Capítulo 03

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Noches de desolación y desconsuelo iban y venían, de alguna manera el dolor se había retenido, sus sentimientos hacia Jimin se desvanecían. ¿Realmente hizo bien al esperarlo? ¿Por qué ahora siente que ya no le queda mas por hacer?

Ahora aquellos momentos de dicha y ventura se veían lejanos. Su inquebrantable amor se acababa, luchar realmente había sido en vano, pues después de siete años, jamás vio regresar al que un día fue su presente.

La carta que tantas veces leía se encontraba desgastada y ya marchita, sin embargo fue el único consuelo de la falta de acercamiento entre él y su amor inesperado.

¿Por qué el destino no le da clemencia? ¿Por qué el tiempo se niega a recompensar la falta de afecto y adoración? ¿Por qué la vida no le está otorgando una segunda oportunidad para encontrar a su amado?

No hay respuesta...

La libertad de vivir dependía de Yoongi, pero este eligió el camino desprevenido. Su fortuito amor no supo aguantar mas y decidió abandonar el lugar.

Pensar en superar un amor y una relación que no tuvo existencia era un pesar, pensar en dejar ir algo que nunca tuviste es desgarrador. Pero ese era el juego del destino, el juego del que jamás sabrás sus reglas.

No hay forma de ganar, no si el destino lo quiere.

Llegas cuando menos

te recuerdo, cuando

más lejano pareces
de mi vida.

Inesperado como esas

tormentas que se inventa

el viento

un día inmensamente azul.

Luego la lluvia

arrastra sus despojos

y me borra tus huellas.

-Breve de Meira Delmar

[...]

—Buen día. ¿Hay algo en especial que esté buscando? —Hablaba con esa voz tan dulce que lo caracterizaba. Tenía un nuevo cliente, y con solo ver su rostro puedes darte cuenta de que es una persona manceba.

Sonreía mostrando unos bonitos hoyuelos, era un chico de piel morena, y con una talla alta, vestía unos jeans azules pegados y una casaca morada logrando hacer un juego perfecto.

—Buenas, busco una flor ... —Pensaba en que decir —Un tanto especial —Sonreía con pena.

—¿Se las va a regalar a alguien? —Inquirió la persona que atendía. Con tal timidez, hacer esa pregunta no estaba de mas.

—Si, yo quiero confesarme a alguien —Ahora las mejillas de aquel cliente estaban de un color carmín.

—Bueno, hay muchas flores que usted podrá escoger.

—Agradecería mucho si me ayuda en eso. —Quien atendía se sorprendió, pues no muchos pedían su opinión.

—Mmm... Unas rosas blancas serían perfectas ya que estas muestran el amor puro. —Dudaba, pues su cliente no mostraba expresión alguna —También están las rosas rojas que representan el romance y el amor, los claveles rosas también son perfectos, pues muestra fidelidad —Este estaba dispuesto a continuar, pero el cliente se lo impidió.

—Prefiero unas flores pocos comunes, creo que los claveles son muy frecuentes y habituales, y ni que decir de las rosas. —Afirmaba

—Oh —; Sin mas que decir, se fue corriendo hacia aquel invernadero que se encontraba dentro de esa pequeña tienda. Luego de unos minutos regresó trayendo con sigo un ramo de flores rosadas. —Estos son ranúnculos, son flores que dan a conocer el encanto, regalar estas flores expresaran por usted sin palabras que le llama la atención, son flores puras que te dejan completamente sorprendido, a mi me gustan estas flores. —Decía con demasiada sinceridad, pues con solo ver su rostro podías notarlo.

El moreno se sorprendió, no en todas las florerías ves esas flores, era extraño, y eso le encantaba, el chico al que quería confesarse, era una persona un tanto especial, y le agradaba haber encontrado la flor perfecta.

Luego de tanto pensarlo, aquel hombre habló: —Esto es lo que buscaba —Sonreía —Deme un ramo.

Y sin mas se llevó aquellas flores que habían logrado cautivarlo.

Cada día de trabajo, el vendedor veía como la mayoría de sus clientes buscaban rosas, a decir verdad, eran las mas demandadas. Normalmente las llevaban para declarar y profesar amor, era ese el significado que llevaban las rosas para la mayoría. Sin embargo, este día había sido mucho mejor, pues por fin uno de sus tantos clientes no se interesó en una rosa simple y común.

—Hey, Jimin ¿Qué tal te fue? —Preguntó un chico de cabellos negros entrando por la pequeña puerta. Pues si, este había dejado encargado al rubio para que se haga cargo de la tienda mientras iba a arreglar algunos problemas.

—Muy bien, estuvo tranquilo. —Afirmó

—Me alegra —Sonrió —Sabes, se me ocurrió algo, vayamos a comer al restaurante que vimos el otro día.

—Bueno, pero no tenemos nada especial que celebrar —Dijo creyendo tener la razón y soltó un suspiro involuntario. ¿De verdad había pasado tanto tiempo?

—¿Cómo que no? Hace siete años decidiste regresar, siempre pensé que nunca volverías. —El de cabellos negros manifestaba.

—No creo que sea un motivo para celebrar —Se reía, era un poco raro que su hermano haya decidido "celebrar" después de tanto tiempo.

—Oh vamos, solo vayamos esta vez.

—Esta bien, solo déjame cerrar la tienda. —Su hermano solo asintió y se fue a la parte interior del lugar.

Haciendo sus deberes, el rubio no pudo evitar pensar en el pasado, realmente regresar a Seúl le había servido, su hermano lo había acogido y también lo consoló en esos momentos tan dolorosos. Con ayuda de su hermano pudo terminar la carrera que tanto le apasionaba, sin embargo por falta de dinero no pudo desarrollarla. Por lo menos parte de sus sueños se había hecho realidad, aún cuando en su visión a futuro había una persona mas, una persona que ya no esta con él.

Al terminar de cerrar el lugar, junto a su hermano se dirigieron al gran restaurante, que había abierto recientemente. Se volvió famoso tan rápido que se volvió en uno de los mas demandados en Seúl.

Al llegar, con solo ver la fachada se sorprendieron, era de un color rojizo, traía la decoración llena de luces ámbar, todo era muy llamativo. Traía unas letras talladas en piedra en la entrada, "Incontriamoci", siendo fácil de traducir del Italiano.

Al entrar el local estaba lleno de candelabros, era un espacio bastante grande, en el centro habían personas bailando, cada uno de los movimientos fácilmente te transmitía tranquilidad. No habían palabras para describir tal lugar, era simplemente agraciado. Cada parte del lugar fue decorada con absoluta cautela, que quedas sorprendido rápidamente.

—Jimin, mira —Señalaba al centro del lugar —Él es el dueño del lugar. —Cuando el rubio pudo divisar completamente, se llevó una gran sorpresa, estaba anonadado. Pero lo que él no entendía era la razón de los latidos ágiles de su corazón. ¿Que le estaba ocurriendo?

Sin darse cuenta, algunas lagrimas bajaban por sus mejillas. Sus ojos estaban mas abiertos que nunca, ¿Era real lo que estaba viendo? ¿Realmente esa persona era él?

¿Por qué ahora?

¿Por qué cuando pensaba haberlo superado?

¿Por qué cuando amarlo había dejado de doler?

¿Por qué tan inesperado?


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