Capítulo 2

Màu nền
Font chữ
Font size
Chiều cao dòng

La presión fue como un golpe certero y doloroso, que magulló su cabeza y envió un relámpago de dolor tras sus ojos. YoonGi se encogió, llevándose las manos a los costados de su cabeza, luchando por contenerse; un irritante sonido de pitido atacó sus oídos. Fue tan doloroso que lo mareó y él creyó que sus tímpanos reventarían.

Atrás, junto a la puerta, los señores Park soltaron un grito e imitaron los actos del padre, doblándose sobre sí mismos en una posición que parecía una reverencia. Por su parte, una fuerza invisible empujó a YoonGi hacia abajo; sus piernas se doblaron y sus rodillas golpearon el suelo con un ruido sordo, que disparó una nueva corriente de dolor que atravesó sus piernas.

Fili inferni, reverentiam habe, et cognosce locum tuum (hijos del infierno, tengan reverencia y conozcan su lugar) —el demonio, porque era innegable el hecho de que se estaban enfrentando a un ente maligno, musitó.

Sus ojos recorrieron a todos en la sala, antes de que centrara toda su atención en el padre. Él mostró un claro desprecio.

Quod suus 'vestri locus. Hoc est quomo te mihi demostrare debeas (ese es tu lugar. Así es como debes mostrarte ante mí) —Su voz retumbó con autoridad.

YoonGi apretó los dientes, negándose a someterse ante un morador de las tinieblas.

—¡Blasfemia! —YoonGi gritó, alzando la cabeza, aunque la resistencia fuera aplastante y dolorosa para él—. Los hijos de Dios nunca se postrarán ante nadie más que no sea él. Toda nuestra devoción es de nuestro señor, ¿qué eres tú, hijo de tinieblas, ante la gloria celestial de nuestro señor? ¿Cuál es el respeto que crees te mereces?

El demonio dejó salir una retumbante risa ante sus palabras y había burla en ellas cuando preguntó: —Mentita decipis animun? Estne id quod dixiste te a culpa liberare et in luce habita? (¿engañas la mente con mentiras? ¿Eso es lo que [te] dijiste para liberarte de la culpa y ser sostenido en la luz?).

—En mi mente no hay culpa, soy un hijo que humildemente mora en la luz, porque he hecho de nuestro señor, mi padre. Ha sido él quien ha iluminado mi camino y me ha dado un sentido; he ofrecido mi vida a su servicio, porque grande y misericordioso es él como ningún otro.

Peccator, filius satanáe. ¡Nomen regis notris inhonoras! (Pecador, hijo de Satanás. ¡Deshonras el nombre de nuestro rey!) —El demonio escupió y la saliva golpeó la mejilla de YoonGi, pero él mantuvo su cabeza en alto, no reconociendo ninguna humillación del ente.

Tras ellos, la señora Park comenzó a llorar y aunque YoonGi quiso poder consolarla, él no alejó su vista del demonio en la silla. Debía ser, el por supuesto, desgarrador para ella; ver a su dulce niño en este estado, pronunciando blasfemias aunque no fuera él.

Tu nescis quid sit gratus. Rex noster omnia tibi dedit et fuit deus ante quem nunc genuflectis, qui abstulit abste (no sabes lo que es estar agradecido. Nuestro rey te lo ha dado todo y fue el Dios ante quien ahora te arrodillas, quien te lo ha quitado).

—Te equivocas, sé muy bien lo que es el agradecimiento y esa precisamente la razón por la que me arrodillo ante mi Dios —YoonGi refutó—. Mi señor me ha dado más de lo que me ha quitado, no, mi señor no me ha quitado nada, él solo ha eliminado de mi vida todo aquello que es innecesario y que podría torcer mi camino.

Una nueva carcajada retumbó en la habitación cuando el demonio se burló una vez más. Él miró a YoonGi como si fuera la persona más estúpida que había conocido nunca, sus ennegrecidos ojos recorriéndolo de arriba abajo.

Si putas, quare adhuc desiderat cor tuum? (Si es lo que crees, ¿por qué tu corazón todavía anhela?) —Las sujeciones se tensaron alrededor de la silla cuando el demonio tiró de ellas y se inclinó hacia YoonGi—. A mí no me engañas, padre, puedo ver con claridad lo que te empeñas en ocultar, eso que te niegas a aceptar que aún está en ti —declaró con una voz baja y amenazante—. ¿Te atreves a negarlo?

YoonGi se estremeció y los vellos de su cuerpo se erizaron cuando un irracional miedo le embargó. Sudor frío comenzó a formarse en sus sienes, pero él todavía se resistió.

—¿Asustado? ¿Es aterrador sentirse expuesto? ¿Tienes miedo de no ser capaz de negar tus deseos? —La sonrisa que se extendió en el infantil rostro, nunca había sido tan siniestra y aterradora como la que el demonio le obligó a formular—. Lo sé todo, padre YoonGi, cada uno de tus secretos. Incluido el morbo y el anhelo que te genera este cuerpo.

—¡Injuria! —YoonGi gritó enfurecido, y cegado, se lanzó hacia delante; sin embargo, la misma opresión invisible le empujó hacia atrás, lanzándolo de espaldas al suelo con una fuerza que le impulsó varios metros a través del estudio.

Hubo un nuevo grito de los Park ante el sorpresivo hecho y el llanto de la señora se volvió más ruidoso.

—¡Deja de lloriquear, estúpida perra! —El demonio gritó hacia la mujer, quien se atragantó al convertirse en el centro de atención—. ¡Puedes llorar sangre si quieres y el resultado no será diferente! ¡Dame lo que me pertenece o lo tomaré por la fuerza con creces!

—¡Yo no te debo nada! —La señora Park gritó—. ¡Deja a mi hijo en paz! ¡Deja de atormentarnos y vete devuelta al infierno!

—¡¿Te atreves a gritarme?! —El demonio rugió y las paredes del estudio se estremecieron—. ¡¿Realmente piensas que fingir devoción a Dios te salvará de tus deudas?! ¡Es tu última advertencia! ¡El tiempo se ha terminado! ¡Paga o muere!

—¡Ugh!

Un grito ahogado salió de la garganta de la señora Park cuando, repentinamente, la mujer envolvió sus propias manos alrededor de su cuello, comenzando a asfixiarse a sí misma.

—¡HyeJin! —El señor Park gritó cuando su esposa tropezó hacia atrás y se golpeó contra la pared—. Cariño, cariño, ¡espera! —El hombre trató de alejar las manos de la mujer de su cuello, que boqueaba desesperada en busca del aire que involuntariamente se estaba arrebatando.

—¡Entrégame lo que es mío! —El demonio exigió una vez más y el cuerpo de la mujer se alejó de las manos de su esposo cuando se alzó varios metros por encima del suelo.

—¡Basta! ¡Detén esto ahora! —El hombre exigió, intentando alcanzar a su esposa nuevamente, solo para que la misma fuerza invisible que antes había atacado al padre, lo lanzara por los aires al otro lado de la habitación.

El cuerpo del señor Park golpeó contra uno de los libreros incrustado en la pared, antes de que cayera en un montón sobre el suelo. Algunos de los libros y tablas que no soportaron el impacto, se desprendieron del estante y golpearon en su costado y espalda, haciendo que el hombre soltará un alarido y se retorciera de dolor.

YoonGi, que miró con impotencia lo sucedido, se arrastró sobre sus rodillas y luchó hasta finalmente pudo ponerse de pie. Él corrió hasta la mujer que pataleaba contra la pared y agarró sus piernas, tirando de ella con fuerza.

La acción pareció perturbar la concentración del demonio, porque los brazos de la señora Park cayeron a sus costados y ella tomó una profunda inhalación justo antes de caer hacia abajo. YoonGi la atrapó antes de que golpeara el suelo y la mujer se sostuvo de sus brazos, jadeando desesperadamente en un intento de suplir sus pulmones con el anhelado oxigeno.

—Oh Dios —ella gimió aterrorizada—. Ayúdanos, señor; padre, tiene que ayudarnos. T-Tiene que ayudarnos —lloró.

Enfurecido, YoonGi encaró al demonio y se alejó de la señora Park, caminando a pasos decididos hasta estar de nuevo frente a él.

—¿Qué buscas? ¿Por qué atormentas a esta familia? —Inquirió.

—Lo sabes tanto como ellos, vine a cobrar una deuda y no me iré hasta que la paguen.

—Los hijos de Dios no deben a demonios —YoonGi refutó, solemne. Él tomó el rosario de madera que colgaba de su cuello y lo retiró, mostrándolo frente al demonio—. Libera este cuerpo y deja de atormentar a esta familia.

—¿Piensas que tengo miedo de eso? —Burló, mirando despectivamente el rosario en su mano—. Si quieres enfrentarme, desagradecido, tendrás que hacer algo mejor que esto.

YoonGi no se inmutó ante sus palabras; en cambio, tomó el la cruz entre sus dedos y antes de que el demonio pudiera hacer cualquier otro movimiento, lo golpeó sobre su frente.

Venas negras cubrieron el rostro de JiMin inmediatamente y los ojos del demonio se abrieron en su totalidad al igual que su boca, que dejó salir un atronador chillido. Él se revolvió, tirando de sus ataduras.

—¡Fuera de aquí! —YoonGi gritó y la habitación tembló, algunas cosas cayendo al suelo desde las estanterías, acompañados por las luces que comenzaron a parpadear. YoonGi ignoró todo y mantuvo la cruz firmemente apoyada contra la frente del infante, recitando en latín en voz baja—. ¡Deja este cuerpo!

Un libro voló desde la estantería tras el escritorio y golpeó a YoonGi en el rostro, pero él se mantuvo firme mientras rezaba. Por supuesto, el demonio luchó y presionó en su cabeza, intentando aplastarlo; no obstante, YoonGi empujó contra ella, enfrentándolo con convicción.

Finalmente, luego de un par de minutos de lucha, la habitación dio un último estremecimiento y algunas bombillas reventaron antes de que las venas negras se retrajeran y la negrura abandonara los ojos del niño. Los ojos, ahora morrones, se cerraron lentamente y JiMin volvió a la inconsciencia.

Un profundo silencio inundó la habitación, hasta que la señora Park habló.

—¿S-Se ha ido? ¿Es todo? —Ella preguntó con voz temblorosa.

YoonGi retiró la cruz de la frente del niño, viendo la profunda marca con la silueta de esta impresa en la carne, como si hubiera sido quemada allí. YoonGi rezó unas palabras más y se persignó antes de volver a colocarse el crucifijo alrededor del cuello.

—¿P-Padre? —La señora Park volvió a llamar.

YoonGi encaró a la mujer y apretó los labios, negando con la cabeza.

—Aún no, esto es de lejos suficiente —respondió y luego se acercó hasta el señor Park para ayudarle a incorporarse.

—Eso quiere decir que mi pequeño JiMin... mi Dios, ¿qué es esto? —La mujer lamentó.

Yoo6 propuso que JiMin fuera llevado a su habitación, y con la aceptación y ayuda de los padres de este, su sugerencia se llevó a cabo.

Dejaron al niño sobre la cama y cambiaron el pijama sudado de este, aseándolo con un paño humedecido en agua tibia antes de remplazarlo por uno nuevo, que de hecho era igual que la anterior, solo que esta era de un verde pastel.

Luego, aunque YoonGi se vio renuente, después de lo sucedido en el despacho, aceptó que ataran las extremidades del infante en los extremos de la cama. Era obvio que este era agresivo y si había hecho todo ese daño mientras estaba atado, YoonGi no quería pensar en lo que haría de no ser así.

Durante todo el transcurso, JiMin no dio señales de consciencia ni una sola vez.

Cuando bajaron a la sala de estar planeando dejar al niño descansar y luego de que el señor Park fuera también atendido, YoonGi no tardó en enfrentar a la señora HyeJin. Ellos se sentaron en los sofás y YoonGi pidió completa sinceridad acerca de lo sucedió y las acusaciones del demonio contra ella.

—Si no me cuenta todo, será más difícil ayudar al pequeño JiMin —señaló cuando la señora no hizo más que desviar la mirada, mostrándose renuente a dar una respuesta—. Señora Park, ayúdeme a liberar a JiMin de esto. Ayúdeme a liberar a su hijo de las manos de este ser o acaso, ¿no es lo que desea?

—¿Qué tontería? ¡Por supuesto que sí! —Ella exclamó exaltada, siendo contenida por su esposo cuando apretó su muslo.

YoonGi asintió, paciente.

—Entonces dígame, señora Park, ¿cuál es esa deuda que tiene usted con el demonio?

—¡No le debo nada! ¿Qué podría deberle yo a un habitante del infierno? —Ella respondió a la defensiva.

—Calma, cariño —el señor Park instó, esta vez envolviendo a su esposa entre sus brazos—. Estoy aquí contigo.

—Si no le debe nada —YoonGi interrumpió la pareja—, si no le debe nada, ¿por qué entonces este demonio asegura que así es?

—Es un demonio, padre, entes malignos, engañosos, mentirosos...

—Señora Park, dígame qué es lo que debe —aseveró—. Cada momento perdido, es solo un momento más de tormento para JiMin. El señor Park ya me lo ha dicho antes, las palabras del demonio esa primera noche. Él habló de impíos, sobre una deuda que no deja de recalcar y un alma que no es suya.

—¿Qué? Padre, ¿ese era su significado? —El señor Park preguntó estupefacto, pero YoonGi no reparó en este.

—¿Qué en todos los cielos, le debe, señora Park? ¿Qué es lo que le ofreció?

La mujer esquivó los ojos de YoonGi, quien aún entonces llegó a capturar la humedad de estos antes de que ella agachara la cabeza y mirara su regazo.

—Y-Yo no quería, s-solo... estaba desesperada. Nunca pensé que terminaría de esta forma —ella sollozó—. Creí que luego de arrepentirme, de rogarle perdón a nuestro señor por mi estupidez, todo se arreglaría.

—¿Qué es? —YoonGi insistió.

—Estábamos en las últimas; todo una semana sin consumir más que agua, fuimos echados a la calle en pleno invierno. WooJung buscaba trabajo por todos lados, hizo tanto como pudo y todo lo que consiguió fue una pulmonía que le llevó a un hospital del que también nos echaron cuando el poco dinero se acabó y ya no pudimos seguir pagando las facturas. —La mujer levantó el rostro y las lágrimas de desbordaron por sus mejillas.

—¿H-HyeJin? —El señor Park llamó con duda, separándose lentamente de su esposa, quien se apuró a sostener sus manos y negar con la cabeza.

—Estabas muriendo, no tenía dinero y no sabía qué hacer. Lo sabes, nadie nos ayudaría —dijo con voz rota—. Hice todo lo que pude sin ningún resultado y me desesperé. Una noche, tuviste un ataque del que apenas sobreviviste y yo simplemente... simplemente, me rendí y lo hice.

—¿Hiciste qué, HyeJin? —El esposo preguntó con un severo tono angustiado.

—Ofrecí cualquier cosa, lo que quisiera —ella inhaló—, si podía salvarte y ayudarnos a salir de esa situación para siempre.

—No, ¿tú...? No.

—Lo siento, lo siento, era eso o perderte y me negué a hacerlo.

—¡Le ofreciste a un demonio la vida de nuestro hijo! —El señor Park se sacudió del agarre de su esposa y se paró de un salto, alejándose de la mujer—. ¿Cómo pudiste?

—¡WooJung, por favor! —La señora Park intentó alcanzarlo, pero este esquivó la mano de la mujer, caminando lejos del sofá mientras se frotaba el rostro con las manos.

—Esto es... ni siquiera quiero creerlo, ¿cómo pudiste pensar que algo así valdría la pena?

—¡Ni siquiera lo sabía! ¡No lo sabía! Creí que me cobraría a mí, pero un día solo escuche el susurro junto a mí oído, diciendo que el pago estaba en mi vientre y que lo reclamaría en su nacimiento. ¡¿Cómo crees que eso fue para mí?! ¡Me enteré de la existencia de mi hijo porque un demonio vino a reclamar su alma! —La señora Park gritó desesperada.

—¡¿Qué esperabas?! ¡Hiciste un trato con un demonio, mujer! —El hombre agitó sus brazos bruscamente a sus costados—. ¿Esa fue la razón por la que insististe tanto en buscar de Dios en ese entonces? Nunca fue porque te sentiste iluminada y bendecida por Dios cuando te enteraste de nuestro hijo, ¿verdad?

—Lo siento. —La señora Park negó con la cabeza y se cubrió el rostro con las manos.

Solo entonces, YoonGi intervino, porque las cosas comenzaban a desviarse del asunto principal aquí, que era salvar al pequeño JiMin.

—Está bien, tranquilicémonos y centrémonos todos —YoonGi llamó, luego colocó su atención en el otro hombre—. Señor Park, sé que esto es chocante y difícil, pero su esposa está genuinamente arrepentida de sus actos. Ha buscado de Dios, pidió perdón por sus pecados, rogó misericordia y ha estado sirviendo a nuestro padre durante todos estos años. No hay duda de que es sincera y trató por todos los medios de remediar sus actos. Ahora lo importante es ayudar a JiMin, estoy seguro que podemos resolver los demás después.

—Sí, tiene razón, padre. Perdone mi arrebato —el señor Park se disculpó con un asentimiento—. Entonces, ¿q-qué deberíamos hacer ahora que sabemos lo que busca?

—Ahora, llamaré al obispo y daré aviso de la situación, tengo la licencia especial permanente desde el año pasado, pero me sentiría mejor informándolo —explicó—. Normalmente tendríamos que pasar por un largo proceso antes, hacer que JiMin visitara algunos psicólogos y psiquiatras antes para confirmar la posesión, pero luego de lo sucedido en el estudio... es demasiado claro.

—Por supuesto, por favor procedamos cuanto antes, padre —el señor Park afirmó ansioso.

YoonGi suspiró y fijó su vista en la aún sollozante señora Park, él llamó la atención de esta, quien apartó las lágrimas de su rostro e intentó calmarse a sí misma.

—¿Q-Qué necesita? —La mujer preguntó luego de un momento.

—Necesito que piense bien en el día en que todo ocurrió, señora Park, ¿puede usted recordar exactamente con qué demonio hizo el trato? ¿Cuál era su nombre?

—Eso es... su nombre es Adramelech.

La temperatura en la sala pareció descender varios grados ante la pronunciación de la mujer. Los dos hombres enmudecieron y los vellos de YoonGi se erizaron cuando preguntó.

—E-El... ¿el canciller del infierno?

Stars_Saturn.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen2U.Pro