El Aprendiz de Zeus Cap.43

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TOM
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Ya llegó el fin de semana y no tenía información del Olimpo, se estaban tardando demasiado, era eso o pensar que están actuando sin mí.

Eran las seis de la mañana, me desperté muy temprano, Jenissia dormía a mi lado. Me vestí para ir un momento al Olimpo y con mis rayos me teletrasporté hacia allá, ya no era necesario usar aquella puerta secreta de rocas que me dejó Apolo.

Fui directamente adonde Zeus, necesitaba saber sobre el plan para detener a Darkius. No pude dormir tanto por pensar sobre esto, me atormenta, además de tener en la consciencia de que le conté a Hurtson sobre Darkius sin saber si hice bien i no.

Había silencio en el palacio principal en la cima de todo, solo se escuchaban mis pasos.

Llegué adonde él, estaba sentado en su trono, cómo casi siempre.

—¿Qué haces aquí tan temprano? ¿No deberías estar con tu mujer? —muestra su serenidad mediante su voz.

—Vengo a escuchar lo que ustedes tienen planeado hacer contra Darkius. No puedo quedarme tranquilo...

—Tenemos algo, pero sólo hay un problema: no sabemos dónde está.

No será fácil encontrarlo, pero su hacha tiene esa energía gigante y muy notable.

—La energía de él no, la de su hacha sí. El hacha tiene un gran poder guardado y también energía. Deberíamos poder detectarla.

—Vamos muy delante de ti, lo intentamos también y nada. Es inútil —parecía desanimado, no podía creerlo.

—¿Te vas a quedar ahí sentado a ver cómo un inmortal esperará y tratará de destruir lo que sea?

—Por ahora —fue una respuesta fría.

—Pues yo no. No pienso quedarme quieto. Iré a buscarlo —me dí la vuelta y empecé a alejarme de Zeus.

Una vez en casa decidí emprender una búsqueda propia. Le conté a Jenissia sobre mi plan ya en la residencia: buscar a Darkius en solitario. Si los dioses no lo encontraron, ¿qué me garantiza que yo sí podré localizarlo? Ella se preocupó, sabía que Darkius era diferente a lo contado antes y que no debía estar tranquila esta vez.

—Prométeme que volverás —Jeni junta sus manos, ruega por mi seguridad.

—Lo prometo, volveré a ti —le aseguré con una sonrisa calmante y la abracé con fuerza.

(Si Hurtson estuviera aquí le pediría ayuda)

Luego de despedirme de ella me fui a investigar todos los alrededores de Europa, en mi mente llegó la idea de advertirle a los otros Clanes, Anihumanos, Elfos y Hadas, buscarlos antes de tiempo y decir todo, pero decidí no hacerlo, es mejor no dar la noticia y provocar miedo y preocupación. Iba de lugar en lugar, me teletransportaba a sitios aleatorios y caminaba unos cuantos metros esperando, en vano, ver a Darkius. Si yo fuera Darkius estaría en una ciudad, me fui a Bruselas de Bélgica donde estaban los dos Elfos, sin duda esta ciudad necesitaba vigilancia.

Era bueno ver que las personas aceptaban a otras especies, eso es bueno, pero también hay otros que no y los aborrecen. Pasaba el tiempo y las horas y tenía señal o rastro de Darkius, tal vez esté en el otro lado del mundo, es muy poco productivo la forma en que lo busco, Hurtson sería el candidato perfecto para hacer ésta misión conmigo.

Intenté rastrear energías raras y tampoco nada, siquiera a una distancia lejana. Nada. Es inútil.

(No te rindas)

No puedo hacerlo solo, es una misión imposible, tendría más ánimos si contara con los dioses, pero ellos ya parecen estar perdidos. Me concentré aún más para ver si encontraba algo extraño, vi más allá de los límites de donde podía detectar, me sobrepasé pero era necesario.

En un momento detecté una energía familiar y lo primero que me imaginé al sentirla fue el hacha de Darkius, era la energía del hacha, aquella energía pesada y con una mala sensación al sentirla me dijo que era el hacha, sabía que esa cosa tenía su propia energía.

Sin pensarlo dos veces, me teletrasporté hacia allá y llegué a una ciudad que estaba en ruinas, era más bien un pueblo, las casas estaban destruidas y había gente muerta en los alrededores; niños, jóvenes, adultos y señores de la tercera edad, era una masacre y ver tanta sangre y niños en el suelo me hicieron tener ganas de vomitar.

A una distancia detrás de mí escuché las risas de él.

—¡Parece que al fin volviste, me sorprende ver que estés vivo y estable! —era el mismísimo Darkius, me dí la vuelta para verlo, estaba limpiando su hacha que estaba cubierta totalmente de sangre, manchando sus guanteletes.

—¡¿Q-Qué hiciste?! ¡Ellos son personas, no Subespecies! —exclamé rompiéndome en furia.

—Tenían contacto con ellos, para mí es traición. Personas que tengan contacto con las Subespecies deben morir, y así les pasó a ellos. Fue muy bueno ver cada persona morir, es lamentable ver que los niños también estuvieron involucrados, pero no me arrepiento de haberlo hecho.

—¡Los mataste! —eso era lo peor.

—Iban a ser niños que podían crecer sin sus padres y con un gran odio y rencor hacia mí. Me aseguré de que eso no pasara. Yo soy su nuevo salvador, y los salvaré de un futuro en el que esas cosas insignificantes puedan dominar y reinar.

—¡Estás enfermo!

Sin pensarlo me moví con mis rayos a él y lo golpeé en su pecho sin importarme su armadura y con eso lo mandé a volar lejos haciendo que dejara caer su hacha.

El hacha brillaba en un rojo igual a la sangre, pero más brillante, podía ver su energía, un gran conjunto reunido en uno solo. Intenté levantar el hacha con mis dos manos pero me fue imposible, el hacha no se movía ni, sentía el peso en el mango del hacha con mis dos manos, sin embargo el hacha no daba señal de poder moverse con mis forcejeos.

—Eras mi amigo, Tom. Lamentablemente tiraste eso por la borda y te volviste el enemigo que esperaba, el obstáculo que evitaría mi misión en la vida —dice Darkius mientras camina a mi dirección lentamente, no tenía ni un rasguño.

Solté el hacha y me puse delante de ésta para evitar que él la tomara, esa cosa puede matarme muy fácil.

—Y lo seguiré haciendo hasta asegurarme de que estés muerto —creé una espada eléctrica de color azul marino y fui a blandirla contra él.

Impacté la espada con su armadura intentando apuñalarlo pero la espada se rompió y se deshizo. Dí un paso atrás y le disparé un rayo en la cara, el impacto fue doloroso para él sufriendo daño pero enseguida su rostro se regeneró.

—Eres muy tonto, McFly —intentó golpearme pero lo esquivé.

ELECTROONDA —una onda salió de mi cuerpo y separó a Darkius de mí y destruyó un poco los alrededores, era el resultado de aquel entrenamiento que tuve con Zeus.

(El hacha es la clave. ¡Destrúyela!)

Darkius estaba en el suelo, su armadura se rompió pero, como si nada, se reconstruía, es como si estuviera volviendo en el tiempo a unos segundos antes de recibir todo el daño para quedar como estuvo antes de eso. Fui rápidamente al hacha y creé un pico y empecé a darle, el pico se rompía al igual que las armas que creaba, mis poderes no eran efectivos contra el arma. Era inútil. El hacha es la clave, es lo que le da su inmortalidad, pero es imposible destruirla, no sé cómo le haremos para matarlo.

—Tus intentos son totalmente inútiles. ¡Ven y enfréntame como un hombre si no quieres que tome mi hacha! —podía ser malvado pero le gustaba lo justo.

ARMADURA ELÉCTRICA —todo mi cuerpo se hizo una armadura de rayos y con ésto estoy más que listo para hacerle frente a él. Corrí hacia Darkius y dí el primer golpe en su rostro, ni en broma golpearía su armadura. Le dí un puñetazo en su rostro y lo separé de mí, cuando se separó, invoqué unas nubes negras en el cielo y hice que le cayeran múltiples truenos. Todos los truenos dejaban a Darkius en el suelo pero aún seguía intacto intentando resistir los truenos y la intensidad.

—No lo entiendo, ¿por qué odias a las Subespecies? Tú puedes verle el lado bueno, nosotros los Humanos somos más que ellos y ellos de seguro se sienten asfixiados, inferiores y menos a nosotros, les hemos abierto nuestras puertas en las ciudades y les hemos recibido, pero tú no. Esto no es la clave para hacer el mundo mejor, tus ideales no son buenos y no terminarán ayudando al mundo.

—No me importa que sean pocos —responde mientras se levantaba, los ataques tampoco hacían efecto —. Si son pocos entonces será mejor, no podrán duplicarse y jamás superarán a los Humanos. Amaba mi mundo como era antes, como era antes de que llegara el Esclavo Mestizo, fue un acto de cobardía no haberle asesinado en aquellos momentos y cada vez que recuerdo eso yo me lamento y me arrepiento de haberme escondido porque pensaba que ese maldito podía matarme. Pero no era así. Ahora soy el ser más poderoso en este mundo sin tener o poseer magia y por eso me regocijo porque sabré que algún día este planeta volverá a ser de los Humanos.

—Por los Dioses... Si ellos te escucharan, pensarían que estás demente.

—Cada vez empiezo a odiarte más, ¿sabes?

—Vaya, ya eres la primera persona que me odia —suelto unas risas burlonas para provocarlo.

—¡Tendrás el honor de morir decapitado! —corrió ahora a mí, me sorprendió el simple hecho de ver cómo corría con toda esa tonelada de armadura, tiene miles de años con ella, ya debe ser costumbre, una horrible costumbre.

Lanzó un golpe pero lo esquivé y lo electrocuté en su espalda, a la derecha estaba su hacha, éste la vio y en su cara se vieron las ganas de ir por ella pero yo estaba de obstáculo. Corrió de nuevo. Con toda mi fuerza empecé a electrocutarlo para que no avanzara a mí, los rayos le hacían efecto pero no parecía recibir daño o hacerle sentir dolor y caminaba lentamente a mí conteniendo los rayos que impactaban su cuerpo y cuando llegó me golpeó con un fuerte derechazo en mi mejilla derecha.

Mi rostro ardió en el momento en el que sentí el puñetazo, sentí que mi pómulo se perforó. La obsidiana, sus guanteletes de obsidiana eran muy dolorosos y te dejaba con una fuerte sacudida de cerebro por el impacto. Mi vista se puso borrosa, vi como Darkius tomó su hacha y la alzó para matarme, pero pensé rápido en ese momento y me teletrasporté a una distancia lejana a él en el estado en que estaba.

—¿Qué pasa? ¿Ya no puedes más? —pregunta con burla mientras me recupero de ese golpe.

(Vámonos, corremos peligro)

—No. Aún puedo dar más —contesto con valentía posicionándome para el siguiente ataque.

—Ese es el espíritu de un guerrero. Ahora, muere.

DESTELLO DEL DIOS TRUENO —me teletrasporté a su espalda para hacer un remate —GOLPE RELÁMPAGO —mi puño derecho se encendió en rayos poderosos y sobresalientes y golpeé la armadura de Darkius, un destello se provocó al momento del impacto.

El destello me dejó en el aire, mi mente dio vueltas y no vi nada, no sabía lo que pasó, sólo sé que siento un fuerte dolor en mi mano derecha. Cuando recuperé la vista vi mi mano, estaba sangrando y me dolía hasta morir, parecía estar rota y a la vez no, y no podía moverla.

Miré a Darkius, estaba en el suelo, su espalda estaba descubierta, su armadura se rompió en ese momento y se reconstruía lentamente. En ese momento, con mi otra mano, creé una lanza levitando en el aire encima de él y la bajé a toda velocidad y ésta se enterró dentro de Darkius.

Darkius no se movió, parecía victoria para mí. ¿En verdad lo hice? ¿Derroté a Darkius? Aún tenía dudas, pero se fueron al ver a Darkius levantarse y sacar la lanza de su espalda.

—Te felicito por ese intento. Tienes todo mi respeto, pero falta más que una lanza para intentar matarme.

(Es imposible. Retirada)

Darkius seguía con vida, no puedo derrotarlo, no puedo hacerle frente, no puedo matarlo.

Me arrodillé, incrédulo de lo que ocurría aquí. Me siento patético.

Un destello calló del cielo frente a mí, justo cuando pierdo las esperanzas. El destello de luz se desvanece y me muestra a Zeus.

—¡Zeus! —al verlo tuve ánimos de seguir con esto, ahora él está aquí para ayudarme.

—Perdón por la tardanza —me mira de reojo a través del hombro.

—Vaya, ¡pero si es Zeus en persona! Cuánto tiempo, ¿vienes a morir igual que McFly? —Darkius se emocionó al verlo y sus instintos asesinos explotaron.

Pude ver cómo Zeus vio a los cuerpos muertos de las personas de éste pueblo.

—Mira en lo que te has convertido, Darkius. Asesinar personas es algo, ¿pero niños? Has empeorado con el paso de los años.

Darkius rió a carcajadas.

—Déjate de sermones, Zeus. ¡Ven a...! —Zeus no le dejó hablar ya que le disparó un rayo potenciado que mandó a volar a Darkius. Éste se dio la vuelta y extendió su mano para que me levantara.

—Retirada.

Tomé su mano y nos fuimos de ahí. Hoy perdí, pero ya no lo haré más. Lo prometo. Sé que hay oportunidad y una gran posibilidad.

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