7. Winson

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Capítulo 07| Winson

Jennifer Harper.

———🌙———

—¿Qué es lo que no te gusta? —interroga—  ¿Que te mire?

—En realidad, no me agrada que me observen —aclaro, tragando saliva.

—¿Y se puede saber por qué? —ladea la cabeza frunciendo el ceño.

—No hay un motivo específico. —Suspiro, alejándome y sentándome en la orilla de la cama.

—No tienes diálogos. —Me dedica una ligera sonrisa.—Desde aquí puedo percibir el rubor en tus mejillas.

Por instinto, toco mis mejillas con la palma de mi mano y las siento un poco calientes. Ante eso, me ruborizo más y siento que el ambiente frío de la casa ya no está.

—Es... por el frío. —Tartamudeo torpemente.

—Sabes que está mal mentir. —Baja su mirada a mi boca y vuelve a subirla hacia mis ojos.—Y vaya que la aprietas.

Noto la fricción que hacen mis dientes y relajo el semblante dando un suspiro exagerado.

—Me conoces hace pocos días. —Aclaro.—Es obvio que no me conoces lo suficiente.

—Sé analizar muy bien a las personas, Jeimi. —Camina a pasos lentos hasta quedar de frente, agarra mi barbilla y me obliga a mirarlo.—Y he estudiado cada uno de tus gestos. —Ensancha una sonrisa.—No intentes engañarme.

Deshace su agarre bruscamente y se aleja, yéndose a su armario. Quedo inmóvil por unos segundos, atónita, mirando la pared, pero un ruido proveniente del armario me hace desviar la mirada. A los pocos segundos sale y se acerca hasta donde estoy con un jersey en manos.

—Ponte esto. —Me lo tira y cae en mi cabeza, despeinándome.

Me quito el jersey de la cabeza y lo pongo en mi regazo.

—No hacía fal...

—Sí que lo hace. —Interrumpe, sentándose en una mesita auxiliar cerca de la cama.—Supuestamente tenías frío.

—¿Y cuándo...?

—Me lo devuelves mañana.

—¿Y qué te hace pensar que mañana nos volveremos a ver? —Inclino la cabeza.

—Tal vez una excusa para que vuelvas a mi casa. —Sonríe encogiéndose de hombros.

Muerdo mis labios sintiendo otra vez el estúpido rubor en mis mejillas, las aceleradas palpitaciones de mi corazón, como mi sangre circula muy aceleradamente, el cosquilleo molesto que proviene detrás de mis orejas y en la nuca. Puedo sentir cómo solo focalizo a él y a nadie más en todo el mundo; todo lo demás desaparece. No oigo nada y ni veo nada, solo a él.

Sé que suena estúpido, pero es muy inevitable ver el mundo así cuando lo tengo de frente. Sé que lo conozco hace poco, pero desde la primera vez que nos vimos, me pareció muy guapo en todos los sentidos. No me importaba nada ahora, solo él.

En Chicago tuve algunos que otros novios, pero sentía que no me hacían volver tan locamente enamorada, y nadie nunca me causó ese rubor por la tensión sexual que provenía del ambiente.

—Fácilmente me pueden invitar otra vez. —Opino torciendo el labio.

—Fácilmente puedes rechazar mi invitación. —Murmura entrecerrando los ojos.

—Sería de muy mal gusto. —Bufo cruzándome de brazos.

—Está bien. —Se levanta suspirando.—Entonces mañana a las seis en Winson.

—¿Cómo? —Me levanto rápidamente de la cama y él se dirige hacia la puerta y camino hacia él.—¡Oye!

Le agarro el brazo antes de que toque el picaporte de la puerta y lo obligo a darse la vuelta.

—¿Te lo tengo que volver a repetir? —suspira, apoyándose en la puerta con los brazos cruzados.

—¿Cómo que Winson? —frunzo el ceño, poniendo los brazos en jarra.

—La cafetería. —Bufa cansado—Está a la vuelta del instituto.

—¿Y qué hay ahí?

—Salida de amigos. Ya sabes, planes de vacaciones. —Explica.

Se desata de mi agarre, que por cierto no me había percatado de que aún lo seguía tocando. Gira por su propio eje y abre la puerta para avanzar por el pasillo.

—Ponte el jersey. —Ordena alejándose—Hace frío.

Suspiro, pasándome el jersey por la cabeza para ponérmelo. Me queda algo grande, pero el calor que emana de él es reconfortante. El jersey es de color negro, con letras tipo grafitis que dicen algo en inglés que no logro descifrar.

Lo siento, no soy buena en inglés.

Luego de abrigarme, bajo las escaleras que rechinan mucho. El ruido es molesto a cada paso que doy, pero por la parte central, donde está la alfombra, se escucha con menos molestia. Al parecer, esta casa es antigua, como todas las de este pueblo.

Al terminar de bajar las escaleras, me dirijo hacia la cocina. Oí un ruido de un vaso proveniente de allí. Y sí, Ciro estaba de espaldas, tomando un vaso de agua, con...

¿Una pastilla? ¿Está enfermo? No lo había notado.

—Me dolió la cabeza. —Contesta antes de darle un trago al vaso y dejarlo vacío en la mesada.

Asiento, pero soy consciente de que no puede verme. Empiezo a pasear por la cocina y me siento en uno de los taburetes. Apoyo mis codos en el mármol frío de la cocina y entrelazo mis manos mientras apoyo mi barbilla allí.

Y me dispongo a mirarlo. Al parecer, siente mi mirada, se da media vuelta y se acerca a pasos lentos hasta quedar frente a mí. Si no fuera por el gabinete que nos separa, estaría tan jodidamente cerca. Y no me quejaría de eso.

Mientras lo miro, puedo ver cómo pone sus manos a los costados de él, tocando el mármol. Se aprecian unas cuantas venas que sobresalen por sus brazos bien tonificados.

Dios, el negro le sienta muy bien.

—Voy a fingir que no me di cuenta de que me comes con la mirada.

Levanto la vista para ver cómo se muerde el labio para no formar una sonrisa.

—Baja un poco el ego, Parquet. —Suspiro, poniendo mis manos en mi regazo.

—Nunca.

Abro la boca para contestarle, y me percato de que el celular vibra con una notificación. Es un mensaje de mi mamá.

Mamá:

Y sí que lo era. Ya eran las once de la noche, y tenía que volver, ya que tenían que cerrar con llave la puerta, y yo no tenía una de repuesto.

Jennifer:
Ahí voy.

—¿Qué sucede? —Ciro aparta la mirada del celular para mirarme con una expresión penetrante.

—Debo volver a casa. —Bufo pesada, guardando el móvil en mi jean.

—¿No te quedarás para el postre? —cuestiona, inclinando la cabeza.

—¿Había postre? —elevo una ceja.

—No, pero era una distracción para que te quedaras otro rato más. —Se encoge de hombros y me da una sonrisa.

—Para la próxima, me debes un postre. —Ordeno, poniéndome de pie.

—Pues mañana. —Bufa divertido, acercándose al pasillo.—En Winson hay cosas para chuparse los dedos.

—No sé ni la más mínima idea de dónde queda Winson y dónde queda el instituto. —Dejo salir aire por mis labios mientras lo sigo.

—No te preocupes. —Dice antes de pararse a abrir la puerta y el frío seco de Memphis nos recibe con una bienvenida— Paso por ti.

La noche está muy oscura, y las calles apenas cuentan con algunas luces. Los vecinos parecen haberse dormido, ya que las luces de sus casas están apagadas.

—¿Les gusta la oscuridad acá? —pregunto, esperando en el porche a que Ciro cierre la puerta.

—Lo que pasa —cierra la puerta con seguro y se gira para mirarme— es que hay muchos ancianos por esta calle. —Pasa a mi lado y camina por el camino de cemento de su patio, encogiéndose de hombros— Ya sabes, por todo se quejan y les molesta mucho la luz.

Mientras lo sigo, me doy cuenta de que él solo lleva una remera de mangas cortas, y yo, que tengo el jersey... Bueno, su jersey, no puedo soportar el horrible frío de esta noche. Al parecer, alguien ya está acostumbrado.

Me abrazo a mí misma para intentar tener calor, pero ni eso funciona. Veo que con cada respiración, el aire sale de mis fosas nasales como humo. Siento cómo los dedos de mis pies y manos están tan congelados que ni logro sentirlos.

—Y no lo digo por tu abuela. —Habla, matando el silencio.

¿De qué habla?

De los ancianos y lo quejosos que son con que haya muchas luces encendidas en las casas, Jennifer.

Hum, cierto.

Continuamos caminando en la oscuridad, y aunque no entiendo del todo su lógica, me hace sonreír. Ciro es un enigma, pero uno que quiero descifrar.

—Mi abuela toma pastillas y aunque se desate una guerra en Memphis, nunca se despertaría. —Sonrío al recordar a mi abuela babeando cuando duerme.

—Las Suvorexant.

—¿Cómo sabes eso?

Nos detenemos en el portón de la casa de mi abuela y quedamos de frente, mirándonos en busca de respuestas.

—Mi mamá es farmacéutica. —Gira los ojos—Obvio que sé cosas.

—Mmh. —Me limito a decir por el frío que hace y porque mi cerebro parece estar a punto de congelarse.—¿Tu mamá está trabajando ahora, cierto?

Asiente, elevando una sonrisa.

Fruncio el ceño y miro a mi alrededor, luego vuelvo a mirarlo. Nota que tiene una expresión de confusión.

—¿A quiénes atiende? Acá no hay nadie. —Digo obvia.

Da un gran suspiro que se convierte en humo alrededor de nosotros.

—Es en el centro del pueblo.

—¿Y?

Niega la cabeza, mirándome mientras se pasa una mano por el pelo, despeinándolo.

—Allá hay movimiento de personas. —Pone las manos en los bolsillos de su pantalón—Ya lo verás mañana en la cafetería.

—¿Y todos los días está en su trabajo? —Interrogo preocupada.

—No. —Bufa divertido—Trabaja como profesora.

—Vaya.

—Sí, vaya. Después de la muerte de papá, ella quiso intentar otras cosas.

—¿Entonces siempre estás solo?

—Asiente. —Casi la mayor parte del tiempo.

Cuando intento contestar, noto que una gota cae en mi frente, luego otra, otra y otra. La lluvia se vuelve un chubasco en cuestión de segundos. El frío se vuelve peor, los árboles se mueven a causa del viento fuerte, y la acera tiembla como si los árboles fueran a irse volando con raíz y todo.

Veo a Ciro y noto que todo este tiempo me estuvo mirando. Suelto una ahogada risa al ver que todo su pelo está mojado y que se mueve un poco por el viento.

—Tú estás igual. —Me empuja suavemente el hombro.

—Lo siento, pero... —Y río otra vez.

Aunque se vea gracioso, logro notar que su remera está pegada a su torso y que su abdomen está muy bien trabajado.

—Uh. —Rueda los ojos y se muerde el labio para no asomar la risa—Vete a tu casa.

Me vuelve a incorporar y logro hablarle sin interrupciones.

—Está bien, nos vemos mañana.

Se sonríe y asiente.

Mientras abro el portón, miro hacia mi costado y él está caminando tranquilo, como si no notara que hay una lluvia fuerte y el viento está como si fuera el fin del mundo.

Entro al patio y me doy la vuelta para cerrar el portón. Me percato de que Ciro gira sobre sus talones y me está mirando.

—Y una cosa. —Alza la voz y se acerca a pasos rápidos—Lo que te conté de mi papá...

Suspira mirando hacia abajo y deja la frase sin completar.

—¿Sí?

—No le cuentes a nadie, por favor. —Suplica mirándome a los ojos.

—¿Nadie más lo sabe?

Sabía que todo Memphis sabía lo de su padre, pero se me hacía extraño que suplicara que no le cuente a nadie. ¿Por qué contarle a alguien algo que ya todos conocen?

No es que iba a ir corriendo a contar a alguien, pero se me hacía estúpido contarle algo cuando ya todos conocen la historia completa.

—Sí. —Declara suspirando—Pero nadie me vio llorar por eso.

Oh.

Claro, me había olvidado. Recuerdo que mi mamá me dijo que tuvo como una especie de shock por la noticia o algo así. Pobre, seguro no se mostraba así al mundo, seguro no le gustaba llorar frente a alguien sobre eso.

—No tenía pensado contárselo a nadie. —Me encogí de hombros despreocupada.

—Gracias. —Suspira aliviado como si hace tiempo estuviera conteniendo el aire.—Nos vemos, Jenn.

Se dio la vuelta y echó a correr por el asfalto mojado, hasta que ya no lo alcancé a ver por la oscuridad.

—Adiós, Parquet. —Musito con media sonrisa.

Camino a grandes zancadas para llegar al porche y...

¿No mojarme? No, ya estaba toda empapada.

Pero digamos que para no enfermarme, suspiro tocando la puerta. Escucho cómo unos pasos se acercan y la puerta se abre. Logro ver a mi hermano con su pijama y una taza de leche.

Al mirarme, no duda ni dos segundos en estallarse de risa.

—Te ves horrible. —Logra hablar luego de reírse.

—No pedí tu opinión. —Arrugo la ceja y lo empujo para lograr pasar.—¿Nuestros papás? —Interrogo al ver que no hay nadie en la sala de estar.

—Arriba. —Responde cerrando con llave la puerta.

Me apresuro en subir las escaleras y llegar a mi habitación antes de que me hagan un interrogatorio sobre lo que hice.

———🌙———

—Que buena ducha —murmuro acostándome en la cama, ya bañada y cambiada.

Intento cerrar los ojos para finalmente dormirme, pero me sobresalto al escuchar el ruido de la puerta.

—Jenni... —es mi papá.

—Jennifer, sé que estás ahí. Abre. —Ordena luego de tocar la puerta.

Bufo, rodando los ojos y levantándome de la cama. Camino sin levantar los pies del suelo y hago ruido al chocar contra la madera.

Abro y entrecierro los ojos al ver la luz del pasillo.

—¿Qué pasa? —Bufo enojada.

—El techo. —Lo señala—Lo pinté.

—Mmh. —Puedo ver la pintura que se diferencia de la otra, que es blanca, pero por los años se manchó un poco—Gracias. —Giro la cabeza para mirarlo.

Asiente con una cálida sonrisa.

—Duerme bien, Jenni.

—Tú igual. —Le sonrío y cierro la puerta en su cara.

Me tiro de un salto otra vez en la cómoda cama. Cuando ya estoy cerrando los ojos y todo se vuelve oscuro, empiezo a escuchar el ruido de mi celular.

Me incorporo para sentarme y buscar mi celular entre la ropa que dejé tirada en la cama.

Al fin lo encuentro y miro la pantalla.

—Mierda. —Mascullo, entrecerrando los ojos al ver la cantidad de iluminación que tiene el celular. Siento cómo me arden los ojos.

Intento bajar el brillo de la pantalla, pero el sonido de la llamada me desespera. Acerco más el celular a mis ojos para lograr ver el nombre de quien me está llamando.

"Sofi."

—Lo siento, Sofi. —Apago el celular y lo tiro a la mesita de luz—No estoy de ánimo. —Mascullo, acomodándome en la cama y cayendo rendida.

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•Chubasco: Lluvias fuertes, repentinas y ventosas.

———🕸———

Holaaa ¿Como están? Espero que muy bien. Estuve un poco desaparecida, les juro que me estoy esforzando mucho para subir los capítulos pero dioss es tanta presiónnn.

Pero tranqui aquí les tengo el capítulo 7😏

Aquí el interrogatorio:
¿Vieron que Ciro le prestó su jersey?😍

Na mentira estoy bromeando ¡¡¡QUÉ PASARÁ EN LA CAFETERÍA!!! ¿Es una cita o no? ustedes que creen.

Leo teorías😁

Nos vemos en otro capítulo y les agradecería millones si me siguen, comentan la historia y obviamente votarla.

También estaré viendo los diseños que hacen con los personas si se animan🤩

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