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Cori


Estos días o semanas han sido muy extrañas sin Adela, sin mi mejor amiga. No podía estar tranquila, nadie podía.

Estábamos todos tan preocupados. Nos pasábamos los días buscándola, tratando de averiguar dónde estaba, como estaba.

Con Matilda y los chicos ya no sabíamos que hacer, con quién hablar más de lo que ya lo hemos hecho, ya que nadie sabía nada. Habíamos pedido información sobre ella en la oficina de la facultad y no habían querido darnos ninguna ya que no éramos familia, pero creemos que ni siquiera ellos sabían dónde estaba.

A Asa se le notaba muy preocupado. Todos los días mandaba mensajes preguntando si sabíamos algo de ella, además quedábamos todos los días en el patio de la facultad para hablar, pensar donde podría estar, para acompañarnos, darnos ánimo y no pensar en lo peor. Aunque en el fondo sabíamos que algo malo tenía que haber pasado para no saber de ella en tanto tiempo. Sea como sea, Adela siempre estaba preocupada de mí y Matilda, siempre mandando un mensaje, siempre preguntando tonterías, por eso estábamos seguros de que algo no andaba bien. Me di cuenta en estos días que Asa de verdad la quería y creo que él lo aceptó hace poco también.

Con Siro estoy sorprendida. Nos ha ayudado mucho. Nunca pensé que iba a ser tan buen chico, siempre ahí con nosotros. Nos habíamos convertido en una especie de grupo, los cuatro, todo por Adela. Si me hubieran dicho a principios de año que el chico pesado, fiestero, coqueto y molesto se convertiría en una persona tan cercana a mí, probablemente me habría reído hasta vomitar.

Lo único bueno que esta situación había traído fue el juntarnos, porque no creo que por nuestra cuenta podríamos llevar esto como lo estamos haciendo.

*

Hoy me tocaban las clases particulares con Siro, que debo decir iban muy bien ya que había subido mucho sus calificaciones y eso me tenía más orgullosa a mí que a él. Aunque debo decir que hoy no era yo completamente, no me sentía nada de bien y mis emociones estaban por todo el lugar.

-Hola Corina- llegaba un Siro sonriente como siempre.

-Solo empecemos- dije sin ganas de aguantar sus bromas por hoy.

-¿Qué pasa?- me decía preocupado.

-Nada, solo sacas tus cosas y empecemos- No quería llorar, menos frente a él. Había evitado hacerlo delante de todos ellos por todos estos días y no sabía si podía seguir aguantando.

El tratar de evitarlo fue peor. Comencé a recordar todo, a Adela, a mi familia. Echaba tanto de menos a todos, a mi casa. No me gustaba sentirme sola, y me siento más así desde que ella no está.

-Cori, mírame. No haremos nada contigo así- dijo acercándose a mí, tomando mis manos- Venga, háblame-

Sin aguantarlo más, lágrimas comenzaron a caer por mis mejillas. Siempre pensé que Adela llegaría en algún momento, siempre pensé que no podría sentirme más sola de lo que me sentía. Siempre pensé que sería feliz en todo momento, nunca que tendría tantos altos y bajos. Pensé que sería fácil, pero nada es como uno lo imagina.

-Y si está herida, o en el hospital, o la secuestraron. ¿Qué vamos a hacer, Siro? Tenemos que hacer algo, por favor- dije ya sacando todo lo que tenía acumulado.

-Hey, tranquila- dijo tomando mi cara con sus grandes manos, mirándome a los ojos.

No pude evitar sentir mariposas en mi estómago. Pero ¿qué me está pasando? ¿Por qué me siento tan rara con él? Si a mí me gustaba Theo... pero no puedo negar esto. Aquí en sus brazos me siento bien, menos sola. Segura.

Me di cuenta de que él siempre ha estado ahí, desde esa fiesta. Yo que lo veía molesto, en realidad era preocupación. Siempre un mensaje, un "¿cómo estás?" y yo sin darme cuenta de lo que tenía en frente. Quizá estoy malinterpretando todo, pero qué más da. Al soltarlo y mirarlo nuevamente todo vino a mi como un remolino y no pude aguantarme más. Comencé a analizar su cara, a mirar fijamente todos sus rasgos. Sus hoyuelos, sus ojos de ese verde tan intenso, sus tatuajes. Sin pensarlo más lo agarré de su camisa y ¡pum! lo besé.

Estaba besando a Siro. Sus manos en mi cara, mis manos enredadas en su cuello. Fue tan gentil, tan tierno, tan... hermoso. Mil sensaciones recorrían mi cuerpo, mi estómago tenía una batalla dentro y no quería que acabara. Quería quedarme así con él por siempre.

Al separarnos supe lo que había hecho. Mi cara se tornó de un rojo carmesí y no sabía que se podía llegar a sentir tan avergonzada.

-Lo siento. Lo siento. No quise hacerlo. Bueno, la verdad es que, si quería, pero quizá tu no, quizá malinterpreté todo. Quizá tú me odias y yo te quité un bes- Sin dejarme terminar me agarra de la cintura y me levanta con tanta naturalidad que lo único que pude hacer fue reír y al bajarme al suelo me da un tierno beso en los labios.

-Quería dar yo el primer paso, pero te me adelantaste- dijo y se le escapó una risita que creo que es el mejor sonido que he escuchado en mi vida- Eres más osada de lo que pensaba Corina-

-Espera, ¿quieres decir que yo te gusto? pero ¿por qué? - dije confundida. No podía ser que alguien como el, tan guapo, tan libre se fijará en alguien como yo, que soy lo más cuadrada que existe.

-Por supuesto que me gustas, es decir, mírate. Eres la chica más hermosa que he visto en mi vida- dijo rodeándome con sus enormes brazos y al hacerlo su mentón quedaba justo para apoyarlo en mi cabeza. Este chico era muy alto o yo era muy pequeña.

-Creo que tú también me gustas- dije mirándolo.

-¿Como que crees?- dijo ofendido- Ven aquí- y comenzó a hacerme cosquillas.

En ese momento llegó el encargado de la biblioteca con una cara de querer asesinarnos.

-Estamos en una biblioteca. Tengan respeto y cállense o fuera de aquí-

-Vamos. Nuestra primera cita nos espera- dijo tomando mi mano.

No pude evitar sonrojarme al tomar su mano y salir de la biblioteca. Al hacerlo pude ver por el rabillo del ojo a Matilda a la salida, la miré y me sonrió con un guiño. Esa chica podría ser adivina. Theo estaba con ella con una mirada perpleja, pero no me importaba. Tenía al mejor chico aquí, a mi lado y tenía confianza que las cosas iban a arreglarse.

Todo mejorará y Adela aparecerá, lo sé.

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