El Aprendiz de Zeus Cap.36

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Estaba en una montaña, estaba en el Monte Olimpo, pude reconocerlo, todos los templos y palacios estaban a mi alrededor. Yo estaba en la cima de todo, fuera del palacio principal, y todo a mi alrededor se quemaba, el cielo estaba totalmente nublado, la noche ascendía más que nunca y a cada segundo un relámpago reventaba mis oídos; los colores dorados de los palacios se deshacía y caía, al igual que los pilares que los mantenían, todo se colapsaba; no había nadie, el fuego cada vez aumentaba y arrasaba con todo a su paso.

Por alguna extraña razón sentía fuertes calambres en mis dos manos, dentro de ellos veía corrientes de rayo recorriendo mis manos hasta mis antebrazos dándole una fuerte iluminación azul, parecían mis venas, mis puños estaban iluminados tenuemente y, además de sentir un calambre difícil de soportar, me temblaban con fuerza y descontrol como si hubiera un terremoto en ambas manos. Todo esto era confuso, ¿qué me pasa? ¿Qué ha pasado? ¿Qué es esto?

(¿El Olimpo quemándose?)

Todo lo que veía era fuego consumiendo todo a su alrededor y el humo negro que salía.

—¡Rayos! —grito suavemente por mi ansiedad instantánea, sentía mucha presión en mis brazos y una fuerte energía proviniendo de ellos. Calmé desenfrenadamente y con dificultad mis manos, ya no sentí calambres y ya no temblaban mis manos. Me revisé el cuerpo, no estaba herido, no sabía lo que estaba pasando.

Un relámpago cayó en el templo de Atenea, que se mantenía aún a pesar de todo el fuego alrededor y su destrucción, pero el relámpago al impactarlo lo terminó de derrumbar y todo se vino abajo frente a mis ojos.

Corrí y entré al palacio detrás de mí, alterado y exasperado intentando encontrar a alguien que pudiera explicarme lo que pasó, fue lo que mi impulso y mi mente me pidieron que hiciera.

—¡¿Hay alguien aquí?! ¡Respondan, quien sea! —gritaba para ver si escuchaba a alguien pero sólo se escuchaba las llamas del fuego y cada pilar cayendo al suelo derrumbando cada palacio y los fuertes relámpagos del cielo, no se escuchaban gritos o algo de alguien.

Corrí hasta la sala de reuniones, era el único lugar que no se quemaba. Empujé las puertas y, al pasar, me encontré con la peor pesadilla imaginada.

Todos los Dioses del Olimpo estaban presentes, tirados en el suelo, muertos, desangrados y apuñalados.

Hefesto, Ares, Afrodita, Hestia, Hermes, Apolo, Poseidón, Deméter, Artemisa y el resto. Todos muertos. No podía creer lo que veía.

Yo debí ser el culpable de esto, llevaba puesta la ropa negra que usaba cuando me iba con Hurtson y en mi chaqueta había mucha sangre, además de que al principio estaba alterado por mis fuertes calambres y una extraña corriente de rayos dentro de mis brazos.

Caminé lentamente dando pasos torpes uno por uno, atónito por los cuerpos, lo que más me rompió fue ver a Afrodita tirada en el suelo bocarriba, abierta como un Ángel, muerta. No pude contener las lágrimas y me rompí a llorar por verla en el suelo.

Poseidón tenía su tridente clavado en su pecho, Ares no tenía sus brazos, Hefesto no tenía sus piernas, Hermes tenía un agujero en su abdomen, Hera tenía el cuello cortado, Atenea estaba bocabajo con un charco de sangre a su alrededor, sus brazos y su cabello largo ocultaban su rostro y el resto estaba igual de masacrados.

Pero lo que más me llamó la atención fue ver a Zeus sentado en su trono, cabizbajo, con una lanza eléctrica igual a las que yo formo clavada en su pecho. Caminé hasta él, analizando y pensando si en realidad yo hice esto.

Llegué a Zeus, de su pecho seguía saliendo sangre, vi un pie detrás de su trono, revisé a ver quién estaba detrás de Zeus y vi a Hades, también clavado con la misma lanza tirado y apoyado en el trono. Muerto. Ambos hermanos estaban muertos por una misma lanza, me acerqué más a Zeus y toqué la lanza, sin duda era mía ya que cuando la toqué ésta se deshizo dejando libre a Zeus y a Hades a su espalda, quien cayó al suelo cuando la lanza desapareció.

Iba a tocar a Zeus, pero en ese momento él mismo me tomó rápidamente la mano con fuerza y alzó su cabeza con sus últimas fuerzas y me miró directamente a los ojos, gimiendo de dolor.

—¡Tú...!

Apenas si pudo hablar y yo entenderlo con su último aliento, después de mirarme con ira me soltó y su cabeza cayó, diciéndome que ya Zeus había muerto frente a mí. Sus ojos me miraron con mucha furia, me dejaron claro que yo debí ser el responsable de la situación.

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Desperté. Todo fue un sueño, pero se sintió muy real y muy horrible.

Miré rápidamente a Jenissia, estaba dormida a mi lado. Nada se quemaba a mi alrededor, pero sin pensarlo me puse a llorar como si hubiera perdido a alguien, quería gritar y saber la razón de ese sueño, ¿era una predicción? ¿El futuro?

(«No podemos evitar lo inevitable»)

Las catastróficas palabras de Hurtson me invadían y mi llanto despertó a Jenissia.

—¿Tom...? ¡Tom! ¿Qué pasa? —ella al ver mis lágrimas se levantó y se puso a mi lado intentando saber lo que pasó. Yo no la vi.

No, ellos no están muertos. Yo no soy un asesino. Yo no soy una amenaza, un peligro. Eso no pasará.

—Ellos no morirán —dije entre lágrimas.

—¿Quiénes? Tom, habla, por favor.

Tomé a Jenissia de la mano y con mis rayos me teletrasporté al Olimpo, donde todo en ese sueño ocurría en una noche donde mis relámpagos azotaban los cielos y los templos de los dioses, donde todos estaban muertos en la sala de reuniones.

Llegué afuera de la sala, solté a Jenissia y embestí las puertas o para entrar pero cayendo al final. Ellos estaban sentados en sus tronos, parecían estar discutiendo algo pero se detuvieron al verme entrar inesperadamente y con Jenissia en pijama.

—Están vivos, todos. Yo no los maté a todos —me alivié en ese momento al verlos a todos, con esas miradas confundidas y raras en mí; sentí un dolor de cabeza y mi cuerpo pesado en ese momento, mi vista se nubló y al final caí al suelo.

***

Desperté lentamente abriendo mis ojos y parpadeando varias veces, estaba en el coliseo del Olimpo y habían varias personas a mi alrededor, entre ellas Jenissia y Afrodita, cuando vi a Afrodita no pude evitar mis ganas de abrazarla, me levanté y la abracé con lágrimas en mis ojos.

—¡Estás viva, estás viva! —me agito con su presencia y exclamo repetidas veces abrazándola con fuerza como si fuera un reencuentro.

—Tranquilo, tranquilo. ¿Por qué estaría muerta?

—¿Estás bien? ¿Qué te pasó? —esa era la voz preocupante de Apolo, a un lado de Jenissia que estaba preocupada y con sus ojos lleno de lágrimas a punto de salir, tenía diferente vestimenta y en verdad estaba a punto de llorar, la punta de su nariz y sus orejas estaban rojas.

Solté a Afrodita y abracé a Jenissia, ella comenzó a llorar en mi hombro derecho, sintiendo sus brazos presionando mi cuerpo.

Todos los dioses estaban presentes, a mi alrededor, todos bien, estables y vivos, pero lo más impactante fue ver a Hades al lado de Zeus y eso hizo que todo esto fuera como el sueño, eran como espíritus persiguiéndome.

Los dioses me pidieron explicaciones, unas frenéticas y otras calmadas, yo aún seguía alterado así que les pedí tiempo para calmarme a mí y calmar a Jenissia. Mucho después logré calmarme, todos protestaban y discutían entre ellos sobre mi situación, yo no dije nada en el tiempo que estuve ahí.

Jenissia estuvo abrazándome todo este tiempo sin decirme nada, me calmaba, ella dejó de llorar y yo pude reaccionar a la realidad. Es cierto que hay sueños que puedes recordar al despertar y otros no, pues este lo recuerdo completamente y fue tan real que vine aquí para comprobar todo.

—Tommy, Tommy... No te vayas... —fue algo que no pude entender con detalle, el por qué dijo algo como eso, pero sí a qué quizo referirse.

—Oye, chico, ¿estás bien? —solté a Jenissia, Hades fue quien preguntó y ella me dejó ir ya que quería saber lo ocurrido —¿Qué pasó? Llegaste al Olimpo diciendo cosas extrañas.

(¿Qué hacía él aquí?)

Nadie lo sabe, tal vez también se preocupó, ¿es mejor callar para siempre o hablar y soltar lo que vi? De nada me sirve guardar este secreto y miedo y vivir con él.

—Soñé algo muy terrible —hablé con una voz rota.

—¿Qué fue exactamente?

—El Olimpo, en llamas, en destrucción —así fue como describí ese sueño —. Soñé que el Olimpo se quemaba, por alguna razón tenía sangre en la ropa que llevaba, sentí fuertes impulsos en mis brazos y habían relámpagos destruyendo cada rincón de este lugar, no entendía nada; yo los busqué a ustedes y casualidad estaban en aquella sala…

—¿Y qué pasó después? —inquiere Hefesto atento a lo que decía.

—Yo… —esto era duro de decir y más frente a ellos, se me formaba un nudo en la garganta pero mis palabras la deshacían para no callar —Los encontré muertos, tirados en esa misma sala, todos muertos como si hubiera sido cosa fácil al hacerlo. Pude descubrir que yo fui el responsable de todo, fueron mis poderes lo que destruyeron el Olimpo, no vi a Jenissia ni a nadie más.

Todos quedaron desconcertados por las terribles palabras que salían de mi boca. Todos excepto Hades estaban impactados.

—Debió haber una razón para que soñaras eso, un fragmento o algo que tenga relación y motivo, no pudo ser un sueño de repente —decía él.

—Miedo… —dije —Miedo de hacerle daño a personas inocentes, a todo a mi alrededor, incluyéndolos a ustedes, a todos. Mis poderes crecen y siento que no los controlo, Zeus me advirtió de que podía llegar a tener el poder necesario como para de destruir cualquier cosa que me propusiera.

—¿Lo ves, hermano? Lo llevaste a la perdición. Le advertiste de algo que lo dejó marcado —le habló a Zeus con tono de reclamo, pero Zeus solo tenía una expresión serena mirando al suelo.

—Yo no tengo la culpa de nada. Yo no fui quien entró al Olimpo y intentó robarse algo llevándose al final mis poderes —replicó, después me miró totalmente tenaz —. Te dije las desventajas de tener mi poder, nunca pensé que te lo tomarías en serio.

—¿Cómo crees que cosas como esa no se tomarán en serio? —reclama Hera.

—No lo entiendo. Yo volví a ti para poder hacerme fuerte, para aprender más de ti, para perfeccionar y dominar mi poder, para controlarlo y evitar que cosas como ése sueño pasaran. Pero anoche ese miedo volvió a mí y dio su mejor ataque.

—Sólo fue un sueño —dijo Hestia de repente —, el hecho de que sea una pesadilla no significa que se pueda hacer realidad —sus palabras tuvieron impacto pero no eran suficiente para matar todo esto que sentía.

—No deben seguir engañándome. No deben seguir sintiendo lástima por mí, por un simple mortal que entró a robar algo y que al final perdió y sólo robó el poder de un Dios, que eso es más que una ofensa para ustedes. Sólo mírenme, ahora sé, y de seguro ustedes saben, que algún día podré poner el mundo en peligro, y peor si no sé controlarlo. ¡Ya no deben seguir fingiendo que soy importante y que tengo un puesto en aquí! Yo no pedí llegar a esto, yo no pedí tener miedo y pensar cosas malas de mí mismo —sentí ira, confusión y dolor con todo lo que dije.

Y como si nada, empecé a correr fuera del coliseo, dejando a todos atrás después de haberles dicho lo que sentí en ese momento, una carga, un estorbo en un lugar donde no pertenecía, siquiera Jessie, Mort y Jenissia eran hipócritas.

—¡Tom! ¡Espera! —Jenissia intentó detenerme detrás de mí pero yo escapé del Olimpo.

Usé mis rayos, mi poder robado, para irme de ese lugar, dejando a lo que de seguro ya no será mi novia y a lo que fueron un día mis amigos y maestros. Me fui de ahí para no seguir estorbando, para no hacerle daño a nadie y para evitar que ese sueño y futuro catastrófico se hiciera realidad.

Las lágrimas y el llanto repentino no me dejaron pensar y me llevaron a un lugar diferente y remoto que no tenía en mente o conocía. De repente aparecí en un risco y caía desde el aire hasta el suelo golpeándome con rocas y la tierra dura del risco hasta llegar al suelo.

Con mi último aliento y energía levanté mi cabeza mirando al cielo y les reclamé a personas que nunca conocí o tuve conversaciones así.

—¿Por qué me dejaron? ¿Por qué tuve que llegar hasta aquí? ¿Quién soy en realidad, padre, madre? De seguro todo esto no hubiera pasado si no me hubieran abandonado, yo no habría conocido… a... Jenissia... A nadie.

Perdí ganas y energías rápidamente, la vista se me nubló y caía al suelo lentamente. De lejos pude ver por última vez una forma gigante, parecía una persona, llevaba una armadura oscura, era alto y muy musculoso por la forma de su armadura robusta y gruesa y ancha, al igual que su cuerpo.

—¿Hurtson? —eso pensé hasta que vi que esa persona era más grande que el viejo y que su cabello era corto pero blanco. Pero lo más alucinante era que en su guantelete derecho empuñaba un hacha, era gigante, de color negro, en su filo y su cabeza brillaba de color rojo. Era curiosa, a cabeza del hacha...

Mientras contemplaba su hacha que se acercaba con él yo caí al suelo y quise quedarme ahí para siempre y morir de la peor manera, como deseé en esa terrible pesadilla.

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A partir de aquí ya empiezan los verdaderos problemas y aquí pudieron ver los resultados y lo que pasa con tanta presión, no es nada fácil, pero aún queda y deben estar llenos de suspenso, como en la parte de los dioses muertos.

No olviden votar y comentar. Ahora sigan, cada vez estamos más cerca del final.

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