Capítulo 33:

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—Damián necesito que me ayudes, sola no puedo contigo.—gruño tratando de sacarlo del auto.

Él se pone de pie con dificultad y sube su brazo sobre mis hombros. Con mi pie cierro la puerta del auto. Ambos caminamos hasta su casa poco a poco.

Mi celular comienza a sonar y sé perfectamente de quién debe tratarse. Debe ser James enojado conmigo por haber salido de noche.

—¿Dónde están tus llaves?—le pregunto y ruedo mis ojos. Verificó sus bolsillos y cuando las encuentro abro la puerta.

Damián se tropieza e intento levantarlo de nuevo. Al menos ya estamos en su casa, cierro la puerta con fuerza.

—Señor Damián.—aparece una empleada.—¿Qué le sucede?—pregunta preocupada.

—Está borracho, por favor prepare una taza de café bien cargado. También mande a alguien a buscar el carro de Damián, lo dejamos en el bar del centro.

—Le notificaré al jardinero para que vaya a buscar el auto.—dice ella y asiento. Le entrego las llaves y ella se retira.

—Te perdí... a ti y al niño...—susurra triste.

—No te entiendo, vamos tenemos que subir las escaleras. Te vas dar una ducha para que se te baje un poco la borrachera.—digo y él continúa murmurando cosas. Con mucho esfuerzo logramos subir las escaleras hasta llegar a su habitación.

—Por favor Damián, deja de decir incoherencias. Ni si quiera te entiendo de lo tomado que estás.—me quejo mientras llegamos al baño.

Lo siento sobre el retrete y enciendo la regadera con agua fría. Se intenta quitar la ropa, pero sus dedos no pueden con los botones. No puedo ayudarlo a desnudarse, mi fuerza de voluntad no da para tanto.

—Ayúdame...—me pide. Por fin logro entender algo de sus palabras.

—Sabes lo mejor es que te duches con ropa, ya cuando se te vaya pasando la borrachera tú mismo te la quitas.

—Tanto...tanto miedo...miedo me tienes.—asevera y suspiro exasperada.

—Ya déjate de cuentos y entra a la regadera.—él intenta pararse y lo logra.

Sostengo su brazo para que no se caiga y lo ayudo a entrar a la ducha. Gruñe de frío al sentir el agua caer en su cuerpo.

—Quédate en el agua hasta que se te pase, iré por tu café.—digo y él asiente.

Salgo del baño y con una toalla seco mis manos. Abro varias gavetas para buscarle ropa limpia. Saco una pijama junto a una camisa negra. De otra gaveta saco su ropa interior y se la dejo sobre la cama.

De nuevo mi celular suena y me lo saco del bolsillo. Observo el nombre de James en la pantalla y sin pensarlo respondo.

—Al fin me contestas, ¿Cómo se te ocurre salir de noche y sin avisarme?—pregunta notablemente molesto.

—Lo siento, pero fue algo improvisto. Una amiga me llamo, esta pasando por un mal momento y tengo que ayudarla. Ya mismo regreso a la casa, ¿Cómo está Diego?—digo.

—Él está bien, todavía está durmiendo la nana está con él. No tardes, no me gusta que salgas de noche, es peligroso.—responde y asiento aunque no pueda verme.

—Adiós.—susurro y cuelgo.

Suspiro exasperada, solo termino de ayudar a Damián y me largo de aquí. Nada va a pasar y todo va estar bien, estoy muy nerviosa. ¿Por qué rayos estoy tan nerviosa?

Me siento sobre la cama y pasan varios minutos. Tocan la puerta y me acerco a abrirla; la empleada me entrega la taza de café.

—Gracias.—digo y ella asiente. Me da una última mirada y se va, cierro la puerta.

—Kylie.—me llama Damián desde la puerta del baño. Tiene una toalla atada a su cintura. Dejo la taza sobre la mesa y me acerco a ayudarlo.

—¿Por qué no me llamaste para que te ayudara a salir de la ducha? Pudiste caerte.—respondo mientras sostengo su brazo, lo ayudo a caminar y lo siento sobre la cama. Me alejo para buscar la taza de café y se la entrego.

—Gracias.—dice serio para darle un sorbo a su café. Aún está un poco borracho, pero por lo menos ya se le entiende lo que habla.

—Veo que estás mejor, al menos ahora se te entiende lo que hablas. Mande a que buscaran tu auto al bar, así que no te preocupes por el.

—Gracias. ¿Cómo supiste dónde estaba?—pregunta curioso para darle otro sorbo a su café.

—El bartender agarro tu celular y llamo al último número que tenías registrado.—respondo sentándome junto a él.—Ese número era el mío, bueno es hora de irme. Tienes que descansar y por favor no vuelvas a emborracharte.

—No te vayas.—me pide, deja la taza de café sobre su mesita de noche y toma mi mano.—Quédate conmigo.—su aliento a café pega en mi rostro.

—Damián, estas borracho no sabes lo que dices.—digo nerviosa. Su rostro está tan cerca del mío que casi no puedo pensar con claridad.

Esto es un error. Me siento débil y vulnerable ante su cercanía, ya ni si quiera tengo la fuerza de voluntad para aparentar ser fría ante él.

—Shhh...—susurra contra mis labios. Sus ojos chocolates conectan con los míos.

Sus manos acarician mis mejillas y cierro mis ojos envolviéndome en lo que su cercanía me provoca. Tengo que detenerlo, tengo que irme. Su nariz roza con la mía.

Une sus labios con los míos en un dulce beso. Abro mis ojos y separo mis labios para profundizar el beso. Rodeó su cuello con mis manos mientras él me acuesta sobre la cama y se sube sobre mí.

Su boca baja a mi cuello y deja besos húmedos hasta llegar al escote de mis senos. Se deshace de mi blusa dejándome en sostén. Vuelve a besarme con pasión mientras sus manos acarician mi espalda. Se aleja de mí para poco a poco quitar mi pantalón dejándome en ropa interior.

Acaricio su abdomen mientras se acerca a mis labios, correspondo a su beso apasionada. Quito su toalla para dejarlo totalmente desnudo. Sus manos sueltan mi sostén y lo avienta lejos.

Poco a poco desliza sus labios hasta llegar al valle de mis senos. Los besa con delicadeza mientras los acaricia ansioso. Jadeo de placer como hace mucho no lo hacía.

Su miembro se remueve sobre mi parte baja haciendo que gima ansiosa. Damián gruñe contra mi piel excitado y lleva sus labios hasta mi abdomen.

Introduce sus dedos en mis bragas para comenzar a bajarlas. Cierro mis ojos excitada cuando siento a Damián en mi entre pierna. Aprieto las sábanas mientras gimo ante sus caricias.

Se aleja de mi parte baja y atraigo su rostro hacia mí. Lo beso apasionadamente y sus manos separan mis piernas. Mi parte baja se prepara para sentirlo. Arqueo mi espalda al sentir su miembro entrar en mí de una estocada.

Beso su cuello y acaricio su abdomen mientras se desliza una y otra vez dentro de mí. Gimo sin pudor alguno y él gruñe de placer.

Sus embestidas aumentan cada vez, llevándome al cielo. Hace mucho tiempo que no vivía esta experiencia. Desde la ultima vez que él y yo estuvimos juntos. Se me había olvidado lo que significaba hacer el amor.

—Te amo.—no sé cuál de los dos lo dice, pero nuestros gemidos aumentan al mismo tiempo.

Me besa apasionadamente dejándome sin aliento. Estoy a punto de llegar al extasis cuando se sale de mí. Sonríe malicioso y se acuesta a mi lado para que me suba sobre él.

Sonrío seductora y deslizó besos húmedos sobre su pecho. Me levanto un poco y él sostiene su erección para entrarlo en mi nuevamente. Esta vez soy yo quién muevo mis caderas sobre él.

Envuelve sus manos en mi cabello y gime excitado. Besa mis labios devorándolos, ambos nos extrañábamos. Nuestros cuerpos sudorosos se escuchan mientras chocan.

Sus manos envuelven mi cintura para aumentar las embestidas. Siento espasmos en mi vientre y mi cuerpo poco a poco cansarse de tanto placer. Damián besa mis senos y gruñe sobre mi piel.

Ahogo un gemido mientras beso sus labios. Una corriente eléctrica atraviesa mi columna vertebral junto a la sensación del enorme orgasmo que estoy sintiendo.

Caigo sobre su pecho mientras disfruto el extasis. Trato de recuperar el aire y con ayuda de Damián me muevo varias veces hasta sentir su líquido entrar en mí.

Me acuesto sobre su pecho mientras él me abraza refugiándonos en el momento intenso que acabamos de vivir.

Nuestras respiraciones permanecen agitadas por varios minutos. Trato de recuperar el aire poco a poco mientras él acaricia con la yema de sus dedos mi espalda.

Me levanto de su pecho y sus ojos me analizan. Él se sienta y gimo por que todavía tengo su miembro dentro de mí.

—Ahora viene el arrepentimiento.—susurra mordiendo el lóbulo de mi oreja. Dejo varios besos en su hombro izquierdo.

—Debería arrepentirme, pero no puedo.—confieso y sonríe dulcemente antes de besarme.

—Está es la Kylie apasionada que yo recuerdo, esta es mi Kylie.—dice en medio del beso.

—¿Por qué no me dejaste ir cuando quise hacerlo?—bromeo y él roza su nariz con la mía.—Damián, tengo que volver a mi realidad.—le recuerdo y aleja su rostro.

—Ya lo sé, me parecía raro que no me lo recordaras.

Mi celular suena de nuevo, al parecer James se canso de esperarme y por eso vuelve a llamarme. Me separo de Damián y su erección sale de mí.

Estiro mi brazo hasta la mesita de noche y respondo.

—Sigo aquí esperándote, ¿Cuando vas a llegar? Tu amiga todavía te necesita.—gruñe irónico.

—Ya voy para la casa, entiendo que estés enojado. No te preocupes que mi amiga está mejor.—miento y suspira.

—Perfecto por que tendremos una plática seria.—dice molesto y cuelga.

Soy yo o volvió a ser el mismo James de antes del accidente.

—Tengo que irme.—me levanto de la cama.

—¿Qué va a pasar con nosotros?—pregunta sentado.

—Aunque no queramos esto fue una despedida de lo que alguna vez fuimos.—digo y frunce el ceño. Con dificultad se levanta de la cama hasta llegar a mí.

—Así que vas a renunciar de nuevo a lo nuestro, por qué no luchas por nuestro amor.

—Porque no voy abandonar a James sin que él recuerde.—suspira agobiado.

—Sé que perdió la memoria lo leí en su expediente.—contesta atontado.—Todavía te sientes culpable por el accidente que él tuvo.—asevera tomando mis manos.

—Pues sí y ya no es sólo su pérdida de memoria, también está mi hijo y yo sé que si James se entera que tengo una relación contigo es capaz de quitarme a mi hijo y eso no podría resistirlo. Damián, antes que mujer, soy madre y no voy a permitir que con todo el poder y los contactos que tiene James me lo quite.—confieso mis temores, estoy entre la espada y la pared.

Entre el amor y lo que sé supone que es lo correcto.

—Entiendo tus miedos, pero confía en mí. Yo también tengo mucho dinero y puedo contratar al mejor abogado para que James no pueda quitarte tus derechos como madre.

—Damián no entiendes que si James descubre que le fui infiel me va acusar de adúltera y me lo va a quitar. Yo no voy a permitir que me separen de mi hijo.—gruño desesperada.—Por favor entiende que lo correcto es terminar de una vez por todas con esto.—acaricio sus mejillas.

—Es que estoy cansado de tener que renunciar a ti y al amor que siento por ti. Quiero que sepas que yo acepto a Diego, por que él es parte de ti.—sus palabras me conmueven, lo beso dulcemente mientras él corresponde.

—Así que ya estás seguro de Diego no es tu hijo.—digo y él asiente.

—Hoy después que sali de la universidad fui a buscar los resultados.—responde serio, me duele saber que esta triste por eso.

—¿Por eso tomaste?—digo y él asiente.

—No sé, solo necesitaba alejarme de todo por un rato.—confiesa.—Perdí todo.—susurra lo mismo que me dijo cuando llegue al bar a buscarlo.—Perdí a mis padres, perdí a un supuesto hijo y también te perdí a ti. Lo único que me queda son mis dos trabajos y mi dinero. Pero en realidad estoy vacío, supongo que me canse de sentirme así y por eso quise olvidarme de todo.

—Y dónde queda Rachel.—la menciono y él sonríe.—Tú y ella están juntos de nuevo y puedes intentarlo con ella.—digo y él frunce el ceño.

—¿Por qué piensas que tengo algo con Rachel? No recuerdas que ella y yo terminamos hace meses.—frunzo el ceño confundida.

—Pues lo pienso por que Rachel me lo dijo.

—¿Ella te lo dijo? ¿Cuándo?—pregunta aturdido.

—Hace dos días fue a mi casa a platicar de mujer a mujer. Me dijo que estaban juntos y que eran muy felices. No entiendo por qué me lo niegas.—gruño celosa, después de lo que acabamos de vivir me enoja pensar que haya vuelto con ella.

—Es que ella y yo no estamos juntos.—insiste, eso quiere decir que Rachel me mintió.

—Entonces ella me mintió para alejarme de ti.—digo pensativa. Pensé que ella no era el tipo de mujer que hacía trampas para quedarse con un hombre que no la ama.

—Ella y yo no estamos juntos y siento que esta es la oportunidad perfecta para que tú y yo luchemos por lo que sentimos.

—Estoy confundida, tengo que pensar muchas cosas.—susurro separándome de él.—Solo te pido que no hagas esto más difícil, necesito pensar.—admito y él toma mi rostro entre sus manos.—Pero antes de ti, está mi hijo.

—Y te amo por eso, me gusta ver cómo cuidas de Diego.—sonríe dulce.

—Ya es tarde, tengo que irme.—me alejo de él y recojo mi ropa del suelo.

Comienzo por mi ropa interior y termino por la blusa y el pantalón. Damián se pone sus bóxers y pijama mientras yo me pongo mis zapatillas.

—Ya son las ocho de la noche.—digo viendo el reloj del celular.

—Nunca he tenido el tiempo de aclararte mi pasado con James. Me gustaría hablar contigo sobre eso.—me recuerda. Esa vez que discutieron y yo me enteré de su pasado, pensé que Damián me había usado para vengarse de James.

Pero estoy segura de qué hay una explicación para eso.

—No es el momento para eso.—él asiente y alguien toca la puerta.

—¿Qué sucede?—pregunta con voz adormilada acercándose a la puerta. A pesar de que aún está un poco tomado se le entiende lo que habla.

—La misma señorita de siempre lo espera en el living.—responde la empleada.

—Dile que ya voy.—especula a la señora de la puerta.

—¿Qué señorita?—digo celosa y él frunce el ceño aturdido.—Ah, creo que sé que señorita te busca todo el tiempo.

—Yo te prometo que le aclare que solo somos amigos.—se acerca a mí.

—Pues no te entendió, sabes qué me voy.—gruño abriendo la puerta.

—Kylie, no te vayas así.

—Por qué no vas con la señorita y la distraes para que yo pueda salir.—contesto y él me detiene tomándome torpemente por la cintura.

—Me gusta verte celosa, te vez encantadora.—susurra contra mi oído.

—Te odio.—miento y me da la vuelta para quedar frente a frente.—Damián de verdad ya tengo que irme.

—Está bien, solo dame un último beso.—dice seductor y uno mis labios con los suyos.

—¿Qué es esto?—ambos nos separamos.—Yo he traído la comida para la cena, pensando que juntos tuviéramos una noche agradable y tú estás acostándote con ella. Ahora entiendo por qué tardaste tanto en bajar. Claro, si estabas ocupado con esta...mujer si es que se le puede llamar así.—dice ella celosa.

—Rachel, sabes que tú y yo solo somos amigos. Te lo aclaré varias veces.—interviene Damián.

—Según tú, Damián ya no te interesaba, pero veo que me mentiste porque mira donde te encuentro. ¿Qué? ¿La pasaron bien? ¿Follaron con pasión? Mientras se burlan del señor Anderson y de mí.—gruñe molesta.

—Entre Damián y tú no hay nada, no entiendo por qué insistes en acercarte a un hombre que no te ama.

—Cállate zorra.—asevera.

—No le faltes el respeto.—me defiende Damián.

—¿Qué es lo que te gusta de ella? Que folla con otro hombre mientras esta contigo, que está casada o qué.

—A ver deja de insultarme, sé que he cometido muchos errores y también sé que no soy la mejor persona del mundo. Pero no voy a permitir que una mujer celosa e insegura de sí misma me insulte. Tú no sabes nada de mí, no conoces mi vida y mucho menos mi pasado. Así que de una vez por todas entiende que Damián me ama a mí, me quiere a mí, me desea a mí y eso es algo que tú nunca vas a poder cambiar.

—Vamos a ver qué opina tu esposo de todo esto.—me amenaza.

—Basta las dos, Kylie ya es tarde ve a tu casa. Yo me encargo de ella.—me asegura y asiento.

Rachel me observa fijamente y con mi cabeza en alto paso por su lado. Una mujer celosa es muy peligrosa y eso es un problema para mí.







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