Capítulo 4

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Aclaración: las letras en cursiva indican que se está hablando en latín.

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El demonio rugió y el crucifijo se deslizó de entre los dedos de YoonGi, volando a través de la habitación hasta clavarse en el espejo del tocador a su izquierda. Al mismo tiempo, el cuerpo de YoonGi fue empujado hacia atrás, su espalda chocando con un golpe duro contra la pared tras sí; un grito ahogado salió de su garganta cuando el dolor punzó en sus costillas.

Sus manos volaron a su cuello y comenzaron a forcejear contra la sujeción invisible que le robó el aliento en un instante. Sus pies se sacudieron, pateando en el aire y solo entonces fue vagamente consciente de que, al parecer, estaba suspendido por encima del suelo mientras era presionado contra el concreto a su espalda.

No eres más que un tonto crédulo —el demonio pronunció con sorna—, creyendo ciegamente en un Dios que te arrebató todo. Te mostraré ahora cuánto los ama su señor. —Una siniestra risa salió de los labios del ente, quien se retorció, tirando de las ataduras con fuerza renovada.

Los ojos de YoonGi se llenaron de lágrimas y su rostro comenzó a tornarse rojo por el esfuerzo y la falta de aire. Sus uñas se hundieron en la carne de su cuello y rasguñaron largas tiras de forma inconsciente, demasiado desesperado por tomar su próximo aliento como para reparar en el daño auto infringido.

Un chasquido resonó en sus oídos, llamando su atención al demonio en la cama una vez más, sus desenfocados ojos captaron la ruptura de la madera en el cabezal y segundos después, las manos del demonio se liberaron, seguidas de sus piernas al poco tiempo.

El ente se enderezó lentamente sobre la cama, parándose sobre el colchón mientras sonreía con aparente emoción. Sus manos se movieron y sus dedos se curvaron como garras a los lados de su cuerpo; entonces, él dio un paso fuera de la cama.

"Detente", YoonGi articuló con los labios, pues ningún sonido salía de ellos. El aire no circulaba de ninguna forma en sus pulmones; "para", repitió, pero claramente fue ignorado.

El demonio ladeo la cabeza y cayó suavemente fuera del colchón, como si levitara en el aire durante unos segundos antes de que sus pies tocaran el suelo. Puntos negros comenzaron a cubrir las esquinas de los ojos de YoonGi y su vista se perdió poco a poco.

Se terminó el tiempo —el demonio pronunció con escalofriante lentitud y sus ojos se desviaron a un lado en la comoda.

YoonGi tembló, luchando hasta que su cabeza giró sobre su hombro y creyó ver el contorno del cuerpo inmóvil de la señora Park en el suelo. La mujer parecía inconsciente.

El demonio arrastró los pies en su dirección y YoonGi se revolvió con más ahínco.

"¡No!"

Pero no hubo nada que pudiera hacer para evitarlo. El demonio alcanzó a la mujer y se agachó, extendiendo su mano para sujetarla; el abrió la boca y una sombra negra emergió de ella.

Los puntos negros cubrieron toda la visión de YoonGi y la consciencia lo abandonó.

Poco antes, fuera de la habitación, el sonido de vidrio rompiéndose había congelado a WooJung en su sitio. Su cuero cabelludo hormigueó y los vellos de su nuca se erizaron en el acto.

Tembloroso, él dejó de golpear la puerta y en cambio, pegó su oído contra ella. Todo lo que captó fue una voz susurrante y extraña, que habla un idioma que no entendía, el sonido llegaba como una briza que se extendía y retrocedía, pero no había frases exactas en él.

WooJung retrocedió, augurando lo peor. El padre y su esposa estaban ahí adentro con esa cosa; esa cosa infernal que se había adueñado el inocente cuerpo de su hijo y WooJung no podía escuchar nada de ninguno de ellos.

—No, no permitiré que lastimes a mi familia —dijo para sí mismo, la resolución cubriendo todo su ser.

Dándole una última mirada a la puerta, WooJung giró sobre sus talones y corrió escaleras abajo. Él fue directamente hasta la cocina, atravesando la estancia y empujó la puerta que dirigía al patio con decisión. WooJung rodeó la casa con rápidos pasos, yendo hasta el patio trasero en dirección a su cobertizo.

Precipitándose dentro del lugar en cuanto estuvo frente a él, encendió la luz y rebuscó frenético entre sus herramientas, hasta que sus ojos captaron un destello en una de las esquinas. Allí, solitaria y brillante, se encontraba su hacha.

—Te encontré —WooJung suspiró, acercándose hasta ella. Él extendió la mano y envolvió sus dedos alrededor del grueso mango de madera—. Esto se termina aquí.

WooJung giró y salió del cobertizo. Solo había dado un par de pasos lejos de él cuando un ruido llamó su atención a su costado. WooJung giró la cabeza y miró por sobre la baja cerca que dividía la tierra de su casa de la del vecino; creyó ver las cortinas que se cerraban, por lo que entrecerró los ojos, mirando con atención, mas luego de un rato, nada sucedió.

La briza movió la capa de los árboles y el aire fresco chocó contra su cuerpo sudoroso, sacándole un escalofrío. Mirando hacia el cielo, se percató de que las nubes cubrían la luz de la luna casi en su totalidad, haciendo que el entorno pareciera cada vez más oscuro.

WooJung apartó la mirada y uso su pulgar para apartar las gruesas gotas de sudor que cubrían su frente y sienes. Sus manos temblaban violentamente. WooJung torció los labios en una mueca, bajando la mano y limpiando el sudor de sus pantalones; su vista volvió hacia la ventana del vecino, pero todo siguió muy tranquilo.

Suspirando, sacudió la cabeza; no tenía tiempo para pensar en lo que sea que estuviera pasando en la casa de al lado, tenía que apresurarse a sacar a su esposa y al padre de la habitación antes de que ese demonio hiciera algo indescriptible.

Con esto en mente, WooJung corrió de vuelta a la casa y a su espalda, las cortinas de la casa de al lado volvieron abrir un pequeño espacio lentamente.

Ignorante ante el hecho de que estaba siendo observado, WooJung atravesó la cocina una vez más y corrió escaleras arriba, deteniéndose frente a la puerta de la habitación de JiMin, que seguía escalofriantemente silenciosa.

Desesperado, WooJung empuñó el hacha en ambas manos, tomando una profunda respiración antes de blandirla por encima de su cabeza. El filo del arma resplandeció contra la luz del pasillo cuando WooJung la dejó caer pesadamente en la puerta, clavándose contundente contra la madera, que se astilló bajo el golpe. WooJung no se detuvo, desencajando el hacha y dejándola caer sobre la madera una y otra vez, los músculos de sus brazos abultándose ante el esfuerzo.

—Maldita cosa, ¡no te dejaré lastimar a mi familia! —Gritó decidido, arremetiendo cada vez con más fuerza contra la madera.

Le tomó varios minutos finalmente hacer un hueco en la puerta y WooJung pateó entre las astillas para hacer la apertura más grande, luego acercó su cara y observó hacia adentro, pero no pudo ver a nadie allí, ni siquiera el cuerpo de JiMin en la cama.

Sudor frío se desató por su espalda.

—¿D-Dónde... dónde está? —La respiración de WooJung se aceleró y estuvo a punto de alejarse cuando el rostro distorsionado de su hijo apareció de repente ante sus ojos.

WooJung gritó.

Tu turno —la cosa dijo y antes de que pudiera hacer cualquier movimiento, una mano salió entre el hueco en la madera y le sostuvo del cuello.

Cuando YoonGi recuperó la consciencia, se encontraba tirado en un montón en el suelo de la habitación. Sus ojos se movieron frenéticos alrededor del lugar y por inercia, tomó una profunda bocanada de aire, sus manos yendo a su cuello y tanteando la carne, mas se relajó cuando se dio cuenta de que las sujeciones se habían ido y podía respirar con normalidad.

YoonGi tragó con pesadez; lentamente apoyó las palmas de sus manos contra el suelo y comenzó a enderezarse.

Ya era hora de que despertaras. —Un escalofrió recorrió la espina dorsal de YoonGi ante la voz, seguido rápidamente de un gemido de dolor cuando sus costillas se contrajeron.

Entornando la cabeza en dirección al sonido, fijó su vista en el pequeño sofá en una de las esquinas de la habitación, donde el pequeño e infantil cuerpo descansaba entre las sombras.

Los ojos de YoonGi se alejaron y miraron el entorno, dándose cuenta de que ya no se encontraban en la habitación de JiMin y más importante, solo estaban ellos en el aposento.

—¿Dónde están ellos? ¿Dónde están el señor y la señora Park? —Exigió entonces, utilizando sus rodillas para comenzar a ponerse de pie.

El demonio no respondió y él cuerpo de YoonGi se erizó.

—¡¿Qué les hiciste?!

Mide el tono con el que te diriges a mi —el demonio amenazó y la luz en la mesita de al lado se encendió.

Los ojos de YoonGi se abrieron en grande y un jadeo horrorizado salió de entre sus labios ante la vista, porque todo el pijama y las manos del niño estaban cubiertos de espesa sangre.

—¡¿Qué fue lo que hiciste?! —Su voz salió en un chillido frenético.

El demonio sonrió. —Solo he cobrado parte de mi deuda.

Las fuerzas abandonaron el cuerpo de YoonGi y él estuvo a punto de caer al suelo nuevamente, mas luchó por mantenerse en pie. Sus ojos se llenaron de lágrimas, augurando que era demasiado tarde y no había sido capaz de proteger a la pareja.

—Tu... cómo... e-eres... —balbuceó, todas las palabras amontonándose en su garganta en un nudo que no le permitía hablar.

¿Qué? ¿Despreciable? ¿La encarnación de la maldad? —Pronunció con aparente diversión—. Mírate a ti mismo, padre YoonGi, ¿crees que eres mejor que yo?

—No hay forma en ser comparado contigo, morador de tinieblas; eres un ser del infierno que quiere arrebatar el rebaño de mi señor —repuso, parpadeando las lágrimas fuera de sus ojos y forzando la voz de su boca—. Yo sigo a mi Dios y cumplo sus mandamientos, me arrepiento de mis pecados y ruego misericordia, agradezco a él por mi vida cada día, ¿dónde es eso parecido a ti, demonio? Tú que eres enemigo de mi señor.

Tienes razón —el demonio asintió lentamente, inclinándose sobre el sofá, su rostro oscurecido y sus ojos faltos de iris mirándole con severidad—. Soy yo el demonio, soy yo el enemigo, soy yo el maligno. No obstante, te paras frente a mí, finges entereza, finges devoción, finges integridad, pero deseas la carne; vives en la lujuria y añoras el pecado que tienes miedo de cometer.

Cuando la fría voz se escuchó, una escarcha invisible se materializó en cuerpo de YoonGi y por un largo momento, juró sentir como sus huesos se congelaban y su cuero cabelludo hormigueaba.

Soy malvado pero, no miento; no me abstengo de mis deseos mientras finjo fidelidad, ¿no añoras este cuerpo, padre Min? Entonces, ven y tómalo.

YoonGi se congeló ante el demonio y por primera vez, sintió miedo, escuchando sin remedio las sinuosas palabras mientras sus ojos recorrían el infantil rostro de 13 años.

¿Asustado? —El demonio cuestionó con sorna, levantándose del sofá para caminar con pasos suaves hasta él. YoonGi se quedó inmóvil, incapaz de hacer cualquier movimiento.

El ente se inclinó cerca de su pecho y levantó una mano, arrastrando un dedo sobre los botones de su camisa. El sudor estalló en sus sienes.

Ya te lo dije, padre, no hay nada que puedas esconder de mi —susurró, dándole una provocativa mirada desde abajo—. Conozco todos tus deseos, sé lo que ocultas en tu corazón. —Llevando sus manos a los hombros de YoonGi, el ente se alzó y acercó su boca hasta su oreja—. Sé que deseas este cuerpo, sé cuanto quieres tocarlo; anhelas poder tomarlo en tus manos y destrozarlo.

YoonGi quiso alejarse, pero sus articulaciones se negaron a responder a sus órdenes; entonces, una lengua fría se deslizó por su cuello y todo su ser se estremeció aterrorizado.

Aquí estoy, padre, servido ante ti, solo debes extender la mano y tomarme. Rompe las cadenas que te mantiene encarcelado y abraza el deseo en tu corazón.

El aliento de YoonGi se perdió y su cuerpo se entumeció. Él cerró los ojos y las lágrimas con las que había estado luchando con fuerza finalmente se derramaron por su rostro. Él rogó al señor.

El señor es mi pastor; nada me faltará.

Hubo un tiempo, hace muchos años, cuando YoonGi era aún un niño de 14 años.

En lugares de delicados pastos me hará descansar.

Había sido curioso y anhelante.

Junto a aguas de reposo me pastoreará.

Y ese anhelo lo había desviado del camino a su señor.

Confortará mi alma; me guía por senderos de justicia por amor de du nombre.

Todo comenzó una noche en que su corazón fue cautivado y las fuerzas malignas se apoderaron de su mente; haciéndole conocer la codicia y la lujuria.

Aunque pase por el valle de sombra de muerte, no temeré mal alguno, porque tú estarás conmigo.

La encarnación de sus pecados había llevado el nombre de Erick, el hijo de los nuevos e intrigantes vecinos que acababan de mudarse al lado.

Tu vara y tu cayado me infundirán aliento.

Erick había encantado sus ojos y corazón en cuanto lo vio. El niño con la cara tierna y la sonrisa de un sol; encantador, elocuente como un niño de 13 años lo podía ser, divertido y aventurero.

Aderezas mesa delante de mí en presencia de mis angustiadores.

En ese momento creyó conocer el amor; inocente e ignorante al mal que le arrastraba. Erick había tentado su carne y le había hecho probarla; sumergiéndole en un estado de falso éxtasis y felicidad.

Unge mi cabeza con aceite; mi copa está rebosando.

Durante más de un año, el demonio lo sostuvo entre sus manos; hasta que sus padres finalmente se enteraron y lo arrebataron de él, expulsando la tentación. YoonGi recuerda el llanto, los gritos, el dolor, la sangre, la vergüenza, el arrepentimiento, la lucha... la liberación.

Ciertamente el bien y la misericordia me seguirán todos los días de mi vida, y en la casa de Jehová moraré por largos días.

Erick, el niño que una vez fue casi idéntico a este pequeño ángel en la familia Park. JiMin, el pequeño y lindo sol, creyente de su señor y seguidor fiel de sus mandamientos, había recordado a YoonGi sus días más oscuros, todos sus pecados e injurias; lo que tuvo y anheló.

Porque, padre, lo sabes bien. Lo que más deseas, tu Dios no te lo podrá dar —sentenció la voz susurrante junto a su oído.

YoonGi se estremeció y se obligó a moverse. Con lentitud, giró su cabeza y pegó los labios contra su coronilla, al tiempo en que levantó su palma y la llevó a la espalda del pequeño cuerpo. Sus dedos ascendieron y acariciaron tiernamente desde su columna hasta su nuca.

El demonio suspiró y YoonGi sintió su sonrisa contra la carne de su cuello. Las manos del ente se apretaron a su alrededor.

Eso es, tómame, vuelve a nosotros y abraza tu felicidad —instó.

YoonGi jadeó pesadamente, tembloroso y sus dedos se metieron entre el suave cabello del niño; entonces, su mano se cerró y tomó un paño del pelo, de donde tiró con fuerza y empujó al demonio fuera de su cuerpo, quien aturdido, trastabilló hacia atrás, cayendo al suelo sobre su trasero.

—Yo nunca he pertenecido a ustedes, seguidores de Satanás —gruñó salvaje. Sus ojos oscurecidos con enojo—. Hablando y actuando con injuria, ¡profanando el cuerpo inocente del rebaño de mi Dios!

Porque YoonGi se había arrepentido de corazón. Dios le había perdonado y le mostró el camino; era un fiel seguidor de su palabra, se había prometido a él y juró impartir sus enseñanzas para evitar que alguien más fuera sometido bajo el jugo del diablo como una vez él lo fue.

—¡Te prohíbo el pecado en su cuerpo y te ordeno que lo liberes!

Te di una última oportunidad —el demonio respondió con lentitud—; la has rechazado, ¡atente entonces a las consecuencias!

En un segundo, el cuerpo del niño se precipitó, volando sobre YoonGi y tumbándolo al suelo, su cabeza golpeó con fuerza en él y la inconsciencia le arrastro durante un par de segundos. Las manos del demonio se envolvieron en su cuello y apretó, sometiéndolo con una fuerza inhumana.

Ya que tanto adoras a tu Dios, ¡ruega y mira si te libera de esto!

Esta es la recta final. Según yo, no quedan más de dos capítulos.

¡Espero que hayan disfrutado de la lectura!

Stars_Saturn.

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