El Aprendiz de Zeus Cap.6

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—¿Qué pasó con los Sátiros? —Hades respondía a todas mis preguntas mientras caminaba de un lado a otro en su tenebrosa sala de su hogar en el Infierno tomando whisky.

—Se extinguieron por disputas y guerras entre Humanos, los Humanos no aceptaban a especies "no Humanas" y se llevaron consigo a los Sátiros y a algunas otras especies.

—Vaya. Menos mal que todo cambió por lo del Consejo Mundial y eso...

—Sí, todo ya sería un caos y guerras por todos lados entre territorios, no existiría la armonía entre las especies.

Pero mientras hablábamos sentados en la sala, un círculo amarillo mágico apareció en el suelo frente a nosotros y de ella salió Apolo, que al verlo me oculté detrás de la silla donde estaba sentado.

—Oh, sobrino. Qué agradable visita de parte tuya —le saludó Hades.

—Hola, tío, vengo por algo que... Le pertenece al Olimpo —Apolo tuvo contacto visual conmigo y yo abrí grande mis ojos.

—¿Parte del Olimpo? ¿Qué será? —creo que Hades intentaba ocultarme de Apolo.

—Ya lo debes saber. Vengo por Tom —dijo sin más rodeos.

—¿Y… desde cuándo Tom es parte del Olimpo? —inquirió Hades con el ceño fruncido.

—Desde que entró y tomó los poderes de Zeus.

—Parece que hay alguien que le puede quitar el puesto a mi hermano —sonrió al final.

—Tom, ya no te ocultes, vendrás conmigo al Olimpo.

—¡Aguafiestas! —le llamé, vino para sabotear mi charla con Hades. Éste me miró sin soportarme, levantó su mano y de repente empecé a flotar por el aire sin poder moverme.

—Adiós, Hades... —se despidió de mala gana de Hades.

—Adiós, sobrino. Fue un gusto, Tom —se despidió también con una pizca de maldad en su mirada y en su voz.

—¡No! ¡Espera, las Sirenas, debo ir de nuevo! ¡No!

***

—¡Me has quitado mi gloria, Apolo! —le reclamaba al dios quien me llevó a su templo en el Olimpo.

—¿Qué hacías con Hades? —preguntó seriamente, verlo así me puso tenso y recordé mi diminuto lugar en éste territorio.

—Pasando un agradable rato, fue él quien me llevó al Infierno, es un lugar muy tenebroso pero cool. ¿Por qué tuviste que arruinarlo?

—El que debería estar regañado eres tú. Descubrimos que Atenea te estaba ocultando y tú desapareciste.

—Sólo fueron unas horas, Apolo, no exagere —Apolo permanecía tenaz pero no era para tanto.

—Desapareciste tres días.

(Okey, eso explica todo)

—¡¿Tres días?!

—Sí, y menos mal que Zeus no se enteró de ésto. Vamos, te llevaré con Atenea.

—¡No tan rápido! —la voz de Ares se escuchó detrás de mí a lo lejos. Volteé y vi que él venía rápido a mí

—¡Tom, tengo al que pedirte!

¿Un Dios pidiéndole algo a un mortal?

(Que sea la revancha, que sea la revancha)

Llegó a mí y se puso al frente.

—Cuéntame qué hiciste con Hades —pidió con emoción en su voz.

No hay revancha, aunque…

—Te diré todo si aceptas una revancha, una batalla, pero con espadas.

—No —negó Apolo en vez de Ares.

—¡Acepto! —Ares me tomó y rápidamente me llevó al coliseo del Olimpo a través de magia, tenía puesta mi ropa de batalla y en el piso había una espada y un escudo, todo fue invocado de manera rápida —. ¿Estás listo? —preguntó Ares a lo lejos con un casco puesto y su espada y escudo en manos.

Tomé la espada y el escudo, en estos momentos me servía la espada que me dio la diosa Atenea hecha por Hefesto, yo la dejé en el templo de ella.

—¡Sí! —le avisé.

Estuve esperando este momento, fueron días de entrenamiento arduo con Atenea y ya me siento listo sin mis poderes.

Ares corrió a mí empuñando su espada y su escudo, lo esperé posicionándome con mi espada enfrente y el escudo. Cuando llegó intentó acometerme con su espada pero la bloqueé con la mía.

Me separé de Ares, me iba a dar una patada frontal para alejarme pero puse el escudo rápido y le dio a eso, un ruido se proyectó en el escudo pero no lo rompió, cuando vi el escudo éste tenía una gran abolladura.

—¿Has entrenado? —preguntó él.

—¡No sabes cuánto! —me dirigí al dios con valentía y empuñé mi espada contra él, no usaba su escudo, esquivaba mi espada con sus reflejos y agilidad, mis ataques eran lentos pero no quería quedar cansado para soportar después los golpes de Ares.

—Eres muy lento —mientras blandía, éste me dio un puñetazo en el abdomen y caí al suelo soltando mi espada y el escudo, quedé sin aire pero yo era más fuerte que aquella vez, ya no era nadie. Soy un mortal con poderes eléctricos que pueden despertar en cualquier momento.

Vi mi espada a mi lado y la tomé , cuando la toqué se electrocutó entera y la blandí rápidamente contra Ares pero por suerte lo esquivó.

—Usa tus poderes —pedía.

—Aún no sé cómo, apenas puedo pensar en ellos y hacer que broten un poco —le expliqué con pena de no saber usar mis poderes.

—Pues no tendrás un puesto y el reconocimiento en este lugar —me iba a dar otro puñetazo pero puse el escudo de inmediato y lo rompió al impacto.

Me separé y al ver mi escudo roto lo solté y quedé solamente con la espada.

—Debes admitir que he dado batalla más que la primera vez.

Ares se encogió de hombros.

—Algo es algo, pero no he dado nada aún —Ares saltó alto y se dirigió a mí en el aire.

(Es ahora o nunca)

Alcé la espada, unos rayos empezaron a cubrirla haciéndola una espada eléctrica, luego la apunté a Ares en el aire.

ESCUDO IMPERIAL —el escudo de Ares se tornó a un dorado luminoso y lo puso al frente para amortiguar mi espada.

Apunté al escudo y cuando mi espada chocó se formó una explosión y de ahí no supe más nada, perdí consciencia.

Cuando abrí los ojos encontré mi espada rota a la mitad, me levanté con un mareo y vi que en el centro del coliseo había un agujero y salía humo, Ares estaba en el suelo del otro lado y su escudo estaba roto también.

(Debió ser por el impacto de su escudo y mi espada. ¿Ganamos?)

Unas aguas aparecieron en el coliseo, Poseidón llegó y miró con impresión el centro. Apolo llegó con Atenea y todos los dioses también, Zeus llegó a través de un trueno y también miró el agujero que formamos Ares y yo.

Vi a Ares levantarse lentamente, tomé la mitad de mi espada por la empuñadura y corrí a él, cuando llegué lo apunté con la espada rota frente a su cabeza.

—Gané, Ares, te vencí. ¡Yo gané! —me tambaleo de pie pero rápidamente Ares aprovechó y me hizo caer pateando uno de mis talones de mis pies, se levantó y puso un pie encima de mi pecho.

—Corrección, mortal. Yo gané —replicó con estilo.

(No otra vez)

—¡Limpiamente es un empate! —espetó Hefesto cerca de nosotros que tenía la otra mitad de mi espada, los dioses veían la espada con impresión —¿Tom? Mis espadas no se rompen fácilmente. Explícate.

—¡Lo hice, usé mis rayos y pude hacerle frente a Ares! —decía jadeando aire sintiendo la presión del pie de Ares.

—No del todo... —opinó Hermes.

—¡Tom, te dije que no enfrentaras a Ares! —Atenea se dirigió a mí, Ares se retiró y ella me levantó.

—Lo sé y lo siento, mi diosa, pero no me retuve más —admití riendo un poco frente a ella, que parecía querer matarme —. Valió la pena, y ya soporto un golpe de él —hasta yo quedé sorprendido por haber soportado ese golpe.

—En realidad… no te dí tan fuerte —confesó Ares rascándose la nuca —Pero usaste tus rayos y los combinaste con la espada.

—Oh, cielos... —me decepcioné.

—¿Cuánta energía usaste en la espada? —preguntó Deméter.

—No sé casi nada pero sólo sé que mis rayos se unieron a la espada y pensé que iba a matar a Ares.

Zeus entró en escena y se puso frente a mí con el ceño fruncido, era más alto que yo y daba miedo tenerlo así. Atenea me soltó y se distanció para dejarme con él, yo no aguanté mis piernas temblorosas y caí al suelo mirando a Zeus con miedo.

—E-Estoy... cansado... —comenté exhausto echándome al suelo, vi como Hera atendía a su hijo echándole un vistazo rápido a pesar de estar bien.

—Porque usaste toda tu energía en la espada, por eso sentimos el impacto, y el inmenso incremento de poder en ti, por eso dejaste un agujero al impactar contra el escudo de Ares —explicó el Dios del Rayo.

Primera vez que lo escucho decirme algo a mí. Fantástico, y un poco aterrador. Era increíble ver al Gran Zeus hablarme aunque no me haya presentado. Zeus se dio la vuelta y decidió irse, pero antes me miró de reojo a través de su hombro.

—Te espero aquí mañana —eso fue lo último que dijo antes de irse con un trueno que cayó del cielo dorado.

(Sí que valió la pena)

***

—¿En serio usé toda la energía que tenía? —estaba en el templo de Hera, me estaba ayudando a recuperarme de mi batalla contra Ares.

—Sí, quedaste completamente vacío en esa batalla. Tu energía se sintió desde aquí y era inmensa, y pensamos mal hasta que ¡puff! Era el mortal de cabello rojo —decía con una sonrisa amigable.

Estaba acostado en una cama que tenía en su templo, pidió que me relajara y que me calmara, y vaya lo estoy haciendo.

—Creo que ya tengo su atención... —musité.

—¿Ah? —preguntó ella para saber lo que había murmurado.

—Ya Zeus me toma en cuenta —le dije, contento —, pensé que no lo haría y ahora estaré mañana con él —se sintió extraño escuchar su voz dirigiéndose a mí, sentí admiración en ese momento.

—Ya era hora, ¿no? Tal vez te enseñe a controlar tus poderes mejor y dominarlo como él —Hera podía ser como una madre, son cualidades de una diosa el ser cariñosa, es la primera vez que interactuo con ella y ya parece mi madre.

—Sí, sería bueno.

Tiempo después salí de su templo y me encontré a Apolo, Ares, Hefesto y Hermes esperándome en los escalones hacia abajo.

—Cuéntanos lo que hiciste con Hades
—pidió Apolo hablando por los demás.

Les hablé sobre él, les dije que aprendí de las Subespecies y muchas cosas, les dije que conocí a Perséfone y también les hablé de las Sirenas.

—En serio, son hermosas y fantásticas, se enamoran a primera vista y ya te quieren en ese instante, vi a muchas en aquella costa con Hades y me amaron. Claro, se entristecieron al ver que me iba pero son mujeres que buscan a un rey, a un hombre o mujer que las cuide y ame, parece.

Los que estaban hipnotizados eran Hefesto y Ares, pensaban y se hacían ilusiones con Sirenas mientras que Hermes y Apolo escuchaban sobre ellas.

—Sirenas…

—Ojalá les guste a los hombres aun así con dificultades —dijo Hefesto.

—Deberían —agregó Hermes.

—Parece que después de todo aprenderás algo de Zeus —me dijo Apolo cambiando tema.

—Creí que no lo haría —acepté entrenar con Atenea para hacerme fuerte pero a la vez intentar obtener la atención de Zeus, además de usar mi poder para algo.

Tal vez me dé una charla mañana, consejo, respeto, entrenamiento, advertencia, misión, lo que sea. Nunca creí que estaría con los dioses pero ahora estoy con ellos, en el Olimpo, y soy como el nuevo Zeus de aquí.

(Tenemos que ir a ver a Jessie y a Mort)

Mañana quizás, deben estar haciendo algo y no robando para seguir con sus vidas, por algo me pidieron los lingote de oro y debieron hacer algo con él, tal vez ganar reales y hacer algo con ello, ¿pero que son diferentes? Lo son.

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