Capítulo 35:

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Observo a James comiéndose el desayuno y yo hago lo mismo. Desde que tuvimos esa fuerte discusión ayer no lo había visto hasta ahora. Al parecer pasó la noche en uno de los cuartos de huéspedes.

—¿Ya terminaste las maletas?—pregunta dejando su plato a un lado.

—Sí.—mascullo entre dientes.

—Perfecto, yo tengo que salir un momento. Cuando regrese te llevo al aeropuerto.—dice y asiento.

—No entiendo por qué te empeñas en retenerme a tu lado. Sabes que amo a otra persona y aún así no te importa.

—Te advertí que no habláramos más de ese tema. Tampoco quiero saber el nombre de tu amante.—me asegura.

—Pensé que habías cambiado, pero en realidad sigues siendo el mismo de siempre.—suspiro exasperada.—Que no hablemos del tema no significa que deje de ser un problema entre nosotros. Desearía que todo fuera diferente y que tú y yo pudiéramos resolver las cosas sin seguir lastimándonos.—admito y se levanta de la mesa.

—No me gusta repetir las cosas.—asevera serio.—Así que a ese hombre que tanto amas mantenlo en tus recuerdos, por que me voy asegurar de que nunca vuelvas a verlo.

—Señor tiene una llamada en el despacho.—aparece una empleada.

James me da una mala mirada antes de dirigirse a su despacho. Estoy perdida, siento como si estuviera en un laberinto donde no hay salida. Ni si quiera he podido hablar con Damián, por que James  me quito el celular.

—¿Quién llamó a mi esposo?—le pregunto a la empleada.

—Era la voz de una mujer, pero ella no se presentó solo me pidió que la comunicara con el señor.—responde y me levanto de la mesa para ir a su despacho.

—Una mujer, tiene que ser Rachel.—susurro y camino por el pasillo. Solo espero que a Rachel no se le ocurra decirle el nombre de Damián.

Encuentro la puerta entre abierta y me escondo para poder escuchar sin que él lo note.

—Ya te dije que no me interesas.—dice por el teléfono.—No se te ocurra, si intentas decirle que yo recuerdo todo lo qué pasó después del accidente serás mi enemiga.—abro mis ojos impresionada. James recuerda todo, eso quiere decir que él nunca perdió la memoria. Solo fingió todo este tiempo para continuar manipulándome y reteniéndome a su lado.

Él es peor de lo qué yo pensaba, siento mucha rabia por que he perdido todos estos meses de mi vida sintiendo culpa por alguien que no vale la pena. ¿Quién será la mujer con la que habla?

—Todo es tan injusto, la mujer que quiero que me ame es la que me rechaza y tú no te cansas de que yo te rechace.—continúa hablando.—La voy a mandar lejos para alejarla de Damián, no lo hago por ti. Tú eres una insoportable, te acuestas con todos los hombres y dices que me amas. Estas loca y sabes qué, mejor te dejo hablando sola. Tengo algo muy importante que hacer y eso no puede esperar.—cuelga la llamada.

Corro por el pasillo y subo las escaleras para que él no note que lo estaba escuchando. Desde aquí arriba lo veo arreglarse el traje y salir de la casa.

Cuando regrese me llevara al aeropuerto, eso si lo permito. Ya no voy a permitir que me siga manipulando a su antojo. Tengo que dejar de tener miedo. Esta vez no puedo rendirme, Damián tenía razón.

Tengo que encontrar la manera de encontrarme con él. ¿Pero cómo si James quiere mandarme lejos?

Ya sé lo que tengo que hacer, camino a la habitación de Diego y lo veo en la cuna. Me acerco y lo cargo en mis brazos.

—¡Tania!—llamo a la nana y ella aparece.

—Si señora.

—Lleva las maletas de mi hijo y las mías a mi auto.—digo y ella abre sus ojos.

—Señora no puedo hacer eso, el señor dijo que no podíamos dejarla salir de la casa sin su permiso.

—Por favor, tienes que ayudarme. Tú eres mujer tienes que entenderme.—le pido y lo piensa por unos segundo antes de aceptar.—Gracias.—salgo de la habitación y bajo las escaleras.

Llego a la gaveta donde guardamos las llaves de los autos y saco la mía. Al parecer James piensa que no soy capaz de escaparme. Es por eso que no ocultó las llaves. Solo le ordeno al chofer que no me deje salir.

Te vas a llevar la sorpresa de tu vida cuando regreses.

—Señora el chofer no me deja subir las maletas a su auto.—dice la nana.

—Carga a mi hijo, yo voy a encargarme de que acepte.—le entrego a Diego y ella camina detrás de mí. Agarro un jarrón y ella abre sus ojos.

—Señora por Dios que le va hacer a ese hombre.—murmura ella.

—En la guerra todo se vale.—digo y ella sonríe. Abro la puerta y él está de espaldas. Sin pensarlo, rompo el jarrón en su cabeza y cae desmayado al suelo.—Vamos, rápido por favor.—abro la cajuela y entro la maleta de mi hijo y la mía.

La cierro y abro la puerta de la parte trasera del auto. Con ayuda de Tania amarro a mi hijo en su silla de bebé y cierro la puerta.

—Muchas gracias Tania, te debo la vida.—confieso y ella niega.

—Ten, es mi celular quizás te sirva de algo.—me entrega su celular y lo acepto.

—Gracias de nuevo.

—Ahora vete antes de que llegue el señor.—dice y entro al auto. Lo enciendo y me pongo el cinturón. Sin esperar más tiempo arranco el auto.







Vuelvo a intentar llamarla, pero no contesta. Desde que salí de la universidad intento localizarla, me preocupa que lleve un día sin contestarme. Tal vez se está escondiendo de nuevo de mí y por eso no me contesta.

Tendré que ir a buscarla aunque a ella no le guste. La habría ido a buscar hace rato, pero sé que ella no hubiera estado de acuerdo y no quiero presionarla. Pero ni modo voy a ir a esa casa aunque para eso tenga que enfrentar de nuevo a James.

Agarro mi chaleco cuando el timbre de la puerta suena. Solo espero que no sea Rachel de nuevo. La última vez que hablé con ella le exigí que se alejara de mí y que no hablara con el esposo de Kylie.

Abro la puerta y me quedo de piedra al verlo frente a mí. El verlo aquí me hace pensar que algo le pasó a Kylie y que por eso ella no responde mis llamadas.

—Tú.—digo y él sonríe. Pasa por mi lado y entra a mi casa como si nada.

—Así que aquí te acuestas con mi esposa.—asevera viendo la casa.

—Así que ya recuperaste la memoria o acaso nunca la perdiste.—especulo y arquea sus cejas. Yo lo conozco desde hace años y sé que él sería capaz de mentir para lograr lo que quiere.

—Soy un gran mentiroso, fingí todo este tiempo para alejar a Kylie de ti y lo conseguí. Por varios meses la vi sufrir y llorar por ti, pero me consolaba saber que estaba lejos de ti.—gruñe molesto.

—Todavía ella no sabe que todo este tiempo has fingido que no recuerdas nada. ¿Verdad?—él asiente. Es obvio que ella no lo sabe, si lo supiera hace rato lo habría dejado.—¿Por qué quieres retener a tu lado a una mujer que no te ama?—pregunto y él suspira.

—No pienso platicar eso contigo. Lo qué pasa entre mi mujer y yo no es tu problema.—me asegura.—Vine a decirte que espero que anoche te hayas despedido de ella.—frunzo el ceño confundido.

—¿A qué te refieres? ¿Dónde está ella?—pregunto inmediatamente.

—De camino a Miami.—ironiza y me contengo para no golpearlo.—Lejos de ti y de ese supuesto amor que ella te tiene. Solo quise pasar a saludarte, quiero que recuerdes que fui yo quién se quedó con ella. Es conmigo con quien va a envejecer, tengo todos sus días y sus noches completas para mí. También tengo un hijo con ella, tú no eres nadie y pronto solo vas a estar en su recuerdo.

—Puedes tener todo eso que dices, pero su amor me pertenece a mí. Sé que ella nunca va a ser feliz contigo, me imagino que tuviste que manipularla para que ella haya aceptado irse a Miami.—digo y sonríe.—No te vas a salir con la tuya, voy a ir por ella y no me importa si tengo que enfrentarme a ti para traerla de vuelta.—gruño enojado. Estoy dispuesto a ir por ella y lo voy a cumplir.

—No la manipule, ella solita decidió quedarse conmigo. Así que acepta que la perdiste para siempre y déjala en paz. Ella es mía, es mi esposa, mi mujer y así va seguir siendo hasta que yo lo decida.

—Eso lo veremos. Ahora lárgate de mi casa y te advierto que voy a ir a buscarla aunque para eso tenga que ir casa por casa en Miami.—le aseguro.

—Perderás tu tiempo, ella nunca fue tuya. Tú solo te aprovechaste de ella para vengarte de mí.

—Tú sabes perfectamente que eso es una mentira. Tú y yo conocemos la verdadera historia. Ahora lárgate, antes de que pierda la poca paciencia que me queda. Si no te he golpeado es por que no me quiero convertir en una bestia salvaje como tú.—le abro la puerta y él se ríe sarcástico.

—Si te vuelves acercar a ella, te prometo que lo vas a lamentar.—me amenaza y sale de mi casa.

Cierro la puerta con fuerza y gruño molesto. Se la llevo a Miami, tendré que ir por ella. Sí eso voy hacer, no voy a permitir que vuelva a alejarme de ella. Me siento impotente de tanta rabia, si hubiera ido a buscarla cuando no me contestaba las llamadas ella estaría aquí.

Pero para no presionarla, me quede aquí de brazos cruzados y eso no va a volver a pasar.

Voy a ir por ti Kylie, aunque sea lo último que haga. Agarro mi celular y subo las escaleras dispuesto hacer mi maleta.

Escucho mi celular y respondo sin si quiera ver el número.

—Damián, soy yo.—me paralizo al escuchar su voz.

—¿Dónde estas? Voy para Miami, en qué lugar estas.—digo feliz por escuchar su voz.

—Estoy en Nueva York, me escape de James y te necesito, solo tú puedes ayudarme.—siento como el aire vuelve a mis pulmones y la calma llega a mí.

—En la casa que tienes a las afueras de la ciudad. El lugar en donde hicimos el amor por segunda vez.

—Voy para allá.—cuelgo la llamada para empacar lo necesario.







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