El Aprendiz de Zeus Cap.2

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—¿Tienes alguna idea para calmar las cosas? —me preguntó Apolo dando vueltas en círculos desesperado como si yo fuera el culpable del problema.

—Supongo que pedir disculpas e irme de aquí.

—Disculparte sí, pero irte no. Máximo harán algo contigo, eres un mortal, pero tienes los poderes de Zeus, no se sabe lo que eres ahora.

—Un mortal con poderes mágicos o de un dios —respondí. Era lógico.

—Semidiós —corrigió Afrodita por su parte. Una diosa me declara como Semidiós.

—¡Soy un Semidiós! —empecé a celebrar de nuevo como hice hace unos momentos.

Mientras celebraba, veía a Afrodita sin expresión en su rostro con los brazos cruzados, escuché las risas de Apolo y me detuve.

—Estás en graves problemas, ¿y aun así te ríes? —preguntó risueño y yo asentí como si estuviera hablando con un amigo y no con un dios —Me agradas, Tom, pero esto es un grave problema.

Suspiré antes de hablar, imponiendo seriedad ahora.

—Lo siento mucho, no pensé que todo esto pasaría con tan sólo huir de unos guardias. Fue un error haber tomado esa cosa.

—Ya es tarde para arrepentirse. Acompáñame, debo presentarte ante todos —Apolo tomó mi antebrazo derecho y me llevó con él pero yo me negaba y mi frenaba pisando con fuerza el suelo.

(Me está entregando)

¡No, no quiero ir! ¡Diosa Afrodita, ayúdeme! —le pedí ayuda pero ella negó con la cabeza caminando detrás de mí.

—Es lo mejor, Tom. Tal vez no te hagan nada —dijo Apolo como si fuera algo simple.

(Cosa que no lo es)

¡Pero hay una alta posibilidad de que muera en manos de ustedes!

—En realidad, no —refutó Apolo y eso me alivió un poco —, pero tal vez sí
—volví a desesperarme y intenté zafarme de su agarre.

***

Estábamos frente a unas grandes puertas dobles que llegaban a la altura del techo, se escuchaban ruidos y discusiones dentro, eran los dioses. Estábamos afuera y Apolo estaba esperando el momento para entrar conmigo y con Afrodita, quien intentaba calmarme con caricias, caricias de diosa.

—Sólo será un momento —decía ella mientras acariciaba mi cabello a mi derecha.

—Son unos traidores, pensé que harían entre ustedes dos una especie de rebelión para defenderme pero en vez de eso me entregaron a la justicia—les reproché con el ceño fruncido recibiendo pequeñas caricias de Afrodita.

—Lo hacemos por tu bien —replicó Apolo.

—Oh, gracias por tu ayuda —le agradecí sarcásticamente. Ya no me importaba que fueran dioses y que necesitaran respeto.

—Tu cabello es raro, es de color rojo sangre, nunca había visto a alguien con este color de cabello.

—Yo tampoco...

Soy huérfano, nunca conocí a mis padres, Mort y Jessie me encontraron y me dijeron que estaba en un callejón en una canasta de pan, un poco raro y triste a la vez, y crecí con ellos y después los vi como mis hermanos mayores. Me enseñaron muchas cosas y siempre estuvimos solos pero siempre juntos ante las adversidades y deben estar preocupados ya que los dejé.

—Es hora —avisó Apolo, se me puso la piel de gallina en ese momento al escucharlo anunciar eso.

—¿No puedo morir de una vez? —Apolo me miró con obstinación y lo entendí —Okey.

Pasé primero que ellos, las grandes puertas se abrieron, dentro habían una gigantesca sala redonda con tronos a los alrededores formando un círculo y el más grande estaba al frente y supuse que ese era el trono de Zeus. Habían diez en total y tragué saliva, Apolo y Afrodita entraron detrás de mí.

Todos se callaron al verme y sentía todas sus miradas fulminantes y amenazantes en mí. Apolo pasó al frente y tosió antes de hablar.

—Hermanos y hermanas, he aquí el mortal que se infiltró en el Olimpo —Apolo me señaló y me sentí culpable sin tener la culpa.

¡Así que es él! —exclamó un hombre con sorpresa amargada, su cabello era muy largo y castaño oscuro con barba larga. Tenía un tridente en la mano.

(Poseidón)

Su cabello parece un tomate —dijo un joven igual a Apolo con un libro en la mano derecha.

Decían insultos irónicos contra mí, me sentí un poco incómodo, ¿así me iban a matar o hacer algo?.

—¡Oigan, con todo respeto, preferiría que fueran al punto de esto y que no insultaran mis rasgos! —exclamé en voz alta y sin rodeos hartado de escuchar diferentes palabras malas contra mí.

—Parece que tiene muchas agallas —dijo un hombre, era muy musculoso, el más musculoso del lugar para mí, parece un guerrero espartano.

—¿Cómo un mortal con ese color de cabello entró en este lugar? —preguntó una mujer al lado de Zeus, su cabello estaba recogido y parecía ruda por su voz grave y su expresión serena.

—Pregúntenselo a él —señalé a Apolo, era mi venganza.

(Es tu hora, Apolo)

¡Tom! —regañó Afrodita.

—¿Qué? El responsable es él —miré a Apolo, éste me miraba decepción pero sabía que era su culpa. Ahora que estoy aquí puedo ejercer el poder.

(¿Aun así sabiendo que te pueden matar por hablarles irrespetuosamente?)

Sí.

—Explícate, Apolo —pidió la misma mujer acomodándose en su trono para escuchar a Apolo.

Apolo se puso tenso y se rascó la nuca.

—Bueno… Es que por accidente... Dejé uno de mis pequeños templos en el mundo real —explicó con vergüenza sin mirarles la cara a los dioses.

Todos se decepcionaron de Apolo, lo supuse por sus murmullos bajos y quejas. Rayos. Sí era en serio.

—Te dije que no dejaras esas cosas afuera.

El que habló fue el mismísimo Zeus, su voz era muy grave y era la voz de un líder duro y valiente, además de tenebrosa de escuchar con seriedad, pero esta vez habló sin enojo ni expresión en su rostro.

—L-Lo siento, no volverá a pasar.

—¡Eso dices siempre, hermanito! —terció el musculoso que se acomodó en su trono para verme mejor —Bueno, ustedes sacaron conclusiones de que él tiene los poderes de Zeus, pero hay que ponerlo a prueba por nosotros mismos.

¿Acaso insinuaba en querer pelear conmigo?

—No vas a pelear con este mortal, Ares —le negó la mujer.

—¿Ares? —musité con terror en mi voz, el Dios de la Guerra quería pelear conmigo, no sé si sentirme especial o, a estas alturas, muerto.

—Si le dejan pelear contigo, de seguro morirás —susurró Afrodita a mi izquierda.

Tragué saliva de nuevo y sentí un escalofrío recorriendo toda mi espalda.

—Tiene razón. Si sobrevivió al efecto del rayo, entonces tiene el poder de mi hermano —dijo Poseidón —. Estoy de acuerdo con que el chico tenga un pequeño encuentro con Ares a ver qué hace y de qué es capaz ahora.

—¡No, yo no estoy de acuerdo! —negó la mujer al lado de Zeus con cólera.

—¡Yo tampoco! —exclamó Afrodita.

—¡Yo sí! —dijo el del libro, casi todos estaban igualados entre sí y no y esperaban la decisión de Zeus, él me miraba fijamente a los ojos y sentía que me estaba comiendo con solo su mirada, la más importante de todas.

—Hazlo, Ares —Zeus le concedió el permiso a Ares —. ¿Qué tipo de combate eliges?

—¡A puños! —vociferó Ares con emoción, se pareció a un niño al gritarlo.

—¡No, no quiero pelear! —dije exponiendo mi miedo.

—Pues tendrás que hacerlo.

—¡Ésto valdrá más que la pena! —exclamó Ares chocando su puño derecho contra su mano izquierda, ansioso y listo para golpearme — ¡Prepárate, mortal Tom!.

—Hermes y Apolo, preparen al chico
—ordenó Zeus y todos se levantaron de sus asientos —. El combate empezará en instantes en el coliseo —avisó al final. Caí arrodillado en un total shock, iba a enfrentar a Ares y estoy seguro de que moriré y ni siquiera sé si puedo usar mis nuevos poderes o qué. Hermes era el del libro y se acercó a mí al igual que Apolo, Afrodita se largó con la mujer que estaba al lado de Zeus, se largó protestándole algo.

—Estoy muerto —musité frente a ellos.

***

Apolo me dio una ropa igual a la suya, estábamos en los adentros del coliseo del Olimpo preparándome, sabía defenderme y golpear pero no sé si eso serviría contra Ares, un Dios.

—No pienses que estás muerto —Hermes parecía mi coach, diciéndome qué hacer y dándome indicaciones y consejos —. Mira el lado bueno: tienes los poderes de Zeus.

—Pero no sé usarlos o despertarlos, sólo pasó una vez y fue con Afrodita —le expliqué con un poco de depresión en mi voz.

—Ouh. Entonces sí estás muerto —admitió.

—No seas así con el pobre. Intenta al menos esquivarlo, lo que es imposible —decía Apolo pero sólo me atormentaba con cada palabra referente a Ares. Jamás creí entrar a éste lugar y llegar a conocer a los dioses así.

—No sé si me están ayudando o me están asegurando que voy a morir y están aquí para despedirse de mí.

De lejos vimos a un hombre acercándose, era cojo y llevaba un bastón para apoyarse, llevaba pantalones largos y un chaquetón oscuro con una camisa negra dentro, y era un poco desfigurado en su rostro y venía con una espada enfundada en su mano libre. Él debía ser un dios pero no logro reconocer quién es.

—Hola, Tom, ¿sabes quién soy? —preguntó al llegar.

Negué pero intenté adivinar.

—¿Un semidiós? —creo que en realidad lo era, se lo tomó en serio pero no se molestó.

Apolo y Hermes aguantaron las risas por mi adivinanza equivocada.

—Ups, l-lo siento mucho.

—No importa. Soy Hefesto, el Dios del Fuego y de la Forja. Te traje ésto para ver si te servía al menos contra Ares
—me entregó una espada de doble filo, era blanca y reluciente, con un guardamanos de bronce, empuñadura de un material blanco y un pomo circular.

La tomé, era muy pesada pero eso era mi culpa, no era muy musculoso y no tenía tanta fuerza.

—Perdón, pero no sé blandir una espada y… Tengo brazos de fideos —le dije devolviéndole la espada.

—Qué mal. No importa. Estás muerto —espetó sin vergüenza o sentimiento al hacerlo.

—¿Tú también? No me lo recuerden, ni siquiera sé cómo llegué aquí para merecer una pelea innecesaria.

—Igual Zeus pensará que eres un cobarde si no peleas —se dio la vuelta y se fue por donde vino —. ¡Buena suerte, Tom, estaré viéndote! ¡Ah, y ya es hora, Ares te espera afuera!.

(Cuídame, Afrodita)

Salí al campo de batalla poco después , Ares estaba calentando manteniéndose en movimiento, giré mi cabeza y vi a todos los dioses sentados en las gradas de cemento en la izquierda.

—¡Pensé que traerías una espada al menos! —exclamó impresionado por mi valentía.

—¡La rechacé! —confesé en voz alta.

—¡Bueno, si tú insistes! —se encogió de hombros —¡Será a puños entonces! —se posicionó de una vez con los puños arriba cuando me acercaba.

Me puse al frente de Ares con los puños arriba, era más alto que yo y sus músculos intimidaban a cualquier rival que se le enfrentara y se le pusiera de frente.

—¡Ten cuidado con el niño, Ares! —gritó alguien desde las gradas y reconocí su voz al instante, fue Hefesto.

—¡Hey…! —cuando iba a decirle algo recibí en ese instante un puñetazo de Ares en mi mejilla derecha. Yo había recibido golpes antes pero nunca recibí uno como éste. Fue como si me hubieran golpeado con algo de hierro puro, su golpe me dejó mareado y casi inconsciente y caí directamente al suelo sin querer más. No escuchaba nada y tenía la vista nublada, sólo bastó un golpe para hacer que escupiera sangre.

(Estoy más que muerto)

No quería levantarme pero tampoco quedarme en el piso, no enfrente de los dioses, tenía que sacar este tal poder que tenía dentro del cual obtuve erróneamente.

—Creo que me pasé un poco... —escuché a Ares decir eso con resentimiento.

Me levanté, poco a poco lo hice y me puse tenaz, firme como una roca, Ares parecía querer seguir pero luego de verme tuvo lástima y esas ganas parece que se fueron y se notaba en su cara, yo vomitaba sangre y ni siquiera volteé a ver a los dioses, mi cabeza daba vueltas sin parar y me costaba mantener mis ojos fijos en él.

—¿Q-Qué esperas...? —le pregunté a Ares intentado mantener el equilibrio con mis puños arriba, no podía verlo bien ni tampoco concentrarme con el mareo que tenía.

—Eres resistente, parece que quieres seguir. Hagámoslo —sonrió y se posicionó de nuevo, de seguro si recibía otro golpe directo tal vez moriría pero tenía que ser valiente y nunca rendirme, como me enseñó Jessie.

Será difícil esquivar otro golpe de él con mi estado actual pero es todo o nada. Ares lanzó un derechazo a mi rostro pero me hice a un lado, no quería intentar golpearlo. Seguía lanzando golpes pero eran jugando, no los hacía de verdad, aproveché y golpeé su abdomen pero era como si hubiera golpeado a una roca, sentí que mi mano se hizo trizas al impacto. Él me devolvió el golpe al abdomen y caí arrodillado al suelo sin aire, escupía más sangre que antes y sentí que todo mi abdomen ardía y dolía mil veces más a la vez.

Me estaba enojando conmigo mismo, siempre fui un inútil en mi vida y ésta era la oportunidad y se estaba yendo a la mierda, me enojaba conmigo y con todos alrededor. Inesperadamente, unos rayos empezaron a salir de mi cuerpo, rayos azules oscuros. Me volví a levantar tomando aire, Ares tenía sus cejas alzadas por lo que veía.

Fui muy ciego, la clave para sacar este poder era enojándome, yo me enojé con Afrodita y salieron rayos, ahora me enojé conmigo y con Ares y salieron otra vez, era la furia la clave para hacerlo.

Ares iba a decir algo pero no le dejé hablar ya que corrí y le dí un fuerte golpe derecho en la cara y, sin esperarlo, lo mandé a volar. Éste chocó contra la pared del coliseo haciendo que se separara de mí y yo caí al suelo por el dolor en mi abdomen y en mi rostro.

No podía más...

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Nadie:

Absolutamente nadie:

Todos los lectores al ver el puñetazo final de Tom hacia Ares: *hacen la impactación*.

A ver, hubo mucho en este cap y se pudo ver a más dioses y a un Ares jodiendo con un puñetazo a un Tom cagado en sus pantalones, además de Hefesto, mi dios favorito. ¿Y ahora qué pasará con Tom? Te agradecería mucho que votaras, tu apoyo me inspira mucho a seguir escribiendo y maquinando con éste loco mundo.

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