CAPÍTULO TREINTA -la caída de la justicia

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【 CAPÍTULO 30 】

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DOWN OF JUSTICE
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HALEY NO TENÍA IDEA ALGUNA DE A DÓNDE EXACTAMENTE QUERÍAN LLEVARLAS, LO ÚNICO QUE SÍ SABÍA ERA QUIÉN ESTABA DETRÁS DE TODA ESA CONSPIRACIÓN, Y DE SOLO RECORDAR SU NOMBRE LA RABIA VOLVÍA A APODERARSE DE SU MENUDO CUERPO. Se mantuvo despierta gran parte del trayecto, pero al final, la fatiga no permitió que continuara cumpliendo con su deber de proteger a su amiga, cayendo rápidamente desmayada sobre su cuerpo y sin fuerza alguna que la mantuviera altiva.

Para cuando volvió a recobrar la conciencia, lo único que pudo percibir fue una fuerte ráfaga de viento que azotó su cuerpo y la hizo sentir ingrávida.

En el momento que sus ojos lograron divisar todo lo que la rodeaba, se dió cuenta de que alguien la estaba llevando hacia el interior de un inmenso helicóptero. Colocándola en el asiento aún media mareada.

— ¿Haley? —una voz la llamaba a través de su nebulosa mental, dándose cuenta de a quién pertenecía al alzar la mirada y encontrarse con una conocida melena pelirroja.

— Lois —logró pronunciar con el entrecejo aún fruncido.

— ¿Te encuentras bien? —con la preocupación rebasando cualquier instinto de auto protección, intentó acercarse a la castaña sin contar con que uno de los hombres que las mantenía sujeta se lo impidiera, dejándola pegada a su asiento.

— Estoy bien, pero creo que no por mucho.

Haley relajó su cuerpo cuando vio que traían a una exhausta Anne y la colocaban a su lado. La rubia tenía un moretón algo enrojecido en la mejilla derecha, uno que sin duda tardaría en sanar producto a la pelea que habían protagonizado la otra noche. Con su brazo rodeó los hombros de su amiga y la dejó recostada sobre su hombro, mirando de vez en vez hacia las manos armadas de los vigilantes en todo el trayecto desde que el helicóptero echó a volar hasta que aterrizaron sobre la cima de un edificio, cuya estructura era similar a la de un helipuerto.

— ¿Qué es lo que quiere ahora?

Murmuró cuando vio la figura del millonario maniático en el centro de esta, esperándolas.

— La Capitana América: Stephanie Rogers ¡Al fin nos volvemos a ver las caras! Espero que hayas tenido un buen viaje junto a tu compañera que ni conozco ¿No? ¿Cómo era? ¿Anne Boleyn? ¿Clint Barton? ¿La Arquera? Da igual.

— Siempre es un asco verte, Luthor —pronunció con desdén, intentando zafarse del agarre de quienes la traían sujeta.

— Lenguaje, preciosa. No es propio de una señorita decir esa clase de improperios.

— Vete al infierno.

Cuando ya no le sirvió, Lex le hizo una seña a sus hombres para que se las llevaran atrás y las escondieran en la cabina. Por ahora no sería necesario sacarle más sustos a su víctima favorita, aunque pronto de seguro estaría gritando de horror cuando viera el acto final que tenía preparado.

Pero por el momento, le bastaba con quedarse a la periodista, quien miraba a su alrededor procurando no caerse con sus tacones.

— La sencilla Lo por la mañana. Lola en pantalones... Lois Lane —exclamó— Mmm, ven a ver la vista.

En cuanto sintió sus brazos rodearla por los hombros, Lois quiso deshacerse de ellos a la fuerza, pero este la sujetó nuevamente, ejerciendo mayor presión.

— Ahora, el secreto es la altura. El material del que está hecho el edificio es de metales ligeros que se balancean un poco con el viento —continuó con su explicación, llevándola hacia el extremo y luego alejándose para que pudiera observarlo cuando le dijo— Y sabe algo sobre los metales de LexCorp ¿No es así, señorita Lane?

— Tengo pruebas de que lo has hecho.

No podía decir que había sido un impulso de valentía, pero no se arrepentía en lo absoluto de enfrentarlo.

— Oh, eres peleonera. Por desgracia, eso será llevado como la arena en el desierto.

— Eres un psicótico.

— Esa es una palabra de tres sílabas para cualquier pensamiento demasiado grande para las mentes pequeñas. La próxima categoría: Círculos —dijo, al tiempo que caminaba a su alrededor como lo haría un niño. La pelirroja, aunque miedosa, se enderezó mientras lo miraba seriamente— Vueltas y vueltas y vueltas van a encontrar a Superman ¡Oh! Categoría equivocada. No, no triángulos. Sí, triángulo euclidiano de desigualdad. La distancia más corta entre 2 puntos cualquiera es una línea recta. Y dado a que la ruta más rápida a Superman está a mis espaldas... —susurró, acercándose de forma amenazadora por detrás— la otra vía que necesitaría es un pequeño camino llamado Lois Lane.

De pronto, en menos de lo que cualquiera hubiera podido reaccionar, sus manos impulsaron el cuerpo de la periodista hacia delante, empujándola directo al vacío como si de un desecho se tratase.

El grito de Lois se mezcló con el aire de las alturas, haciéndose pequeño a medida que se acercaba más a la tierra.

Dentro de la cabina, Haley se había quedado completamente muda después de haber pronunciado el nombre de la reportera en un fino hilo que apenas se comparaba con un murmullo. Manteniendo sus ojos muy abiertos y el corazón latiéndole a una velocidad demasiado potente como para considerarse normal.

Se repetía por dentro una y otra vez el mismo deseo: que él llegara a tiempo, que la salvara, que no la dejara morir...

Si antes había creído que lograría ser valiente a la hora de estar parada en la misma arena que el enemigo, pues en ese instante llegó a percatarse de que su miedo no era un sentimiento capaz de suprimir. Ni el suyo ni el de nadie. Pero si todavía le sobraba algo bueno, eso era su inquebrantable fe.

La cual se mantuvo intacta, aún cuando las lágrimas corrían por sus mejillas, esperando una señal.

Una que no tardó en aparecer.

Apenas pasaron diez segundos exactos, Superman llegó ante su presencia justo y como él lo había planeado. No hizo falta nada más que asegurarse de que el Hombre de Acero rescataría a su antiguo interés romántico de una muerte segura para que luego fuera a saldar las cuentas con el promotor de tales actos macabros.

Haley quiso gritarle para advertir que estaban allí dentro, pero una mano cubrió su boca antes de que pudiera hacerlo.

En cambio, afuera en la pista de aterrizaje, Lex se encontraba sentado en posición meditativa, sosteniendo un temporizador en sus manos.

— ¡Chico sí que tenemos problemas aquí arriba! —exclamó, levantándose de su lugar y poniendo en marcha el reloj— El problema del mal en el mundo. El problema de la virtud absoluta.

Superman lo observaba atentamente. Con el ceño fruncido y los labios encogiéndose en una línea fina debido al enojo. No hacía falta más para saber que todo lo que reflejaba su expresión era odio hacia ese hombre.

— Te llevaré sin hacerte daño, que es más de lo que mereces —espetó con su voz gruesa y alta desde la altura, pero el millonario no parecía afectado por ello.

— El problema es que tú estás por encima de los demás. Estás encima de todo porque eso es lo que Dios es... Horus, Apolo, Jehová ¡Kal-El! —continuó diciendo, caminando paso a paso, pronunciando cada palabra como si fuese un tiro de escopeta— Clark Joseph Kent.

Impaciente y a la vez curioso, el pelinegro no se dejó amedrentar por todo el discurso que salía por la boca de Alexander, en cambio se mantuvo escuchando, porque si mal no suponía, algo más estaba escondiendo detrás de toda esa maraña de crímenes.

Y efectivamente, no se equivocaba. Solo una mente lo suficientemente capacitada para comprender su locura podría adivinar lo que realmente quería, y eso era vencer lo lo que para muchos era invencible.

— Lo que llamamos “Dios” depende de nuestra tribu, Clark Joe. Debido a que Dios es tribal. Dios toma partido —apuntó al cielo con un dedo en alto— Ningún hombre en el cielo intervino cuando era un niño para librarme del puño y las abominaciones de papi. He averiguado hace mucho, que si Dios es Todopoderoso, no puede ser todo bueno... y si es todo bueno, no puede ser Todopoderoso... y tampoco lo serás tú —sentenció, y su expresión hacia él se resumió en una simple palabra, rabia— Necesitan ver el fraude que eres con sus ojos. La sangre en tus manos.

— ¿Qué has hecho? —estuvo a punto de decir, pero se vió nuevamente interrumpido.

— Esta noche lo harán. Sí. Debido a que tú, mi amigo ¡Tienes una cita! —ambos miraron a la lejanía, al cielo de Ciudad Gótica, donde a través de un haz de luz se reflejaba el símbolo de Batman. Una clara llamada a la guerra que provocó el estallido de los  gritos eufóricos del millonario— Cruzando la bahía. Maduró su odio. 2 años de crecimiento. Pero no se necesitó de mucho para empujarlo en realidad. Pequeñas notas de color rojo, big-bang ¡Dejaste que tu familia muriera!

En el interior de la cabina, la rubia apellidada Seymour se removió con incomodidad. Habiéndose dado cuenta de que Lex no sólo estuvo detrás de Superman.

Fue él quien estuvo jugando con al conciencia de Bruce Wayne en los últimos meses, no Wallace Keefe impulsado por la venganza y la muerte de su esposa e hija. Y si había sido tan desquiciado como para hacer algo así, no dudaba que su cara también estuviera detrás de la explosión en el Capitolio.

— Y ahora —prosiguió— volarás a él, y combatirás con él hasta la muerte. Negro y azul ¡Noche de pelea! El mayor encuentro de gladiadores en la historia del mundo. Dios contra hombre. Día contra noche. Hijo de Krypton contra Murciélago de Gótica.

— ¿Crees que voy a pelear con él por tí? —cuestionó Clark en un tono de falsa curiosidad.

— Sí, lo creo —asintió— Creo que pelearás, pelearás, pelearás por esa mujer especial en tu vida.

— Ella está a salvo en el suelo ¿Qué hay de tí?

Luthor, aparentando confusión, llevó una mano a su pecho y suspiró.

— Cerca, pero no estoy hablando de Lois. No. La mujer especial de cada niño, es su madre.

Por primera vez desde su aparición, Clark sintió que cada parte de su cuerpo se estremecía por el efecto que sus palabras le habían causado.

Tragando en seco, giró su cuerpo en dirección a donde se encontraba Lex, quien de forma divertida le mostró una serie de fotos en sus manos que lo dejaron paralizado en el lugar. En ellas estaba el rostro de su madre, amordazada en medio de la oscuridad, con la palabra BRUJA pintada en su frente.

— Oh Martha, Martha, Martha —rió con voz cantarina— La madre de un demonio volador debe de ser una bruja. El castigo para las brujas ¿Qué sería? Oh, eso es correcto: Muerte por fuego.

Una a una, le fue lanzando las fotografías al suelo, y Clark, sintiendo que su corazón dolía por primera vez dentro de su pecho, recogió entre sus manos la imagen de su querida madre, viendo su rostro maltratado y temeroso, al tiempo que en su interior los deseos por aniquilar con sus propias manos a los responsables crecían y crecían junto a su incontrolable rabia.

— ¿¡Dónde está!? —gritó fúrico, con sus ojos brillantes apuntándolo directamente.

— ¡No lo sé! —chilló en respuesta—¡No dejaría que me dijeran! Ahora, si me matas, Martha muere. Y si te vas volando, Martha también muere. Pero, si matas al murciélago, Martha vive.

La S del traje subía y bajaba con cada respiración del héroe, cuyo honor, en esos momentos, pendía de un hilo flojo.

— Y por si necesitas más incentivos, te tengo una última sorpresa —advirtió— ¡Traigan a la chica!

Cuando verdaderamente creyó que las cosas no podían ir peor, su conmoción sufrió otro vuelco cuando reconoció los rasgos de la mujer que se acercaba lentamente.

Haley no podía creer que tan solo había pasado un día desde que se vieron, y aún así, era como si nunca hubiera sucedido del todo. Sentía que no podía respirar. Su cuerpo temblaba como una hoja, y no debido al frío viento nocturno que la abrazaba en la cima de aquel edificio, sino porque su preocupación y sus nervios afloraban a cada segundo que pasaba allí.

Estar en presencia del hombre de acero y su enemigo más reciente era como si una segunda confrontación fuera iniciarse esa noche, y ella estaría allí no de espectadora, sino de escudo.

La mirada de Clark no se separaba ni un segundo de la suya, diciéndose tantas cosas que ninguno sabría cómo explicarlo. Estaban en iguales condiciones.

— Decidí dejarlo de último porque sabía que mi querida Haley tiene algo mucho más importante para tí y para mí, que aunque quisiera, no podría deshacerme de ella.

El castaño acarició los mechones rebeldes que se escapaban de su coleta, olisqueando ligeramente el aroma de su cabeza como a una flor.

Las manos de Clark se cerraron fuertemente, listas para aventarle el puño a la cara en cuanto se alejara de ella, pero la sonrisa de cinismo que le dedicó Lex fue todo un poema al separarse.

— Resumamos nuevamente el trato, si matas al murciélago la dejaré libre, sino tu Julieta pagará las consecuencias. O mejor... —advirtió, haciendo presión con su mano en el vientre de la chica, lo cual provocó que esta ahogara con gemido de dolor— Las pagará tu hijo.

Decirlo fue como si algo mucho más fuerte que la kryptonita lo golpease directamente para traerlo de regreso al presente. Sus ojos se cristalizaron con algo más que tristeza. Porque mientras miraba a la chica que amaba, sintió que una felicidad momentánea lo llenaba por dentro, pero que no duró lo suficiente porque sabía que tanto su vida como la del resto de las personas que quería estaba en peligro.

Incluído ese ser que crecía dentro de ella. Porque sí, sabía que estaba allí. Pudo verlo a través de ella, tan pequeño como un frijol, vivo, y con su diminuto corazón latiendo a una velocidad increíble.

Su hijo.

— Allá vamos —murmuró Luthor cuando lo vió agachando su cabeza en señal de rendimiento— y ahora Dios, se inclina a mi voluntad.

De repente, el sonido de un helicóptero a punto de aterrizar sobre sus cabezas advirtió a Haley, quien terminó siendo empujada hacia delante, de forma que sus rodillas dieron contra el suelo de la pista.

— Las cámaras están esperando en tu nave para que el mundo vea los orificios en la santidad. Sí, el Todopoderoso muestra lo sucio que es cuando tiene que serlo —gritó por encima del molesto ruido, al tiempo que tanto él como sus hombres se alejaban para subirse al interior del  vehículo volador— Para salvar a Martha y a tu hijo, tráeme la cabeza del murciélago ¡Oh! ¡Madre de Dios! Mira el tiempo. Cuando viniste aquí te quedaba una hora... ahora es menos.

En cuanto lo vió alejarse en medio de su fuga victoriosa, la castaña corrió hacia donde el hombre de acero se encontraba tirado y le rodeó el cuello con los brazos. A esas horas ya se encontraba llorando por todo lo que él estaba sufriendo y la impotencia de no poder hacer nada para ayudar le carcomía por dentro.

En lugar de quedarse congelado, Clark encerró su menudo cuerpo entre sus fuertes brazos y la apegó a él como hacía mucho tiempo venía deseando. Aspiró el olor de su cuello y enterró los dedos en su cintura, teniendo la necesidad de buscar apoyo mediante ese gesto.

— Lo siento —sollozó.

— No tienes por qué.

— Y-Yo nunca quise...

— Lo sé —le dijo antes de que pudiera decir nada más. No deseaba explicaciones, no las necesitaba— Te conozco. Sabía que algo más sucedía, y sin embargo, no me dí cuenta.

En lugar de decir nada más, él se inclinó nuevamente sobre ella hasta unir sus labios en un corto beso, que aunque no duró mucho, logró transmitirles ese cariño y todo lo que seguían sintiendo el uno por el otro. Después, uniendo sus frentes cuando se separaron, ella pudo percibir lo roto que estaba, y en ese momento lo habría dado todo por salvarlo de aquel desastre.

Las respiraciones de ambos se entremezclaron, y justo cuando estuvo a punto de decir algo más, él susurró:

— Tengo que ir a Gótica y convencerlo de que me ayude, o tendrá que morir.

— No. No eres un asesino...

— Nadie permanece bueno en este mundo —murmuró en tono lastimero, agachándose a la altura de su cintura para apegar su frente a ella— Por favor, no permitas que le haga daño.

Ella, aunque renuente a dejarlo ir, asintió a duras penas. Quedándose con el fantasma vacío de sus brazos cuando se alejó volando, dejándola entre lágrimas, preocupada por lo que estaba a punto de pasar.

Del otro lado del puente, la señal del murciélago continuaba iluminando el cielo y la humedad del suelo bajo sus pies logró mojar la suela de sus sandalias. Haley notó la frente sudorosa de su amiga Anne al acercarse con una expresión desesperante a la que ella correspondió.

Ambas miraron nuevamente en dirección a Gotham, suspirando al unísono tras comprender que no iban a dejar que ninguno de los dos cometieran el error de iniciar esa batalla sin sentido mientras ellas estuvieran allí para impedirlo.

La rubia le dedicó una mirada de soslayo y asintió.

— Tenemos que detenerlos.

— Lo sé —correspondió la castaña— Hay que hacer lo necesario para impedir que acaben matándose.

— El problema ahora es... ¿Qué hacer para llegar a tiempo?

Seguidamente, se escucharon los pasos de alguien más, haciendo que ambas se giraran en su dirección.

— Yo sé qué podemos hacer —dijo Lois Lane con completa seguridad— pero antes tenemos que ir al Daily Planet.

Helloooooo!!!!

Una promesa es una promesa. Tarde, pero cumplida.

Hoy quería desear felíz cumpleaños a una lectora fiel de Infinity, que por supuesto, no podía pasar por alto. Felicidades AdrianaBenitez8, espero que hayas tenido un día genial.

Y en cuanto a el resto, espero que el capítulo los haya dejado como a mí, así 🤪😵 jajaja

Un saludo a todos,

Debbie

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