Capítulo 34:

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Cierro la puerta nerviosa y me encuentro con las luces apagadas. ¿Qué es esto? Acaso es una especie de película de terror. Fijo mi vista en el sofá y me impresiona ver a James sentado ahí en la oscuridad.

De repente enciende la lámpara que está junto a él y se acerca a mí acechándome como un buitre.

—Buenas noches Kylie, qué bonito...—se burla.—Que bonita hora para llegar a tu casa. Sé puede saber dónde estabas. ¡Contesta! ¿De dónde vienes Kylie?—gruñe enojado.—No te quedes callada. ¿Dónde fuiste? ¿Dónde estabas?—habla desesperado.

—No grites que vas a despertar a Diego. Hace mucho tiempo que no te ponías así.

—El niño está perfectamente bien, no te preocupes por él. Solo dime, ¿Dónde estabas?—me exige.

—Ya te dije que fui con una amiga, ella me necesitaba.

—¿Qué amiga? Quiero conocerla.—cuestiona.

—Una de la universidad, tú no lo recuerdas, pero antes de tú accidente yo iba a la universidad allí conocí muchas personas.—excusas y más pretextos. Odio mentir, pero no puedo admitir donde estaba.

—Quiero conocerla, así que invítala mañana a desayunar con nosotros.—toma mi brazo y me acerca a él con fuerza.

—Suéltame, hace meses que no te ponías así. Me estás lastimando.—trato de soltarme, pero si agarre es muy fuerte.—James, confía en mí. Ya no va a volver a pasar, pero suéltame.—insisto y me suelta para darme la espalda.

Observo la marca roja sobre mi brazo, ahora se me va hacer un moretón.

—Lo siento, discúlpame yo no quería lastimarte.—dice volteándose para verme.—Esta bien, voy a confiar en ti. No voy a lastimarte de nuevo, te lo prometo.—toma mi rostro entre sus manos. Aparta un mechón de mi cabello mientras sus ojos verdes me suplican que lo disculpe.

—Con que no vuelvas a lastimarme esta perfecto.—respondo. Él sonríe y quiere besarme, pero me aparto de inmediato.

No quiero que me toque, mucho menos ahora que estuve con Damián de nuevo. Su cuerpo se tensa y veo como aprieta sus puños para mantener la calma.

—Iré a ver a Diego, para ducharme y descansar.—paso por su lado y subo las escaleras inmediatamente.

Llego a la habitación de mi hijo y me encuentro a la nana durmiendo en el sillón. Cierro la puerta con pestillo y suspiro. ¿Qué hice? No me arrepiento de haberme entregado a Damián, al contrario me siento feliz y eso está mal.

Me voy a volver loca con todas estas mentiras.











Quito el jabón de su pequeño cuerpo. Sostengo bien su cabeza para cargarlo en mis brazos y envolverlo en su toalla. Acuesto a mi hijo sobre la cama y le pongo crema.

—Señora aquí le traje el biberón o usted prefiere darle pecho.—aparece la nana.

—Solo por ahora voy a darle de biberón.—le pongo el pañal y luego la ropa con diseños de ositos.—Llévese la bañera puede limpiarla y deshacerse del agua.—ella asiente y se lleva la bañera.

Cargo a Diego en mis brazos y sonrío mientras él se chupa sus dedos. Agarro el biberón para ponerlo en su boca.

—Tania.—llamo a la nana. Salgo de la habitación en su búsqueda y no la encuentro.

—¿Sucede algo señora?—dice una empleada.—¿Busca a su esposo?—me pregunta y niego.

—No, además como podría buscarlo si él está en la empresa.—respondo mientras continúo dándole biberón a Diego.

—El señor está en su despacho con la misma señora que vino a verla la otra vez.—abro mis ojos, no puede ser Rachel.

Ella está hablando con James. Esto no puede estar pasando.

—En cuanto esa mujer se vaya, me lo informas.—le pido y la empleada asiente.

Camino de vuelta a mi habitación y me siento sobre la cama. Veo a mi hijo terminar su leche y le quito el biberón. Pongo el babero sobre mi hombro y le doy palmadas en la espalda para que saque los gases.

—Señora, me dijeron que estaba buscándome.—llega la nana y asiento.

—Sí, quédate con mi hijo. No te separes de él. Tengo que ver que esta pasando en el despacho de mi esposo.—le digo y ella asiente. Le entrego a mi hijo y salgo de mi habitación.

Es grave, Rachel me odia y no le importa vengarse de mí. Pensé que Damián iba a encargarse de ella. ¿Qué fue lo qué pasó? Esta casa va a arder con tanto caos.

Bajo las escaleras y camino por el pasillo hasta llegar al despacho. La puerta se abre y sale Rachel con una sonrisa. Cierra la puerta y la tomo del brazo.

—¿Qué hiciste?—digo enojada.

—Solo le abrí los ojos a tu esposo, ahora sabe la clase de mujer que tiene.—siento como si me lanzaran un balde de agua fría.

—Eso era lo que querías verdad, desquitarte de mí y vaya que lo hiciste.—suelto su brazo.—Pero sabes algo ni si quiera me voy a molestar en discutir contigo. Porque te animaste hacer lo que yo no me atrevía afrontar. Quiero que sepas que no me arrepiento de nada de lo que he vivido con Damián, por que es el hombre que yo amo a pesar de que nuestro amor es imposible. También quiero que sepas que no siento vergüenza de mi vida.

—Eres una descarada.—espeta entre dientes.

—¿Por qué? Por decirte claramente mis sentimientos o por qué estoy hablando de mis sentimientos hacia un hombre que no es mi esposo.

—No puedo creer cómo lo dices con esa cara lavada. Eres una adúltera.—me recuerda.

—Ya lo sé, pero es mi vida y a mí me corresponde hablarlo no a ti así que ahora amablemente te pido que te vayas de mi casa y que no se te ocurra volver. Yo nunca quise lastimarte, pero cuando el corazón dice que sí, no pude luchar contra eso y mi corazón eligió a Damián. Es momento de que vaya aceptando que Damián no es para ti—veo impotencia en sus falsos ojos y se va en silencio.

¿Ahora qué voy hacer? Supongo que enfrentarlo de nuevo. Me armo de valor y abro la puerta del despacho. Entro y veo a James sentado en su escritorio con la misma mirada fría e insensible de siempre. En su mano tiene un vaso de whisky.

—Vaya así que tienes los pantalones para venir a enfrentarme.—asevera enojado.—¿Qué vienes a decirme? Ya sé que tienes un amante y me enoja haberme enterado por otra persona.—admite y termina su trago de un sorbo.

Se levanta del escritorio y se sirve otro.

—¿Desde cuándo estas tomando?—pregunto, no es buena señal que esté tomando porque puede perder el control mucho más rápido.

—Lo bastante para poder soportar los cuernos que tengo sobre mi cabeza.

—El día que tuviste el accidente fue porque te enteraste de que tenía un amante y yo decidí renunciar a él para no abandonarte cuando más me necesitabas.—digo y él sonríe.

—Pues que mucho renunciaste a él, lo alejaste tanto de ti que ayer te lo cogiste.—gruñe celoso.

—Diego es tu hijo a escondidas yo le hice una prueba de ADN y salió positiva.

—Por supuesto que es mi hijo y es por eso que voy alejarlo de ti.—me amenaza.

—¡No!—grito desesperada.—No vas a separarme de mi hijo, eso no lo voy a permitir.

—Una mujer como tú no puede educar a mi hijo.—gruñe furioso.

—No vas a separarme de mi hijo, Diego es lo más importante de mi vida. Es parte de mí y voy a luchar por él hasta el final.—le aseguro seriamente.

Él sonríe y se termina su trago, deja el vaso a un lado y se acerca a mí a paso lento.

—Perfecto, si no quieres que te aleje de nuestro hijo. Tienes que hacer lo que yo te diga.—me exige.

—Por qué no entiendes que yo amo a otro hombre.—no pienso decirle el nombre.

—¡Cállate!—grita fuerte tomándome de los brazos.

—¡Suéltame! ¡Me lastimas!—exclamo asustada.

—No vuelvas a repetirlo.—me toma del cabello y avienta al suelo.

Intento levantarme, pero me toma nuevamente del cabello y me quejo. Me obliga a ponerme de pie y salimos del despacho.

—Tranquilízate James, no vayas a cometer una locura. Estas tomado por favor puedes arrepentirte.—le suplico mientras subimos las escaleras.

Abre la puerta de nuestra habitación con fuerza y veo a Diego llorando en brazos de la nana.

—¡Lárgate! Y llévate a Diego, trata de calmarlo.—le ordena a ella.

—James déjame cargarlo, está llorando.

—¡Tú Cállate!—grita aún halando mi cabello.

Ella sale de la habitación con mi hijo y James me avienta contra la cama. Acaricio mi cabello para atenuar el dolor.

—¿Qué vas hacer?—pregunto agitada.

—Voy a tomar mi papel de esposo.—responde cerrando la puerta con pestillo.

—No, James trata de pensar. Estas tomado y... y no sabes lo qué haces.—me levanto de la cama e intento ir al baño, pero me toma de los brazos.—¡Suéltame!—me avienta de nuevo a la cama.

—Hace mucho tiempo que no estamos juntos y yo soy tu esposo.—se quita la camisa y se sube sobre mí.

—A mi no me importa yo no quiero estar contigo. ¡No me toques!—grito intentando empujarlo.

—Conmigo te resistes, pero que fácil lo haces con él. Yo también merezco tenerte.—su aliento a alcohol pega en mi rostro.

—James no estás pensando, detente.—le pido y sube mis manos a mi cabeza. Para comenzar a besar mi cuello. Con una de sus manos mantiene mis brazos prisioneros y con la otra acaricia mi cuerpo.

Siento su erección sobre mi pantalón y me muevo incómoda.

—Despierta por favor, suéltame.—insisto y trata de besar mis labios.

—Todas las noches te suplicaba que te entregaras a mí y siempre te negaste mientras con él te estabas revolcándo una y otra vez.—con mi rodilla golpeo su entre pierna alejándolo de mí.

Me levanto de la cama mientras lo veo gruñir de dolor.

—¡Mira lo que eres capaz de hacerme para que no te toque!—grita adolorido.

—Yo te quería James, pero nunca te ame. Ahora me doy cuenta, por eso nunca dude de estar en los brazos de él, por eso desde que él y yo estuvimos juntos nunca más pude estar contigo. Por que para mí él es el hombre que yo amo y tú nunca vas a poder cambiar eso.—confieso y él se levanta de la cama.—¡No me toques! Si de verdad me amas como dices, no me obligues a tener sexo contigo.—le pido y se mantiene lejos de mí.

Enojado avienta algunas cosas de la habitación mientras gruñe desesperado. Cuando se cansa de aventar cosas se sienta sobre la cama y acaricia sus cienes.

—Lo siento, no pensé lo que estaba haciendo. No quería obligarte, no debí tomar alcohol.—dice un poco más tranquilo.

—Estás tomado y no sabes lo que estás haciendo. Por qué no terminamos en paz, podemos ser felices por separado. Tú podrías visitar a mi hijo y permanecer en su vida eso es un derecho que nunca te voy a quitar. Tú eres su padre.—digo un poco más calmada.

—¡No!—gruñe molesto levantándose de la cama.

—¿Por qué eres tan terco? Que no entiendes que no te amo y nunca te voy amar.—insisto y él me observa.

—Te vas a ir a Miami en cuánto antes. Vas alejarte de todo esto y te irás con nuestro hijo. Tú decides te vas con nuestro hijo o te vas con tu amante y nunca volverás a ver a Diego.—me amenaza.

—¿Qué? James por favor, no continuemos haciéndonos daño. No puedes obligarme a irme.

—No te estoy obligando; es tu decisión, te vas con tu amante y te quedas sin Diego o de una vez por todas renuncias a ese imbecíl y te vas a Miami con nuestro hijo. Sabes que tengo muchas influencias y dinero, puedo quitarte a Diego si me lo propongo. No voy a permitir que quieras alejarme de mi hijo para educarlo con tu amante.—dice seriamente.

Él tiene razón, es capaz de comprar un juez para que le den todos los derechos sobre mi hijo. Yo no puedo abandonar a Diego, aunque para eso tenga que volver a renunciar.

—Está bien. Solo no me apartes de mi hijo.—le pido y él asiente.

—Prepara tus maletas, te vas mañana mismo y sin despedirte de tu familia.—gruñe quitándole el seguro a la puerta y saliendo de la habitación.

Tengo dos opciones huir con mi hijo y arriesgarme a que James nos encuentre o aceptar irme de nuevo.






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