería ayudarla, darle un empujón pero no había un manual de sirenas que la ayudaran.

—¿Te apetece que vayamos a ver vestidos? —sugirió y Lía sonrió.

El último mes estuvo repleto de fiestas. Merlía había usado todo lo interesante de su armario. Y todo lo que le quedaba del de su hermana también. Ya era hora de renovar un poco su arsenal.

Estar así. Preocupándose por ropa y por seguirle a Sierra Hyde el ritmo a lo largo de las tiendas era terapia pura. Su mente empujó todo asunto escamoso de su centro de preocupaciones para dejarla despejada.

—Pruébate este. Este color estaba muy de moda en la universidad a la que asistía. —comentó.

El que la oración estuviera enunciada en pasado no cuajó para Lía. Dejó el perchero en donde estaba para preguntarle:

—Ey, oye... Sobre eso. No quiero que esto suene mal. Va sonar como que te estoy echando ¡Pero te juro que no es así! —Lía empezó a decir trabándose y atropellándose con su propia lengua. —¿No deberías haberte ido ya? Digo, tus vacaciones de la universidad parecen estar siendo bastante... Largas.

—No voy a regresar allá.

—Oh. —Lía intuyó por su tono que tenía un muy buen motivo. Pero también, por la forma en que Sierra apretó la mandíbula y sus lindos ojos azulados adquirieron un tinte mucho más oscuro, supuso que no quería hablar de ello. —No tienes que contarme. Ha sido una pregunta muy grosera. Lo siento.

La de mechas azules le regaló otra de sus sonrisas de no pasa nada.

A veces, Lía podía ver partes de Oliver en Sierra. Memorizó y romantizó ese rostro por años, sabía que aquellos pómulos afilados y la forma en que les caía con gracia el flequillo como un marco alrededor de sus caras era cosa de un Hyde. Era una familia de rasgos bonitos y eso no se podía negar.

—Está bien. —suspiró. —Es una historia larga no quiero aburrirte.

—¿Estás bromeando, no? Estos días me has visto en mi momento más bajo y no te he visto quejarte ni una vez. —resopló cansada. —Creí que las estaba molestando a ti y a Sere por no hacer más que dormirtar en el sofá. Pero ambas han sido tan lindas conmigo. Casi hacen que olvide porque me sentía mal en primer lugar.

—Burbuja, nunca molestas. —Sierra le tiró de uno de los mechones de su cerquillo con cariño.

—Entonces tú tampoco molestas.

Ella le sonrió. Su cara empezó a perder su brillo habitual, Lía supuso que estaba buscando por donde comenzar.

—¿Sabes? Tenía este profesor en la universidad, enseñaba una de las asignaturas base de la carrera... No paraban de decirme que era de los mejores de la facultad. Supongo que les creí. Empecé a ir a sus clases y a desgastarme a mí misma para ser buena en su materia. Aunque la verdad es que me desgasté a mí misma en cuanto a todo. Mis padres, mi papá en concreto nunca estuvo muy contento con el hecho de ver a su hija yéndose a estudiar al extranjero. Pero olvida eso. El punto es que varios meses después abrieron un programa de prácticas en la carrera, eso significa...

—¿Es trabajar, no? Pero dentro de la escuela.

—Algo así, es algo ligado a lo que estudies. Bien, a mi me parecía fenomenal. Era algo positivo para mi expediente y además ganaba algo de dinero. Teníamos que escoger un profesor y ya imaginas por donde me fui. —Merlía se sentó, no le gustaba para nada por donde estaba yendo Sierra. Desearía no haberle preguntado nada pero, a la vez, no podía evitar querer saber si podía ayudarla en algo. —Al principio todo iba bien. Mi trabajo era algo así como escribir algunas columnas para el periódico de la universidad y de vez en cuando alguna otra cosa. Escribía sobre lo que él me decía hasta que me di cuenta de que estaba escribiendo cosas horribles.

—¿Por qué?

—Te dicen que escribas pero lo que ellos quieren, que leas pero sobre los temas que les convienen, que pienses... Pero no demasiado. —dijo pero parecían ser las palabras de alguien más. —Algunas cosas eran políticas, opiniones bastante corruptas y que decían lo que les convenía a ellos, pero las firmaba yo. Supongo que por ser como soy pensaron que no me daría cuenta. La mayoría me ve como una muñeca hueca, Lía, ¿lo sabías? —rió con amargura y a ella se la partió el corazón. —Yo quería ser periodista. Pero quién iba a decirme que intentarían mancharme el nombre incluso antes de empezar. Como toda una estúpida fui a confrontarlo en cuanto me di cuenta. Pero ya imaginaras lo que pasó. Yo no soy nadie ahí, solo soy una ridícula que cayó en la trampa de un pez gordo.

» Creí, por un momento, que había llegado a un lugar donde sería verdaderamente libre. Pero solo era otra red. Siempre quise irme de la Costa Dorada para crecer, las grandes ciudades te prometen eso. Pero mi hermano tenía razón, no soy capaz de sobreponerme a toda esa basura de la gran ciudad, solo soy una chica de un lugar pequeño... Pero me usaron, Lía, me destruyeron y pisotearon todos mis planes. Y regresé a casa. Odio tener que darles la razón. A papá y a Oliver.

Merlía arrugó por completo el ceño.

—No, Sierra, por Dios. Tu hermano es un estúpido... eh, con todo respeto. Solo porque un imbécil haya intentado usar tu potencial no significa que no puedas levantarte de nuevo. Tienes que regresar.

—Ay, Lía... No lo entiendes.

—¿Qué cosa?

—No puedo volver.

—¿Por qué?

—Estaba discutiendo con él. Con mi maestro. Y él dijo "desearía que todo el mundo viese la zorra incompetente que eres, nadie va a creerte una sola palabra sobre esto. Ahora regresa a tu estúpido pueblo y no regreses nunca más"

—¿Y qué tiene? ¿Cuál es el problema? ¿Que insulta como mi primo de doce años o...?

Sierra rió con tristeza. Se limpió una lágrima apenas visible sin arruinar su delineado.

—Dicen muchas mentiras sobre las sirenas en los mitos. —Merlía no entendió el cambio de conversación. —¿No lo has leído? Dicen que cantamos hasta conducir a los marinos a la muerte, que nuestras lágrimas son perlas y que todas somos irremediablemente hermosas. —la castaña asintió. Sí lo había leído con Lewis. —También dicen que las sirenas puedes concederte un deseo. Pero eso es otra mentira.

Merlía empezó a darse cuenta de lo que quería decir.

—¿Entonces tú...?

—No le cuento nunca a nadie el don que me dio el estanque. La gente solo se aprovecha de eso. —balbuceó. —Se lo conté una vez a alguien. Me dijo que había obtenido toda mi popularidad de mi poder, la fortuna de mi familia, mis buenas notas... Incluso mi carta de la universidad.

—Sierra...

—Es horrible, Merlía. No quiero que vuelvas a quejarte de tus poderes nunca más.

Lía le brindó un abrazo, se sentía cómo si ambas estuvieran a punto de llorar.

—No tienes que contarme nada de esto si no quieres.

—Estoy bien. Quiero contártelo. Igual te estoy usando como práctica para hablar con tu hermana esta noche. —intentó bromear. —Pero sí. Puedo cumplir deseos. —Merlía abrió la boca. —Por favor, no te aproveches de eso.

—No puedo creerlo. Es una locura. —dijo sujetándose la cabeza.

—Tengo limitaciones. Claro. —añadió. —No puedo pedirlos yo misma, por ejemplo. Esa es una de ellas.

—¿Y otra sería...?

—¡Ey, chicas! —Serena apareció en el umbral de la entrada a la tienda alzando y señalando una bolsa de rosquillas. —¿Cómo van? Les traje rosquillas.

—Bien. —Merlía respiró, un malestar agridulce le estrujó el pecho. —Vamos bien.

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Merlía entró en el Juice Net usando uno de los vestidos nuevos que había comprado con Sierra. Localizó a sus amigas de inmediato al fondo del local, se acercó algo avergonzada de haber desaparecido los últimos días. Sin embargo, las tres esbozaron una sonrisa alegre apenas la vieron. Parecían aliviadas de verla.

—¡Lía! —Cleo saltó a abrazarla. —Que lindo tu vestido, ¿es nuevo?

—Déjala, Cleo. —Emma pidió con suavidad. —¿Te sientes mejor? Rikki ya nos contó.

—¿Os ha contado todo sobre mis poderes?

Ellas asintieron.

»Casi enloquezco. Perdón. Realmente no estuve con ánimos de ver a nadie. Perdón por colgar e ignorarlas estos días, no estuvo bien de mi parte. —dijo retorciéndose los dedos.

—Estas bien ahora que es lo importante. —afirmó Emma. —Y no tenemos que hablar de eso ahora.

Merlía asintió.

—Gracias.

—Vale, entonces... ¿Podemos hablar sobre lo de Byron? —Rikki usó su tono con el que solía molestar Emma.

Merlía sonrió.

—¿Qué ha pasado con Byron?

—Oh, acaba de irse. —empezó a contar Cleo. —Le ha pedido a Emma su ayuda para la competición.

Merlía alzó las cejas para Em.

—¿Ah, sí? ¿Y qué le has dicho?

—Que no. Y dejen todas de mirarme así. Lo hace solo porque quiere ganarle a Leo, ya lo escucharon.

Lía iba a comentar algo pero se percató de la figura de su hermana entrando a la cafetería.

—Hola hermosas. —Serena rodeó sin reparos la mesa de Miriam para sentarse con Merlía y sus amigas. Las saludó animosa. —¿Qué hay?

—Lía ya nos contó que tú y Miriam no sois amigas. —Rikki mencionó con un tono triste para luego decir: —¡Felicidades!

Serena rió.

—Ya. Es una pena. La conozco desde siempre. —encogió los hombros. Merlía sabía que a Serena le quedaban amistades fuertes con las chicas de su club de natación. Su hermana era fuerte, sobreviviría. —Y, entonces... ¿qué me cuentan?

—Le decía a Mer que Byron acaba de estar por aquí. Quería que lo ayudara a entrenar. —contó Emma.

Serena rodó los ojos divertida.

—¿Intenta ganarle a Leo, cierto? —entonces sacudió la cabeza. —Pf, nunca he visto a Woods perder.

—Entonces que Lía lo convenza de no participar este año. —Rikki le dio una palmada sonora a la castaña en la espalda. Spoiler: casi se muere.

—¡Ay! —lloró. —¡¿Y por qué yo?!

Serena, Emma, Cleo y Rikki se rieron como si supieran algo que Lía no.

—No pude evitar oír que hablaban de la competencia. —Y lo peor pasó: llegó Zane.

Rikki dejó de reírse. Merlía aprovechó para sobarse la espalda.

Sip. Hablábamos de la competencia, ¿listo para tu segundo lugar de siempre? —Serena sacó su absorbente del batido para señalarlo y luego retirar los grumos como si la presencia del chico no le importara.

Rikki cada vez la admiraba más.

Zane rodó los ojos.

—Que conste que siempre dejo que Leo gane porque es mi mejor amigo. —como Zane era incapaz de discutirle a Serena decidió mentir. Es que no era igual portarse arrogante con alguien mayor, alguien que le daba la vuelta con mucha facilidad.

Emma carraspeó con burla pero no dijo nada.

—Claro, sí. Repitelo hasta que te lo creas. —asintió Rikki. —Pero, ¡oye! tal vez tengas oportunidad este año. Lía va a convencerlo de no participar.

—Oye yo nunca dije eso. —de hecho todavía le dolía la espalda.

Zane rió forzosamente.

—No creo que Lía sea suficiente como para convencerlo. Lo conozco.

—No lo sé, Zane. —a Rikki parecía encantarle molestarlo. —Leo ya le prestó su auto una vez, y todo el mundo sabe que ese auto es la envidia de la Costa Do...

—¿Que hizo qué? Mientes. Leo no me presta su auto ni a mi.

—¿Celoso? —Serena y Emma miraron a Rikki con la cara roja de aguantar la risa.

—Adiós.

Y así como vino, se fue. Fue una charla interesante.

Mi espalda. —Merlía hizo una pose rara indicando que le dolía pero nadie le hizo caso.

—Ay, chicas... —Serena suspiró con las lágrimas casi saltando de sus cuencas. —Tenemos que salir más, a veces, no sé porqué olvido que son tan divertidas.

Rikki hizo una especie de reverencia desde su asiento.

—Deberías venir con nosotras, veremos una película esta noche en casa de Emma. —mencionó Cleo.

—Oh, lo siento. Sierra quiere quedar esta noche, pero sigo abierta para cualquier otro día que me quieran invitar. —se disculpó. —Por cierto, ¿te ha dicho algo a ti, Lía? Parecía querer hablar de algo muy importante.

Merlía sacudió la cabeza fingiendo demencia.

Noup.

—De acuerdo.

Merlía estaba en Mako. Sola.

Suspiró y todo el aire salino calmó sus nervios.

Bien. Era el momento. Tras días de aceptar que su don iba más allá de cambiar el estado del agua, es decir, hacerla hielo o vapor o... Moverla. Finalmente estaba lista para explorar qué podía hacer.

Alzó sus manos y cerró sus ojos. Escuchó atentamente las olas a lo lejos, el susurro de la espuma desvaneciéndose sobre la arena. Intentó  mantener su mente en blanco, despejada, pero la conversación que tuvo con Sierra en la mañana no dejaba de regresar a ella. Le parecía imposible aceptar que existiera gente tan mezquina en el mundo. Hasta que escuchó el tronar no muy lejos.

Pero primero ves el relámpago y después cae el trueno.

Merlía abrió los ojos, se concentró en un punto en la nada. Un espacio pequeño en el medio del mar y lo vió. El trazo en zigzag de la luz que bajaba de las nubes, fue demasiado rápido. Pero estaba segura de que ella le había indicado donde caer. Un segundo después el sonido le quemó los oídos.

—Vale, vale, ya entendí... —habló sola. —Demasiado cerca.

Lía se miró las manos.

Tal vez, si se daba a sí misma la oportunidad de aprender y de descubrirse, de entender y conocer sus poderes, aquello podía no ser un completo desastre.

¡Hola, hola por aquí! ¿Cómo andan? ¿Qué les pareció el cap? Tuvimos tintes más oscuros de lo normal🤔

Tengo una manía muy grave de hacer más de lo que ya viene en la serie, quería otorgarle a Sierra profundidad. Mencioné en capis pasados que amo su personaje y esto se debe también a que tiene muchas capas. Sobre su poder solo quiero decir que me inspiré en la película de Aquamarine, me parece muy útil para la trama pero también muy interesante. Como ella misma dijo es un arma de doble filo. Trabajar con eso será interesante.

Créditos: capítulo inspirado en: Would've, could've, should've y Dear Jhon de Taylor Swift. Al mismo tiempo: Legally Blonde, un pasaje de Hamlet y otro de La fierecilla Domada.

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¡GRACIAS POR LEERME! Y DIGAMOS NO A LOS LECTORES FANTASMA.

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