Capítulo 3

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Aclaración: las letras en cursiva indican que se está hablando en latín.
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YoonGi salió de la casa, atravesando el corto camino de grava hasta la puertecilla de metal en la cerca que rodeaba la vivienda; abriéndola, se dirigió entonces a su auto. Él miró alrededor del vecindario, que de alguna forma se había vuelto tétrico ante la falta de cualquier sonido o movimiento en sus calles.

De hecho, la noche estaba adoptando un ambiente tan inquietante y brumoso, que erizaría los vellos de cualquiera. Un viento anormalmente frío, dado lo caluroso de la temporada, movió la copa de los árboles y golpeó la escasa porción de piel expuesta de YoonGi, quien frunció el ceño, mirando hacia atrás la casa de los Park.

Sus ojos recorrieron lentamente todo el patio delantero del lugar y la fachada de la casa.

—Debería ser mi imaginación —murmuró para sí mismo.

Él abrió el vehículo, inclinándose sobre el asiento para recoger su celular, que descansaba cerca de la palanca de cambios. Una vez lo tuvo en su mano, volvió a salir de este, recostándose en la puerta mientras revisaba su agenda en busca del número del obispo Jones.

Él marcó en cuanto lo encontró y fue recibido por un ronco y bajo saludo un par de tonos después.

—Obispo Jones, buenas noches, soy el padre Min YoonGi, del distrito uno en la Santa Iglesia Divino Niño —saludó, proporcionando también su número de registro.

—Padre YoonGi, bendiciones —el obispo contestó y YoonGi murmuró de igual forma—. ¿En qué puedo ayudarle? —Preguntó luego de verificar su identidad.

Entonces, YoonGi se dedicó a poner al hombre al tanto de todo lo que estaba aconteciendo en la casa de los Park; asegurándose de exponer cada detalle. Él se sintió agradecido de haber tenido la suerte de que este recibiera su llamada directamente.

—Esto es... —el obispo pareció quedarse sin palabras por un momento—. ¿Está completamente seguro?

—Lo estoy —YoonGi afirmó—. Sucedió todo frente a mis ojos, señor, no fue algo que escuché de la boca de alguien más; los rastros de posesión son tan evidentes, que no creo que sea necesario ninguna prueba externa.

El obispo Jones dejó salir un ruido afirmativo de su garganta; YoonGi esperó paciente por las palabras de este.

—Padre Min, usted sabe, los estudios son un requerimiento importante, estas reglas no las he impuesto yo...

—Pero señor, ya le he dicho que... —YoonGi interrumpió, pero fue interrumpido a su vez.

—Pero —el hombre enfatizó, exhortando a que guardara silencio—, estoy de acuerdo con usted acerca de la intervención del niño; sin embargo, mi recomendación es que espere hasta que le enviemos asistencia.

—Señor, lo siento, pero podría ser muy tarde para cuando alguien sea aprobado —YoonGi refutó.

—Entiendo su insistencia, padre Min, pero escuche mis palabras por el momento; no es un ente cualquiera con el que estará tratando. Usted solo podría no ser suficiente. —Hubo algunos ruidos de roces tras la línea antes de que el obispo Jones continuara—. Le prometo que me encargaré yo mismo de esto y me aseguraré de que para mañana haya un sacerdote para ayudarle a través de la exorcización del joven Park.

YoonGi se sintió ligeramente impotente ante las negativas del obispo, pero también podía entender las palabras del mismo. Ya era mucho que el obispo Jones no le pidiera que sometiera a JiMin bajo las pruebas de un psiquiatra antes, de hecho, tal vez es esta también la razón por la que quiere enviar a otro exorcista con él.

Ante cualquier posible incidente, siempre será mejor tener el testimonio de más de uno de ellos.

—Está bien, señor, escucharé sus palabras —terminó accediendo—. Le enviaré toda la información por correo.

—Esperaré por ella. Mientras tanto, iré gestionando el papeleo para agilizar el proceso.

YoonGi dio una respuesta afirmativa y luego de que compartieran un par de palabras más, colgó la llamada. Tecleando en la pantalla táctil de su celular, él entró a su correo y redactó toda la información que el obispo Jones podría necesitar, asegurándose de ser tan detallado como se le fue posible.

Una vez esto hecho y luego de releer el documento para asegurarse de que no haya ningún error o algún dato olvidado, envió la información.

YoonGi suspiró, metiendo su celular en el bolsillo de su pantalón antes de apartarse de su auto y abrirlo una vez más. Él buscó en la bolsa que descansaba sobre el asiento del copiloto hasta que encontró una cruz de metal de unos treinta centímetros, agua bendita y su biblia.

Tal vez tendría que esperar para poder expulsar al demonio del cuerpo de JiMin, pero eso no significa que no podría orar por este mientras tanto.

Mirando por última vez las oscuras casas del vecindario y a las pocas farolas encendidas en la calle, YoonGi volvió a la casa Park con sus cosas en mano.

Él acababa de cerrar la puerta tras sí cuando un desgarrador alarido vino desde las escaleras. YoonGi se congeló en su sitio ante lo siniestro del sonido, pero cuando gritos más alarmados comenzaron a escucharse, obligó a sus piernas a avanzar.

YoonGi corrió a través del pasillo hacia las escaleras, donde se topó con el señor Park a los pies de esta, el hombre había corrido desde la cocina hasta allí y le miró con ojos abiertos a más no poder. Su mirada estaba teñida de espanto y desesperación.

—Padre —el hombre pronunció sin aliento.

Nuevos gritos se escucharon y casi en un acuerdo tácito, ambos hombres corrieron escaleras arriba. YoonGi escuchó pasos detrás de ellos, pero no tenía que girare a mirar para saber que era la señora Park quien los seguía.

—¡Mamá! ¡Papá! ¡Mami! ¡Mami! —La inconfundible y desesperada voz de JiMin se escuchó en cuanto estuvieron en el segundo piso.

—¡JiMin, hijo! —El señor Park gritó en respuesta y apuró el paso, casi derrapando en el suelo para detenerse frente a la puerta de su hijo—. ¡JiMin hijo, estoy aquí! ¡Papá está aquí!

—¡Cariño! —Al mismo tiempo, la señora Park gritó a sus espaldas, alcanzando a YoonGi en la puerta del niño.

—¡No abre! —El señor Park gritó desesperado cuando tiró y giró el pomo de la puerta sin que esta cediera—. ¡¿Qué pasa?! —El hombre golpeó la puerta y luego empezó a empujarla persistentemente con el hombro.

—¿Cómo es posible? ¡No tiene seguro! —La señora Park se adelantó y en medio de la desesperación, terminó empujando a esposo a un lado para intentarlo ella misma.

—¡Ayúdenme! ¡Papá, mami, ayúdenme! —JiMin gritó entre un atronador llanto.

—¡JiMin! Bebé, aguanta, mami te sacará, mami estará ahí —La señora Park reconfortó, golpeando la puerta con sus palmas, para hacerle saber al niño de su presencia.

YoonGi negó, acercándose al señor Park para dejar las cosas en sus manos en los brazos de este.

—Sostenga aquí —indicó y el señor Park recibió las cosas, aturdido—, señora Park, aléjese. ¿No hay una llave? Busque las llaves —persuadió, pero la mujer negó frenéticamente con la cabeza.

—No es posible, la puerta no tiene seguro —ella se resistió, intentando forzar el cerrojo una y otra vez. YoonGi cubrió la mano de la mujer con la suya e intentó separarla una vez más.

—Pudo haberse asegurado por accidente; busque la llave, señora Park —insistió.

—No, padre, no entiende. La puerta literalmente no tiene seguro, lo eliminamos antes de colocar el pomo —fue el señor Park quien habló, su rostro lucia pálido a más no poder, atormentado por los desgarradores gritos que no dejaban de escucharse desde el otro lado de la puerta.

El semblante de YoonGi se oscureció al oír la información. —Hágase a un lado. —YoonGi tiró de la mujer, separándola de la puerta, entonces, tomando impulso, comenzó a patear la misma.

—Agarra esto, ayudaré al padre. —El señor Park dejó las cosas antes entregadas en los brazos de su mujer y comenzó a patear la puerta junto a YoonGi.

Les llevó casi una docena de patadas hacer que la madera cediera y la puerta finalmente se abriera, y cuando lo hizo, las tres personas se precipitaron en la habitación, deteniéndose súbitamente solo unos pasos después.

—¡Querido señor! —La señora Park exclamó horrorizada y las cosas en sus manos cayeron al piso con un golpe seco ante la impresión—. ¡Bebé! —La mujer avanzó hacia su hijo, pero YoonGi la sostuvo del brazo y tiró de ella para mantenerla en su lugar—. ¿Qué hace? ¡Suélteme!

Frente a ellos, YoonGi miró la espantosa imagen, quedándose sin aliento ante el ensangrentando manojo en que se había convertido el pequeño cuerpo del niño.

—P-Padre c-celestial —el señor Park dijo con voz ahogada y YoonGi le vio avanzar un paso, pero se apuró a detenerlo de igual forma que a la mujer que aún se retorcía en sus brazos tratando de liberarse.

—Quédese ahí, no se acerque —YoonGi indicó con voz ronca—. Es demasiado peligroso.

—M-Mi bebé, oh, mi pobre bebé. —La señora Park estalló en llanto y el corazón de YoonGi se estremeció.

Él vio cómo el cuerpo de JiMin se retorcía entre las ataduras, su ropa hecha jirones, empapada de la sangre que se escapaba de los profundos arañazos que cubrían todo su torso, brazos y piernas. El niño gritaba con los ojos apretados, implorando por ayuda y clemencia, su pequeño rostro cubierto con lágrimas de sangre.

La cama de JiMin levitada al menos medio metro por encima del suelo y en el techo, por encima de él, una sombra negra y brumosa parecía retorcerse, desplazándose en lo ancho del mismo, dejando salir escalofriantes sonidos. Atormentando al niño.

—¡Detente! —YoonGi exigió, empujando a la mujer en sus manos a los brazos de su marido; él dio un firme paso hacia adelante—. ¡Te ordeno que te detengas, morador de tinieblas! ¡Detente en el nombre del señor!

Un chillido se escuchó y la sombra se precipitó hacia abajo, escabulléndose grotescamente por la boca del niño, quien comenzó a convulsionar cuando la sombra lo poseyó. La cama cayendo al suelo con un estrepitoso golpe.

—¡¿Qué está sucediendo?! —El señor Park preguntó desesperado y YoonGi sabía que el hombre luchaba contra el instinto de acercarse a su hijo y ofrecerle su ayuda.

YoonGi no se detuvo a dar explicaciones; en cambio, giró sobre sus talones y se acercó a recoger su biblia, el crucifijo y el agua bendita que la señora Park había dejado caer antes al suelo.

Hojeando la biblia, encontró rápidamente el salmo que buscaba y puso el crucifijo entre las hojas; entontes, abrió la botella con el agua bendita y comenzó a rociarla alrededor de la habitación, en las ventanas, en la puerta, en cada esquina, alrededor de la cama y por último, roció el cuerpo del niño aún convulsionante.

Un grito infernal salió de los labios del infante. Las paredes se estremecieron y el cuerpo de JiMin dejó de convulsionarse. Los arañazos comenzaron a cerrarse de forma inexplicable.

Los señores Park miraron todo enmudecidos, sosteniéndose en sus brazos el uno al otro. YoonGi se paró a los pies de la cama, cerrando la botella del agua bendita y poniéndola en su bolsillo; él recogió la cruz en la biblia y la alzó frente al niño.

—Repitan después de mi —indicó a la pareja, apenas dándole una mirada. Ellos asintieron y solo entonces, YoonGi comenzó a rezar—. In nomine Patris et Filii et spiritus Sancti (En el nombre del padre, del hijo y del espíritu santo) —Pronunció, haciendo la señal de la cruz con el crucifijo en su mano.

A los señores Park les tomó un momento encontrar su voz, todavía demasiado impactados por la horrible imagen que tuvieron que presenciar solo segundos antes, pero finalmente fueron capaces de repetir las palabras del padre y persignarse.

—Invoco a todos los ángeles y a los santos. Me dirijo a ti, bendita virgen María, madre santísima, reina de toda creación, te pido tu bendición, tu protección y tu intercepción; invoco la protección y ayuda de San Miguel, el arcángel líder de los ejércitos celestiales, de todos los arcángeles y ángeles. Me uno en alabanza, adoración y gloria dada a nuestro Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo; invoco en el nombre de Jesús la bendición, protección y ayuda de todos los patriarcas, los profetas, los confesores, vírgenes y mártires, los discípulos de Jesús, los apóstoles y todos los santos que han existido y existen.

YoonGi hizo la señal de la cruz una vez más, pronunciando de espacio para que los señores Park fueran capaces de seguirle el ritmo.

—En el nombre de Jesús entro en comunión en la santa iglesia de Cristo y ratifico mi fe en el santo nombre de Jesús y en su preciosa sangre. En el nombre de Jesús renuncio el pecado, renuncio a Satanás, y sus trabajos de maldad, me entrego totalmente a Jesucristo para la gloria de Dios.

YoonGi miró de reojo el cuerpo del niño en la cama, pero este no mostró ninguna reacción.

—Dios padre todo poderoso, creador de todos los cielos y la tierra, de todo lo visible y lo invisible, padre amadísimo en unión con la virgen María, los ángeles y los santos, te hablo humildemente en el nombre de Jesús.

Hubo un sollozo viniendo desde su lado y YoonGi vio por el rabillo del ojo, dándose cuenta de que la pareja había comenzado a llorar. Él sintió una profunda simpatía.

—Te exalto y magnifico por tu grandeza inigualable, te alabo por todas tus perfecciones y atributos, te adoro y te doy gracias por el regalo de mi vida, por permitirme estar en tu presencia santa.

YoonGi tomó una profunda respiración, reforzando su fe mientras movía el crucifijo en señal de la cruz nuevamente. Su voz acentuándose y volviéndose más prominente.

—Padre amado, conoces mi intención, sabes que somos oprimidos por aquellos espíritus rebeldes que nos incitan al pecado y que nos hacen estar lejos de ti. En el Santo nombre de Jesús, cúbreme con su preciosa sangre, libérame Señor, libera a JiMin.

Un chillido infernal se escuchó desde la cama y el cuerpo del niño se arqueó en una posición anti natural sobre el colchón, sus extremidades tirando tensas de sus ataduras ante el movimiento. Un chasquido irrumpió los oídos de las tres personas presentes, cuando los brazos del niño se arquearon y sus huesos se rompieron en medio de un nuevo chillido.

—¡JiMin! —El señor Park gritó horrorizado y la mujer se tapo la boca con las manos cuando un grito escapó de ella.

—¡Sigan rezando! —YoonGi ordenó con severidad antes de continuar—. Padre amado, por el poder del Santo nombre de Jesús y de su preciosa sangre, libérame Señor de todo espíritu maligno que tenga influencia sobre mi, desátame Señor de las cadenas que me unen a la maldad, libérame Señor, libera a JiMin.

Falso morador de la luz —la infernal voz salió de los labios del niño y el demonio se retorció hasta sentarse en la cama, inclinándose en dirección a YoonGi; tirando de los brazos rotos.

YoonGi vio el rostro pálido, resquebrajado; cubierto de tensas y prominentes venas negras, los ojos completamente oscuros que le daban una mirada feroz. El demonio abrió la boca y su mandíbula se desencajó, un espeso líquido negro cayendo de la cavidad hasta el ensangrentado pijama.

¡¿Te atreves a desafiarme?! —Él gritó abismalmente y toda la casa tembló, haciendo que YoonGi se desestabilizara por un momento, mas se obligó a mantener el equilibrio y continuó rezando.

—Señor Jesús, Dios misericordioso, tú conoces la razón por la cual el enemigo me ataca, libérame Señor y salva mi alma. Libérame Señor de toda maldición que yo haya recibido, de todo odio, hechizo, brujería, mal de ojo, espiritismo, satanismo, magia, yoga, guija, clarividencia, adivinaciones, cultos, ocultismo.

El demonio se rio como si sus palabras no le afectaran en lo más mínimo y le miró con marcada burla.

¿Crees que Dios está de tu lado? —El demonio preguntó, escupiendo el espeso líquido en su dirección, mas YoonGi lo esquivó—. Te mostraré a quién realmente debes rogar por misericordia.

La cabeza del demonio se echó hacia atrás y hubo un nuevo chasquido cuando él tiró de las piernas y los huesos parecieron separarse de sus coyunturas. El cuerpo volvió a caer hacia atrás en la cama y la cabeza se giró en dirección de la asustada y llorosa pareja.

El demonio les dio una siniestra sonrisa—. Tú, pequeña perra; se acabó tu tiempo. —El demonio movió la cabeza y la señora Park voló desde los brazos de su marido y se estrelló contra la comoda con un grito.

—¡HyeJin! —El señor Park gritó e intentó correr en su dirección, pero fue expulsado por el demonio fuera de la habitación. Su espalda golpeó en la pared al otro lado del pasillo y la puerta de la habitación se cerró con un fuerte golpe—. ¡No! ¡No! ¡Abre la puerta, hijo del infierno! ¡Abre inmediatamente! —El hombre exigió golpeando la madera con todas sus fuerzas.

El demonio entornó sus ojos en dirección a la mujer, pero YoonGi se interpuso en su camino y levantó el crucifijo en dirección al ente. Nunca había parado de rezar.

—En el Santo nombre de Jesús, cúbreme con tu amor divino, libérame Señor, libera a JiMin.

El demonio le miró y la furia pareció cubrir su semblante. El sudor frío cubrió la frente de YoonGi, pero su fe no se quebrantó ante la aparente inmunidad del demonio a sus oraciones.

Esto es todo para ti, padre YoonGi —el ente escupió con desprecio—. ¡Arrodíllate ante mí y ruégame misericordia!

El cap. está cortito, pero espero y les haya gustado🤗❤

Stars_Saturn.

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