El Aprendiz de Zeus Cap.1

Màu nền
Font chữ
Font size
Chiều cao dòng

TOM
----------------------------------------------------------

Desperté sobresaltado cayendo de una cama...

Esperen… Yo no dormía en una cama tan cómoda y tampoco en una habitación tan bonita de madera al estilo de una cabaña. Tenía puesto una camisa y pantalones blancos pero no recordaba nada, solo cuando toqué... Aquel rayo.

—¿Dónde estoy? —me pregunté a mí mismo.

Confundido, miré la habitación, era pequeña pero bonita, habían pinturas en las paredes que ignoré y una ventana, me asomé en ella y vi que estaba en una gran colina, había grama verdosa y sólo veía montañas alrededor, ni una ciudad o pueblo cerca o lejos de mi vista.

—Síp, estoy muerto —asumí.

(La ropa blanca ya lo dijo todo)

Decidí salir de la habitación, entré a lo que parece la sala de la casa, habían mesas y sillas de madera, cocina, otras puertas que me daban mala pinta y jarrones.

—¿Hay alguien? —pregunté alzando un poco la voz pero nadie respondió. Había una jarra y un vaso de agua y sin pensarlo me tomé muchos vasos a ver si estaba soñando o si en realidad estaba muerto y aún no lo sabía.

—No lo estoy... —seguía vivo de alguna forma, revisé dentro de la camisa a ver si mi cuerpo tenía algo pero nada. No había nada raro, ni una cicatriz o marca sospechosa.

En ese momento llegó a mi mente Jessie y el Bosque Quinés. Salí de la cabaña descalzo, mala idea ya que me puyaban las pequeñas rocas del suelo, corrí pero me detuve al ver un camino de rocas incrustadas que dirigían a la punta de la colina, la casa no estaba en la punta, estaba llegando a la punta de la colina. Dudaba en subir ya que son piedras y eso me matarían los pies, y una casa en un lugar así es demasiado raro.

—Ya qué... —subí a ver si había alguien, sacrificando mis pies.

Al subir a la cima, después de forzar las plantas de mis pies, me encontré con una mujer de espalda, su cabello era castaño claro y liso, llevaba una falda larga hasta los pies, de color blanco, no he visto su cara pero ya pienso que es hermosa con solo ver su cabello.

Caminé lentamente sin hacer ruido, parecía estar concentrada viendo el cielo azul o el más allá de la colina, ella debe saber lo que me pasó y tal vez ella fue quien me salvó de ese lugar extraño.

Estaba detrás de ella pero distanciado, como a tres pasos para llegar a ella. Quería hablar y saber por qué estoy aquí y no con Jessie.

Tomé aire y decidí hablar.

—Em… Disculpe, señorita, ¿sabe dónde estoy? No recuerdo nada de lo que pasó ayer o cuando haya pasado, sólo sé que entré a un palacio dorado como el oro y que al final toqué un rayo o algo así y perdí la conciencia. Quería saber si usted tenía una respuesta... —hablé apenado por de seguro desconcentrarla.

La mujer se dio la vuelta, era una mujer mayor que yo por su aspecto de treinta años, sus ojos eran verdes y tenía pecas en su nariz, su piel era muy clara, sus labios eran pequeños y rosados, glorioso, perfectos y provocadores, estaba bobo por su belleza, tan bobo que caí al suelo.

—A-Ay, lo-lo siento —me levanté de inmediato apenado pero ella rió al verme caer y levantarme.

(Se burló de ti)

Y-Yo lo siento, es q-que… Tú eres muy bonita —le dije mirando a otro lado menos a sus ojos verdes. Estoy seguro de que estaba sonrojado.

—No hay problema —dijo ella, su voz era la de una diosa, suave, hermosa de escuchar y dulce, una voz que deseabas escuchar al despertar por las mañanas. Mis piernas se doblaron y iba a caer otra vez pero ella me tomó de la muñeca izquierda y me sostuvo para que no cayera y al final rió otra vez —¿Por qué te caes? —preguntó entre risas.

—N-No lo sé —le dí un leve golpe a mis piernas tontamente —. No me dejen en pena.

Ella volvió a reír pero ahora a carcajadas, parecía divertise pero yo pasé un momento de pena y era un punto menos para tener alguna oportunidad con ella.

Luego de tener de nuevo el equilibrio decidí ir en serio.

—¿Sabe lo que me pasó? —ella miró mis ojos, ignoró mi pregunta y se quedó observándome directamente a los ojos en silencio.

—Dime tu nombre —pidió ella amablemente.

—Espere, yo…

—Dime tu nombre —volvió a pedir con una hermosa sonrisa en sus labios sin despegar su mirada de mí.

—Es que…

—Dime tu nombre —siguió pidiendo ignorando mis palabras.

—E-Está bien. Soy Tom McFly, de seguro querrá saber mi edad también, ¿no? —ella asintió —. Veintiún años.

Sonrió y se acercó a mi rostro tanto que me puse nervioso, sentía su respiración chocar conmigo. Ella juntó su frente con la mía, sentí su presencia muy cerca de mí.

—Es un gusto para mí conocerte, Tom —dijo penetrándome con su hermosa mirada y sonrisa.

—¿Q-Qué me pasó? ¿Dónde estoy? ¿Quién eres? —tenía muchas preguntas y ella parecía saberlas para responderlas.

—Despertaste en mi cabaña y cambié tu ropa de vagabundo por esa.

—¡¿Me vio desnudo?! —ella rió de nuevo.

—No, pero casi —me guiñó un ojo coqueta —. Pero antes de que te explique todo, déjame presentarme. Soy Afrodita, la Diosa del Amor.

Esto es un sueño, ¿verdad? Díganme que lo es...

—No... —mis piernas volvieron a doblarse, ella me sostuvo antes de caer —Usted no puede ser la Diosa Afrodita, no... ¡No puedo creerlo! —mi voz se quebró y hablé como una niña por la emoción y por lo incrédulo que estaba.

—Sí lo soy. Soy hija de Zeus y parte de los Dioses del olimpo.

—¡¿Qué?!

(Oh, mierda)

Estuve en shock por unos momentos. ¡Son reales! ¡Zeus y sus dioses son reales y justamente tenía a una hija de él de frente! Entonces… Eso significa que…

—Tú entraste al Olimpo inesperadamente, te encontramos en una de las habitaciones de Zeus. ¿Cómo entraste? —preguntó con expresión serena, buscando la respuesta con un poco de exigencia.

(Es una diosa, responde de la manera más respetable)

—¡Eso me pregunto yo! Mire, estaba huyendo de guardias porque había robado oro de un palacio… De otro palacio, pero entré en un edificio similar a un templo con pilares en la entrada y me encontré con otro palacio extra gigante de color dorado que de seguro era de oro. Creo que lo era... —no fue la respuesta que quise darle, quise ir lento y suave pero le expliqué a toda velocidad con entusiasmo de saber cómo entré al Olimpo.

(Aún estoy tonto por la belleza de la diosa más hermosa que pueda existir en Grecia)

Ella puso su mano derecha en su cara golpeándola.

—Zeus le dijo a Apolo que no dejara sus pequeños palacios por ahí desprevenidos.

—¡¿Apolo?!

—No importa. Pero, ¿qué te pasó? —se veía interesada en querer escucharme.

—Yo... Entré y tomé uno de los caminos a la derecha y entré a una sala y encontré una lanza o un rayo en el centro y quise tomarla pero se enganchó a mi mano y luego caí.

—Querrás decir «quise robarla»
—replicó ella con sus ojos entrecerrados y con una sonrisa malvada.

—¿Qué? ¡No, no! —negué, mintiéndole, en verdad sí quise tomar el rayo, no robarlo. Inesperadamente, ella me golpeó la frente con la palma de su mano izquierda —¡Oiga! —siguió golpeándome —¡Diosa Afrodita!

—¡Intentaste robarle a Zeus y tú, un ladrón mortal, entró al Olimpo! ¡Mereces un castigo despiadado! —intentaba darme otra vez pero yo me separaba de ella y esquivaba rápidamente, parecíamos niños jugando. No debía alejarme de tal belleza y diosa pero lo hacía para que no me pegara.

—¡No! Bueno… Sí ¡pero no!

—¡Ajá! Lo admitiste —unas cadenas rosas salieron de la tierra y me tomaron los pies y me hicieron caer al suelo.

—¡Yo robo para sobrevivir, es una razón, no es para beneficiarme! —le dije pero estaba incrédula. Se subió encima de mí y en ese instante me sentí único y bendecido, además de excitado, sin embargo, siguió pegándome una y otra vez rápidamente la frente, no dolía pero era fastidioso —¡No! ¡Deténgase!

—¿Qué hiciste con el rayo de Zeus? —preguntó siguiéndome pegando.

—¡No lo sé, yo pensé que había muerto!

—De alguna forma sobreviviste a los efectos del rayo y eso nos alertó a todos.

Afrodita no dejaba de pegarme, me estaba enojando y quería que me dejara en paz, no sabía que estuve en el Olimpo de los Dioses y que intenté robarle al gran Zeus.

En esos momentos unos rayos inesperadamente salieron de mi cuerpo al exterior e hicieron que Afrodita se separara rápidamente, quedó alucinada viéndome con terror en sus ojos.

—Oh, no. Lo siento, de verdad, no quería hacerlo. Escuche, diosa Afrodita, no sabía que entré en el palacio y menos que lo que toqué era algo de Zeus. Lo siento, pero… ¿Qué me está pasando? Salieron rayos de mí y yo no uso magia ni tengo poderes.

Afrodita no hablaba, estaba impactada por lo que hice pero yo no sabía tampoco lo que hice, me sentí extraño cuando sentí esos rayos salir de mi cuerpo. Me levanté y me acerqué a Afrodita y le extendí mi mano para levantarla.

—¿Está bien? —ella asintió con miedo y se levantó.

Miró el suelo por unos momentos y empezó a respirar por la boca desesperadamente, luego me miró a los ojos, tenía miedo.

—Acompáñame —tomó mi mano derecha y repentinamente aparecimos en aquel palacio donde yo aparecí, todo era dorado y sentí un revuelto en el estómago al ver todo. Afrodita me jaló y empezamos a caminar rápido —. Esto es malo... Esto es malo... —repetía esa frase muchas veces entre ella misma.

—Diosa Afrodita, ¿qué pasa? ¿Qué me pasa? —no me respondía, me seguía jalando dirigiéndome a un lugar, pasábamos de puerta en puerta, diferentes palacios y cuartos.

(Ya me estaba mareando)

En un momento se detuvo al frente de dos puertas dobles y me miró.

—Escucha, tú obtu… —la puerta se abrió detrás de ella interrumpiendo lo que estaba diciendo y de ella salió un hombre, su cabello era rizado y sus ojos color azul celestes, miró a Afrodita seriamente pero al verme frunció el ceño sorprendido.

—¿Es él? —su voz era suave y transmitía paz y amabilidad. Le preguntó eso a Afrodita y ella asintió.

El hombre vestía una camisa blanca con una coraza de cuero y una falda de batalla blanca y botas de cuero con una espada envainada en su espalda, se acercó a mí y me puso contra la pared con toda facilidad y me miró con furia.

—¿Quién eres y cómo entraste al Olimpo, mortal? —preguntó.

—¡Soy T-Tom McFly, y solo entré a un edificio y llegué aquí!

—Llego a través de uno de tus mini templos —le explicó mejor Afrodita, el hombre al escucharla la miró con sorpresa —. Oh, sí, es tu culpa, Apolo.

—¡¿Él es Apolo?! —pregunté sobresaltado. Otro Dios frente a mis ojos. Los dioses no se presentaban ante nadie, y yo tenía enfrente a dos. ¡Debería sentirme orgulloso, pero ellos parecen querer matarme!.

Apolo me soltó y empezó a hablar con Afrodita.

—Zeus está enojado, y si lo ve, querrá matarlo —le dijo.

(¡Sabía que estaba en un gran problema!)

—No lo hará si no se lo permito.

—Mi madre te hará a un lado.

—¡¿Puede alguien explicarme qué está pasando?! —tercié en medio de los dos de manera irrespetuosa. Apolo se giró para responderme.

—Supongo que tomaste el rayo de Zeus y quedaste vivo. Eso significa que tienes los poderes del Dios del Trueno.

(¿Los poderes de Zeus? ¡Tengo los poderes de un dios!)

¡Tengo los poderes de Zeus! —empecé a celebrar bailando y saltando de un lugar a otro. Sigo vivo y tengo ahora poderes, Jessie estará feliz con la noticia.

—Tom, esto es serio —dijo Apolo con serenidad.

—¿Por qué? ¿No les sorprende ver a un nuevo Dios del Olimpo y a un nuevo Zeus? Podré ser el sucesor del gran Dios de Grecia y podré ser el padre de Afrodita —otra cosa por celebrar. Apolo se golpeó la cara con su mano y Afrodita se sonrojó.

—Así no funciona, Tom, todo al contrario, y no serás mi padre ahora, ni un dios. Ahg, mortales...

—¿Ah? —dejé de celebrar en ese momento.

—Zeus te matará si te ve, es imposible que un mortal entre al Olimpo sin nuestro permiso.

—Pero fui el primero en hacerlo —añadí victorioso.

—Y hubieron consecuencias. ¿Ya mostró sus poderes? —le preguntó a Afrodita y ésta asintió —Vaya, esto es muy malo.

(Ayúdenme)

-----------------------------------------------------------

Ejem ejem *pone expresión incómoda*.

A ver, ¿qué opinaron del inicio? ¡¿Qué opinan de Tom y la aparición de Afrodita y Apolo?! Recuerden que ellos fueron quienes aparecieron en la primera historia y tendrán su protagonismo aquí. Espero su voto y sus hermosos comentarios ;)

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen2U.Pro