CAPÍTULO ONCE -sonríe

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CAPÍTULO 11】

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SMILE
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DECIR QUE LOS DÍAS SE ESTABAN VOLVIENDO ALGO EXTRAÑOS ERA POCO PARA LA SERIE DE SUCESOS UN TANTO RAROS QUE LA HABÍAN RODEADO. Como que de pronto todos a su alrededor parecían mirarla con la misma cara que los demonios de Truth or Dare, haciéndola sentir demasiado incómoda. Su ascenso había causado cierto cambio en el ambiente de las oficinas del Daily Planet, y creyendo que lo único que iba a ser relevante serían los rumores, no le dió mucha importancia. Pero también estaba esto otro que sucedía con Superman, que al parecer, se habría quedado colgado de algún edificio porque no apareció en los últimos cuatro días.

Decidió que eso no le preocuparía en lo absoluto, tenía conocimiento de que de seguro su vida como héroe era muy ajetreada y requería de total disposición. Muy probable era que el pobre hombre no tuviera ni tiempo de ir a lavar su capa.

Anne se reportaba solo de vez en cuando en su departamento para pasar un rato en el que se permitía relajarse un poco, extrañándose al instante porque los vecinos tenían la ligera impresión de que estaba metiendo un hombre a altas horas de la noche allí dentro.

La castaña solo negaba ante tales acusaciones, quedándose en silencio para guardar sus secretos como si tuviera un cerrojo en los labios.

Y por último, teníamos a su compañero de trabajo. El que ahora parecía querer evitarla a toda costa
¿Pero qué mosca le había picado?

- ¿Cómo fue tu cena los otros días?

- ¿Perdón? -levantó la cabeza a la velocidad de la luz, mirando directamente a su jefe, quien le hablaba sin despegar su vista de los papeles que estaba leyendo.

Perry hojeó a la siguiente página, despreocupado:

- ¿No me vas a decir? Creí que tendría que esperar a que tú misma me contaras, pero ya veo que tienes la boca pegada ¿Acaso no crees que te tengo aprecio?

- Por supuesto, señor White.

- Entonces dime ¿Aquel mequetrefe supo tratarte bien?

- No me fui con él -murmuró entre dientes- Lois llegó antes y decidí que era mejor que fueran ellos. Sería raro andar de mal tercio...

- No creo que precisamente fueras tú el mal tercio -dijo en apenas un hilo de voz, casi inaudible, que ella no llegó a escuchar.

- ¿Qué ha dicho?

- Nada nada ¿Terminaste con lo que te pedí?

- Aquí está -igualmente, recogió otra carpeta de su bolso y se la pasó- ¿Quiere que le traiga un café para que termine de leerlo con calma?

- Haley, no tienes que seguirte comportando como si fueras mi asistente. Ahora eres parte del equipo. Agradezco que me conozcas a la perfección, pero ya ese no es tu deber.

La castaña liberó una pequeña risita por entre sus labios, negando para sí:

- Perdone, señor. Aún no me acostumbro.

- A lo que debes acostumbrarte ahora es a hacer tu nuevo trabajo, y de paso, tengo que pedirle a Jenna que me acerque la nueva lista. Puede que no vaya a encontrar una asistente tan eficiente como tú, pero eso no quiere decir que no pueda contratar a otra persona.

- Espero que lo haga pronto -dijo poniéndose en pie de su silla- y por favor, intente ser más comprensivo con la siguiente víctima.

- No prometo nada, Rogers. Ya sabes cómo soy.

Tras encogerse de hombros en señal de rendimiento, la castaña salió de la oficina haciendo resonar sus tacones por el suelo alfombrado hasta su escritorio, allí, comenzó a buscar algo en su computadora. Sin percatarse de que alguien se acercaba hasta que estuvo parada junto a ella.

Lois le dedicó una sonrisa lastimera cuando la joven la saludó con una cordial sonrisa. A simple vista se notaba que estaba exhausta.

Como muestra de ello, tenía las dos bolsas que se notaban por debajo de sus ojos, pistas que no fallaban en demostrar lo estresada que podía encontrarse la pelirroja en esos momentos.

- Hola. Haley ¿Crees que podrías dejarle mis reportes luego a Perry en su oficina? Voy llegando tarde al aeropuerto.

- Por supuesto -acordó- No luces muy bien ¿Pasa algo?

- He estado dando vueltas toda la noche, este es un proyecto importante, no puedo dejar de asistir.

- Pero estás tan mal... ¿No crees que deberías tomar un descanso? De un día o dos, no tienen que ser muchos.

- Clark me dice lo mismo, según él, me desgasto demasiado tras tantos viajes. Pero esta es mi vida y no puedo permitir que le den las mejores opciones a otro -exclamó a la vez que abría mucho los ojos. Acto seguido, arregló su chaqueta y le dió una última mirada de agradecimiento- Gracias por todo.

- No hay de qué. Que tengas buen viaje.

- Eso espero.

La vio marcharse a pasos rápidos con dirección al elevador, y sin mucha convicción, continuó revisando su correo para encontrarse con un mensaje de su hermana Peyton, el cual contenía varias fotos de un atardecer colorido en su tierra natal de Montana. Y el cual tenía como asunto: "Mamá dijo que te gustaría verlo. XOXO".

Muy pocas veces tenía el placer de ver algo que la hiciera sonreír tanto como un ocaso detrás de las montañas. Entre los ejemplos podían encontrarse su mascota, sus sobrinos, una hamburguesa o un pote de helado, un ramo de flores o incluso él...

Un retrato muy vívido surgió en la bruma de sus pensamientos al instante, y eso la hizo sonreír como una niña. Anne había comenzado a llamarlo "El Efecto Clark Kent", y tenía cierta razón en eso, aunque ahora solo le apeteciera darle una paliza.

Pasados unos minutos, su hora del almuerzo había llegado, y nada mejor que ir a la pizzería más cercana para pasar un rato acompañada del buen olor proveniente del queso fundido en la lasaña.

Así que solo se llevó su cartera y el móvil para evitarse tener más peso encima. Retocó un poco su brillo labial para no lucir más desastre de lo que ya era y se encaminó hacia la salida. Colocándose los audífonos dicho sea de paso.

Últimamente le estaba agarrando el hábito a escuchar música más de lo normal. Aunque su psicólogo lo aconsejaba como un remedio para relajar el alma y la mente. Primero fue la música clásica, y debería decir que luego de escuchar quince veces El lago de los cisnes se dió por vencida. Por eso, decidió crear su propia lista de reproducción, donde pudiera tener las piezas que más le gustaran. Siendo la mayoría de estas, por no decir todas, pertenecientes a los álbumes de Avril Lavigne.

Sí, puede que ya estuviera pasado de moda. Pero ¡Hey! La buena onda no la perdía.

- Hey hey. You you. I want to be your girlfriend... - tarareó, mirando directamente la pantalla del objeto, y justo cuando iba a poner un pie en la calle, el sonido seco de un claxon la hizo quedarse como piedra.

Una mano se cerró con fuerza alrededor de su brazo, y la arrastró hacia atrás para devolverla al lugar seguro donde pertenecían las chicas despistadas como ella, encima de la acera.

- Deberías quitarte esos trastos a la hora de salir afuera, podrías tener un accidente -le regañó Clark, soltando su agarre para colocar de nuevo su mano sobre el portafolio.

La castaña lo miró con exasperación, y eso que solo lo había visto por un minuto. Cruzó sus brazos sobre su pecho, mirándolo:

- Hola a tí ¿Ahora te dignas a aparecer? O mejor dicho, a dirigirme la palabra.

Él en cambio, apartó su vista hacia la calle. Incómodo, pero molesto de igual forma:

- Creí que tendrías cosas más importantes que discutir con Perry -respondió.

- Por el planeta Tierra ¿De qué estás hablando, Smallville?

- ¿Qué estabas haciendo en su oficina?

Haley frunció el entrecejo considerablemente, preguntándose si acaso quería cambiarle el tema para evitar llevar a discusión el por qué de su ignoracia, ya que no le estaba encontrando sentido ninguno a sus preguntas:

- Fui a llevar unos papeles ¿Qué tiene?

- Podías habérmelo pedido a mí, o a cualquier otro ¿Era necesario ir precisamente con él?

- Bueno, dado que es mi jefe y mi deber es entregarle los borradores antes de que sean publicados mmmm... Sí, tenía que ir con él -respondió como si no fuera lo más obvio- Además, tú no es que hayas estado muy comunicativo los últimos días y el resto de la comunidad trabajadora del Daily Planet me odia, así que no es como que tuviera muchas opciones.

- Da igual. Solo ignora que te he preguntado nada -le cortó, y ya su sequedad estaba comenzando a hartarla.

- La verdad es que no te entiendo nada, Clark. Has estado comportándote rarísimo.

- ¿Yo? -bufó- Aquí quien parece nunca decidirse por la derecha o la izquierda eres tú.

- Pues lo siento por haberte hecho enojar con algo de lo no tengo ni idea ¿Pero qué es lo que te pasa? -ya estaba furiosa, era un hecho, y no había vuelta atrás- En un día somos buenos amigos y en el otro comienzas a tener celos extraños hacia Perry que sigo sin entender. Que yo sepa, fuiste tú quien me invitó a cenar y luego te fuiste con tu novia, y yo no me molesté por eso, porque somos amigos ¡Y los amigos se comprenden maldita sea!

Las personas los observaban sospechosamente, creyendo que debían de ser una pareja muy tormentosa para estar armando ese tipo de escenas en medio de la avenida. Pero a ninguno de los dos les importaba mucho su alrededor, aquel conflicto se había robado por completo sus atenciones.

De repente, el pelinegro cambió su expresión por completo, y se echó a reír en silencio, cerrando los ojos porque si seguía mirándola no podría parar. En cambio, Haley sentía que su sangre hervía hasta el punto de concentrarse en sus mejillas.

Solo podía ser Clark Kent para provocarla y luego echarse a reír como si no fuera un asunto de nada.

- ¿Qué te da tanta gracia ahora? -se limitó a preguntar, suavizando el sonido de su voz porque ya le era imposible mostrarse furiosa con él.

- Solo, lo siento... -se disculpó- lo siento, no sé cómo hemos terminado así. De verdad, la situación me da más gracia que furia.

- Puedo notarlo.

- ¿Cómo sabes que Lois llegó antes ese día?

La pregunta la había tomado por sorpresa, dejándola sin palabras en un primer momento, pero a sabiendas de que tendría que ser sincera, solo agachó su cabeza y continuó caminando a su lado:

- Yo fu a buscarte después de obtener el permiso para irme más temprano, pero cuando bajé para encontrarme contigo delante del edificio ví que ella ya estaba aquí -dijo en baja voz, sintiéndose mal nuevamente al evocar la escena en su memoria- No quise interponerme, así que regresé.

Clark no podía creer que ella estuviera diciéndole eso sin reprocharle nada, al fin y al cabo, había sido él el idiota que se atrevió a invitar a una chica a cenar cuando su novia no estaba cerca.

Él era quien merecía sentirse apenado.

Pero es que ni siquiera midió los límites. Lois era un encanto de mujer, y conocía todo sobre él desde sus inicios, pero a la vez estar cerca de Haley se sentía demasiado correcto. Como cuando encuentras un lugar especial en el que deseas quedarte por largo tiempo, pero sabes que está demasiado lejos.

Quizás si no tuviera tantas ataduras en su vida el hecho de dar una oportunidad a lo que sentía podría funcionar. Pero no quería atraverse a nada sabiendo que podía romper un corazón en el proceso.

- Perdona si falté a la invitación que te hice -susurró.

- Descuida, ya es cosa del pasado. Además, tú no sabías que yo había cambiado de opinión -contestó, volviendo su vista en dirección al restaurante al que tenía pensado ir- ¿Por qué saliste tan temprano hoy?

Él titubeó:

- Regreso el fin de semana a Smallville. El sábado se cumple un año más de la muerte de mi padre, y me gusta pasarlo junto a mamá para que no se sienta sola.

- Vaya, lo siento.

- Se suponía que Lois me acompañaría esta vez, pero se fue a New York por una entrevista, y ha tenido que saltarse la visita.

- Yo podría ir en su lugar ¿Sabes? Solo tienes que pedírmelo.

No sabía qué arranque de valentía la había hecho soltar aquello, pero ya era demasiado tarde para arrepentirse, e iba a tener que cargar con las consecuencias de su boca floja. Sin embargo, muy al contrario de lo que pensaba, el hombre a su lado pareció alegrarse con su propuesta. Ver una sonrisa en su rostro era motivo suficiente para hacerla sentir segura.

- ¿Hablas en serio?

- ¿Por qué no? -se encogió de hombros- Tengo curiosidad por conocer un poco sobre Kansas, y sobre la vida del chico de Smallville.

- Te lo prometo, no te vas a arrepentir.





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