El Temor del Mar en Calma

Màu nền
Font chữ
Font size
Chiều cao dòng


"La serenidad del presente a menudo esconde la amenaza silenciosa del futuro, como la superficie tranquila del mar que oculta el temible rugido del inminente maremoto."

Capítulo 16

Al día siguiente de aquel suceso, fue uno que cambiaría mi vida para siempre. 

A medida que el sol se ocultaba tras los rascacielos de Nueva York, aquel evento sin precedentes que estremeció la ciudad entera, se convirtió en noticia nacional. Pero, el problema estaba, en el cuestionamiento que muchas autoridades y personas, llevó a preguntarse si éramos verdaderas heroínas o simplemente un par de enmascaradas que habían intervenido en un asunto que excedía nuestras habilidades, lo que dejó no solo destrozos en aquel edificio de seguros, sino que murieron alrededor de veinte personas. Las mismas que me persiguieron en mis sueños por un buen tiempo.

Era imposible pasar por alto la ola de vídeos e imágenes que inundaron las redes sociales y los noticieros de televisión. La confrontación en Nueva York entre Pellussa, Galica, y el infame Lastter se había vuelto viral en cuestión de minutos. Desde múltiples ángulos, diferentes cámaras en la ciudad y grabaciones en vivo, la escena se reprodujo una y otra vez, como una pesadilla que no podía ser ignorada.

Las conversaciones que había sostenido con Carl sobre el enigmático enemigo Lastter ahora eran de conocimiento público. El nombre de Lastter resonaba en todos los rincones de la ciudad y más allá, y la gente se cuestionaba quién o qué era este misterioso villano. Las teorías se multiplicaban, pero pocos se atrevían a aventurar una respuesta.

Después de que Pellusa y yo escapamos de la caótica escena, los agentes de la ley no encontraron ningún rastro que pudiera llevarlos a la captura de Lastter. Su capacidad para esfumarse en la oscuridad, sin dejar rastro alguno, seguía siendo un misterio sin resolver.

A pesar de nuestros esfuerzos por detenerlo, las noticias comenzaron a sembrar dudas sobre nuestras intenciones y capacidades como heroínas. Algunos argumentaban que nuestras acciones habían sido insuficientes, que habíamos demostrado ser ineficaces en la lucha contra el enemigo, y que éramos una amenaza para la seguridad pública.

Los vídeos y las imágenes mostraban claramente que, dentro de nuestras limitaciones, habíamos intentado frenar a Lastter y proteger a la ciudad. Sin embargo, eso no parecía suficiente para el gobierno y muchos de sus críticos. La confianza en nosotras había comenzado a desmoronarse.

Y lo peor, era que a medida que los días pasaban, la tensión aumentaba en la ciudad. La presión ejercida por las autoridades para que reveláramos nuestras identidades se intensificaba, mientras que nosotras seguíamos decididas a mantener nuestro anonimato y proteger a nuestros seres queridos.

Nueva York había pasado de la admiración a la incertidumbre en lo que parecía un abrir y cerrar de ojos. La pregunta que rondaba en mi mente, y seguramente en la de Pellussa, era si nuestro deseo de ayudar sería suficiente para ganarnos la confianza de la ciudad o si nuestra lucha por la verdad nos llevaría a enfrentar desafíos aún más peligrosos.

Aquel encuentro en las calles de Nueva York fue suficiente para convertir a Galica y Pellussa en verdaderos íconos de la historia. En cuestión de días, surgieron videojuegos con nuestros personajes como protagonistas. Los jugadores podían elegir entre Pellussa o Galica para enfrentar los problemas de las mafias y la delincuencia en Nueva York y Filadelfia, con el villano final siendo Lastter. A menudo, mientras caminaba por la ciudad, podía escuchar a niños discutiendo apasionadamente sobre quién era más fuerte, si Galica o Pellussa.

Monique y yo seguimos manteniendo contacto, pero esta vez lo hacíamos principalmente a través de videollamadas. No solo compartíamos detalles de nuestras vidas, sino que también buscábamos constantemente nueva información sobre nuestro escurridizo enemigo.

Monique, por su parte, compartió que, a diferencia de su antigua escuela en Tennessee, ahora era la chica más popular en su nuevo colegio. Sin embargo, a pesar de su popularidad, no había perdido su autenticidad, a diferencia de chicas como Roxanne, Chloe, Olivia y Lana, que parecían ser intocables, incluso para Rebecca y Carolina de mi antiguo colegio.

Dilan y yo habíamos celebrado nuestro segundo mes como pareja. Esto significaba que era mayo, el último mes de la primavera. La ciudad comenzaba a calentarse gradualmente, y los días se alargaban bajo el cálido sol.

Lo que más me alegraba era que Dilan se había vuelto cercano a mi familia, especialmente a mis padres y a Calev. Sus visitas se habían convertido en una especie de tradición, y a menudo se quedaba para ver partidos de fútbol en casa, incluso si eso significaba ignorarme por completo. 

En otras ocasiones, nos reuníamos para ver películas en la habitación de mi hermano, y siempre invitaba a Clear, la novia de Calev, a unirse. Clear y yo nos hacíamos amigas cada día más. Finalmente, le había revelado la verdad sobre Dilan, y su respuesta fue una burla amigable. Según ella, siempre había tenido razón, especialmente en lo que respecta a nuestra escapada a la playa. Solo esperaba que mis padres no descubrieran nuestra relación hasta que fuera legalmente adulta.

Kyle y Tatiana estaban cada día más unidos, y su relación florecía de manera asombrosa. En el colegio, se habían convertido en parte de mi círculo cercano, junto con Calev y Clear. Lana, por otro lado, había decidido distanciarse de Tatiana por su cercanía conmigo. Eso me había convertido en el blanco de las críticas de Lana, y ahora, sin duda, era la enemiga número uno en su lista. Era evidente que su rencor no tenía límites, y aunque sabía que su obsesión podía llevar las cosas por un camino peligroso, prefería no prestarle demasiada atención.

La profesora Mitchel había organizado una convención de pintura artística, y los trabajos de sus alumnos se exhibían en el centro de la ciudad. La respuesta de la gente fue asombrosa, y me sentí abrumada por la admiración que recibieron mis pinturas. Las donaciones especiales que se realizaron al departamento de Arte del colegio fueron un gesto que me llenó de gratitud, y los profesores de ese departamento, e incluso el director, me expresaron su aprecio por ello.

Allí, en medio de la bulliciosa galería de arte del colegio, rodeada de padres orgullosos y otros invitados importantes, me encontraba absorta en la contemplación de uno de mis cuadros que emanaba una sensación de miedo y terrosidad indescriptibles, y que solo verlo me inquietaba. 

La obra mostraba un automóvil destrozado contra un árbol, sus restos retorcidos y retumbantes como un grito silencioso en la oscuridad. Entre las sombras de aquel escenario de pesadilla, se alzaba un chico en el interior del auto, de cabello castaño y apuesto, pero con una expresión atormentada en su rostro. Sus ojos verdes, tan intensos como esmeraldas en la penumbra, destilaban un amor profundo y anhelante, como si fuera el último suspiro de un corazón atrapado en una tragedia eterna. Era Dan.

Fue en ese momento cuando el Director, Clifford Davis, se acercó a mí con un aire de interés. Se detuvo a mi lado, observando el cuadro con una expresión intrigada. Como cualquier dirigente de una escuela, estaba elegantemente bien vestido, pero a diferencia de otros, podía respirarse el aire de una persona con buen estatus social, desde su cabello emblanquecido bien peinado, hasta sus zapatos pulidos y brillantes, y esa mirada que hablaba de conocimiento.  

—Es impresionante —comentó—. Puedo sentir el desespero, el dolor y el anhelo de un amor perdido reflejados en esta obra. ¿Cómo lograste capturar estas emociones tan vívidamente?

Me giré hacia él, una mezcla de sorpresa y gratitud en mis ojos. Era la primera vez que alguien notaba el verdadero significado detrás de esa pintura.

—Lo viví —respondí con voz tranquila, aunque un nudo de emoción apretaba mi garganta—. Cada trazo en este lienzo es una manifestación de mis propias experiencias y sentimientos.

El Director asintió, sus ojos reflejando comprensión.

—Eso lo explica. A veces, los artistas encuentran su inspiración en los momentos más oscuros de sus vidas. Te felicito, Andrea, por tu habilidad para transmitir emociones tan profundas a través de tu arte.

Su comentario me tomó por sorpresa. Había esperado una reacción más superficial o profesional, no una conexión tan directa con mi obra.

—¿Cómo sabe mi nombre? —pregunté, curiosa por conocer al hombre detrás del título de Director.

Él sonrió con amabilidad.

—Soy tu Director —respondió—. Y he seguido de cerca tu evolución como artista aquí en el colegio, ahora más que han habido buenos comentarios e incluso compras exuberantes de los mismos. No me malinterpretes, ya te conocía, pero admito que ahora tengo interés, que es diferente. 

Esa revelación me dejó intrigada, pero antes de que pudiera hacer más preguntas, el Director continuó.

—También quería decirte que tu arte me recuerda mucho al de una alumna que pasó por estas mismas aulas hace muchos años. Su nombre era Evelyn Mitchell.

Por supuesto, caí en cuenta de que se trataba de mi profesora. Pero lo revelador estaba, en que no había sabido que ella había sido alumna del mismo colegio.

—Evelyn Mitchell, a diferencia de ti, nació y creció en el corazón de Nueva York, rodeada de la efervescencia cultural y artística de la ciudad —comenzó a relatar—. A pesar de las expectativas de su familia, siguió su pasión por el arte y se matriculó en este colegio. Evelyn exploró una variedad de medios artísticos durante sus años de estudiante, igual que tú —continuó el Director—. Viajó por el mundo en busca de inspiración y dejó una huella profunda en la escena artística de Nueva York.

No podía negarlo, la verdad es que llamaba poderosamente mi atención, conocer un poco de la profesora que estaba orgullosa de mi trabajo y era quién hablaba de mí, quiénes preguntaban por alguna de mis pinturas.  

—Después de completar su educación,  regresó a esta ciudad y se convirtió en una exitosa artista y maestra de arte —continuó Clifford—. Durante décadas, inspiró a jóvenes artistas como tú y dejó su marca en el mundo del arte. Sus obras se exhibieron en galerías de todo Nueva York y más allá, y sus alumnos continúan su legado.

Escucharlo hablar de esa forma, me hizo cuestionar un poco su personalidad. Es decir, sonaba como alguien sorprendente y sabía que lo era, pero esa dureza, si no fuera porque estaba en su clase, estaba segura que otros no la miraban como ella ahora la veía. 

—Evelyn encontró un equilibrio entre su personalidad rigurosa y su amor por la creatividad, inspirando a generaciones de artistas jóvenes a explorar su propio potencial artístico —concluyó el Director—. Aunque mucho no puedan estar de acuerdo conmigo, en esto último —soltó una pequeña risa—. Aún así, su pasión por el arte nunca disminuyó, y ahora, como profesora de arte en nuestro colegio, sigue compartiendo su conocimiento y experiencia con una nueva generación de talentosos artistas en ciernes, como tú. Espero que puedas tomarla como una verdadera mentora, señorita Andrea. Creo que me llevaré este cuadro. 

Y dicho eso, se alejó, buscando a mi profesora. Volví a darle una mirada al cuadro, y sonreí aliviada, al menos, sabía que se iría con alguien que la valoraría como yo lo hacía. 

A pesar de que todo parecía ir bien en mi vida, un pensamiento persistente seguía ocupando mi mente: la necesidad de hacer que Lastter pagara por sus crímenes. Sin embargo, mi enemigo parecía haber desaparecido de manera misteriosa, sin dejar rastro alguno, desde aquel incidente. La frustración por no poder encontrarlo ni poner fin a su reinado delictivo seguía atormentándome, y me preguntaba cuándo y cómo volvería a cruzarse en mi camino.

Este pensamiento, era una de las cosas que había cambiado en mí. Había disfrutado meses atrás antes del accidente, el llevar una vida tranquila, perfecta para mí, pero había aprendido que, para que las cosas realmente estén bien, la dificultad debe estar presente en tu vida, de lo contrario, algo realmente puede estar mal con nosotros mismos, o se está gestando una cosa mucho peor, y a eso, sí le tenía miedo. 


Me encontraba en el colegio, en el soleado campo de fútbol, disfrutando del resto del tiempo que nos quedaba antes de terminar la jornada escolar. La risa fluía fácilmente, mientras observábamos a mi hermano, Kyle y Robín jugar un animado partido de fútbol. Robín, como de costumbre, hacía algunas jugadas espectaculares y siempre dedicaba una sonrisa a mi dirección, lo que me hacía avergonzarme y, de alguna manera, ruborizarme por no tener filtros sobre su interés hacia mí.

Kyle, por su parte, se había relajado bastante últimamente. Ya no parecía interesado en conquistarme, y gran parte del mérito debía atribuirse a Tatiana, quien había sido una especie de antídoto contra sus intentos. De vez en cuando, Tatiana hacía bromas en el campo, solo para llamar la atención de Kyle, y él respondía con una mezcla de exasperación y diversión.

Mientras observábamos el partido, Tatiana, Clear y yo comenzamos a hablar de los chicos. Tatiana, siempre descarada y sin filtros, no perdió la oportunidad de hacer algunas observaciones juguetonas.

—Andrea, ¿qué opinas de Robín? —preguntó con una mirada traviesa—. Parece que le has robado el corazón.

Reí ante su comentario, sabiendo que Tatiana estaba tratando de arrojarme un poco de luz sobre mis sentimientos por Robín.

—Robín es un buen chico, Tatiana. Pero, ya sabes que estoy comprometida con otras cosas —respondí, no queriendo revelar el secreto que Clear y yo manejábamos, todavía no le tenía demasiada confianza. 

Tatiana asintió, pero no parecía dispuesta a dejar el tema.

—Sí, lo sé, pero... ¿por qué no te das un espacio con él? Es buen chico, guapo, atractivo y aunque no tenga mucho dinero, no creo que seas de esas mujeres precisamente —confesó, sabiendo que, seguramente, tenía tiempo pensando en eso.

—¡No, claro que no! —confirmé, alarmada de una opinión de mí de esa forma—. Es solo que por ahora no deseo nada. 

—Si es por lo que viviste...

—¡Tatiana! —la reprendió Clear, sabiendo por donde iba aquel comentario. 

Clear me lo había dejado en claro cuando habíamos ido a la playa. debía, según ellas, solo superar a Dan. Y no es que no quisiera superarlo o que estoy arrastrada a mi pasado, pero lo que viví, definitivamente, era parte de quién soy. Ellas no lo entendían, y era el punto concreto por el que Dilan y yo nos unimos, ambos podíamos entendernos en esa situación porque habíamos vivido lo mismo. 

Por supuesto, Clear, que hasta ese momento había estado observando el juego en silencio, pareció incómoda por la conversación. Sabía que yo tenía una relación con Dilan, pero sentía que había algo más.

Kyle, entonces, se acercó a las gradas, dirigiéndose a Tatiana. La chica bajó las gradas para conversar con él, dejándonos a Clear y a mí solas por un momento

—Andrea, necesito preguntarte algo —dijo en un tono serio—. ¿Realmente estás siendo justa con Robín? Estás enviando señales mixtas, y me preocupa que le estés dando esperanzas cuando tienes a Dilan.

La pregunta de Clear me tomó por sorpresa. Era cierto que mi relación con Robín había sido complicada desde el principio, y estaba cuestionando mis propias acciones en ese momento.

—Clear, no estoy jugando con Robín. No le he prometido nada, y él sabe que estoy enfocada en mi vida en este momento —respondí, intentando justificarme, con seriedad. Lo menos que quería es que se hicieran ideas locas en sus cabezas.

Ella me miró con la misma severidad que yo tenía, sus ojos oscuros buscando los míos.

—Pero Andrea, las acciones a menudo hablan más fuerte que las palabras. Pasas tiempo con él, te ríes de sus bromas y, aunque no lo notes, le das esperanzas. Eres su amiga, y eso significa mucho para él.

¿Era en serio? Me sentí frustrada por la conversación. 

No me gustaba que Clear cuestionara mi comportamiento, especialmente cuando ella no sabía nada sobre mi vida. Quería explicarle que las cosas no eran tan simples como parecían, pero antes de que pudiera responder, Clear continuó.

—Y luego está Dilan. Tienes una relación con él, Andrea, una relación que no es un secreto. ¿Qué esperas lograr con Robín? ¿Estás considerando llevar dos relaciones al mismo tiempo?

Las palabras de Clear me hicieron sentir atrapada. Sí, me cuestioné si me estaba viendo como una zorra o una cualquiera, sin embargo, había evitado enfrentar esta realidad y ahora estaba en frente de mí. Dos relaciones al mismo tiempo no eran lo que yo quería, pero me sentía dividida, como si tuviera una parte de mi vida que no podía compartir con nadie más que con Dilan.

La tensión en el aire se volvió palpable, y antes de que pudiera pensar en una respuesta, me levanté de las gradas, frustrada y enojada.

—No puedo hablar de esto ahora, Clear. Simplemente no puedo —dije, alejándome de ella y de la conversación que había tomado un giro inesperado. No sabía cómo resolver este dilema, y sentía que mi mundo se tambaleaba en ese momento. Al menos, las aguas se habían vuelto turbias otra vez. 

Todo debería marchar bien, entonces. 

Mi celular vibró en uno de mis bolsillos, lo tomé y allí estaba un mensaje de Dilan: "No olvides la obra de teatro."

—¡Andrea! ¿¡A dónde vas!? —escuché el grito de mi hermano. 

Me volví hacia él, encontrándonos con la mirada, y con los colores en el rostro que seguro llevaba por mi enojo, respondí: 

—¡A casa! ¡Recuerda llegar a tiempo a la obra de Dilan! —le recordé, sabiendo que, aunque no lo deseara, Clear estaría con él. 

La obra que Dilan iba a presentar, era una obra de su propia autoría, denominada Lavanda. Una producción teatral innovadora que combinaba elementos de danza, música y el teatro en una experiencia única.

La historia seguía a Luna, una joven artista en busca de su voz creativa en el agitado Nueva York contemporáneo. Luchando con la presión de la ciudad y las expectativas de su familia, Luna se sumergiría en un mundo surrealista de sueños y deseos reprimidos. A medida que exploraría su identidad a través de la danza y la música, se encontraría con personajes enigmáticos que representaban diferentes aspectos de su subconsciente.

Los personajes incluían a "La Musa," una figura misteriosa que encarnaba la inspiración artística; "El Espejo," que reflejaba las dudas y los miedos de Luna; y "El Coro," un grupo de voces que narrarían su viaje emocional. A lo largo de la obra, Luna se enfrentaría a sus propios demonios internos y encontraría la liberación a través de la expresión artística.

Cuando Dilan me la mostró, quedé asombrada por su creatividad y su genialidad. "Lavanda", era un viaje emocional y sensorial que combinaba música en vivo, coreografías impactantes y diálogos poéticos para explorar temas de identidad, creatividad y autodescubrimiento en un mundo moderno. La obra desafiaba las fronteras entre las disciplinas artísticas y ofrecía una experiencia teatral única que solo podría encontrarse en Juilliard.

Dilan había venido a recogerme, cuando la tarde estaba a punto de convertirse en noche, y el cielo se teñía de colores cálidos y dorados que a través de los ventanales que daban hacia la ciudad de mi sala de estar podía entreverse.

—Vámonos, debo ir a cambiarme primero —dijo él finalmente, tomando su chaqueta del tendedero cerca de la puerta de entrada—. Tenemos que ir primero a mi casa.

Sonreí ansiosamente, mi corazón latía con emoción, como siempre.

—Como tú quieras, guapo —comenté en tono de broma, provocando una risa contagiosa en él.

Dilan se acercó a mí y me acarició los labios de manera seductora. Llevaba puesta una blusa roja deslumbrante y un pantalón de látex negro que realzaba mi figura, junto con unos tacones rojos elegantes. En mi cabeza, lucía una boina negra y un sobretodo blanco que completaba el conjunto que había decidido a usar.

—Yo ya estoy lista —agregué, mirándole fijamente. 

Me dio una mirada profunda, pero de esas que sientes tanta ternura que no sabes exactamente si has muerto o estas en el cielo. 

—Te ves perfectamente guapa. Desearía que mi novia fuera como tú —dijo, juguetonamente.

—Estoy segura de que tu novia debe sentir envidia de ser como yo —respondí, siguiéndole el juego—. Pero, si no nos vamos ya, podría enfadarse porque te habré besado en este momento —añadí mientras me acercaba a él con coquetería.

Dilan sonrió y me tomó de la mano, acariciando mis dedos con los suyos.

—Creo que no le diré nada si lo haces.

Sonreí ante su respuesta y le di un beso tierno. Sus labios se sintieron suaves contra los míos, y sus caricias eran una dulce promesa de la noche por venir. Se levantó del sofá con elegancia y habló de nuevo.

—Ahora mi novia sí que estará molesta. Pero, debemos irnos ya o se nos hará tarde.

Tomé su mano con una sonrisa traviesa y salimos juntos de mi apartamento. Justo en ese momento, mis padres llegaban a casa, y sus miradas se encontraron con la nuestra. Mi madre me miró con sorpresa, y mi padre pareció hacerse el desentendido. Sentí que el rubor subía a mis mejillas mientras soltaba la mano de Dilan rápidamente. Los nervios me invadieron al ser sorprendida en un momento tan íntimo, y el pánico se apoderó de mí.

Mi madre preguntó de repente, y el tono hostil en su voz me hizo tensar los hombros.

—¿A dónde irán?

Tragué saliva, nerviosa por su reacción.

—Bueno... Dilan presentará una obra en el centro de la ciudad, y me pasó buscando para que le acompañara —respondí tímidamente, intentando mantener la calma—. ¡Calev, también ira! —añadí apresuradamente, intentado que ese hecho, fuera de confianza para mi madre. 

Mi madre no perdió la oportunidad de mostrar su desaprobación de inmediato.

—¿Dilan? ¿Y desde cuándo tienes confianza para llamarlo así? Debes tener más respeto y llamarlo por lo que es, un profesor —dijo con un tono despectivo, dejando en claro su descontento.

Aquello, definitivamente estaba mal, mi madre nunca se había portado de esa forma con Dilan, incluso, jamás nos había pedido que lo llamáramos por su título, pero estaba segura de que no era estúpida, ella se había dado cuenta de algo. Bueno, ambos, pero mi padre parecía más contrariado en querer defenderme de mi madre que de la situación que implicaba que estuviera con Dilan. 

T como siempre, tranquilo y caballeroso, Dilan intervino para intentar suavizar la tensión.

—Disculpe, señora. Es mi culpa. Yo le he pedido que no me llame así, las etiquetas me molestan un poco. Además, su hija para mí es una gran amiga, así como lo son ustedes y Calev.

Pero mi madre no parecía dispuesta a dejarlo pasar.

—Los amigos no deberían caminar por la calle agarrados de manos —respondió mi madre, aclarando lo que había visto—. Necesito que ambos tomen en cuenta la posición en la que están, y tengan cuidado con lo que hacen o con las ideas locas que sus mentes puedan formar. Confío en su criterio como adulto, profesor —volvió a enfatizar ella. 

Mi padre, Castre, intervino para poner fin al intercambio de palabras hostiles.

—¡Basta, Georgina! Déjalos que se vayan. Y tú, Dilan, cuida de mi hija. Esta ciudad es un poco alocada para mi gusto.

Dilan asintió con gratitud ante la intervención de mi padre y, a pesar de su habitual calma, pude notar un dejo de nerviosismo en sus gestos mientras frotaba sus manos.

—Está en buenas manos, señor —añadió Dilan con una sonrisa forzada. 

Mi padre, se llevó a rastras a Georgina, para seguir su camino al apartamento, quien parecía haber logrado su objetivo de cuidarme, pero mi madre había dejado su huella de desaprobación absoluta. Mi madre me lanzó una última mirada de advertencia antes de alejarse, y yo me quedé allí, sintiendo la presión y el nerviosismo de la situación.

Continuamos nuestro camino hasta su auto, y al llegar, no pude evitar sentir un nudo en el estómago. Dilan me besó suavemente, tratando de calmarme.

—Tranquila, todo va a estar bien —me reconfortó, pero su mirada reflejaba una preocupación compartida.

—Creo que nos han descubierto, Dilan —dije, con el ceño fruncido, temiendo las consecuencias de ese encuentro.

Dilan se tomó un momento para procesar mis palabras antes de responder, y su rostro reflejaba una mezcla de determinación y preocupación.

—Bueno, si es así, hablaré con ellos. Les diré lo mucho que me importas y que, si es posible, me casaría contigo en este mismo instante.

El comentario sobre el matrimonio me tomó por sorpresa, y respondí apresuradamente, sintiendo un atisbo de desesperación.

—¿Casarnos? Eso sería ridículo, Dilan, en serio. No me veo como esposa.

Dilan cambió su expresión de alegría a una de desconcierto, y su voz mostró un toque de herida.

—¿Ridículo? ¿No soy suficiente para ti?

—No, Dilan, no se trata de eso —comencé, sintiendo que las palabras se atascaban en mi garganta—. Es solo que no estoy preparada para algo así. Además, soy solo una niña. Tengo 16 años y en poco tiempo cumpliré los 17. No es el momento de pensar en casarnos.

Dilan pareció asimilar mis palabras y suspiró con resignación.

—¿Una niña? No dices eso cuando estás enfrentando villanos.

—¿Eso te molesta? —en serio, no podía creer lo que me estaba diciendo—. Sabes qué, eres increíble, Dilan —respondí, sintiendo que mis emociones oscilaban entre la frustración y el miedo, apunto de bajarme de ese auto pero no quería parecer una niña.

Dilan, finalmente, llegó a una conclusión sensata.

—Andrea, mejor marchémonos. Hablaremos de esto más tarde. Es evidente que ahora no es el momento adecuado.

Dilan encendió el auto y comenzamos a alejarnos. 

Llegamos a su casa, y sin decir una palabra, él se dirigió rápidamente hacia la ducha. Me quedé esperando en la sala, y al igual que durante todo el camino, estaba tratando de procesar todo lo que había sucedido. Sentía como si un torbellino de emociones se hubiera apoderado de mí, y cada pensamiento que cruzaba mi mente era como una ola que me arrastraba en una dirección diferente. 

No podía evitar sentirme molesta y confundida por la reacción de mi madre y por haber sido sorprendidos de esa manera, mucho menos que a Dilan se le ocurriera la idea de pedirme matrimonio en una situación así. O peor, que creyera que estaba lista para algo como eso. ¿Se había vuelto loco?

Mientras esperaba, mis ojos vagaron por la sala de estar de Dilan. Nunca me había detenido a observar su casa con detalle. Tampoco, es que hubiera ido muchas veces, y esa era la primera vez que entraba en realidad. La decoración era moderna y artística, pero tenía un fuerte aire masculino. Pensé que definitivamente necesitaba un toque más femenino de inmediato.

Sin embargo, lo que realmente llamó mi atención fue una foto en particular. En la imagen, Dilan estaba vestido elegantemente y a su lado estaba una mujer rubia con un vestido de novia blanco. Mi corazón comenzó a latir con fuerza, mis manos temblaban ligeramente, y murmuré entre susurros mientras observaba la foto, en una imagen tan típica de una boda.

—Está casado...

Sentí que todo se desmoronaba dentro de mí. Era como si el maremoto que había estado esperando finalmente hubiera llegado, arrastrándome en un torbellino de emociones incontrolables.




E

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen2U.Pro