El Aprendiz de Zeus Cap.44

Màu nền
Font chữ
Font size
Chiều cao dòng

—¡No puedo, no soy rival para él! ¡Nada le es rival! —Zeus me rescató de lo que pudo ser otra vez mi muerte y me trajo al Olimpo, estaba más que agradecido pero a la vez decepcionado. Estoy decepcionado porque sé que no puedo derrotar a Darkius y que no soy rival para él aunque me esfuerce por dar pelea y resistir.

—No te sientas mal. ¿Estás bien? —lo toma a la ligera.

—¡No! ¡No lo estaré hasta asegurarme de que Darkius muera! —estaba enojado, presencié y vi cuerpos de gente inocente, todos muertos, y ni siquiera pude vengarlos o hacer algo en sus nombres.

—Entiendo lo que sientes, pero el odio no es la clave para ganar.

—¡Yo no lo odio! —me arrodillé y golpeé el suelo —¡Yo solo quiero que él pague por todo lo que ha hecho y lo que seguirá haciendo! ¡Quiero que se haga justicia!

—Y se hará. Te lo aseguro. Levántate, mi leal aprendiz —mi enojo se derritió ante sus últimas palabras, me sentí muy halagado por eso, un sentimiento que salió a flote por primera vez. Me levanté, pero mirando al suelo.

—Fallé —admití con voz átona estando levantado.

—Lo sé, pero no es el fin del mundo —puso sus dos manos en mis hombros, lo miré directamente a los ojos —En la vida se falla y se aprende de ello, pero lo mejor de todo es que volvemos a hacer aquello fallido hasta que nos salga bien.

Había olvidado todo lo bueno que era tenerlo a él como mi maestro. Y yo lo abandoné como si nada, hasta lo culpé en mi mente por hacerme tener aquella pesadilla.

(Zeus es increíble, es un Dios)

—¿Ahora qué? Darkius se irá y no podremos detectarlo de nuevo, yo no otra vez.

—Tranquilo. Cuando le disparé, dejé un rastro de mi energía en él y ahora sabremos dónde estará. Yo lo sabré —de lejos todos venían, algunos sorprendidos y otros preocupados —. Descanza, te lo mereces.

Volví a caer en el suelo. Literalmente estaba cansado, me dolía la mano por aquel puñetazo directo a su armadura y mi mejilla también. Algunos dioses llegaron a nosotros, Afrodita llegó como una bala y se arrodilló a mi lado preocupada.

—¡Tom! ¿Estás bien? —gira mi rostro a diferentes direcciones con sus manos buscando heridas graves.

—No —le mostré mi mano, ella miró mi mejilla y luego empezó a curarme con magia cuando mis rayos hacían todo lentamente.

—Vaya. Otra vez se enfrentó solo a Darkius y salió vivo —opuna Ares cruzado de brazos con las cejas levantadas de la impresión.

—No sé si eres un estúpido necio o un guerrero valiente —comentó Apolo con una sonrisa irónica de lado.

De lejos Hefesto se acercaba regocijándose.

—¡Ahí está el campeón!

—Esta vez no —zanjó Zeus con seriedad matando el momento que crearon Hefesto y los demás.

—Entiende a lo que nos enfrentamos, Hefesto —siguió Atenea.

—Menos mal que yo no estoy en condiciones —muestra sus dificultades mientras silba —. Aunque sería interesante... no lo sé... tal vez...

—Ni siquiera lo digas —intenta detenerlo Afrodita con una mirada amenazante.

—Sabes que lo hará...

—¡Enfrentar a Darkius por una vez en mi vida! ¿Se imaginan que yo salve al mundo? —se hizo ilusiones ambiciosas.

—Eso definitivamente no pasará —menciona Hestia estando en desacuerdo.

—Ni siquiera podría imaginármelo —corrobora Poseidón.

—Primero moriré yo antes de que tú salves al mundo de Darkius —hablo echado totalmente en el suelo rodeado de dioses.

—Bueno, que así sea. Tal vez mueras más adelante...

—¡Hey, hey!

***

—¡Auch! Tu masaje es productivo pero doloroso, ten cuidado —me fui a casa a descansar por órdenes de Zeus, mi mano derecha estaba curada, pero aún me dolía. Jenissia se alegró y alivió demasiado de verme de vuelta con ella, me sentó con ella en el sofá y empezó a darme un masaje suave con un dolor fastidioso.

—Es lo mejor para tu mano. Me sorprende que mi novio haya luchado dos veces con un dios destructor y aún siga con vida —ella sonríe como si no pasara nada, luce tan despreocupada ahora, pero en momentos clave deja esa tranquilidad y reza por mí. La amo mucho.

—¿Suerte?

—Quizás. Como tu Ángel de la Guarda, te ordeno que te quedes todo el día conmigo y que descanses.

—Ya tenía planeado y ordenado hacerlo.

("Ángel de la Guarda", más bien parece que yo lo soy para ella)

—¡Ahg!

—Quieto o si no te seguirá doliendo.

—¡Estoy quieto! ¡Ay, me lastimas!

Nunca me percaté de lo feliz que se veía Jenissia al hacer esto y al estar conmigo, siempre cargaba una sonrisa en su rostro, una positiva y cariñosa. Ninguna sonrisa iguala la de ella, ni siquiera la mismísima Afrodita.

—Jeni, ¿tú eres feliz? —no tenía más nada que contar, ésta pregunta salió repentinamente de mi boca y sólo me causó vergüenza.

—Claro que sí, Tommy.

—¿En serio? ¿Tú eras feliz cuando no me conocías? —Jenissia dejó de masajear mi mano y me miró con confusión de mi pregunta, luego soltó unas risas confusas antes de responder.

—¿A qué vienen esas preguntas? —ella al ver mi expresión curiosa y serena procedió a responder —Solamente puedo decir que vivía la vida, siendo mala o buena. Pero todo cambió cuando te vi por primera vez —sonaba sincera y era más que obvio. Le creía, con esa mirada y esos ojos, pero no era suficiente para mí. Quiero asegurarme de cosas...

—¿Y si yo desapareciera otra vez pero... para siempre? ¿Y si yo muriera... tú seguirías viviendo tu vida?

—¿Qué cosas preguntas? —me soltó y se levantó ahora con una mirada llena de miedo —Yo soy feliz con mi vida y contigo a mi lado, ¿por qué preguntas eso? Dios mío... ¡Tú no vas a morir, no puedes hacerlo! —los ojos de ella se llenan de lágrimas —Me prometiste que te quedarías conmigo por siempre, no puedes dejarme de nuevo y menos para siempre...

Me levanté para arreglar las cosas.

—Lo siento, no quise... —quise abrazarla para aliviarla pero ella me alejó a la fuerza y salió corriendo al cuarto.

—¡Estás muy mal! —esas fueron sus últimas palabras antes de encerrarse en el cuarto.

—¡Jenissia! Jenissia, espera —intenté entrar pero la puerta estaba cerrada por dentro —. Jeni, Jeni, abre la puerta.

—¡Todo este tiempo has pensado en cosas terribles! ¡¿Tú quieres morir y dejarme?! ¡¿Quieres eso?!

—¡Yo no quise referirme a eso, solo quería saber si tú estarías bien si yo...! Soy un estúpido.

—¡No quiero que me dejes, no quiero que mueras!

—¡Lo siento! Estoy preocupado por todo. Hay un enemigo suelto matando niños y a personas inocentes y no puedo quedarme aquí parado. Esto es importante. He luchado con él y no he encontrado la manera de ganar o las posibilidades de poder derrotarlo; no puedo hacer nada y los dioses tampoco, te necesito conmigo, por favor... —mis piernas se derrumbaron en la puerta y caí apoyando mi cabeza en la puerta —No puedo hacer nada... Ya no soy el mismo Tom, soy ahora un Tom que parece que te ignora y que solo se preocupa por otra cosa. Me fui por miedo, miedo de poder hacerles daño a todos, al volver recordé todo lo bueno y me animé a permanecer y a no mirar el lado malo. Ahora tengo ese miedo: morir y dejarte a ti, y no poder hacer nada; ya no sé qué hacer, no sé hasta dónde podré llegar. Te amo, Jenissia, pero no sé si podré seguir en este mundo más adelante, pero te aseguro de que seguiré, seguiré hasta poder matar a Darkius, seguiré contigo, es mi deber ahora en mi vida.

Estuve horas sentado, apoyado en la puerta, Jenissia nunca abrió pero tampoco se escuchaba su llanto, en cambio yo preguntaba y comentaba cosas sin respuesta, era para no dejarla sola y para no sentirme como algo peor que basura. Por lo menos pensaba que me escuchaba a mí mismo si Jenissia no lo hacía.

—¿Por qué sigo teniendo miedo? ¿Por qué no puedo hacer nada bien? ¿Por qué me siento culpable de algo que no he hecho? —pregunto al aire en un tono en el que ella pudiera escucharme —Todo este tiempo estuve agradecido de tener lo que tengo ahora, mi vida antes era... movediza, pero disfrutaba con mis hermanos a pesar de todo, todo se lo debo a ellos. Sin embargo, en mi mente quedan preguntas: ¿De dónde vengo? ¿Quiénes fueron mis padres? ¿Por qué o cómo tengo este color de cabello y ojos? Me siento pesado, me siento inferior e inútil a veces, tener estos poderes no son la excepción.

Eran las siete de la noche, Jenissia no daba señal, ni hacía algo o se escuchaba algo dentro, solo estaba yo hablando solo como un enfermo mental.

—Lo siento. No quise ponerte así. ¿De qué sirve? No te molestaré más —me levanté del suelo y salí de la residencia.

Salí para despejar mi mente y para dejarle espacio a ella. ¿Qué me pasa? Nadie puede explicármelo. Las noches afuera eran muy frías, tenías que salir con un abrigo, era como estar en el polo norte. La luna alumbraba todo, además de las luces a los alrededores. A estas horas ya no hay nadie en las calles y nadie corre peligro, eso es bueno.

Miré la luna por un momento, era blanca como siempre, y muy curiosa de ver.

—¿Qué se siente estar sola todo el tiempo, sentirse ignorada y muy solitaria? —le pregunté, pero solamente el viento me sacudió y me dio frío —Tú debes saber dónde está él. Tal vez debo tomarme esto con calma, por algo Zeus me dice que espere su aviso, ya es muy tarde para intentar entender todo.


***

Llegué a la residencia de nuevo, fui a un bar cerca y me quedé ahí a reflexionar todo: mis errores, enseñanzas y consejos. Todo. Me quedé sin reales y me vine de allá, no podía caminar y mi cabeza daba vueltas, le pedí al cantinero lo más fuerte que tuviera y admito que lo que me dio era raro y satisfactorio a la vez.

Miré la puerta del cuarto al entrar.

—No pensará quedarse encerrada como una princesa, ¿verdad?

(No lo creo. Saldrá mañana)

Aun así necesita tiempo. Vi el reloj, 12:47 am, estuve mucho tiempo de lo que esperaba ahí, ese alcohol que era fuerte sí que valía real y la pena. Resoplé y después me quité la camisa y me acosté en el sofá a dormir, hoy me tocaba dormir aquí como castigo, es lo justo.

(Sí, duerme. Te espera una resaca mañana)

Me acosté a dormir, pero al rato sentí una mano sacudir mi hombro derecho, me levanté de repente, ciego sin poder ver nada y confundido.

—Ya terminé mis tareas, Diosa Artemisa... —miré a la dirección donde la mano me despertó y llegué a ver una diosa de ojos rojos e hinchados con una mirada preocupante —¿Eres una de las diosas? —le pregunté contemplando su belleza aunque pareciera lucir mal.

—Tom, ¿estás bien? —me pregunta la diosa.

Me senté y revisé mi pecho y abdomen desnudos y no había nada.

—Em... Sí. Estoy vivo —respondí regalándole una sonrisa.

—Estás ebrio.

—¡Boom! Me descubriste —me hice caer lentamente al sofá para dormir pero la diosa me jaló a ella para que me quedara sentado.

—¿Por qué lo hiciste?

—¿Hacer qué?

—Beber.

La miré por unos momentos, pude mirar su expresión llena de preocupación aunque estuviéramos en la oscuridad.

—Perdón por no ser perfecto y el Tom que quieres o que quisiste alguna vez
—me lamenté —. Ahora, si me disculpas, debo esperar para combatir una resaca que se acerca.

—Pues no lo harás aquí —ella me levantó con facilidad y me llevó al cuarto empujándome desde atrás. Al entrar me dejó cerca del borde de la cama —. Acuéstate —ordenó, como toda una reina. Mi mirada se fue a sus pechos, dos melones, propiedad privada—. Vamos, reacciona, Tommy —me dio dos bofetadas suaves en mi mejilla izquierda.

—Oiga, Diosa, yo la amo —expreso antes de acostarme, eso es lo que me provoca al verla, siento el ardor en mi corazón y no puedo evitar decirle más.

Estaba sentado en el borde de la cama pero quise quedarme así para verla a ella frente a mí, me gustaba que ella estuviera de pie y yo sentado como un esclavo.

—Yo lo siento mucho, estoy muy asustado y tengo miedo, sí, tengo miedo de que todo se salga de control y no pueda dar más. No quiero perderte. No quiero llegar a perder nada.

Ella se sentó encima de mí y me abrazó poniendo mi cabeza en su pecho, pude sentir la gloria en esos momentos pero decidí sentirla a ella y a éste sentimiento actual indescriptible, refugiándome entre sus brazos y su presencia.

—Quisiera creer que todo estará bien —balbuceo.

—Todo lo estará, créeme. Ten la fe de que todo estará bien.

----------------------------------------------------------

_______________________________________

Zeus estaba contemplando el Olimpo entero en el inicio de las escaleras que dirigían a los templos de cada dios y hacia el palacio principal en la cima de todo. Él esperaba una visita, una visita muy sorpresiva que ya estaría llegando en ese momento.

Un círculo amarillo mágico apareció de la nada y de él salió el Rey Ángel, Sebastián.

—Te esperaba en cualquier momento —habla primero Zeus estando cruzado de brazos, con una mirada fría y neutral.

—¿Llego tarde? —pregunta en cambio Sebastián con una sonrisa carismática.

—La verdad, no. Ya sé por qué viniste.

—Y lo debes saber muy bien. Así que, Darkius planea seguir causándole miedo al mundo, ¿ah?

—Lo tenemos controlado —Sebastián se mantuvo escéptico, fue al Olimpo ya que se enteró personalmente sobre la reciente actividad de Darkius, pero no le dio una alerta al Cielo, en vez de eso, también se enteró de que el Olimpo ya sabía sobre el tema.

—¿Seguro? Mucha gente ha muerto y mis Ángeles quieren saber la razón...

—Esto es ahora una responsabilidad para el Olimpo, tus Ángeles no deben correr peligro o involucrarse.

Zeus temía de que alguien de los Clanes o Facciones se enteraran del regreso de Darkius.

—Necesitas mi ayuda, lo sé.

—No. Tranquilo. Nosotros nos las arreglaremos para hacer algo.

—Entiende que muchos inocentes están muriendo y nosotros no estamos haciendo algo cuando debemos estar actuando y cooperando entre nosotros.

—Lo sé, pero déjanos esto a nosotros, por favor. No quiero que tus Ángeles mueran.

—Mis hijos están dispuestos a defender todo y a dar sus vidas por el bien.

—Soy consciente y respeto eso —entre ambos existía respeto del sincero y del bueno.

—¿Estás seguro de que quieres que tu Olimpo se haga cargo de Darkius? —Sebastián seguía insistiendo, quería ayudar con ansias, aunque, a pesar de ser negado, él respetaba las decisiones de los demás.

—Sí. Haremos todo lo posible para terminar con él de una vez por todas.

—Bien —al fin el rey se rindió y aceptó que no podía ayudarle a Zeus —, pero si necesitas ayuda, no dudes en buscarme —le dejó claro con una sonrisa de lado.

—Lo tendré en mente, pero ya tenemos una pequeña ayuda.

Sebastián dedujo que esa ayuda era Tom, pero el joven sin duda no podía con la fuerza y el poder de Darkius.

—Sabes que él no puede contra Darkius. No lo presiones mucho.

—Se ha enfrentado muchas veces a la muerte...

Tom estaba casi que obsesionado por detener a Darkius, pero era mucha presión y por eso lo mandó a casa, para que se relajara y descansara. Zeus debe planear algo a cambio, y rápido, sabe que pierde tiempo y que ya el Rey Ángel sabe de la situación.

—Que Dios los ayude en esto.

______________________________________

Recta final, ¡recta finalísima! Se acerca todo, se acerca una gran batalla y se acerca nuestros capítulos finales. ¿Qué creen que pasará de aquí en adelante? ¿Fue bueno que Zeus rechazara la ayuda de Sebas? Quiero saber tu opinión, y no olvides darle tu apoyo a la historia con tu voto.

Quiero agradecerles a BlueRedbone y a chico_fugaz por la nueva portada de la historia. Tienen un gran talento y trabajo para demostrar. No olviden votar y comentar los capítulos, se les agradecería de corazón.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen2U.Pro