2

Màu nền
Font chữ
Font size
Chiều cao dòng

—Estuviste increíble.

Emilia me recibe al bajar del escenario con un albornoz de seda corto en sus manos y sus típicos halagos de siempre, hace lo mismo después de cada show.

Rio.

—Gracias. He puesto todo mi empeño. —digo.

Recibo la prenda que me ofrece y me la coloco para que mi cuerpo no tenga que pasar más tiempo al descubierto. Tampoco es como si cubriera demasiado, pero algo es algo.

—Y como prueba de ello, un cliente se ha acercado para pagar una gran cantidad de plata por un show privado. —comenta, se nota contenta.

Al parecer el tipo ha dejado una gran suma de billetes, es la mejor forma de mantener a Emilia súper feliz.

—Eso no es muy nuevo. —comento sin interés.

—No, claro que no —eleva su dedo índice, moviéndolo de un lado a otro en señal de negación—. Lo nuevo es que es el primer cliente que se niega a elegir otra chica que no seas tú, y que por dicho motivo haya pagado cincuenta mil dólares.

Mi boca se abre ante el asombro que me provocan sus palabras.

—¿Cincuenta mil? —pregunto aun sin poder creerlo. ¿Acaso el tipo cagaba dinero?

—Así como lo oyes, el hombre pidió pasar la noche contigo y le dije que ese no era tu trabajo aquí, y a él no pareció molestarle y terminó diciendo que se conformaría con el show privado.

Entonces los sucesos de hace unas semanas pasan por mi mente.

La miro asustada.

No quiero que se repita lo de la última vez.

—Entonces él quiere acostarse conmigo. —digo con voz trémula.

La castaña borra la sonrisa de sus labios y me mira dudosa.

—No lo dijo abiertamente —suena vacilante—. Él sólo mencionó que quería pasar una noche contigo.

La miro ceñuda.

Es obvio que entre sus intenciones están el que me acueste con él.

No pagó cincuenta mil dólares para pasar una noche conmigo sólo para que juguemos al ajedrez.

—Emilia, no quiero hacerlo. —estoy empezando a desesperarme, realmente me aterra pensar que puede hacerme daño—. Dile que no estoy disponible, que otra persona pago mucho más por mí...o dile que me enferme, sí eso...dile que me ha dado diarrea, así me tendrá asco...o también puedes...

—Oye, oye... —Emilia me zarandea frenando mi vomito verbal—. Tranquila, tómatelo con calma —¿lo dice en serio? —. No va a pasarte nada, yo me encargare de que seguridad este afuera de la habitación por si el tipo resulta ser otro lunático obsesionado.

—Tú no lo entiendes... —intento decir, pero ella me interrumpe de nuevo.

—Lo entiendo, cielo. —su voz suena comprensiva—. Pero necesito que tú también entiendas que no puedo rechazar ahora su petición porque él ya ha hecho el pago por tu servicio. Y Shane Miller no es una persona a la que se le pueda rechazar dos veces, linda.

Supongo que en eso ella tiene razón; no puede estar rechazando las peticiones de los clientes solo por mi paranoia.

—Bien —digo—. Solo te pido que te mantengas pendiente por si esta igual o peor de loco que el de la última vez.

No puedo controlar el pánico que hace mella en mí.

—Tranquila; le dejé muy claro que tú no aceptabas ese tipo de negociaciones y si es lo que buscaba, entonces tendría que elegir a otra chica, pero se negó y dijo que un baile no sería suficiente, pero se conformaría con ello. —explica.

Suelto un suspiro.

—Bien. —digo. No es que se eso me alivie por completo, pero algo es algo.

Caminamos en dirección a las habitaciones privadas que hay en el tercer piso, porque tal parece que el hombre tiene dinero hasta para limpiarse el culo y por eso eligió una de las suites que se ofrecen para los shows privados o para aquellos depravados que vienen con la intención de pagar por el cuerpo de alguna chica.

Sí, este también es un centro de prostitución; nadie de las que están aquí es en contra de su voluntad, pero eso no le quita lo retorcido a este lugar. Yo por mi parte solo presento el striptease y acepto los bailes privados de los clientes que ofrecen buenas sumas de billetes, nada más.

Llegamos a la tercera planta y buscamos la suite 34. Recorremos el largo pasillo y nos detenemos frente a la puerta de madera oscura, el número que buscamos y la perilla es lo único que resalta en color dorado.

—Él ya debe estar adentro. —Emilia se adelanta a abrir la puerta y entrar a la habitación.

Entro detrás de ella, y desde ya un nerviosismo invade mi sistema.

Mis ojos barren por todo el lugar.

Debo aclarar que estas habitaciones no son como las que se conocen comúnmente, sino que vienen ya adaptadas con lo necesario para los bailes privados. En esta, por ejemplo, predomina una luz rojiza y tenue; la barra de metal para llevar a cabo el striptease se encuentra en el centro, justo frente a la enorme cama con sabanas rojas; al lado izquierdo de la cama se encuentra una pared de cristal que deja a la vista la belleza nocturna de la ciudad, y junto a ella se encuentra un hombre dándonos la espalda.

La poca iluminación no me permite detallarlo, solo puedo notar su alta figura notablemente robusta, destila imponencia; va de traje y tiene las manos dentro sus bolsillos delanteros. Parece perdido en la imagen que se proyecta frente a sus ojos porque ni siquiera se inmuta cuando Emilia y yo nos adentramos unos cuantos pasos más a la habitación.

No es hasta que Emilia habla cuando él se gira para encararnos, sin embargo, no logro visualizar del todo su rostro y para ser sincera me causa mucha curiosidad.

—Buenas noches, señor Miller. —saluda mi acompañante—. Le he traído a la chica que ha pedido.

El hombre da unos pasos hacia nosotras, pero aun quedando a unos metros de distancia, justo donde más predomina la oscuridad.

—Ya puedes retirarte.

Su voz grave me provoca un ligero estremecimiento en el cuerpo.

Ay, dioses de todas las voces.

Creo que tuve un orgasmo auditivo.

Es que su voz es tan jodidamente caliente que casi me derrite y me...

Me doy una bofetada mental.

Concéntrate; maldita sea, es un cliente.

—Si las cosas se ponen feas sólo grita. —el murmullo de la morena me saca de mi trance antes de escucharla hablar de nuevo, ahora dirigiéndose al tipo que me mira como un león hambriento miraría a una gacela—. Con permiso, y señor Miller, disfrute del show.

Me dan ganas de lanzarle mis zapatos, pero me contengo.

Emilia, ajena a mis profundos deseos da media vuelta y se marcha, dejándome a solas con el desconocido.

Cuando ella ya ha salido de la habitación escucho los pasos del tal... ¿Shawn?... Sean, o como se llame. Siento su presencia detrás de mí, muy cerca debo decir.

—¿Piensas quedarte ahí parada toda la noche? —habla cerca de mi oído, su tono lleno de superioridad—. No he pagado miles de dólares solo para observar tu culo estático en el centro de la habitación.

Es un maldito...

Si las palabras de Emilia me provocaron golpearla, las de este imbécil engreído me hacen cometer un homicidio.

Respiro profundo y cuento hasta mil antes de darme la vuelta y poner la mejor sonrisa coqueta que tengo en mi repertorio de sonrisas, pero ésta titubea por unos segundos al encontrarme con el rostro del señor Miller frente a mí.

Oh no, no, no, no...

Esto tiene que ser una jodida broma de mal gusto.

La vida debe odiarme.

Seguramente quiere acabar conmigo, por eso ha puesto a semejante hombre en mi camino.

Quiere hacerme pecar tanto que al final ya no tenga perdón de Dios, sino un pase VIP al infierno.

Y algo me dice que ese plan no está del todo mal elaborado. Desde ya puedo notarlo.

—¿Te ha comido la lengua el gato? —su voz me devuelve a la perversa realidad.

Toma todo de mí no demostrar la impresión que me ha causado el descubrir que se trata de él.

De cualquier forma, debo cumplir con mi trabajo.

Mis labios dibujan una sonrisa seductora y mis manos empujan su pecho, guiándolo hasta la cama en donde lo hago recostarse; él no se opone, por el contrario, se acomoda y lleva uno de sus brazos detrás de su cabeza.

Subo a horcajadas sobre él y beso su cuello antes de dejar mi boca cerca de su oído.

—Espero cumplir sus expectativas, señor Miller. —susurro. Le paso mi lengua al lóbulo de su oreja y me alejo de él para empezar el baile.

¿Qué si todo lo anterior era necesario? No en realidad, pero no hay que negar que, aunque el hombre sea un desgraciado está como para comérselo.

Tan apetecible como una deliciosa barra de chocolate a la que nadie se resiste, así que ¿Quién soy yo para no saborearlo?

Una simple mortal no puede resistirse a tal tentación.

«Deja de pensar pendejadas y ponte a trabajar». Me reprende mi subconsciente.

Mierda, tiene razón.

Creo que la falta de sexo está empezando a pasarme factura.

Parece que cada día se me apaga una neurona y se me encienden cien hormonas. Jesús.

—Quiero la misma que bailaste en el escenario. —ordena, justo cuando estoy a punto de poner la canción que pensaba bailar ahora.

Me trago mi protesta, doy un asentimiento y busco la canción que pide.

Deshago el nudo del albornoz y la seda resbala por mi piel hasta caer al piso.

Nuestras miradas se conectan, la canción comienza y automáticamente mi cuerpo se acompasa al sonido de la música que resuena por toda la habitación.

No entiendo cómo es que ahora se siente tan diferente siendo la misma canción de hace unos momentos.

La temperatura aumenta como si justo ahora estuviese recorriendo el camino al infierno y faltase poco para llegar a él.

No estoy segura de cuánto tiempo llevo bailando, pero mis manos casi resbalan del tubo cuando veo a Shane Miller desabrocharse el pantalón y sacar la potente erección que mantenía aprisionada.

En mi vida había visto una cosa tan grande.

Mis ojos se abren aún más de la impresión cuando empieza a masturbarse.

Mis movimientos se entorpecen por un instante, y me gustaría decir que es por incomodidad, pero no, es por...

Mejor ni les digo, pero ustedes ya sabrán.

Ahuyento de mí todo pensamiento pecaminoso y me concentro en continuar bailando lo que resta de la canción.

El depravado por su parte sigue con la tarea de mover su mano de arriba abajo hasta que la música cesa y le deja paso al gruñido que suelta al liberar su derrame.

Para entonces creo que tengo la presión arterial alta y la calentura por los cielos.

Esta será una noche larga, y yo solo le ruego al cielo que me despeje la mente y no me deje caer en la tentación.

Bueno, me disculpo por actualizar hasta ahora. Sé que ha pasado demasiado tiempo, pero les seré sincera..

Había pensado en pausar la historia un tiempo, mientras terminaba "Fuiste tú" para ser más exactos. Sin embargo, estos últimos días estuve pensando demasiado y llegué a la conclusión de que no era justo para quienes empezaron a leer esta historia y quienes aún siguen esperando las actualizaciones. Por tal motivo decidí continuarla, sólo les pido que sigan siendo pacientes, no sé cuánto me demore en subir el siguiente capítulo, pero les aseguro que no será tanto como la última vez.

En fin, espero me perdonen.

En otras instancias, ¿les ha gustado éste cap? Espero que sí porque debo decir que me he desvelado mucho para que pueda traerlo a ustedes Jajaja y bueno, si es así no olviden dejar su estrellita 💫

Bien, por último sólo quiero informarles que me gustaría empezar a dedicar los siguientes capítulos de la historia a mis bellxs lectorxs ♥️

¿Quién se apunta? Dejen su comentario aquí 😘

Y bueno, ahora sí...sin más preámbulos, aquí abajo les dejo la foto del comestible Shane Miller🔥♥️:

Nos leemos pronto, chocolatitos 🍫🔥♥️💋

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen2U.Pro