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"Me extraño, a la vieja yo. La feliz. La brillante. La sonriente. La risueña. La que ha desaparecido. La que ya no está"


Eran las 8:30 pm, la fiesta empezaba a las 10. Le pregunté a Matilda que porque habían venido tan temprano y me respondió que era porque necesitábamos tiempo para vestirnos y arreglarnos... en plural. No entiende que a mi no me importa arreglarme y menos para "chicos". 

Me sentía extraña en esta situación. Era algo con lo que no estaba familiarizada. Personas a mi alrededor, en una situación que para todos sería completamente normal pero para mi era lo más sin sentido que me había pasado hasta ahora. Tener "amistades", ir a "fiestas", "arreglarse", son cosas que no me imaginé haciendo después de todo lo que ha pasado. 

Mi mente viajaba a momentos del pasado, recordaba situaciones con las amistades que tenía antes, amistades que habían resultado más falsas de lo que podría haber imaginado y no puedo evitar pensar que estas chicas resultarán siendo iguales que todos los demás. Por eso no me puedo dar el lujo de acercarme, de bajar mis defensas, de destruir mis barreras. 

Ésta Adela tiene que estar siempre alerta, para que así nada la tome por sorpresa.

Estaba escogiendo la misma ropa que uso todos los días, cuando Matilda me la arrebata de las manos y la arroja al suelo.

-Pero, ¿Qué haces?- dije ya enojada. Mi ropa no se toca.

-Después me lo agradecerás. Te traje algo lindo- me dice con su típica cara de felicidad.

-No, no, no. Estuve de acuerdo con ir a la fiesta, no de vestirme como fresa- 

-No es vestirte de fresa. Además lo que traje es de tu estilo, prometo que te gustará. Solo échale un vistazo- 

Me pasa la ropa y la empiezo a analizar. Era una falda corta, pero no tanto, negra, con un top burdeo.

-La puedes usar con tu chaqueta de cuero, que sé que no te la sacas por nada del mundo. Además queda bien con tus botas negras- dijo Matilda guiñándome el ojo.

Me gustó más de lo que admitiré.

-Está bien- dije de mala gana.

-Admite que te encantó- dice Cori.

-Nunca- dije mirándola feo.

-Ahora vamos contigo, Cori- dijo Matilda- te traje un pantalón blanco, con un top rosa y bueno tus ballerinas porque sé que no sabes usar zapatos altos-

La verdad es que ese conjunto gritaba por todos lados Cori, pero una Cori mejorada.

-¡Me encanta!- dice Cori.

-Y para ti, ¿qué?- le pregunté a Matilda.

-Bueno para mi traje un vestido rojo, es simple pero llamativo- dijo orgullosa de lo que mostraba.

Si... justo como ella.

-Sabes, tu estás perdiendo el tiempo en nuestra carrera, deberías estudiar algo con moda- dice Cori comenzando a probarse su ropa.

-Ustedes saben que eso no me dará mucho dinero, tendría que ser excelente y sé que no lo soy. Pero es un hobby en el que quiero participar activamente- dijo más pensativa que de costumbre- Y ahora, el maquillaje-

-Olvídalo, yo me maquillaré- dije ya sin paciencia.

-Por lo menos déjame tratar de hacer algo, no te arrepentirás o ¿te fallé con el outfit?- me dice Matilda con su cara de ganadora. 

-Me arrepentiré de esto- 

Una hora después y las tres nos miramos al espejo.

Y era yo, pero una yo más ¿linda?, no lo sé, pero me gustaba. Estaba maquillada con un negro colocado perfectamente sobre mis párpados, y unos labios de un rojo oscuro, muy oscuro. Mis mejillas resaltaban como nunca y además brillaban un poco. Odiaba admitirlo pero Matilda hizo un buen trabajo. Con las tres.

-¿Y?, que me dicen- dijo Matilda orgullosa.

-¡Me encanta!- grita Cori y la abraza.

-Estoy esperando Adela- me dice mirándome desafiante.

-¿Qué quieres que te diga?, hiciste un buen trabajo- dije sin importancia.

-Siempre tan fría- dice Matilda.

-Fría como el hielo- dice Cori y rompen en carcajadas.

-Chistoso, muero de la risa- dije mirándolas lo más feo que pude

-Bueno, vamos. Tenemos que hacer una gran entrada- dice Matilda agarrando su bolso y dirigiéndose a la puerta. Mundo, ¿en qué me metí?.

Esta situación se sentía normal. Como una chica cualquiera, que tiene amigos, sus padres vivos. Como una chica que no está sola, que no se destruye cada noche al ir a su cama, que no se levanta todos los días deseando que no hubiera despertado. Una chica que puede sentir, que quiere sentir. Una chica que desea vivir, pero que no soy yo. Esa chica se siente demasiado lejana. 

Y yo nunca llegaré a ser como ella.


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