CAPÍTULO SIETE

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𝐋𝐎𝐒 𝐈𝐍𝐃𝐈𝐎𝐒 𝐘 𝐋𝐎𝐒 𝐏𝐄𝐑𝐃𝐈𝐃𝐎𝐒


—¡Pan! —Las voces de los Perdidos irrumpieron el momento.

Peter y Sage soltaron sus manos no queriendo ser encontrados de esa manera.

—¿Qué? ¿Qué pasa? —Quiso saber apenas los vió llegar. Se acercaron todos con la respiración agitada.

—Estás vivo —balbuceó uno, al que la Reina consideró un niño por lucir como de unos trece o catorce. Su cabello castaño casi naranja le recordó a cierta cabecita pelirroja que solía corretear por los jardines del Gran Palacio lanzando flechas por todos lados. Sin embargo, al mirar los ojos avellana cayó de nuevo en la realidad.

No eran sus orbes negros casi como la noche sin estrellas, esos que eran su cielo favorito.

—Creo que sí, Mike. —Las palabras de Pan la hicieron regresar a la conversación.

«Michael Darling», recordó y no pudo evitar sentir más lástima por el niño, «¿qué lo habrá llevado a tal punto de estar dispuesto a dejar su hogar?»

—Te creímos muerto —dos voces dijeron a coro. Dos muchachos idénticos a los que Sage pudo identificar como los gemelos; ambos se miraron retadores uno al otro como si copiarse entre ellos fuese un delito.

Quizá no eran gemelos, pero ser tratados como si lo fueran los convirtió en ello.

—Auch, acaban de herir mi orgullo y duele como el infierno. —Simuló estar herido en su "corazón".

—Creen que puedo matarte sin problemas... me halaga. —Rió, no disfrutando realmente el chiste, sino de un modo más sarcástico.

Hacía mucho tiempo que en su rostro no se formaba una sonrisa genuina y menos tiempo pasaría hasta que sucediera.

—Cambiando de tema. —Aclaró su garganta como si de repente olvidara lo anterior—. Pronto será mediodía y ni siquiera he desayunado. Vayamos al Campamento.

Todos estaban dispuestos a irse, excepto alguien.

—Esperen. —La voz de la Reina detuvo su caminata.

Pan se giró para verla, al igual que sus segundos. El resto permaneció en sus lugares, unos hablando con otros, como si la presencia de Sage no les importara... ni mucho menos lo que ella quería.

—¿Qué? —Observó sus ojos como si buscara algo en ellos y por más extraño que parezca lo encontró—. ¿A dónde quieres ir? Creo que sabes que la isla puede ser mortal.

—Quiero ir al Campamento de los Indios. —Apenas terminó de decirlo los demás chicos se voltearon a verla y ella sabía por qué—. A juzgar por el horror en sus expresiones pienso que no irán conmigo.

Exhaló y con una sonrisa fingida se dispuso a irse sola.

«Cobardes», insultó en su mente.

—Ellos nos odian entonces nosotros también a ellos. —Uno se excusó mientras la veía caminar en la dirección opuesta a la que ellos querían ir.

—Si, y nos cazamos mutuamente a veces. —Se sumó otro siendo apoyando por el resto. La Reina en ningún segundo dejó de caminar.

—¿La dejamos sola? —el muchacho más cercano a Peter Pan le preguntó y este no estaba de humor para responder.

—Si ella quiere ir que vaya sola, nosotros no seguimos sus órdenes.

—Tiene razón.

—Si, eso.

Todos estaban de acuerdo con dejarla sola. Sus voces fueron levantando volumen hasta que su líder se cansó.

—¡Silencio! —Al instante quedaron en silencio, quizá no tenían rey, pero la autoridad de su líder era indiscutible—. Iremos con ella.

Los chicos comenzaron a quejarse, sin embargo, al ver a Pan ir tras la Reina no tuvieron más opción que seguirlo. No podían dejarlo ir solo.

Odiaban a los indios, sí. Pero si su líder saltaba de un puente ellos también lo harían. Creían y confiaban en él con los ojos cerrados.

Existía un dicho muy conocido en La Nulla Magica Terra y decía: "Tan leal como los Niños Perdidos a Peter Pan"

Eso lo decía todo. Darían su vida por él y con honor.

Alcanzaron a la Reina luego de trotar unos metros. Se dirigían hacia el norte de la isla en silencio absoluto... o casi absoluto. La curiosidad le ganaba a algunos.

—Oye, dime. —Se acercó un adolescente con curiosos ojos oliva y unos hoyuelos que hacían su sonrisa aún más contagiosa, aunque no lo suficiente como para remover el duro humor de Sage—. ¿Y estás loca?

Ella lo miró con una mueca de rechazo o quizá indignación.

—¡Slightly! Un día de estos van a raptarte los piratas por acercarte a preguntarles si usan bigote largo por moda o porque no saben cómo cortarlo —reprochó el líder haciendo reír a casi todos los que lo habían escuchado.

—Quizá las sirenas lo ahoguen por preguntarles si sus colas son reales —otro Perdido siguió.

—Cállate, Flynn. —La pobre víctima de las burlas se molestó, Pan podía burlarse, pero no el resto.

—O los animales lo coman por preguntarles si pueden hablar —el menor de los gemelos habló esta vez.

—Los animales sí hablan. —Sage intervino sin detener su paso, al ver a lo lejos un humo sintió por un mínimo segundo cierta alegría.

Los indios debían tener aquel ungüento que buscaba. Al menos así le había dicho el viejo hechicero. Mientras tanto, los adolescentes seguían burlándose de Slightly.

—¡Pan! ¡Diles algo! —pidió frustrado el apoyo de su líder.

—Chicos, déjenlo.

—Oh, claro. ¿Tú también crees que una ardilla quiso hablar con él cuando cuidaba el perímetro? —continuó el gemelo burlista recibiendo un golpe de su hermano.

—¡Juro que quería decirme algo! Movía sus patitas así. —Sacudió sus manos a un lado y luego al otro.

—Deja de soñar, Sly.

—Si vuelves a abrir la boca te corto la lengua —amenazó la Reina.

No podía lastimar hasta tener el ungüento, sin embargo ellos no lo sabían. Entonces apresuró su paso. Edward buscó apoyo en Pan, pero este se encogió de hombros y rió.

—Te lo merecías.

—Cállense —ordenó otra vez, no ser obedecida a la primera le sacaba de las casillas. Pan borró su sonrisa y Edward se burló de él esta vez.

—Oye, gracias. —Slightly se había sentido agradecido con Sage por callar a sus amigos bromistas. Sin embargo, ella le hizo una seña para que mirara al frente y cuando lo hizo vió a unos indios parados a unos cuantos metros de ellos, estaban esperando que llegaran—. Ah, ya veo que no lo hiciste por mí. Lo siento.

El muchacho bajó la mirada sintiéndose avergonzado. Sus rizos dorados cayeron sobre su frente.

—Las ardillas sí hablan —le recordó antes de adelantarse un poco más sin tener idea de cuánto habían impactado sus palabras en el muchacho creyente y curioso.

Al verla alejarse más de ellos corrió tras ella y los Perdidos detrás de él. Agarró uno de sus brazos y la detuvo. Sus ojos esmeraldas lo miraron con fiereza.

—¿Estás loca? ¿Quieres morir?

—¿Qué no entiendes de la palabra "inmortal"? —Destacó la última palabra con expresión de su rostro, más específicamente el movimiento de sus cejas.

—Mira. No tienes tu Cetro y ambos sabemos que no eres nada sin él —susurró para que nadie más que ella lo escuchara. Pese a que su tono era de advertencia, a Sage no le agradó nada, consideraba que no necesitaba la protección de nadie, ni el consejo de un pequeño casi inmortal.

Algo en ella quiso encender su ira y hacer brillar sus ojos, pero no fue más que un destello. Por fortuna, los cuatro indios que cuidaban la entrada al Campamento se acercaron a Pan y a la Reina como si pusieran sus vidas para protegerlos.

—¿A qué has venido? —Uno de ellos se adelantó a preguntar, quizás no era su lengua nativa pero hablaban muy adecuadamente, a excepción de la marcada pronunciación de la "r". En cuanto a su rostro, todos parecían iguales, cabello negro, ojos chocolates, piel morena y una gran figura esbelta—. ¿Acaso vienes a cazarnos? ¿O a quitarnos más territorio?... Ya sé, necesitas algo que nosotros tenemos.

—Espera, espera. —Movió al par de muchachos que estaban frente a él, intentaba defenderse ante las acusaciones—. Ustedes también cazan Niños Perdidos, les recuerdo que no fuimos nosotros los que comenzaron esto ¿ya han olvidado a Tootles? Porque yo no.

—Nosotros tampoco —dijeron a coro los Perdidos.

—La desaparición de Tootles no fue obra nuestra.

—Ah, si ¿cómo que no?

Sage alternaba la mirada entre Pan, los chicos y los indios. En algún momento su paciencia llegaría al límite.

—A mí casi me matan. —El muchacho castaño, que había sido uno de los que molestaban al niño que creía poder hablar con ardillas, quiso sumarse a la discusión sin saber qué decir con exactitud.

—Tú eras un espía.

Con eso se callaron unos segundos.

—Ya deja de intentar aportar, Fynn, nos dejas en ridículo —Pan le susurró al oído y la Reina alcanzó a oírlo.

—El primer error lo has cometido tú, Peter Pan —comentó. De inmediato Sage miró al líder de los Perdidos tensar sus músculos y cerrar sus puños. Ella podía ver súplica en aquellos ojos jade, él suplicaba en su interior que el indio no siguiera y eso ella lo había notado por una milésima de segundo—. No debemos olvidar a la princesa líder...

—No hace falta que lo recuerdes, Raski. —Su tono fue quizá un tanto severo, lo suficiente como para detenerlo.

—¿No querías decir su nombre también y romper la regla? —su compañero más cercano lo reprendió entre susurros.

«¿Estará hablando de Tigrilla? ¿la princesa y luego líder Lily? ¿qué relación tenía ella con Pan? Huh, debí prestar más atención a ese viejo libro», pensaba la Reina.

Una gran discusión se avecinaba, los comentarios iban aumentando su volumen. Así que uno de los indios corrió de nuevo al Campamento.

—Quiero agregar que nada de lo que me acusen es mi culpa. —Se defendió Pan—. Lo del territorio tiene una explicación. —Hizo una paisa asegurándose de que todos lo escuchaban—, esta es mi isla.

Estaban tan centrados en discutir que nadie había notado que se acercaba el líder del Campamento Indio junto a un gran grupo a su alrededor. Su ropa y su apariencia eran diferentes a las del resto. Él sí tenía pantalones debajo de la túnica y en su frente estaban pintados símbolos que solo ellos podían interpretar. Eso no era todo, él era el único con ojos claros, eran un jade muy similar a los de Pan y contrastaba con su piel morena.

—Espera, yo conquisté la isla primero.

—¿Qué habíamos acordado?

—Solo quiero dejarlo claro, soy una Reina orgullosa de sus conquistas.

Aquello pareció captar la completa atención de Morgan y dejarlo pensando por unos momentos.

—Dijimos que nada de reina, ni majestad —le recordó.

El líder Indio se abrió paso entre los Perdidos que intentaban llamar la atención de Pan con silbidos y chasquidos, sin embargo, él estaba muy ocupado discutiendo con Sage quien tampoco le permitiría ganar.

En cuestión de segundos ya no solo unos pocos los escuchaban, sino la mitad del campamento también.

—Te guste o no, intentes lo que intentes, nada va a convertirme en una niña ¡yo soy Sage! —dijo—. ¡Yo soy la mujer que no necesita usar una corona para ser tratada como una Reina! Solo se necesita mi nombre.

—La Reina Sage —Morgan dijo en un murmullo que llegó a los oídos de los dos orgullosos que discutían—. Majestad. —Llevó su mano derecha a su pecho e inclinó su cabeza. Los demás detrás de él se inclinaron bajando sus rodillas —. La esperábamos.

La satisfacción de ver la reconocían y se reverenciaban ante ella invadió su corazón. Aquella emoción era la única que lograba rodear su corazón casi todo el tiempo.

—Y yo esperaba encontrarme con ustedes.

—Acompáñenos.

Ella asintió. Entonces, los Indios abrieron el camino para dejarla pasar cuidando la distancia y evitando el contacto visual. Antes de seguir a Morgan, Sage se acercó al oído de Pan.

—Ah, y no es el Cetro, soy yo.

Él puso los ojos en blanco y la siguió. Veía cómo respetaban el protocolo real como si toda su vida lo hubieron hecho y como si ella fuera una figura majestuosa. Y muy a su pesar, Pan sabía que lo era. No había conocido mujer que la igualara. Ella despertaba en él curiosidad y asombro, pero también frustración y molestia. Sin embargo, aún no podía identificar la razón de ninguno.

Sage y Morgan entraron en una tienda inmensa en el centro del Campamento, unas pocas más pequeñas la rodeaban. Los indios le cerraron el paso a Pan y los Perdidos, les dejaron quedarse y sentarse en su territorio. Hechos como ese no sucedían todos los días, no desde hace doscientos años. El dueño y protector de la isla sentís curiosidad e intriga por saber lo que sucedía dentro de esta tienda, qué relación tenía Sage con los Indios, y por qué ellos esperaban ansiosos su llegada. Quería averiguarlo y se propondría a hacerlo costara lo que costara.











¿Qué relación tendrá Morgan con Pan?

¿Por qué los indios esperaban a Sage?

¿Quién es Tootles? ¿Es en realidad lo que crees...?

Voten y comenten mucho mucho, así me hacen saber que les gustó el capítulo o les está gustando la historia. Si quieres seguirme en Instagram y TikTok, adelante.

(Pronto voy a dejar un Glosario y un mapa de Pradinem)

Nos leemos.

♥️








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