6. Mila Adams

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Capítulo 06| Mila Adams

Jennifer Harper

———🌙———

—¿Así que debo ganarme tu confianza, Jeimi? —preguntó Ciro mientras abríamos la caja de pizza y nos servíamos en los platos.

—Así es —respondí antes de llenarme la boca con un pedazo de pizza cubierto de queso y pequeños salamis—. Igual me caíste bien desde el principio —admití, masticando el bocado.

Ciro bufó divertido—. ¿Qué hice para merecerme la confianza de Jennifer Harper?

—No lo sé—me encogí de hombros—. Tienes la pizca —le dediqué una media sonrisa.

—Ay, ya lo sé, ya lo sé —agitó la mano en señal de no importancia.

Me río negando la cabeza y mordiendo otro pedazo de mi porción de pizza. El silencio llenó la habitación mientras continuábamos comiendo pizza. Los perros afuera aullaban, y el sonido de nuestras masticadas se mezclaba con el leve zumbido de la televisión. El pueblo era tan diferente de Chicago, donde los ruidos de la ciudad nunca cesaban.

Mientras tanto me dedico a mirar a mi alrededor. Ciro estaba muy ocupado sacándole un poco de salsa a la pizza.

Que chico extraño ¿Como no le va a gustar la salsa?

Niego mentalmente y sigo mirándolo. Sus brazos bien formados delataban sus visitas al gimnasio, y un collar de perlitas blancas adornaba su cuello. Su cabello estaba perfectamente peinado, y un tatuaje de una luna llena con nubes tapándola se destacaba en su piel. Una cicatriz sobre su ceja añadía un toque intrigante a su rostro.

—¿Qué piensas? —preguntó Ciro, notando mi mirada fija en él.

—Estoy tratando de descifrar qué historia hay detrás de esa cicatriz —confesé, señalando su ceja—Y también me intriga tu tatuaje.

Ciro sonrió—. Historias para otra ocasión, entonces.

Asentí, sabiendo que había mucho más por descubrir en aquel chico misterioso. La tranquilidad del pueblo nos envolvía, y por un momento, me olvidé de todo lo que había dejado atrás en la gran ciudad.

—Me pones nervioso—Me doy cuenta de que lo he estado mirando demasiado, y él ya ha terminado su porción de pizza.

Maldición, Jennifer, ahora sí la cagaste. ¡Y mucho!

—Lo siento —me disculpo, llevando la mirada a la pizza que aún está en mi plato.

—¿Jenim?—su mano va directo a mi mejilla y me obliga a mirarlo—. Te ves linda.

—¿Cómo?—frunzo el ceño.

—Que te ves linda, Jenn—me sonríe, separándose de mí y acomodándose en su silla—. Tu pelo, me gusta.

—¿Mi pelo? —me toco por instinto el cabello y frunzo aún más el ceño.

—Sí, Jeimi—sonríe ampliamente—. ¿Entraste en un estado de trance o algo así?

Ves, Jennifer, ¿qué haces? El chico ya piensa que estás loca.

—¿Qué? No, claro que no, solo...

—No digas nada si no quieres —me interrumpe, encogiéndose de hombros—. Solo quería decírtelo y ya.

Ves, Jennifer, ya la cagaste con tu frialdad.

¡No haces nada bien, mujer!

—Gracias —me limito a decir.

—No hay de qué —se encoge de hombros.

Me meto un gran pedazo de pizza en la boca para no seguir con esa conversación incómoda. ¿En serio piensa que soy linda? Eso no me lo esperaba.

Una alarma empieza a sonar, interrumpiendo mis pensamientos. Miro a Ciro, quien consulta su muñeca para apagar la alarma y ver la hora en su reloj.

—Ya vuelvo —dice, dejándome sola en el comedor.

Escucho que camina por el pasillo y abre una puerta que al parecer tiene llave. Logro escuchar sus pasos bajando por unos escalones.

Luego de unos segundos, se escucha el ruido de...

¿Una lavadora?

¿Quién tiene una alarma para prender una lavadora? Y al parecer no solo una, sino dos.

La llave giró en la cerradura, y Ciro volvió a entrar al comedor. Se sentó frente a mí, y su mirada parecía más cansada que antes.

—Mi mamá se vuelve loca si no está toda la ropa lavada antes de que ella llegue—explicó, como si quisiera justificar la alarma para prender las lavadoras—. Trabaja doble turno en la farmacia. Vuelve agotada.

Asentí, sintiendo compasión por él. Su madre debía estar pasando por momentos difíciles y trabajabar incansablemente para cuidarlo

—Siempre se te olvida lavar la ropa—comenté, observando cómo sus ojos se oscurecían.

Ciro forzó una sonrisa—Siempre.

Nos manteníamos comiendo las pocas porciones de comida que quedar y él volvió a hablar.

—¿Te enteraste lo que pasó esta madrugada?

Le fruncí el ceño—No, ¿Que pasó?

Suspiro mirando la última porción de pizza en la caja—Otra desaparición.

—¿Cómo...?—tragué saliva— ¿Cómo sucedió?

—Mila Adams, era la novia de un buen amigo—comenzó Ciro, su voz más suave—. Anoche, en una fiesta de inicio de vacaciones, todo se salió de control. Harry, su novio, estaba completamente ebrio y drogado. Mila estaba sobria, pero él no le prestaba atención. Discutieron, y ella decidió irse sola. Luego encontraron su cuerpo cerca del instituto, maltratado y con un mensaje escrito con su propia sangre: "Sino la cuidas tú, la cuidaré yo".

La tristeza en los ojos de Ciro me afectó. Mila no merecía un final así.

—¿Ustedes se llevaban bien?—pregunté, imaginando la angustia que debía sentir.

—No éramos amigos cercanos, pero siempre me cayó bien—dijo Ciro, forzando otra sonrisa—. Aún no han podido enterrar su cuerpo. Me duele pensar que no descansa en paz.

—Hey—Le di un apretón en el hombro y le dediqué una sonrisa forzada. —No te sientas mal, pronto encontrarán al culpable de todo esto.

—Varias malditas desapariciones cada semana y nadie hace nada, Jeimi— Sus ojos se humedecieron. —Papá... él...— Su voz tembló mientras sollozaba. —Mi papá nunca...—Pasó una mano por su cabello despeinado y limpió las lágrimas que corrían por sus mejillas.

—Shh, ya está, no hables de eso si no quieres— Empecé a sobarle la espalda.

—Sí quiero.—Me miró con tristeza y aclaró la garganta. —Cuando tenía nueve años, éramos la familia perfecta, con casa perfecta, padres e hijo perfecto.— Su mandíbula se apretó. —Una noche, mi papá salió a fumar; mamá nunca le gustó el olor a tabaco dentro de la casa.— Bufó divertido. —Una noche como cualquiera otra, ella estaba haciendo la comida y yo viendo televisión. Luego de que la comida ya estaba, mi mamá notó que él no volvía. Lo buscamos por todas partes hasta la madrugada, pero no pudimos hallarlo.—Su voz se debilitó. —Avisamos a la policía y lo dieron por desaparecido. Dos meses después, olvidaron su caso.— Me miró y su ceño se frunció.—Estoy seguro de que estas desapariciones tienen que ver algo con mi padre. No sé si él está vivo o muerto, pero quiero saber qué pasó con él.—Su labio tembló. —Quiero saber quién es la persona de tan mal corazón para hacer eso.

—Pero la policía...

—La policía es una jodida mierda, Jeimi.— Me interrumpió.

—Quiero ayudarte.

—¿Estás dispuesta a romper las reglas?—Me dedicó una sonrisa triste.

—Para eso están los amigos.—La comisura de mi labio se curvó y me acerqué para limpiarle las lágrimas con mi pulgar.

—¿Tu amigo?— Bufó divertido.

—¿No quieres serlo?— Le sonreí ampliamente.

—No te sientas ofendida si te digo que no.— Se encogió de hombros.

—Eres un gilipollas.—Bromee conteniendome la risa.

—¿Gilipollas?

Asentí.

—Oye—Me señaló con su dedo índice—Todos menos eso.—Me sonrió, mirando con los ojos brillantes.—Y hablando sobre fiestas.

—No estamos hablando de fiestas.—Lo interrumpí.

—Me da igual—Rodó los ojos.—La próxima semana habrá una. ¿Vienes?

—¿Una fiesta?—Pregunté, cruzándome de brazos e inclinando la cabeza.

—El aniversario de Memphis—Afirmó—Una semana completa de fiestas.

¿En serio me invitó a una fiesta donde no conocía a nadie y, para rematar, me acaba de contar que una chica murió saliendo de una fiesta de esas?

¿Este chico está bien de la cabeza o nació antes de tiempo?

—¿La van a celebrar?—Inquirí.

—El alcalde nunca se perdería una fiesta solo por una muerte—Suspiró, negando con la cabeza—Pero en fin, ¿me acompañas?

—¿Qué tan segura es esa fiesta?—Me mordí el labio inferior.

—Pues teniendo a Ciro Parquet de acompañante, seguramente es cien por ciento segura—Me regaló una sonrisa de oreja a oreja.

—Lo tendré en cuenta—Agarré mi celular para ver la hora.

—¿Ya te vas?—Preguntó entre dientes.

—Más tarde—Musité.

—Perfecto—Enbozó una sonrisa—¿Quieres jugar algo?

Suspiré—Me da miedo lo que salga de tu boca.

—¿Disculpa?—Frunce los labios-Soy un Ángel, ahora ven.

Se pone de pie y da una seña para seguirlo. Por lo visto vamos otra vez a su habitación.

Al subir por las escaleras me percato que hay varias puerta, ya había entendido que era una casa muy espaciosa, también que era una vivienda que tenía muy poca iluminación y se notaba el aire frío del pasillo.

No sabía que me daba más miedo; si tendría que jugar un juego con él en su habitación o que la casa estaba muy poca iluminada y hacía frío en ella.

Nos adentramos de vuelta a su habitación y cierra la puerta detrás de él y presiona su espalda en ella. Lo miro fijamente en busca de que dialogue algo pero no dice nada. Solo se me queda mirando y entrecierra sus ojos para fijar más la vista y traza una línea con sus labios. Aparto la mirada y me pongo a mirar mis zapatillas.

La tensión en la habitación era palpable mientras él se acercaba lentamente. Mi corazón latía con fuerza, y mis pensamientos se enredaban como hilos en un ovillo. ¿Qué estaba pasando? ¿Por qué me afectaba de esta manera?

—¿Por qué bajas la mirada? —Susurró, su voz rozando mi piel.

Levanté los ojos hacia él, sintiendo cómo el espacio entre nosotros se reducía. Retrocedí hasta chocar con la punta de la cama, y él se detuvo a escasos centímetros de mí. Las puntas de nuestras zapatillas se rozaron, y el aire pareció cargarse de electricidad.

—¿Co... cómo? —balbuceé, incapaz de articular una respuesta coherente.

—¿Por qué...? —elevó la mano y apartó un mechón de mi cabello que caía sobre mi rostro— ¿Por qué apartas la mirada, Jeimi?

Sus ojos azules me atraparon. Eran intensos, deslumbrantes. Sentí un escalofrío recorrer mi espalda. Era hermoso, sin duda, pero no podía permitirme sentir más. Las vacaciones terminarían, y yo me iría de Memphis. No volvería a cruzarme con él. Sin embargo, nunca antes había experimentado estas emociones con alguien más. ¿Qué estaba sucediendo?

La habitación parecía encogerse, y el tiempo se detuvo mientras nos mirábamos. ¿Debía alejarme o dejarme llevar por esta extraña conexión? No tenía respuestas, solo un corazón acelerado y una mente confundida.

¿Qué haría ahora?

La tensión en la habitación era palpable mientras él se acercaba lentamente. Mi corazón latía con fuerza, y mis pensamientos se enredaban como hilos en un ovillo. ¿Qué estaba pasando? ¿Por qué me afectaba de esta manera?

Ciro Parquet tenía algo que me hacía sentir palpitaciones aceleradas en el corazón. Su tacto erizaba mi piel, su mirada me desnudaba y su sonrisa me dejaba completamente ciega ante lo que podría llegar a hacer. Pero no podía permitirme enamorarme. Él no me correspondía, y pensar en eso me partía el corazón. Aunque en Memphis deseaba cambiar de opinión, nuestros caminos eran demasiado opuestos.

No debía hacerme falsas ilusiones. Debía tachar cualquier sentimiento que trascendiera la amistad. Convencer a mi mente y a mi corazón de que él no significaba nada más para mí. Pero, ¿por qué actuaba así con Ciro?

La respuesta era clara;

—Porque no me gusta.

Lo empujé, y él dio pasos hacia atrás, liberándome del torbellino emocional que me embargaba cuando lo tenía tan cerca. Por fin podía respirar y sentir el frío ambiente de la habitación. Estaba entrando en calor, pero ya no más.

Él me miró con duda, sin comprender mi actitud inesperada. Debía disimular, no quería destruir la incipiente amistad que estábamos formando.

——🌙——

Buenos días, buenas tardes y buenas noches.

La primera desaparición desde que Jennifer está en Memphis😮

¿Conoceremos un poco más de Mila? O mejor dicho.. de harry🤫

Ok basta, Ciro me enamora más😭

Y me da tanta lástima por su papá😖

¿Les causa intriga saber cual información recolectaron Jennifer y Ciro sobre su papá? Pues a mi sí y lo verán en los próximos capítulos.

Los amo,no olviden de votar, comentar y seguirme que me ayudaría bastante a que juntos resolvamos el misterio de Memphis y dejar a los ciudadanos tranquilos🙌🏻❤

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