3.

Màu nền
Font chữ
Font size
Chiều cao dòng

Dedicado a adrigonzalezcastanoanyel_kl por todos y cada uno de sus comentarios en la historia, lxs quiero ❤

Siento su respiración errática detrás de mí, al igual que los músculos de su cuerpo pegarse a mi espalda con el sube y baja de su pecho.

Me quedo sobre sus piernas por un momento, ya que mi respiración también está hecha un desastre debido al tiempo que llevo bailando sin tomarme siquiera un segundo de descanso; sin embargo, cuando siento su mano subir por mi muslo decido que ya es momento de alejarme.

De verdad que quería cambiar la rutina del último baile, pero con los nervios del momento no se me ocurrió nada mejor y tampoco quiero que el señor Miller vaya a dejarle una queja a Emilia por no darle un show que esté a la altura de los billetes que pagó.

Vaya cosa...

Intento bajarme de su regazo, pero el agarre en mi cintura me lo impide.

—No tan rápido, florecita. —habla cerca de mi oído, erizándome la piel. Su voz es tan jodidamente sexy.

—El show ya terminó. —logro decir e intento bajarme de nuevo, pero afianza su agarre.

Hace a un lado mi cabello, dejando mi cuello al descubierto y posando sus labios sobre mi piel sensible.

Mi corazón se acelera.

Deja una estela de besos y yo siento que me estoy convirtiendo en una antorcha.

Sus labios incendian mi piel y de pronto soy muy consciente del falo duro que hay debajo de mí.

Contengo la respiración al recordar lo enorme que se veía en sus manos mientras se masturbaba frente a mí.

Su mano sube lentamente por mi muslo y cuando lo siento cerca de mi entrepierna, lo detengo.

Esto no está bien, no es parte de mi trabajo y no voy a convertirme ahora en lo que siempre he luchado por no ser.

No quiero convertirme en ella.

Lucho internamente por no caer en la maldita tentación que me incita a probar lo prohibido.

Intento mantener a raya ese deseo carnal que surgió desde el momento en el que nuestras miradas se cruzaron.

Una risa ronca interrumpe mis luchas internas.

—Tranquila, oficial; le prometo que este delito lo va a disfrutar.

Sin darme tiempo a rechistar, su mano va a mi entrepierna y en un ágil movimiento hace a un lado la tela de la diminuta braga y pasea sus dedos por mi canal.

Un jadeo se me escapa y me resulta imposible no cerrar los ojos y echar la cabeza hacia atrás con las sensaciones que me provoca cuando las yemas de sus dedos hacen contacto con mi carne y empieza a dar ligeros masajes a mi clítoris.

Mi cuerpo reacciona de inmediato y sólo basta un par de movimientos de sus dedos en mi zona íntima para que la humedad entre mis piernas aumente.

Todo a mi alrededor se evapora; me concentro sólo en el placer que me brinda y me olvido de dónde y con quién me encuentro, pero lo más importante, se me olvida de que lo que está ocurriendo es justo lo que no debía ocurrir.

Dos de sus dedos me penetran y empieza a bombear de una manera tan gloriosa mientras su pulgar da caricias circulares a mi enrojecido montículo de carne que desata el placer como corrientes eléctricas por todo mi cuerpo, haciendo que mis caderas se muevan al ritmo de sus caricias y provocando los espasmos que cada vez se vuelven más violentos conforme alcanzo la cúspide del orgasmo arrasador que me hace gemir de forma escandalosa, dejándome jadeante y aturdida.

Lo siento sacar sus dedos de mi interior y con ellos recoger parte de la humedad que hay entre mis pliegues para luego llevárselo a la boca y saborearlo cómo si se tratase del mejor de los néctares.

La realidad de lo que acaba de suceder cae sobre mí como balde de agua helada, y cuando creo que ya nada puede empeorar...

Me hace girar sobre su regazo y no me da tiempo de inspeccionar su rostro porque en un segundo su boca choca con la mía, devorando mis labios sin darme tiempo a nada. Intento alejarme, pero su mano me toma de la nuca impidiéndomelo.

Lucho por no responder el beso, pero al sentir la fiereza y el hambre con el que devora mis labios, me resulta malditamente imposible y al final termino correspondiéndole.

Sus labios se mueven de forma agresiva y su lengua dominante intenta someter a la mía con sus ávidas caricias.

Lo siento recostarme en la cama y de un momento a otro embiste sus caderas contra las mías con rudeza arrebatándome un grito ahogado de la garganta y dándome una idea de lo increíble que sería tenerlo dentro de mí, y así, sin más termina rompiendo el beso y poniéndose de pie.

No logro verle el rostro con claridad debido a la falta de iluminación, pero puedo jurar que está sonriendo.

Lo observo acomodarse la ropa y sacar su billetera.

—El show fue mejor de lo que creí —dice, lanzando un pequeño fajo de billetes sobre la cama—. El orgasmo tómalo como la propina.

Termina dando media vuelta para marcharse, dejándome prácticamente desnuda sobre la cama y completamente muda.

Cuando ya ha girado el pomo de la puerta se detiene sólo un momento para agregar.

—Por cierto, tienes un manjar entre las piernas.

Y con eso sale de la habitación, dejándome aún peor, con una crisis existencial y la ira rebosante en mis venas.

⊰᯽⊱┈──╌❊ - ❊╌──┈⊰᯽⊱

La estúpida risa de Matt me hace querer ahorcarlo.

—¿De qué te ríes, retrasado? —lo regaño—. Yo no le veo la gracia.

El continúa conduciendo, pero sin dejar de reír.

—Es que no entiendo cuál es el drama, no es como si fueses virgen y el tipo haya profanado tu cuerpo. —dice con burla.

Me ofendo.

Sí, le he contado lo que sucedió durante el show privado del imbécil que se hace llamar "señor Miller".

—Jamás me había dejado tocar por un cliente, idiota. —recalco, enojada.

De sólo recordar la manera en la que lanzó el dinero a la cama como si estuviera pagándole su servicio a una prostituta, se me revuelven las vísceras.

Me dan ganas de ir y desfigurarle ese bonito rostro a puñetazos.

—Entonces olvida que es un cliente y piensa que es un tipo que conociste en algún bar, te gustó, se divirtieron y ya está. —soluciona, así de fácil.

—Tú no lo entiendes. —me quejo por enésima vez—. Me lanzó un fajo de billetes después de dejarme tumbada en la cama, como si fuera una ramera.

Detiene el auto en un semáforo, a esta hora ya ni siquiera hay tráfico.

Se gira un poco en su asiento para mirarme de frente, con reproche.

—¿Y lo eres? ¿Te consideras una ramera?

Desvío la mirada.

No le respondo; la respuesta es sencilla, cada día de mi vida si no estoy lamentándome por alguna desgracia, estoy reprochándome el haber aceptado ese trabajo.

—Sé lo que estás pensando, Kira. —sigue, al no recibir respuesta de mi parte—. Y no, no eres como ella y jamás lo serás.

—Pasó lo que me prometí que jamás permitiría, Matt.

Gran parte de mi vida fue un infierno, y es una completa mierda porque a pesar de que logré huir de él, los demonios aun me persiguen.

—Ambos sabíamos que algo así pasaría en algún momento si continuabas en el club y aun así decidiste seguir, ahora no quieras lanzarte al vacío solo porque por primera vez desde que estás ahí disfrutaste estar en la misma habitación con un cliente.

» Y sí, tal vez la manera en la que terminaron las cosas no fue la mejor, pero no puedes culparte por la mala actitud de ese idiota. No hiciste nada malo, y el hecho de que todos te llamen diosa no quiere decir que estés absuelta de cometer errores.

Eso ultimo me saca una sonrisa.

Él siempre tiene algo que decir para cada situación y sus palabras siempre reconfortan a mi alma atormentada.

Respiro hondo, agradeciendo al cielo por tenerlo a mi lado.

—Gracias, Matt. —digo, al borde del llanto—. Eres el mejor.

Sonríe.

—Eso también lo sé, pero gracias por recordármelo. —me guiña un ojo y se endereza en su asiento.

Me concentro de nuevo en observar por la ventanilla mientras Matt pone otra vez el auto en marcha.

Mi vista se pierde en la oscuridad de las calles que hay por esta zona de ciudad, apenas con unos cuantos faroles iluminándolas, pero conforme nos vamos acercando al centro de la ciudad estos se vuelven más recurrentes.

Faltan solo unas cuantas cuadras para llegar al edificio en el que vivo.

Mis ojos van por inercia hacia el espejo retrovisor y mi ceño se frunce.

—¿Qué sucede? —cuestiona Matt.

—El auto que viene detrás de nosotros —hablo, sin despegar la vista de ahí—. Creo que lo vi cuando salimos del club.

Mi amigo le da una mirada al retrovisor antes de concentrarse de nuevo en el camino.

—Tal vez te confundiste.

—Estoy segura de lo que vi —me ofendo.

—Entonces, tal vez viste uno parecido a ese, o quizá solo tomó la misma ruta para venir al centro ya que suele ser la más concurrida. —le quita importancia.

Suspiro.

—Puede que tengas razón.

Nadie dice más nada en los pocos minutos que restan de camino.

Cuando por fin llegamos, Matt estaciona frente a la entrada del edificio sin apagar el motor.

—Aquí estas, sana y salva. —me mira divertido.

Ruedo los ojos.

Sé que lo dice por lo del auto.

—Ya cállate.

Desabrocho el cinturón de seguridad y abro la puerta para bajar de una vez antes de verme tentada a darle un golpe por sus burlas.

Suelta a reír.

—Sabes que te quiero, con todo y tu paranoia. —me lanza un beso cuando ya estoy afuera.

Le saco el dedo medio antes de cerrar la puerta.

Me asomo por la ventanilla.

—Gracias por traerme, tonto.

Me sonríe.

—Siempre es un placer, diosa.

Suelto una pequeña risa llevando mis manos dentro de los bolsillos de mi gabardina para que entren en calor y alejándome lo suficiente para que él pueda ponerse en marcha.

El frío está más intenso a esta hora.

—¡Te veo en la mañana! —lo escucho gritar y acto seguido el auto sale disparado del lugar.

Sacudo la cabeza aun riendo, mi amigo es todo un caso.

Estoy a punto de darme la vuelta para ir al edificio cuando las luces de un nuevo auto llaman mi atención.

Me congelo cuando me doy cuenta que se trata del mismo que vi por el retrovisor. Pasa frente a mí tan lento, que por un instante creo que se detendrá.

Sacudo la cabeza para espabilarme y no me quedo a ver si de verdad se detiene o sigue su camino ya que el pánico se apodera de mis venas, giro sobre mis talones y corro hacia el edificio como si me persiguiera el mismísimo diablo.

Llego jadeante a la recepción y el hombre que vigila la entrada me mira como si llevara un cuerno en la frente.

—¿Se encuentra bien, señorita?

Trato de regular mi respiración y le hago un gesto con la mano restándole importancia.

—Todo en orden, no se preocupe —le sonrío, como si no hubiese acabado de confirmar que, en efecto, un lunático nos había estado siguiendo a mi amigo y a mí—. Que tenga buena noche.

El guardia me mira dudoso, pero termina asintiendo.

—Igualmente, señorita.

Camino hacia el elevador y justo cuando estoy por presionar el botón para llamarlo, las puertas metálicas se abren revelando dos figuras dentro, viven juntos en el apartamento que está en el mismo piso que el mío. Margaret y Josh.

La primera me dedica una mirada asesina, pero este último me mira con coquetería, iugh.

Estoy harta de sus malditas miradas lascivas y sus insinuaciones, eso es lo que ha hecho que la chica junto a él me deteste tanto, le pesa tanto la maldita consciencia que piensa que soy yo quien se la pasa detrás de su novio y no se da cuenta de que es al revés.

—Kira —habla Josh de forma casual, pero sin quitar su asquerosa mirada de mí—. No creímos encontrarte por aquí a esta hora.

Abro la boca para responder, pero su novia me interrumpe.

—A mí no me sorprende, esta suele ser la hora en la que merodean las zorras.

Enarco una ceja, no puedo creer su cinismo.

—Ahora entiendo porque tú vas de salida.

Su mirada de la chica cambia abruptamente por una de furia total, cosa me importa un reverendo pepino.

Decido no perder más mi tiempo y empujo su cuerpo para que se quite de mi camino, ya que se había quedado parada en medio de la entrada al ascensor.

Me introduzco en la caja metálica y oprimo el botón con el número de mi piso.

Las puertas empiezan a cerrarse.

—No he terminado contigo, perra. —brama la pelinegra.

—Pero yo sí. —le sonrío falsamente y le saco mi dedo medio.

Intenta venir por mí y evitar que las puertas del elevador se cierren, pero su novio la toma del brazo impidiéndole la tarea.

El tipo me guiña un ojo y su novia se gira hacia él para empezar a discutir, sus gritos histéricos es lo único que escucho hasta que las puertas se cierran por completo.

Suelto un suspiro y recuesto mi espalda contra la superficie de metal.

Ya no los soporto.

Tendré que cambiarme de edificio si quiero tenerun poco de paz.

Espero hayan disfrutado del capítulo

Ese Shane ¿Quién se cree para tratar a nuestra diosa así? 🤨

¿Y que opinan de Matt, eh? Para mí, él es un amor 🥰. ¿Los vecinos de Kira? Uuff, esa chica definitivamente me desagradó ¿a ustedes no? 🙄

Por otra parte, el cap 4 ya está listo, pero esperare a que éste llegue a los 100 votos para subirlo así que espero contar con su apoyo.

Déjenme sus comentarios que para mí son vida y me encanta leerles.

¡Nos leemos pronto! Besitos 💋💋

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen2U.Pro