CAPÍTULO TREINTA Y CUATRO -génesis

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【 CAPÍTULO 34 】

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GENESIS
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FELICIDADES, HALS —celebró Perry White, sorprendiendo a una de sus reporteras, quien se mantenía entretenida leyendo su último artículo ya publicado.

La castaña separó su vista del diario y sonrió abiertamente hacia el afroamericano. Este se acercó para abrazarla por encima del escritorio, siendo sustituido más tarde por Lois Lane y el resto de los internos pertenecientes al Daily Planet. Habían  pasado por un largo proceso de recuperación, pero por fortuna, fue mucho más rápido de lo que se creyeron y juntos como equipo lograron fortalecer la vigencia del periódico en el país mediante los escritos que aún después de muchos meses continuaban circulando.

La devastación se fue borrando poco a poco, hasta que solo quedó como un viejo recuerdo suspendido por la premura de las personas por reconstruir lo que había sido destruido.

— Creí haber dicho que no quería ninguna sorpresa —exclamó.

— Lo hiciste, pero queríamos felicitarte específicamente por los resultados de la Campaña Salve América. Gracias a ello, la ciudad de Metrópolis se encuentra como nueva y el país entero le agradece con honores.

No podía decir que no estaba orgullosa por eso, porque en realidad, estaría mintiendo. Entre ella y su equipo habían hecho un gran trabajo recaudando fondos para donarlos a la alcaldía, y solo gracias a ello pudieron iniciar con las remodelaciones.

— ¿Unas palabras que decir en nombre de todos?

— ¿Qué podría decir? ¡Me habéis tomado desprevenida! —negó— Lo único que sé y puedo afirmar es que lo logramos juntos, que sin vuestro apoyo nada de esto hubiera podido lograrse. Así que espero que podamos seguir trabajando en conjunto por lo que queda y los años venideros...

Los demás presentes aplaudieron cuando esta dió por terminado su improvisado discurso, haciendo chocar sus copas para celebrar una nueva victoria.

Haley le dió un sorbo a su bebida, y luego dejó el recipiente sobre la mesa para dirigirse a su jefe en lo que los demás parecían entretenerse con la celebración.

— Gracias por esto —agradeció en voz baja, mirando el rostro satisfecha del hombre— todos realmente lo merecían, ha sido un año muy duro.

— Para muchos, pero sé que tú debes estar todavía recuperándote —le dijo, y tanto su rostro como el de la chica se ensombrecieron ligeramente— Lo siento mucho, Haley. No me imagino cuánto debes de extrañar su presencia.

Ella asintió en respuesta, suspirando en un intento por no volver a ponerse sensible en cuanto al tema.

— Todos los días.

— Ojalá pudiera hacerte sentir mejor.

— Sé de algo que puedes hacer por mí —sugirió ella, y con ese brillo natural en sus ojos verdes Perry supo exactamente a qué se refería.

— Quieres el día libre para verlo —adivinó y la sonrisa de la chica se ensanchó mucho más que antes— Concedido.

La castaña dió un saltito alegre en  el  lugar, plantando un beso en su mejilla al tiempo que recogía su bolso ya preparado de su silla y salía disparada hacia el elevador. Con detenimiento, se sacudió el suéter rojo que llevaba por encima de su blusa de hilo y echó hacia atrás los mechones curvos de su melena para que no le estorbara en el rostro una vez saliera hacia la recepción y de ahí a la acera.

Apenas levantó su mano para hacerle señas a un taxi, este se detuvo justo delante de sus narices, listo para llevarla directamente al lugar que ella le ordenara.

Mientras veía los edificios y personas pasar seguidamente a través del cristal de la ventana, Haley se recostó en el asiento mientras pensaba de forma profunda sobre lo que había sucedido en todos esos meses.

Además de dedicar gran parte de su tiempo al proyecto que llevó a cabo en el trabajo, no todo había girado en torno a su deber como protectora de América. Primeramente, porque tenía que cumplir con la iniciativa de la renombrada Liga de la Justicia.

O por lo menos así habían decidido llamar a su misión de reclutar personas con habilidades excepcionales para crear un equipo que estuviera dispuesto a defender lo que era posible, correcto y justo. Una idea principalmente forjada por el líder de las Empresas Wayne, o como ella solía conocer en secreto, El Murciélago de Gotham.

Debido al fracaso de esta por la incomprensible falta de tiempo que los ahogaba a todos, él y Anne se dedicaban a patrullar las calles de la ciudad oscura como únicos héroes del momento. Si es que así podría llamárseles cuando cada persona residente en el reino del caos continuaba odiándolos.

Desde que habían vencido al Doomsday, Diana se marchó y no supo de ella más que por las cartas que solía escribirle. Suponía que ella era la única que se estaba tomando muy en serio esa misión.

Y por su parte, ella continuaba viviendo en el apartamento que compró tras su vuelta al Daily Planet, que compartía con la que había sido un gran apoyo para ella en los últimos trece meses.

— ¿Llegaste? ¿Tan temprano? —Becca asomó su cabeza por el costado de la pared que separaba el salón de la cocina, viendo cómo su compañera de piso se quitaba las botas y las tiraba en el felpudo de la entrada como si fueran un estorbo.

Haley lanzó su bolso al sofá y fue a apoyar sus codos en la isla de la cocina donde la pelinegra cortaba una manzana en trozos.

— Pedí el día libre.

— ¿Algún motivo especial, mon ami?

— Las ventajas de ser la mano derecha del jefe.

Barnes encogió los labios en una mueca de «Me vale» y agregó:

— Yo apenas y respiro siendo niñera a tiempo completo.

— Puedo imaginarlo —rió— ¿Dónde está?

— En su cuna. Con los ojos más abiertos que un búho.

Apenas le dijo, ya la castaña había comenzado a caminar con dirección a su habitación. Un montón de juguetes de goma y pequeños peluches estaban dispersos por todo el espacio que complementaba el suelo, los muebles y la cama; cosa que antes le hubiera parecido un desorden, pero a esas alturas realmente le daba igual.

Tal y como le había dicho su amiga, dentro de la curiosa cuna de bordes azules, mirando con atención hacia el carrusel de estrellas que daba vueltas por encima de su cabecita, estaba el bebé de mejillas regordetas. Quien, al instante de sentir la presencia de su madre, comenzó a gorgotear intranquilo hasta que descubrió su rostro mirándolo con dulzura.

— Hola, Jonathan —le dijo, e inmediatamente este comenzó a reír encantado.

Muy probablemente Becca la regañaría por no respetar la hora de su siesta, pero incluso cuando se despidieron esa misma mañana, Haley ya sentía su ausencia como un profundo vacío en su corazón.

Desde el momento en el que lo había sostenido por primera vez, supo que ese día le habían arrancado el corazón para ponérselo en los brazos. Era tan pequeño y tan frágil, pero al mismo tiempo demasiado precioso. Una parte de ella que siempre la haría regresar incluso cuando estuviera perdida en sí misma.

Él fue la razón por la que sus días habían dejado de ser grises para llenarse de luz. Aún cuando la herida que había dejado su padre todavía estuviera abierta, él hacía que cada día doliera menos.

Y ambos eran tan parecidos que era hasta increíble.

Cuidadosamente, rodeó su diminuto cuerpecito con sus manos y lo sacó de la cuna para arrullarlo contra su pecho, percibiendo esa repentina  calidez que la invadió con tan solo sentirlo acurrucarse a ella, buscando el cariño de su madre.

— ¡Haley si lo despertaste voy a matarte! —escuchó la voz de Becca desde la cocina, haciéndola negar repetidas veces.

— No le hagas caso —susurró contra la mejilla de su hijo— tía Becca está loca si piensa que mamá no va a abrazarte.

— O mamá está más loca porque no deja de abrazarlo —exclamó la pelinegra cuando los vió llegar al salón— ¡Hey pequeño rubito! Ven aquí con tu tía favorita.

— Eso no puedes saberlo —respondió pasándole el bebé.

— Sí, tienes razón, puede que el tío Bruce y la tía Anne tengan una mega piscina en su casota de ricos ¡Pero yo te cuido todos los días! ¿Me has oído? Eso cuenta más que nada, pequeño alien.

Ante las palabras y las muecas que le hacía la apellidada Barnes, Jonathan no paraba de carcajearse, y Haley sonrió de verlos a los dos.

De repente, el sonido del timbre resonó por cada rincón del departamento, y una tuvo que alejarse para atender a quien quiera que estuviera esperando tras la puerta.

Grande fue la sorpresa que se llevaría la castaña cuando al abrir, lo primero que se encontrara fuera el rostro de Diana Prince.

— ¡Diana! —exclamó, abrazándola con efusividad, gesto que fue correspondido por la semidiosa— No puedo creerlo. Pensé que estarías en New York.

— Y lo estaba —asintió esta— pero encontré algo, más bien alguien a quien deberían conocer.

Rápidamente, su mirada se posó en los ojos azules de una mujer bajita que se escondía a las espaldas de la Mujer Maravilla.

Tenía el cabello de su mismo color, puede que incluso más claro. Su rostro era delgado, achatado, y poseía una expresión temerosa que no era difícil de interpretar para saber que estaba asustada. Cosa que comenzaba preocuparla de cierta forma.

Con una mano se aferraba a su bolso como si fuera el mundo, y con la otra hacía un puño tembloroso, esperando pacientemente.

Haley frunció el entrecejo, suspirando con la seguridad de que no podía tratarse de nada ligero.

— Pasen.

El nombre de la desconocida era Victoria Odinsdottir. Asistente de un científico que había vivido con anterioridad en Metrópolis por asuntos de trabajo, pero que actualmente residía en la Gran Manzana.

Mientras Diana se dedicaba a cargar a Jonathan bajo la vista desconfiada y directa de una muy celosa Rebecca Barnes, Haley había tomado asiento delante de la mujer, quien a pesar de encontrarse a gusto, no podía sentirse ni remotamente tranquila.

— Cuando la señorita Prince me buscó no supe si hacía lo correcto en venir hasta aquí, no quería estar bajo la mira de Luthor otra vez.

— No has sido la única que ha caído en las manos de Lex —le explicó Rogers, dedicándole una mirada cargada de comprensión— Créeme, lo sé; pero ahora puedo asegurarte que está en el lugar que merece, pagando por lo que hizo a personas como tú y como yo.

— No lo entiende —Tori negó en medio de su desesperación— él tiene poder, y con poder se es capaz de cualquier cosa ¿Quién me asegura que no estará obrando desde la cárcel?

— Nosotros podemos protegerte si nos dices por qué estás aquí.

La ojiazul tragó en seco, entrelazando sus dedos con nerviosismo.

— Yo era una de las personas que estaba en los laboratorios de la LexCorp cuando sucedió la explosión —comenzó a decir, y cuando se refirió a la explosión, Haley supo que hablaba del día en el que la kryptonita fue robada— ...que quede claro que yo no estaba allí por decisión propia, Luthor me amenazó para que me uniera a su equipo. Y-Yo tengo una hija de dieciséis años. No podía arriesgarme...

— Te entiendo, Victoria. De verdad que sí —le dijo, desviando su atención hacia Diana, quien sostenía al pequeño, que al presentir el ambiente de quietud en el salón se había quedado callado mordisqueando su puñito.

La apellidada Odinsdottir se acercó más, estando lo bastante cerca de Haley como para poder susurrarle:

— Yo estaba ahí cuando el techo explotó, y la pecera de cristal que contenía la gema se calló del soporte. He de suponer que mi cuerpo quedó expuesto a la radiación en todo el rato que estuve inconsciente hasta que aquel hombre con cabeza de murciélago se la llevó. Después de eso han pasado cosas horribles conmigo, y-y estoy aterrada de lo que eso pudo haber causado. Al principio creí que de trataba de un cáncer en estado avanzado debido a las jaquecas y la comezón de la piel, pero entonces yo... comencé a romper cosas.

Las tres mujeres que sobraban en el salón la miraron con cierto desentendimiento:

— ¿Como ataques de ira? —cuestionó Becca.

Tori negó rotundamente:

— Romper cosas con mi voz.

La piel de los brazos de Haley se erizó debido a un súbito escalofrío que la recorrió por dentro, apretando sus manos contra sus rodillas cuando comenzaron a sudarle frío.

Aquella revelación era lo más descabellado que había escuchado desde que se dió cuenta que estaba enamorada de un alienígena.

— ¿A qué te refieres?

— Cada vez que grito o lloro, siento como si una quemazón horrible me atravesara la garganta, y no se pasa hasta que lo hago. Pero cuando eso sucede las cosas a mi alrededor explotan como si fuera...

— Una banshee —Diana culminó por ella, viéndose maravillada por su repentino descubrimiento. Uno que solo había escuchado en las leyendas que contaban las amazonas cuando ella era niña.

Tanto Haley como Becca se mantuvieron estáticas en el lugar, sin saber cómo reaccionar, pero Victoria sí lo hizo, y fue echándose a llorar como si hubiera recibido la peor noticia de su vida.

Como si temiera de algo que no comprendía.

— Hey... —la llamó Diana, obligándola a elevar el semblante otra vez— no te asustes, está bien. Hace mucho tiempo que estamos buscando a personas como tú.

— ¿Cómo yo? —sollozó cual si fuera una niña pequeña— ¿Qué tienen las personas como yo?

— Podemos ayudarte Tori, pero necesitamos que primero confíes en nosotros —prosiguió Haley, tomándola de la mano para transmitirle su apoyo— ¿Crees que puedas hacerlo?

— Eso creo...

Fue entonces cuando tanto la semidiosa como la capitana intercambiaron una mirada cómplice. Una que Becca no supo interpretar, y mucho menos la señorita Odinsdottir. Pero Diana dejó que su compañera se hiciera cargo de la conversación que vendría a continuación, y en lugar de mantenerse a su lado, fue en busca del bebé para colocarlo en su regazo al tiempo que la joven Barnes también se sentaba y observaba con atención lo que Haley tenía para decir.

— Victoria, quiero que después de tener esta conversación pienses detenidamente en lo que te voy a decir. Porque nosotros vamos a necesitar de tí, quizás tanto como tú de nuestra ayuda —dijo, dispuesta a que su plan dejara de ser solo parte de su pensamiento— queremos darte la oportunidad de ser parte de la Liga de la Justicia.

Y con esto damos por terminada la segunda parte de esta historia.

Aplausos por favor 👏👏👏

Listos para abrirle paso a una nueva etapa, y esta es nada más y nada menos que mi favorita.

¿Os ha gustado la introducción de Victoria? ¿Creéis que habrán muchos más nuevos personajes que presentar en la Liga de la Justicia? ¿Cuál creen que sea su favorita de las protagonistas de The Only Human Saga?

Uyyyy no puedo esperar a que todas trabajen en equipo.

Hasta entonces solo quiero darles las gracias por estar ahí siempre, y por votar y comentar en esta historia. Os quiero mis lectores hasta el infinito y mucho más ✨✨

Besos a todos y nos vemos en la tercera parte.

Debbie

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