CAPÍTULO DIEZ -al ritmo de taylor swift

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【 CAPÍTULO 1O 】

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DANCING WITH TAYLOR SWIFT
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HABÍAN MUCHOS PUNTOS SUELTOS DENTRO DE SUS ÚLTIMAS NOTAS, Y QUIZÁS POR ESO NO PODÍA DEJAR DE PARLOTEAR COMO UN GUACAMAYO. Desde hacía cuatro días, cuando había tenido esa pequeña salida con Diana, no dejaba de preguntarse por qué muchas empresas gubernamentales se enfrascaban en destruir el centro histórico más importante de la ciudad oscura, y eso solo podía ser respondido por ella, ya que había sido elegida para supervisar la nueva modificación que se realizaría en los próximos meses en Gotham.

Eso era algo interesante en lo que concentrarse ¿Cuáles eran esas tantas diferencias que imponían un muro entre la arquitectura de Metrópolis y Ciudad Gótica? ¿Por qué se hablaba de ellas como si fueran separadas por millones de kilómetros cuando en realidad estaban solo al cruzar el puente? Más que todo ¿Cómo es que siendo tan cercanas el concepto de justicia en cada una fuese tan distante?

A decir verdad, aunque nunca había puesto un pie en Gotham, deseaba averiguar con sus propios ojos a qué se debía tanto el miedo de sus pobladores.

— Creo que eso es todo por ahora, gracias señorita Prince —le agradeció con el móvil entre el hombro y la oreja, terminando de teclear en la lap con una rapidez fenomenal.

— Un placer servirte de ayuda, Haley. Aunque ya te dije que no me gusta que me digas “Señorita Prince” —resaltó desde la otra línea— ¿Qué tienes en mente ahora? Porque segura estoy de que no por gusto me llamarías a las doce de la noche.

— Lo siento ¿Te desperté?

— No —mintió— Pero no creí que te emocionarías tanto hablando de ese lugar.

— Es que estoy haciendo una tabla que incluye los puntos de similitud y diferencia entre ambas ciudades: Metrópolis y Gótica.

— Comienza diciendo que allí los ricos mandan y los pobres se arrastran.

— ¡Anotado!

Diana liberó una risita de gracia y bostezó por lo bajo para que no lograra escucharla.

— Muy bien. A la próxima vez que quieras preguntarme algo me llamas para almorzar. Puede que para entonces te ofrezca un trato.

— ¿Trato para qué?

— Ya verás. Descansa, Rogers.

— Un segu... —línea perdida.

Al final, decidió no insistir porque ya era demasiado tarde para estarle llamando tanto, y más porque Diana era una persona bastante ocupada. Así que hasta ese momento, lo que tenía era más que suficiente para su artículo personal. Pero por otro lado, debía terminar su reporte sobre la próxima biblioteca organizada por Lex Luthor, la cual, aún se encontraba en proceso de construcción. Podía ser que dentro de algunos meses se celebrara su inauguración, pero por lo pronto, se sabía que iba a ser un gran hecho.

Exhausta y con su mente no del todo atenta a sus tareas, la castaña cerró la lap tras un largo y lastimero suspiro. Dándose por vencida porque sabía que no había forma de terminar esa noche, como mismo le era imposible dejar de pensar en él.

Sí. En el tonto hombre de Kansas que usaba camisas a cuadros y la llamaba Capitana América.

Era algo tan inevitable como su amor por el helado. A veces hasta creía que era mucho más fuerte. Había adelgazado los últimos días porque ya no encontraba apetito después de tener el estómago lleno de huracanes a cada rato que lo veía cruzar el pasillo del Daily Planet. Era bueno que él fuera tan ciego en cuanto a sus sentimientos, para que no se diera cuenta de que sus nervios la transformaban en un ser completamente torpe cuando estaba cerca, llegando a pisotearle un pie por accidente cuando quiso acercarse para arreglarle las gafas.

Haley sabía que era un desastre. Pero enamorada era aún peor.

Si tan solo fuera un poco más madura para dejar de enloquecer a su cabeza con todas las imágenes que se le cruzaban de su rostro a cada diez segundos. Era como volver a la secundaria y sentirse peor porque sabía que ella era el tipo de chica que llora en silencio esperando que su adorado amor la note por entre las demás.

Sabía que Kent era algo tan lejano como el propio Himalaya, y ella solo estaba al comienzo, sin atreverse a ir más lejos. Temiendo ser rechazada otra vez, pues sabía que no era precisamente un partidazo. Pero para mal de su orgullo, todavía seguía rezando por un chance.

Y eso solo demostraba que tenía que dejar de escuchar canciones de Taylor Swift, porque le estaban lavando el cerebro.

Aún así, no pudo dejar de buscar en su lista de música, y poner a todo volúmen la canción que encontró más adecuada para su complicada existencia. Creyendo que esa sería la única forma en la que podría olvidarse de Clark por al menos unos minutos.

De un momento a otro, se encontró dando saltos y giros por toda su habitación, cantando con los pulmones cada una de las letras como si nadie más pudiera escucharla.

— ¡¡ IF YOU COULD SEE THAT I'M THE ONE WHO UNDERSTANDS YOU !! ¡¡ BEEN HERE ALL ALONG, SO WHY CAN'T YOU SEEEEEE !! —de un solo salto se subió encima de la cama, donde Lyla salió disparada sin saber qué mosca le había picado a su dueña— ¡¡ YOU BELONG WITH MEEEE !!

Estaba tan sumida en la música, bailando y cantando, que no notó que alguien más aparte de su traumatizada gata la observaba desde la ventana de su balcón. Pero sin percatarse de nada más, continuó con la rutina tan relajante que era moverse al ritmo de un single que en esos momentos podía odiar con todas sus entrañas. Porque la hacía sentir como una colegiala.

Sin embargo, creía haber dejado la manía de bailar sola cuando estaba en el High School, pero se equivocaba.

En un movimiento que la obligó a girarse hacia la ventana, se encontró con el rostro risueño de un pelinegro de traje azul que la estaba mirando como si fuera la cosa más interesante del mundo, obvio, sin poder evitar la risa.

Su impresión fue tanta, que tras dar un paso hacia atrás, sus pies se enredaron con las sábanas y cayó estrepitosamente contra el suelo.

Si antes la herida de la pierna no se le había reventado, ahora seguro que sí.

— ¡Hola! —sonrió con las mejillas rojas cuando abrió la gran puerta de cristal, dejando a Superman mucho más atónito de lo que ya estaba.

— ¿Estás bien? Te ví caerte de la cama hace un momento —exclamó con notable preocupación, mirándola de arriba a abajo para chequear que no le hubiera sucedido nada malo.

— De fábula. No te preocupes, solo me duele un poquito el cuello, pero ya se me pasará.

— Si se me permite preguntar ¿Por qué estabas bailando a la una de la madruga? —rió, y es que era inevitable no hacerlo después de presenciar toda la graciosa escena— ¿Acaso tus vecinos usan tapones en las orejas o algo por el estilo? Porque desde aquí podía escuchar la voz de Taylor Swift.

— Oh eso... eso... eso... era una pequeña rutina que estoy haciendo para relajar los músculos ¿Ves? Así no pierdo movilidad en los huesos —le mostró, cambiando de tema al instante solo para evitarse más la vergüenza— ¿Qué te trae por aquí, hombre de acero?

Él, perdido aún en la chispa que parecían desprender sus ojos, quiso decirle que todo estaba bien, que la deseaba más que nada y declararse con la verdad de una maldita vez. Pero sabía que no era una opción, por mucho que quisiera ser honesto con Haley, también guardaba el temor de que ella decidiera alejarse.

Mejor esperar, esperar y ver qué pasaba. El hecho de vivir entre dos mundos era lo más difícil de todo, y de igual forma, en ambos la sentía tan cerca y a la vez tan lejos.

— Solo... tenía ganas de ver a una amiga.

La joven lo vio suspirar con pesar, y apoyarse en la baranda que daba a una vista preciosa de la ciudad de Metrópolis, sintiendo que el ambiente de esa visita se había tornado un tanto pesado. Por lo que se vio obligada a copiar sus acciones, y tras largos segundos esperando sus palabras, ella decidió ser quien insistiera.

— ¿Qué pasó?

Él entrecerró sus ojos, y volteó su mirada azul para que conectara directamente con la suya.

— Es... complicado —respondió.

— Siempre lo es, pero para algo estoy aquí. Dijiste que querías ver a una amiga y eso es sinónimo de que necesitas desahogarte. Así que, por favor, solo háblame —asintió al ver que él trataba de pedirle permiso con su expresión suplicante— No soy superhéroe, pero puedo intentarlo solo por una vez.

Entonces él le habló de todo, desde sus inseguridades hasta lo difícil que podía resultar cumplir con su deber. No solo salvaba, también destruía en el proceso, y eso lo hacía sentir muy mal. Se suponía que un héroe debe de ser un símbolo que represente todo lo bueno y lo justo, estar hecho con los ideales más fuertes, pero a veces se sentía como que en cualquier momento la situación se le vendría encima y él no sabría cómo luchar contra las propias personas que se suponía debía proteger.

— Kal, de no ser por tí ahora mismo estaríamos perdidos. Dime ¿Quién nos habría salvado de la venganza de Zod de no ser porque tú decidiste colocarte esa capa y salir de las sombras ¡Nadie! —aclaró como si no fuera lo suficientemente claro— Sí, se perdieron vidas, pero pudieron haber sido muchas más. Entiende que aunque tu trabajo sea salvarlos no siempre podrás salvar a todos. Todos necesitamos respirar y cometer errores ¿Sabes? A veces se te permite ser un poco humano, eres diferente pero sigues siendo uno de nosotros. Por tanto, deberías dejar de echarte las culpas de todo, porque no la tienes.

Aún no podía comprender cómo las personas en su vida se enfrascaban en rechazar a Haley por ser quién era ¡Si es que esa mujer era maravillosa!

Sí, puede que a veces resultara un poco torpe y hablara sin pensar, pero esos no eran defectos relevantes. Al contrario, solo eran prueba de que a diferencia de muchos en la Tierra, ella era un ser natural.

Verla tanto tiempo guardarse sus problemas internos, siendo víctima del bullying aún cuando ella aseguraba que no era así, tratar a Perry con toda paciencia (más de la requerida) y nunca dar un NO por respuesta a cualquiera que necesitara su ayuda; todo eso la hacía mucho más de lo que ella misma creía. Si de héroes iban a hablar, Haley sería el prospecto ideal. Había una superchica en su interior, y él podía ver el enorme corazón que poseía, y que de ser posible, abarcaría la ciudad entera.

La castaña pudo sentir como su piel se crispaba al notar cómo su mirada parecía devorar toda su persona, al igual que todas las otras veces en las que se quedaba estudiándola, como si realmente le interesara.

— No tienes idea de cuan fascinante eres —sonrió.

— ¿Fascinante? No digas tonterías —dijo, dándole poca importancia— ¿Qué podría ser fascinante de mi pobre y aburrida vida?

— Te sorprenderías de saber que eres de todo menos aburrida —y no se refería exactamente al hecho de haberla visto bailar sola en la soledad de su cuarto— Ahora es mi turno de preguntarte a tí ¿Por qué tus ojos están tan tristes?

— Será porque he dormido muy poco.

— No me mientas, Hals. Eres una pésima mentirosa y lo sabes.

— Vale —tomó una leve bocanada de aire y la dejó ir— ¿Alguna vez has tenido un crush con alguien? Digo, como cuando estás en la secundaria y...

— Sé lo que es un crush. No tienes que explicarme —la interrumpió, frunciendo el entrecejo luego de esto, porque nunca se le había cruzado por la cabeza la posibilidad de que la razón por la que ella parecía tan distante la mayor parte del tiempo era porque estaba enamorada— ¿Y? ¿Qué sucede con eso?

— Ni yo misma sé —resopló, ocultando la cara entre sus manos— Él es muy atento conmigo, me ha ayudado tanto que no sé si me vea más allá de la pobre muchachita a la que tiene que cuidar.

Superman abrió mucho los ojos, intentando buscar en su mente a alguien que pudiera relacionarse con el asunto que estaban debatiendo. Eran muchos hombres los que trabajaban en el diario, pero a la vez, cabía la posibilidad de que lo hubiera conocido en el vecindario, o en todo caso, alguna cafetería del centro.

Su expresión se endureció nada más pensar en la posibilidad de verla llegar algún día luciendo tan radiante como el Sol, y que la razón de esa felicidad fuera otro hombre.

¡Es que no cualquier imbécil podía mercerla! ¿Qué tal si la acababan hiriendo? ¿Eh? ¿Y si solo quisieran utilizarla? No, de ninguna forma dejaría que eso sucediera.

— ¿Y ese sujeto... es muy cercano? ¿De dónde lo conoces?

— Trabaja conmigo —contestó, y juraría que de haber estado bebiendo agua, la habría escupido en ese preciso instante— pero igual, no creo que sea algo posible ¿Sabes? Él es algo mayor y todos en el diario me verían mal de saber que él me gusta.

Sin dudas, las cosas no podían enredarse más de lo que ya estaban, porque la mente de los hombres, aún siendo extraterrestres no funciona del todo bien.

Y mientras ella sufría en silencio, el pelinegro quería alejarse de allí a toda velocidad.

¿Acaso ella alguna vez dió señales de ello? Es decir, jamás habría podido creerlo, pero ¿Y si era verdad?
¿Y si cabía la posibilidad de que Haley Rogers estuviera secretamente enamorada de Perry White?













Lo sé. Clark tiene que tener la mente muy tostada con sus problemas personales como para creer que a Haley le pueda gustar Perry jajajajaj.

Pero vamos, las películas de DC son tan oscuras que por lo menos me gustaría darle un poco de humor aquí antes de que llegue la parte de Batman vs Superman.

Como sea, dejo el mensaje como aviso de que este es el primer capítulo de los tres que publicaré en esta maratón. Y sí, podrán disfrutar de tres capítulos de Infinity en tres días seguidos. So, enjoy it.

Y DE PASO Y MUY IMPORTANTE:

Quería darle las gracias a cada una de las personitas que se toman su tiempo de leerme, votar y comentar en esta historia. No saben la alegría y gracia que me causa leer cada uno de sus comentarios. En serio, me agrada la idea de que les guste tanto la historia como a mí.

Besos a todos y nos leemos más pronto de lo que creen.

Debbie

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