Capítulo 25

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Jaehyun miraba las alianzas, le gustaban e incluso le agradaba más saber que Jungkook tomara la decisión de entregárselas debido al significado oculto detrás de estas. No obstante, mientras lo miraba a los ojos en silencio y acariciaban sus dorsos, dudaba un poco.

No es que desconfiara de Jungkook, el otro pelinegro jamás le dio motivo para desconfiar, si algo tenían claro es que siempre fue sincero doliera o no sus palabras. Su inseguridad provenía porque muchas veces las personas se dejaban llevar por la euforia del momento y, cuando esta pasaba, cuando todo quedaba en calma, las acciones cometidas o palabras dichas, tomaban un peso diferente.

Temía ir demasiado rápido y luego estrellarse. Llevaban años de relación, antes de eso, ya compartían una historia imperfecta, pero real. Sabía que tenían sentimientos verdaderos el uno por el otro, pero solo no quería dar un paso en falso. Sinceramente, amaba demasiado al hombre delante de él y temía entregarse hasta el punto de sentirse uno, como un matrimonio e incluso más, para que después le dijeran que había volado demasiado alto y era hora de aterrizar.

Ya sufrió muchísimo una vez, cuando se dijeron adiós, cuando sus vidas se separaron. En aquel entonces no tenían la madurez o compenetración que habían fomentado en ese tiempo. Si sucedía algo, el golpe esta vez sería mucho más fuerte.

— Puedes darme la respuesta que desees, no estás condicionado a una afirmación solamente porque estamos en una relación, por el simbólico acto de estarte entregando un anillo. Rechazar un compromiso, no es rechazar lo que ya tenemos, es solo que quizás puede ser un momento inapropiado para ello. Comprendería también si quieres dejar las cosas a este nivel, podemos dejar esto como anillos de pareja. — Musitaba Jungkook al ver que su compañero tardaba tanto en darle una respuesta.

Entonces, gran parte de un peso invisible en el pecho de Jaehyun desapareció, en su rostro, una sonrisa se mostró. Extendiendo su mano, se acercó para acariciar el cuello de Jungkook y besarlo.

— Acepto, pero te pondré una condición. — Las cejas de Jungkook se enarcaron un poco confundido. — No nos apresuremos a elegir una fecha. Disfrutemos de nuestro compromiso, caminemos juntos en esa dirección y cuando no queden dudas de ningún tipo, cuando estemos listos, los dos pondremos una fecha exacta o una firma.

— ¿Tienes dudas? — El ceño de Jungkook se frunció frente a esto, alejándose solo varios centímetros para verlo mejor. — ¿Sobre mí o nuestra relación? No me habías hablado de eso.

— No es duda de ti o de nuestra relación en sí, sino de todo lo que hemos estado viviendo. Llevamos varios años juntos desde que nos volvimos a reencontrar. Sin embargo, de eso se debe descontar nuestros procesos porque los dos entramos aquí porque justamente éramos tú y yo, por nuestra historia y sentimientos. No obstante, no estábamos en el mejor momento de nuestras vidas, nos convertimos en el sostén del otro de cierta manera. Ahora, hemos dejado esta etapa atrás, me fascina lo que hemos construido, pero sigo sintiendo todo un poco nuevo y...

— ¿Tienes miedo de que yo me arrepienta? ¿Crees que solo es un impulso?

— ¿Algo así? — Jungkook lo miró con una contenida sonrisa y asintió.

— De acuerdo, sin fecha y sin firmas por ahora.

+++

Con las manos en los bolsillos de su pantalón, Jungkook caminaba en silencio hacia las audiciones de los bailarines. Como de costumbre, no se acercó, permaneció a una distancia prudente porque no le gustaba intervenir directamente en el proceso cuando no era necesario. Debido a que era una audición cerrada, la verdad era que el número de personas para audicionar era de solo un dígito. De los nueve, el pelirrojo recomendado por Taehyung fue el número siete y tuvo que preguntarse cómo era posible que este nunca formara parte de una buena empresa.

— ¿Talentoso? — Jungkook disimuló el diminuto salto en su lugar que dio cuando sobre su hombro derecho se posó un mentón, acompañado de una voz demasiado profunda que pudo reconocer, un aliento que llegó a su cuello a pesar de la camisa y su corbata. — ¿No es cierto que Hobi es increíble?

— Kim, siempre tan sigiloso. Buenas tardes... — Mencionó sin inmutarse, haciendo que el nombrado arrugara su entrecejo antes de separarse.

— Buenas tardes. — Correspondió su saludo centrando su mirada en el pelirrojo con gran orgullo. Hoseok era para él como el hermano que nunca tuvo, lo quería tanto a él como a Wooshik y podía decirse que incluso tenía una pequeña debilidad por el bailarín.

— ¿No deberías estar preparándote en estos momentos?

— Mis entrenamientos se retomarán en una hora, vine temprano justamente para poder ver a Hoseok. — Musitó serio, dándole una rápida mirada. Solo entonces sus comisuras se elevaron. — Pero muchas gracias por preocuparte por mi persona. — Le guiñó el ojo justo antes de volver a posar su mirada en Hoseok.

Cruzado de brazos, Jungkook no le respondió, permaneció tranquilo observando el desempeño de aquel hombre. Hubo un momento en el que vio la mirada de los amigos conectar, a pesar de la fuerte rutina, el pelirrojo se las arregló para sonreír ampliamente en su dirección, pero con profesionalismo, volviendo luego a retomar un agresivo semblante.

El lugar parecía pertenecerle, Taehyung estaba viendo algo más que la chispa en sus ojos, realmente lo estaba dando todo y eso le hacía feliz. No había forma en que ellos no aceptaran su talento. Sus pensamientos no podían ser escuchados, pero de soslayo, el pelinegro notó como se quedó boquiabierto, para luego reír ampliamente y volver a quedarse como si estuviera más que cautivado.

Era evidente lo que sentía. Jungkook no interferiría, pero el talento de ese sujeto en realidad merecía reconocimiento. Sin decir algo más, dio un paso atrás alejándose del estudio y el peligris para regresar a su oficina. Taehyung no lo notó al momento, pero le restó importancia, estaba demasiado emocionado por Hoseok como para pensar en el hombre con quien solo quería volver a tener sexo. Ese era el día de su mejor amigo y quería estar ahí para él, ser su apoyo en la lucha por alcanzar sus sueños y metas.

— Somi, ¿ya te comunicaste con Seokjin? — La mujer negó evidenciando la preocupación en su rostro. — Organízame para dentro de dos días un viaje a Inglaterra, mañana estaré ocupado, pero pasado mañana, cancela todas mis actividades o reprográmalas, por favor.

— Eso no será necesario. — Confundido y emocionado, Jungkook se volteó apenas escuchó la voz de su hermano.

Elevando sus comisuras, caminó hacia él para abrazarlo con fuerza, suspirando aliviado porque había estado demasiado preocupado por él. Llegó a creer que algo grave le había ocurrido, pero verlo ahí de cuerpo presente, eliminada todas sus dudas y sospechas.

Como cuando era niño, abrazó más a su hyung ignorando la presencia de su secretaria. Sus ojos cerrados y sus manos completamente afianzadas a la cintura del mayor que débilmente sonrió, agitando su cabello negro a pesar de que estaba pulcramente peinado hacia atrás. En otro momento hubiese protestado, mas el menor no le importó, simplemente se separó regalándole una amplia sonrisa que achicó el espacio en el pecho de Seokjin. Parecía que las paredes de este le estaban triturando su corazón y eso dolía.

En cuanto despertó, lo primero que hizo fue quedarse observando a Yoongi que, pese a todo, estaba ahí a su lado. Al comienzo solo maldijo por volver a ver la luz del día, odiaba haber fallado y estar respirando nuevamente cuando no lo merecía porque era un ser despreciable que albergaba sentimientos impropios por su hermano. Min no le era indiferente, nunca lo fue, podía incluso atreverse a decir que lo quería, mucho.

Por eso creyó que él era la persona ideal para hacerlo olvidar a Jungkook, incluso durante el tiempo en que dejaron los juegos de roles de lado, pero jamás tuvo éxito. ¿Es que cómo dejaba de amar a Jungkook cuando dejando de lado sus sentimientos de hombre, seguían vigentes los de hermano? Estaban demasiado entremezclados y, mientras existiera uno, el otro también lo haría, eran los dos o no era ninguno, eso no fue algo que pidió, simplemente sucedió aunque luchó contra eso con todas sus fuerzas. Ni siquiera estar al borde de la muerte más de una vez había ayudado, todo seguía ahí.

Cuando Min lo saludó, sin quererlo ver directamente a los ojos porque conocía su sentir, le dolió más ser quien era. Veía a Yoongi y todo lo que quería era poderle ofrecer un amor como el que merecía, como ese que ambos anhelaban, pero todo lo que hacía era lastimarlo.

Por eso se alejó, su boda sirvió para volver a poner un espacio entre ambos, pero, aunque sonara egoísta, Yoongi era aquello que le impedía cometer una locura, donde podía desahogarse. Sentía bonito cuando lo veía sonreír, cuando lo tenía entre sus brazos y le gustaba cuidarlo a su manera, por eso muchas veces se aseguró que lo amaba.

Se dijo que lo de Jungkook era un capricho enfermizo, pero las terapias, los medicamentos, las reuniones, todo lo que le aconsejaron hacer, nada funcionó. Al no poder eliminar a su hermano menor, no podía entregarse por completo a Min, menos del modo en que sabía él quería.

Ahora, ahí estaba, sonriendo frente a lo único que le hacía pensar que estar vivo valía la pena. Aun cuando sus brazos aún resentían sus muñecas lastimadas o las zonas donde por semanas le administraron los sueros y otros medicamentos, evitaba mostrar alguna incomodidad. Lo bueno era que por costumbre, él siempre usaba ropas que lo cubrieran lo suficiente, ya fueran sus pijamas, los trajes o atuendos deportivos, lo que abarcaba casi el cien por ciento de su tiempo frente a otros.

Ya que la vida seguía aferrándose a él, todo lo que le quedaba era vivirla. Cuidar de Jungkook y de su hijo que nacería en cualquier momento olvidándose de cualquier otra cosa. De ser posible, deseaba alejarse definitivamente de Corea del Sur. Esa era una de las razones principales de su viaje de regreso aparte de calmar la preocupación que vio en todos los mensajes de su hermanito en cuanto Yoongi le pasó su teléfono aún sin pedírselo.

Habló con Chungha y ella también estaba considerando la idea. No le importaba el país que ella escogiera, Estados Unidos o Inglaterra, siempre y cuando pudiera realmente alejarse de todo y todos. Todavía no sabía bien cómo lo lograría, pero si no rompía todo trato fraternal con Jungkook, este siempre estaría presente. Le dolería perder a su hermano, pero era lo mejor para el pelinegro. Él siempre lo protegería, velaría por su bienestar tanto físico como mental, pero dejaría de formar parte activa y visible en su vida. Eliminar cualquier tipo de contacto entre ambos, era todo lo que faltaba.

— Hyung...

— Sí, ya te escuché, que justamente esta noche padre ha organizado una comida. Ya lo sé, me lo dijo directamente, ya le confirmé que iría, así que no te preocupes. Te esperaré en la mansión.

— Iré con Jaehyun. — Avisó el menor observándolo, porque sabía que su pareja prefería evitar el contacto con el mayor y este no se lo dejaba muy fácil. No es que hablaran mucho, Jin prácticamente lo ignoraba y eso hacía todo más incómodo. — Me gustaría que ambos se llevaran bien.

— Yo no necesito llevarme bien con tus parejas, mientras no te hagan daño, puedes estar con quien desees, sabes que jamás he interferido. No obstante, no es igual cuando te hacen sufrir, pasar malos ratos.

— Ya no necesito que me defiendas, hyung. Es agradable saber que siempre cuento contigo, que cuidas mi espalda, pero ya es hora que te preocupes más por ti que por mí. — Mencionó con una sonrisa, guardando silencio cuando escuchó tocar y luego vio entrar a la secretaria. Esta llevaba una bolsa de regalos en una mano, un gran arreglo de flores en la otra y esto hizo sonreír al pelinegro porque después de lo conversado esa mañana, sabía que Jaehyun le había enviado aquello. — Muchas gracias, Somi. — Una vez solos, el CEO de Jeon Entertainment olió las flores. — Tu cuñado...

— Bonito detalle. — Mencionó poniéndose de pie Seokjin. — Espero que todo marche genial entre ustedes. Yo, por mi parte ya me retiro. Vine del aeropuerto a verte, pero tengo asuntos que atender antes de la noche.

— Nos veremos en la cena supongo.

— Así es, iré, ya no trates de confirmarlo más. — Se acercó para darle un abrazo y un beso en su frente, recibiendo un inocente pico por parte de su hermano. — Te he dicho ya de mil formas que somos hombres adultos, no puedes seguir saludándome así, Jungkook. — Espetó molesto. — No lo hagas más, estoy hablando en serio, por el bien de nuestra relación, no lo vuelvas a hacer. — Su tono fue tan firme y su mirada oscura, que Jungkook realmente sintió aquello como un regaño, quedándose contrariado por su gran cambio de semblante.

— Hyung, lo dices como si fuéramos dos extraños. Por favor, somos hermanos, desde que nací te saludo igual, no es para tanto.

— Pero ya no eres un niño y te dije que no me gusta, es incómodo. Por favor, respeta eso. — Aunque estaba confundido, el menor asintió, ganándose un apretón de hombros por parte de su hermano antes de que este finalmente se retirara de su oficina.

Pasaron varios segundos en los que se quedó perdido observando a la puerta. No le gustó esa sensación, el tono en que su hermano le habló, la mirada, esa distancia que con los años solo aumentaba ahí presente. Sabía que lo quería, pero por momentos veía odio en su mirada, como si Seokjin lo odiaba. No sabía si en algún momento hizo algo para molestarlo o si solo eran tontas suposiciones suyas porque su hermano siempre había sido incondicional con él.

Suspiró tomando asiento nuevamente, elevando sus comisuras frente a las flores. Nunca fue un amante de ellas, se veían demasiado frágiles y él demasiado torpe, pero esas le gustaban. Poniendo de lado esos ramos de flores que envían por compromiso en aniversarios o cuando logra algo importante, esta era la segunda vez que recibía flores, ambas por parte de Jaehyun. Era extraño, pero agradable.

Colocándolas lejos de su escritorio, en aquella pequeña mesa en el centro de su oficina, regresó para poder sentarse y abrir la bolsa que tan intrigante se le hacía. Había algo en aquella sencilla envoltura, detalles que despertaban ese sentir en él. Negra, con un lazo de satín azul aguamarina, aunque resaltaba más su tono verdoso. Un gran contraste con el arreglo de flores rojo, azul y malva.

Al deshacer el lazo y mirar el interior, no vio tarjeta alguna, solo una caja mediana de cuero negro que le hizo morderse la boca mientras sonreía porque fue muy similar a la que le entregó el día anterior. Sin embargo al abrirla se quedó confundido, luego rió incrédulo por la ocurrencia de Jaehyun. Entre aquel mullido terciopelo y el satín que llevaba grabado Mario Buccellati en dorado, había dos piercings, ambos de oro blanco y rosa.

Ahí sí había una pequeña tarjeta blanca que no estaba escrita a mano, sino estilizado del mismo modo que el logotipo. Todo en dorado: "Mandados a hacer especialmente para ti, sé que tu pene se verá increíblemente glorioso con cualquiera de ellos." Nunca esperó recibir esos accesorios de parte de Jaehyun. El primero, era un anillo cerrado con un hermoso diamante, un violeta de Argyle como el punto de unión. El segundo, era semi abierto y cada una de sus puntas, llevaban dos pequeños rubíes.

Con una sonrisa miró hacia la puerta antes de cerrar su regalo. Era un poco extraña esa sensación de estar haciendo algo malo, despertando un lado perverso en su interior que prefería poner a descansar, más si estaba trabajando. Retiró la bolsa de su escritorio, pero se le quedó viendo varios segundos, negando y regresando su intención a todas las obligaciones que continuaban aguardando por él.

+++

— ¿Te sientes mejor? — Preguntaba Dongun mientras terminaba de peinarse frente al espejo.

— Sí, ya estoy casi como nuevo, no te preocupes. — Se levantó de la cama para rodear su cintura, dejando un beso en su hombro. — Pronto estaré listo para ti.

— No voy a decir que no te he echado de menos porque mentiría, pero todo creo que valdrá la pena y no me quejo. — Musitó volteándose para darle un beso. — Bajemos, mis hijos están esperando por nosotros, Seokjin finalmente está en casa después de todo lo ocurrido.

Por respeto a la privacidad de su hijo, claramente no le había dado detalles de lo ocurrido con Seokjin. Solo le comentó que tuvo un accidente, pero no ahondó en el tema. Taehyung también comprendía que eso sería un tema familiar que preferiblemente preferían manejar entre padre e hijo, dado que ni siquiera Jungkook lo sabía, él no se atrevió a hacer mayores preguntas.

— Te veo feliz.

— Estoy feliz, tendré a todos los que amo en una misma mesa después de tanto tiempo. Así que sí, no puedo ocultarlo. — Se carcajeó un poco nervioso, aunque no lo pareciera, él estaba nervioso porque no quería que nada saliera mal, que Jin se estresara, solo deseaba una tranquila cena familia.

— No lo ocultes, mi amor, me gusta verte sonreír así. — Alejándose de él, caminó hacia la puerta, siendo seguido por su esposo.

Al llegar abajo se encontraron con el otro matrimonio, Jungkook y su novio también estaban presentes. Para sorpresa del propio Taehyung y Dongun, el ambiente en verdad estaba calmo, no era el más alegre, pero sí transmitía una vibra como las que muy pocas veces se podría disfrutar cuando todos se reunían.

Comieron en silencio, de vez en cuando hablaban de cosas triviales, pero nadie profundizaba demasiado en lo que habían estado haciendo en sus vidas privadas o en general. Por primera vez, no se tocaron los negocios y el peligris debía admitir que estaba aliviado porque una parte de ese tema lo aburría y la otra lo tensaba porque eso era lo que generaba cuando lo tocaban en sus comidas, tensión.

— Seokjin y yo queríamos darle una noticia. — Sonrió la única mujer que engalanaba esa mesa, acariciándose la barriga mientras entrelazaba su mano a la de Seokjin. — Una vez que nazca nuestro hijo, hemos decidido irnos a vivir definitivamente a Los Ángeles, Estados Unidos.

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