Capítulo 13

Màu nền
Font chữ
Font size
Chiều cao dòng

Park Jimin estaba sentado junto a su estilista personal, mirándose al espejo sonreía a todo lo que ella decía con amabilidad. La contestación a sus preguntas fue como de costumbre, era el mismo artista radiante de siempre, al menos dentro de esa pantalla de humo que su trabajo le permitía montar más allá del escenario. La realidad, una muy diferente a la que su risueño semblante mostraba.

Se encontraba confundido, molesto, decepcionado, dolido y engañado. No comprendía qué estaba ocurriendo a su alrededor, Jungkook que nunca en su vida tuvo una relación, ahora tenía una y Namjoon parecía estar siguiéndole los pasos. Estaba pensando en tener algo serio con alguien que no era él. No sexo esporádico, no una aventura que casi nadie llegaba a conocer, alguien que le hacía plantearse la idea de establecerse.

Se sentía engañado porque este le dijo que no estaba interesado en las relaciones, que sus encuentros no pasaban de revolcadas entre sábanas aleatorias con personas desconocidas o poco importantes para él.

Decepcionado porque Namjoon no fue capaz de decirle, hasta el momento, ni siquiera conocía el hecho de que estuviera frecuentando a alguien. Su trabajo absorbía una cantidad indescriptible de tiempo, pero nunca fue impedimento para que el mayor se comunicara con él.

Confundido porque entre ellos había esta estela de amor que en vez de unirlos, parecía estar desintegrándose. Incluso la última vez que ellos se encontraron, él seguía tan atento, detallista y cariñoso a su manera, como siempre fue. Dolido porque no podía evitar querer llorar como un niño ante la idea de Namjoon realmente estableciéndose con alguien más. Imaginarse que le diría palabras que él se moría por escuchar. Colmaría de besos y caricias otro cuerpo que no era suyo, uno que tantas veces le ofreció y jamás tomó, ni siquiera rozó.

— Te colocaremos un maquillaje natural como pediste hace un rato. — Avisó la mujer que acababa de remover el maquillaje que utilizó para la sesión de fotos para la portada de su próximo disco.

— No es necesario, he cambiado de opinión. — Musitó con una sonrisa, mirando por un segundo el teléfono en su mano. — Prefiero dejar mi rostro airarse, me quedaré así. Muchas gracias, has trabajado duro. Todos han hecho un buen trabajo hoy, es hora de que descansen y vayan a comer algo. — Mencionó levantándose de su asiento, inclinándose ante quienes restaban para luego coger su chaqueta y salir a buscar su auto.

Secándose las lágrimas, Yoongi se encontraba en ese momento en su apartamento sin saber exactamente qué hacer. Por momentos sentía que estaba bien, que su vida ahora que se había desligado de Seokjin tomaba un nuevo rumbo. Realmente había días donde se sentía pleno y feliz, luego su cerebro lo volvía miserable con todos sus pensamientos ruines, casi destructivos.

Su relación con Seokjin, si es que se le podía dar ese nombre, comenzó desde que ellos entraron en la secundaria. Un día sin más, mientras recogía sus libros y los guardaba en su mochila para irse a casa, Seokjin regresó después de que el resto de sus compañeros se habían ido corriendo apenas el timbre sonó avisando el fin de las clases. Algunos se iban a divertir, otros a las academias o a casa, él la mayoría de las veces no sabía qué hacer al finalizar las clases.

Sinceramente, no era un amante del colegio, se rehusaba a gastar cantidades astronómicas de dinero en estudios extracurriculares. Llegar a casa, tampoco era de sus actividades preferidas, si realmente hubiese podido solo acostarse y dormir al finalizar las tareas, todo sería más sencillo. No obstante, llegar era escuchar a su padre protestar, su madre quejarse, ambos discutiendo por absolutamente todo, hasta lo más insignificante.

Por eso siempre era el último en irse, aprovechaba ese tiempo para decidir qué haría. Nunca se esperó que esa tarde, uno de los chicos más callados y populares, entrara por la puerta del aula con su uniforme intachable, como si recién se lo hubieran entregado limpio y planchado en una mañana, no al final del día. Con las manos en los bolsillos, el menor caminó hasta él, se miraron durante varios minutos sin decir nada hasta que Yoongi decidió que lo mejor sería marchar.

Al pasar por lado del inteligente y también adinerado estudiante que hasta el momento no le había hecho caso, este sujetó su brazo. Fue un acto superficial para detenerlo, pero ni siquiera se reubicó para mirarlo a la cara.

— Oye, ¿te gusto? — Min tragó seco y negó a pesar de que su corazón le estaba llevando la contraria. — He visto como me miras en clases y fuera de estas, te pones nervioso frente a mí, te sonrojas.

— Eso le pasa a más del noventa por ciento de los estudiantes. Eres el primogénito de una de las mejores familias de toda Corea del Sur, el número uno en nuestra escuela gracias a tus notas, eres apuesto, le gustas a todas las chicas, a los chicos que buscan ser amigos tuyos e incluso los profesores. Entonces, es normal que tu presencia me resulte hasta cierto punto intimidante. — Habló con gran elocuencia, una cara tan neutra como la contraria. — No todo el que se sonroja, se tensa nervioso o se te queda mirando es porque se siente atraído por ti. Además, somos dos chicos.

— ¿Eso es lo que te dices para salvaguardar la atracción que te despierto? — Ladeando su cabeza, Jin buscó su mirada desde su posición. — Como somos chicos y tú no sientes nada por mí, si yo me acerco ahora para besarte no sería un gran problema, ¿cierto?

— Sería problemático porque no te he dado autorización para besarme, estarías irrespetando mi espacio personal y deseo. Contraproducente, más. Que probar algo, si nos vieran, sería un gran problema, incluso para ti. No creo que el gran presidente de la corporación Jeon le agrade saber que su hijo mayor tiene esta clase de gustos o pasatiempos. Estúpido, porque no probaría nada, podría seguirte el beso como una respuesta física de mi cuerpo, porque es una mentira eso de que cuando no se quiere un beso solo se rechaza. Si no es del todo desagradable el beso o la persona que lo da, el cerebro tiene su propio modo de leer las señales y reacciona dominando todo el cuerpo de una manera que dependiendo los sucesos, puede ir desde una parálisis a la pérdida de la cordura.

— Eres bueno con las palabras, pero creo que te verías mejor callado. — Espetó el mayor ladeando su sonrisa. — Puedes alejarte, pero voy a probar tu teoría y ver la respuesta que tu cerebro le da a tu cuerpo cuando un hombre como yo te besa.

Tirando de su mano para ubicarlo frente a él, Seokjin estudió con detenimiento el aspecto de su compañero de clases con quien hasta el momento jamás había hablado. No muy amplia, pero había una ligera diferencia de tamaño que al mayor le hacía bajar su vista.

Esos cabellos negros completamente revueltos, un uniforme de segunda mano que se veía desgastado y zurcidos en algunos puntos discretos aunque visibles a sus ojos. Su mirada continuó estudiando cada detalle, el contrario comenzó a sentirse incómodo. Cuando Yoongi buscó irse nuevamente, el presidente de su clase y año volvió a tirar de él, posicionándolo frente a él, recostándolo contra la mesa.

— ¿A qué juegas? — Cuestionó el menor sin deseo de ser su juguete, evitando mirar los abultados labios que durante dos cursos había admirado en más de una ocasión.

— ¿Eres gay?

— Soy Min Yoongi, una persona que gusta de otras personas, eso es todo. — Elevando su dedo para acariciar su mejilla, Seokjin asintió.

— Entonces te gustan las chicas también.

— Si entran en la categoría de persona y su raza es humana, entonces sí, ellas también me gustan. — No pudo evitar sonreír ante esto, a pesar de ser mayor y un poco más sangrón, Yoongi se asemejaba a su hermanito.

Su brillante cabello azabache, sus frases que aún con la edad que tenía se volvían sarcásticas sin pretenderlo. Jungkook era callado y tímido, pero cuando era molestado o se sentía arrinconado, solía atacar de ese modo, odiaba perder y el quedarse callado muchas veces no era opción. Se parecían, incluso en el físico, aunque por la edad, Min se veía más formado, era llamativo a sus ojos.

Cero burla, sarcasmo o fingimiento, Jeon Seokjin se encontró simplemente sonriendo ante un confundido Yoongi. Una confusión que escaló de niveles cuando los labios del contrario se apropiaron de los suyos. Solo sintió sus labios ser presionados con fuerza, luego ser arrastrados con dominancia. Sus ojos se cerraron, la mochila que cargaba cayó en la mesa olvidada. Sus cachetes se perdían en esos elegantes y delgados dedos, una lengua intrépida le robó de una forma diferente su aliento.

Siempre le gustaron los chicos, pero también las niñas, por eso hasta el momento solamente había tenido algunas noviecitas con la que te intercambió besos y algunas caricias experimentales entre jóvenes que intentaban conocer su sexualidad. Chicas que lo besaron con timidez o intensidad sin pizca de pudor, pero nunca lo arrastraron sin dejarle pensar en nada.

Le gustaba como el presidente de su clase lo guiaba a senderos nunca antes caminados. La manera en que aquella mano se posaba en su espalda para mantenerlo en su sitio y pegar más sus cuerpos.

No se movía, sus labios eran los únicos en movimiento y en control de la situación hasta que decidió retirarse y Yoongi decidió evitarlo. Los dientes de este se clavaron en el labio inferior del más alto, sus manos buscaron su cuello, fue así como se envolvieron en nuevos besos que, de alguna manera, concluyeron en un baño, con sus manos cubiertas de semen. Sus respiraciones un poco descontroladas mientras yacían parados, con los pantalones abiertos, buscando recomponerse.

Esa fue la primera vez que ellos tuvieron un acercamiento, el primero de muchos que duraron hasta la mañana en que Seokjin se casó. No se volvieron novios, esa palabra jamás existió entre ellos y la única vez que Min creyó que lo eran, el mayor le dejó muy claro que no deseaba un novio, pero que comprendía si él deseaba a uno. Si sus expectativas y gustos no encajaban o podían llevarse sin interferir al otro, para que ninguno pasara por malos ratos, podían terminar con todo en un instante.

Agradeció la sinceridad, cuando esta conversación surgió, ya eran nuevos adultos, universitarios. Ya habían experimentado un mundo sexual muy diferente al de muchos, este era el noventa y nueve por ciento grato, mas no era lo que Yoongi buscaba. En ese momento le puso fin a todo, quería más y Jin no se lo podía dar. Este fue el motivo para el que sus vidas se separan sin volverse a cruzar hasta que Min buscaba un trabajo de medio tiempo en la recta final de su carrera. Así, después de tres años sin contacto, desde el segundo semestre, ellos volvieron a entrar en la vida del otro.

Así se convirtió en su chofer, luego recibió más responsabilidades y, una noche cualquiera, cuando lo dejó en la mansión, Seokjin le preguntó si tenía pareja. Al recibir una negativa, procedió a preguntar si le importaría acompañarlo a un hotel. Se miraron por escasos segundos antes de que Min asintiera y así, se fueron a su hotel.

Llegaron las reglas, todo se tornó en una rutina que distaba de ser cansina o aburrida. No eran situaciones o momentos que se vivían a diario y tal vez, esto mantenía es chispa que se rehusaba a apagarse. Muchas veces dejaron de verse por meses, casi un año, pero el tiempo parecía no correr entre ellos. Ambos tuvieron algunos encuentros, estaban al tanto de eso, pero jamás se embarcaron en una relación estable, cada cual por sus propias razones.

Sin embargo, cuando en la mañana de la boda de Jin este dejó saber que ese sería su último encuentro una vez que Yoongi abandonó su interior, después de haberlo follado con tanta fuerza, Jeon Seokjin simplemente terminó todo. Yoongi pudo soportar todo el proceso del compromiso porque sabía que todo era una falsa al menos por parte de Jin, desconocía los sentimientos reales de su prometida.

Continuaban viéndose, más frecuentes que nunca, más íntimos de lo que en años anteriores pudieron ser, no pasaba por su cabeza que de la nada todo se terminara. Ahí, dándose cuenta de que perdía al hombre del cual se había enamorado tantos años atrás, fue que Yoongi cayó en cuenta de cuanto abarcaban sus sentimientos, cuán profundos eran.

Supo que un amor romántico, jamás sería para ellos, ni siquiera a él le agradaba. Quizás en un principio, cuando era un adolescente guardaba la esperanza de que se produjera un milagro romántico, pero tarde o temprano tenía que volver a la realidad porque todo comenzaba a doler. Era inevitable, una de las experiencias más dolorosas que vivían los seres humanos era justo esa, no ser correspondidos cuando se enamoraban. Cuando la balanza del enamoramiento no estaba equilibrada.

En las parejas en las que los sentimientos nos son mutuos se generan una serie de conflictos enormes, especialmente cuando una de las personas implicadas no se da cuenta de que la otra persona no está enamorada, bien porque esta finge o porque prefiere no enfrentarse a una realidad dolorosa, tal cual Min Yoongi y otros tantos.

Cuando no se está enamorado y la pareja sí, el tiempo transcurre de forma diferente para cada uno. Como ese hombre de cabellos oscuros, simplemente no tuvo tanta necesidad de pasar muchos días juntos porque él tampoco era un fanático de ese amor empalagoso que no dejaba respirar, en donde los involucrados necesitaban verse cada santo día y, si no ocurría, se texteaban o llamaban hasta el cansancio. A él le gustaba su espacio, tener días en los que no tuviera que escribirle a alguien más porque los mensajes aunque, eran bonitos y hacían sentir más cerca a las personas, no tenían un porqué mandarse diariamente o a cada rato.

Estaba bien que no tuvieran las mismas ganas, que no se dieran en la misma medida que otra. Porque era agradable poderse pasar días enteros dormido como una roca, sin moverse un solo milímetro en su cama y despertar sin quejas o reclamaciones de alguien que había escrito, que exigía una respuesta. Que no hubiera alguien pensando cualquier cantidad de tonterías por no responder, que no se sintiera menos querido o creyera que esto significaba que simplemente no estaba interesado.

No compartía muchos estándares con el mundo en cuando a las relaciones y el amor, jamás lo hizo. Por eso, estar con Jin, fue de cierto modo ideal. Cuando Yoongi se vio verbalizando y multiplicando sus reproches porque a veces quería algo diferente, al menos un día, se percató que todo empezaba a dolores. Por eso, cuando Seokjin le habló con tanta sinceridad, fue importante para él plantearse si era posible construir algún tipo de relación como él quería. Tuvo que tomar una decisión con su corazón en la mano.

Esa mañana, cuando fue Seokjin quien terminó todo tratando de utilizar la empatía para ponerse en su lugar como no lo hacía con muchos. El mayor se derrumbó, colapsó en sus brazos, no lloró, no dijo nada, peor pudo sentirlo, un estado que no era típico en Jin. No obstante, cuando lo intentó socorrer, Jin simplemente lo despidió también, pasando a trabajar solo con Jungkook. Seokjin terminó todo contacto con él y no había tambaleado ni una vez, ni una llamada o un mensaje en esos dos años. Se veían y era como si el otro no existiera.

Todo su nuevo molde se derrumbó, era lo mejor, volver a dejar esa relación, pero le costó mucho. Todavía en ese instante se tornaría un mentiroso si predicara frases como "ya lo olvidé del todo", "ese idiota no me importa, no me duele". Porque no era así.

Efectivamente, su vida no giraba en torno a Jin, fue mucho más fácil y tenía menos dependencia de su persona que en el pasado. Ahora, sabía que el mundo no se acababa por una ruptura, dolía, se extrañaba, pero no había necesidad de llorar y ahogarse en penas que nada resolverían. Buscar nuevos bríos, metas o entretenimiento que lo envolviera a él y a su persona, no a terceros. Superarse cada día más mentalmente. Seguir con una vida mientras la otra parte de la fallida relación hacía la suya.

Había que aprender a soltar y él sabía como hacerlo aunque eso no significara que los sentimientos simplemente se borrarían porque estos estaban ahí. Solo aparecían y desaparecían, no se podían obligar, con bebidas, medicamentos, palabras, actos e incluso con tiempo de por medio. Uno podía controlarlos, aprender a vivir con ello como quien padecía alguna enfermedad y aun así continuaba adelante. Sin embargo, no podía borrarlo y era un desgaste psicológico forzar eso o cualquier otra emoción o sentimiento.

Por eso si un día de la nada lágrimas venían, las dejaba correr. Si risas llegaban, las disfrutaba y se entregaba a ello, no se permitía regodearse en todos los motivos o situaciones que podrían empañarlas. Si quería dormir lo hacía, si quería follar también, porque eso era la vida, situaciones diarias que a todos tocaban y como una ruleta, a uno mejor que a otros, pero nunca igual. Porque al volver a girarla, la poca fortuna que una vez marcó, podía ser nada o una pérdida.

En vez de querer buscar más y enriquecerse, daba el paso atrás y disfrutaba con lo logrado, con lo alcanzado. Para él quizás era poco, pero para otros, esa dicha, era mucha. Siempre habría alguien en peor o mejor situación que él, pero esas no eran sus vidas y, si vivía pendiente a otras, dejaba de vivir la suya.

El timbre de su puerta sonó cuando él se dirigía a sentarse frente al ordenador para jugar algo. No esperaba a nadie, así que le sorprendió cuando con pereza fue a abrir y por la mirilla divisó a Jimin.

— ¿Qué haces aquí? — Preguntó luego de abrir la puerta, dándole la espalda mientras arrastraba sus pantuflas hacia la sala. — Si deseas que te acompañe de fiesta siendo lunes, hoy no lo lograrás ni con todo el oro del mundo. Busca a alguien más.

— ¿Quién dice que quiero fiesta? Mi cuerpo está tan tenso que no podría ni siquiera hacer un movimiento en la pista de baile. — Alegó dejándose caer en el sofá. — Dame agua.

— Sabes donde está el frío, no eres visita, tampoco pretenderás que luego de sentarme, me vuelva a levantar para buscarte un vaso de agua. Camina...

— Eres un desconsiderado, sabes que no he podido descansar, vengo del trabajo directo a aquí.

— Jimin, si estabas tan cansado entonces no debiste venir directo a aquí, sino irte a tu casa. — Hablaba con una tranquilidad que abrumaba a Jimin porque el mayor podía decirle vete a la mano con cara de anciano, encogiéndose de hombres y sin inmutarse. — Por eso vuelvo a preguntarte, ¿qué haces aquí?

— ¿Sabías que Namjoon se formalizará con alguien?

— Hasta donde tengo entendido, ustedes no son nada, nunca lo han sido. Tú tienes siempre una víctima y eso está genial, pero no pretenderás que él se quede toda la vida esperándote cuando solo son amigos. Ni aunque fueran novios.

— Nunca le he dicho que me espere, él también folla cuando se acuerda que tiene algo que le cuelga allá abajo. Pero ahora es diferente, no se trata de que creemos que está con alguien, que lo hayamos visto o simplemente deduzcamos que se encamó con una persona, está pensando en estar seriamente con alguien. — Comentaba acercándose a Yoongi como si este no pudiera escucharlo bien. — ¿No crees que es raro? ¿Cómo puede decirle a Jungkook y a mí ignorarme? Eso es infantil de su parte. — Volvió a sentarse. — ¿Sabes de quién se trata?

Sin decir una palabra, Min se quedó callado observando a su visitante. De algún modo había olvidado que a Jimin le gustaba Namjoon. Se veían a veces tan esporádicamente, sus temas se mantenían alejados de la vida privada de alguien más. Ellos dos habían hecho su vida, creyó que estaba de cierto modo superado, pero Jimin lucía demasiado preocupado por esto.

— Creo que esas preguntas deberías hacérselas a Namjoon. Es él quien tiene las respuestas, no yo. Mismo si las tuviera todas, no me corresponde decirte nada. — Nuevamente el timbre de su puerta sonó interrumpiendo su plática. Se paró para abrir mientras Jimin resoplaba. No obstante, tras observar por la mirilla, permaneció varios segundos sosteniendo el manubrio antes finalmente dignarse a abrir. — No sabía que vendrías hoy.

— Te mandé varios mensajes hace algunas horas. — Los ojos de Jimin reaccionaron al escuchar la voz inconfundible de Namjoon. Las uñas que estaba observando quedaron en un tercer plano, solo fingía verlas para no mirarlo directamente y pretender que su corazón no latía por su presencia. — Quería verte, te extrañé esta semana.

La mano de Jimin quedó suspendida en el aire, sus labios se entreabrieron al escuchar tal frase provenir del castaño. Fue todo en cámara lenta, volteó su rostro para ver hacia la puerta, pero por la posición del mueble junto a esta no pudo. Quiso evitarlo, fue imposible el no levantarse para mirar qué ocurría luego de escuchar aquello. Nada grata, mas fue una sorpresa cuando sus ojos se posaron en un Namjoon que besaba a Yoongi contra la puerta, con vehemencia, desbordando deseo.

Para cuando Yoongi recordó su visitante y se alejó, ya había sido demasiado tarde. Fue tan fuerte el peso de la mirada que tuvo que voltearse, viendo a Jimin mirándolo con seriedad, pasando de él a Namjoon. Este último, notando la fijación contraria en un punto desconocido, también llevó su vista a este objetivo. Con suavidad, se separó del mayor para saludarlo educadamente, mas Jimin simplemente lo ignoró, Procurando no rozarlos, salió por la puerta de aquel departamento sin mirar a atrás.

Las visitas muchas veces eran inesperadas aun cuando se tenía conocimiento de ellas. Quedar con una persona, olvidarlo y luego verlo aparecer frente a uno sin recordar el motivo de su presencia. Justo esto le ocurrió a Jungkook cuando mientras atendía una llamada, su secretaria entró preocupada por no poder avisarle de la presencia de su padre y Kim Taehyung. Elevando una mano, el peligris lo saludó, dedicándole una sonrisa. — Buenas tardes, Jungkook.

Perdones por el casi nulo Taekook en este capítulo. Ya sé que los que vienen únicamente por este shipp muchas veces se incomodan con esto, pero si ya conocen mis historias, deben saber que no me centro exclusivamente en dos personas, ellos y sus alrededores influyen, de algún modo todo se mezcla a influyen. So, si no les agrada no necesitan hacérmelo saber, sáltenlo y listo. Ya después se pondrán al día cuando los hechos se entremezclen.
LORED

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen2U.Pro