- 1 6 -

Màu nền
Font chữ
Font size
Chiều cao dòng


"¿Cómo el vacío puede ser tan pesado?"


Llegando comencé a pensar una vez más en todo lo que ha pasado. Honestamente, pensé que ya no estaría aquí. Ver como mi vida ha cambiado tanto en tan poco tiempo, como nada de lo que soy y lo que hago me hace sentir viva, aunque no creo que pueda sentir eso nunca más. Mi vida nunca volverá a ser la misma.

Tomando mi vaso, acompañante de todas mis noches, sigo pensando hasta que su brebaje se acaba y decido que es tiempo de descansar, de cerrar mis ojos y esperar que un nuevo día llegue en el que me seguiré sintiendo igual, otro día más en el que nada cambiará.

Era domingo, yo con resaca y Matilda junto a Cori instaladas en mi casa viendo películas y comiendo como si no existiera un mañana, aunque desearía que no existiera. 

-Adela, ¿cómo estás? ¿Algo que contar?- me decía Matilda y podía adivinar lo que quería saber. Bruno.

-¿A qué te refieres? Estoy bien y no tengo nada que contar-

-¡Vamos! Sé que tienes algo que nos encantaría saber-

-A qué viene todo esto- dije ya sin paciencia. Odio los rodeos.

-Pues no sé-

-¡Tú fuiste!- dije con falso asombro.

-Yo no- dijo Cori.

-Tú le diste mi teléfono a Bruno -dije enojada- Matilda ¿por qué lo hiciste?-

-Es que nunca sales, nunca te veo con nadie. Pensé que sería una buena idea- dijo nerviosa.

-Pues no lo fue. A la próxima pregúntame antes, aunque espero que no exista una segunda vez-

-Lo lamento, ¿estuvo muy mal?- dijo preocupada.

-¡El estúpido trato de besarme! además me hizo preguntas extrañas-

-¡Por Dios! ¿te preguntó si podían tener sexo?- dijo Cori espantada.

-¡No ese tipo de preguntas Cori!- dije ahora riendo- Otras personales-

-Pero que estúpido chico, ya no soy team Badela- dijo Matilda.

-¿Badela?-

-Bruno más Adela- dijo Cori riendo.

-Qué estúpidas son, dios mío. ¿Cómo me puedo juntar con ustedes?- dije ahora riendo a carcajadas.

Y así pasó el día. Estaba agradecida con ellas por hacerme olvidar todo aunque sea por un momento. Aunque no quisiera admitirlo estas chicas empezaban a importarme. Cualquier persona que sacara mi mente de todos esos pensamientos auto-destructivos era bienvenida.

Ya era martes, hoy tocaba mi terapia con Asa y no estaba para nada entusiasmada.

-Cuéntame algo sobre ti-

-Algo como que- dije aburrida.

-Lo primero que venga a tu cabeza-

-Que no quiero estar aquí-

-¿Por qué?-

-Porque no sirve-

-¿Por qué no sirve?-

-No lo sé-

-Si sabes. ¿Por qué no pones de tu parte?-

-Dime, para que voy a contarle a alguien mis problemas si a ese alguien no les importa. No quiero dar pena- dije riendo.

-No estás dando pena. Quizá yo no te puedo ayudar completamente, pero lo que si te puede ayudar es sacar todo lo que tienes dentro-

-¿Sabes qué? Estoy aburrida-

-Aburrida... ¿de qué?-

-De todo-

-¿A qué te refieres?-

- Que no hay nada para mí en este mundo, nada por lo que seguir luchando-

Y esos son mis verdaderos pensamientos y si tanto querían saberlos, los diría. Ya no quería pretender más.

-Estamos todos en el mismo juego; solo que en distintos niveles. Lidiando con el mismo infierno, pero con distintos demonios. No tienes que luchar por algo o por alguien, tienes que luchar por ti-

-Mis demonios ya ganaron-

-Tú los dejaste ganar hasta ahora, pero no es tarde para cambiarlo. Tú puedes hacerlo, puedes hacer lo que quieras si te lo propones-

-Quizá no quiero cambiar, quizá quiero seguir así- 

Ya Adela, bastantes confesiones por hoy.

-¿Por qué querrías seguir sintiéndote así?-

-No lo sé, no quiero hablar más-

-Esa es siempre tu respuesta-

-Y siempre la será, así que acostúmbrate. La sesión ya terminó. Adiós- dije levantándome y saliendo por la puerta.

Cada vez digo más cosas de las que me arrepiento después. Mundo ¿por qué no me cierras la boca?

-

-¿Qué pasa?- me dice Cori mientras almorzábamos. Matilda hoy no había venido a la universidad, algo sobre sus padres.

-Nada, sólo estoy pensando-

-¿En qué?-

-Lo de Bruno, sus preguntas. Aún dan vueltas por mi cabeza-

-¿Qué clase de preguntas te hizo para que aún sigas pensando en ellas?-

-Mm... -

-Está bien, si no quieres decirme no lo hagas- dijo cabizbaja.

-Lo siento Cori, me cuesta-

-Lo sé, Adela. Nunca te voy a obligar a decirme nada. Sé que cuando lo hagas será porque de verdad quieres hacerlo, porque confías en mí- dijo tomando mi mano.

Nunca pensé que Cori se diera cuenta de estas cosas, y que yo no confiara en ella era algo que le afectaba, lo podía notar.

-Me cuesta confiar en la gente, no es nada contra ti-

-Lo sé. No sé qué habrá pasado antes en tu vida, pero quiero que sepas que cuando digo que voy a estar aquí para ti, lo digo de corazón. Tú y Matilda son lo único que tengo aquí. Me han ayudado mucho en este poco tiempo y siempre estaré agradecida con ustedes por eso. Salir de mi casa, llegar a otra ciudad donde no conocía a nadie y que ustedes me hayan hecho sentir bienvenida, y que no me hayan dejado sola es mucho más de lo que podría haber deseado.

-No vas a estar sola nunca- le dije desde mi puesto. No soy de abrazos ni demostraciones de afecto, pero trato de que todo lo que diga sea sincero.

No sé qué me pasó pero sentí la necesidad de hacerle saber que yo no la iba a abandonar, como lo hicieron todos conmigo. Mi corazón tomo el mando en esta situación y lo dejé, aunque quizás la promesa que le hice no duraría mucho, quizá no la podría cumplir.

Ella es como la hermana pequeña que nunca tuve. Cuando la vi el primer día de universidad se veía tan perdida, tan sola que mi antigua yo sintió la necesidad de hacer que nunca más se sintiera así. Desde el momento en que vi a Cori me recordó a la Adela del pasado, la Adela cariñosa, feliz y esa misma le exigió a la Adela del presente hacer todo lo posible para que ella no se sintiera como yo en ese momento. En el mismo segundo en que la Adela antigua hizo esa exigencia, la nueva yo la desechó por completo. Estaba en conflicto, aunque en el fondo de mi helado corazón sabía que quería que ganara la nueva Adela. Pensaba en que no quería que Cori llegara al punto de sentirse vacía, porque eso no se lo desearía ni a mi peor enemigo, pero todo esto estaba en contra de una importante promesa. Así que decidí olvidarme de eso y seguir con mi vida, no preocuparme de ella ni de Matilda ni de nadie. Siendo sincera quería que no significaran nada, ninguna de las dos, pero estas cosas, estas pequeñas conversaciones que tenemos a veces hacen que piense más de la cuenta. No quiero traicionarme a mí misma. No quiero cambiar todo lo que deseaba para mí, cambiar lo que una vez me prometí... que no amaría a nadie nunca más.

Asa P.D.V.

-Quizá no quiero cambiar, quizá quiero seguir así- Me decía la chica vacía que estaba sentada incomoda al frente de mi.

Que le pasó para que llegara a sentir que no tiene arreglo y para estar segura de que no lo quiere. Por qué situación pasó para que su vida no tuviera sentido. Puedo notar que no quiere estar aquí, ni en ninguna parte. Que no quiere existir más, aunque espero que me equivoque. 

-¿Por qué querrías seguir sintiéndote así?- Le pregunto genuinamente preocupado. Aunque sé que no estoy mucho mejor que ella, yo si quiero estar mejor, sentirme mejor. 

-No lo sé, no quiero hablar más-

-Esa es siempre tu respuesta- dije con poca paciencia.

Sé que ella necesita mucho tiempo, que este es un proceso lento. Quiero estar aquí para ella, quiero ayudarla, aunque me termine destruyendo a mi también en el proceso.

-Y siempre la será, así que acostúmbrate. La sesión ya terminó, adiós- dijo levantándose y saliendo por la puerta.

Esto me va a costar, Adela, pero no te dejaré sola. 


Bạn đang đọc truyện trên: Truyen2U.Pro