🎼6to

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SeokJin había tenido un día ajetreado con la viuda Park, había cancaleado el desayuno con TaeHyung y acudido al rescate de la mujer que necesitaba ayuda con algunas cajas que tenían mucha ropa del profesor para donar y SeokJin la había ayudado a moverlas.

Para el final de ese mediodía, y antes de que se desatará la tormenta pronosticada para ese día, la señora Park había puesto en marcha las cajas en el barco de donaciones con la ayuda del castaño y este no olvidaría jamás sus palabras:

— No sé que es lo que tienes, pero eres bueno consolando —mencionaba la mujer mientras volvían a su casa. Iba del brazo de SeokJin—. No ha pasado mucho tiempo, pero me siento bien donando sus cosas. Siempre estará en mis recuerdos y en mi corazón. Y en cada parte de nuestro hogar hay una memoria de ambos diferente —mencionaba con una sonrisa nostálgica—. Pero tenías razón, avanzar para mí significa lograr que él descanse en paz. Espero que lo haga, yo estoy mejor. Lo haré muchísimo mejor aún y finalmente comencé a dar clases de piano en la pequeña capilla de la isla.

SeokJin sonreía—. ¿Se decidió? —preguntaba sorprendido.

Aquello que había unido a ese par en un inicio había sido su amor a la música, pero ella nunca había puesto por obra sus dones para enseñar a otros, pese a que su esposo se lo había mencionado. SeokJin, lo sabía a causa del profesor y le había insistido sutilmente a que lo intentará.

— Sí. DoSoo siempre me decía que al menos lo hiciera de manera informal, porque seriamente era mucha presión para mí. Y resulta que en la isla, a muchos les interesan las clases de piano —mencionaba con una sonrisa amable mientras estaban llegando a su casa.

SeokJin a la distancia notaba el alma del profesor caminar cerca de ellos y sonreír enamorado a su mujer. Su aspecto no se veía tormentoso. Su ropa no estaba mojada. Sus lentes estaban sanos. Su rostro era pacífico y su sonrisa iluminaba todo, aunque SeokJin fuera el único que podía verlo.

Al llegar a la puerta de la casa de la señora Park, la mujer suspiraba y le sonreía una vez más.

— Gracias, joven Kim —decía tomando las manos de SeokJin—. No sé que tienes, Pero eres mágico, muchacho. Le habrías caído bien a mi esposo.

SeokJin sonreía, probablemente era el halago más adorable que le habían dado.

— Me pone feliz que haya avanzado finalmente. Todo tiene un proceso, pero si nosotros nos estancamos, ese proceso nunca puede realizarse. Somos nuestro propio motor —mencionaba SeokJin con una sonrisa, luego miraba al profesor DoSoo al lado de su esposa—. Y estoy seguro que su esposo está más que orgulloso de usted.

El hombre asentía sin dejar de ver a su esposa y depositaba un beso que la mujer no podía sentir físicamente sobre su mejilla, pero la sensación se esparcía como una dulce nostalgia que hacía sonreír a la mujer. Luego de eso, se metía en su hogar y SeokJin quedaba sonriendo a la puerta, para luego retomar su camino a su casa.

— Gracias —Park DoSoo aparecía frente a él.

El alma del profesor estaba totalmente renovada.

— ¿Finalmente avanzaras? —preguntaba sin dejar de caminar.

— Ella no se siente desdichada —mencionaba el hombre—, su tristeza al inicio me jalaba a quedarme aquí y nunca irme. Pese a que hay una tristeza allí, aún, no es tormentosa ¿Sabes?

— Eso es bueno. Deberías continuar. Ella irá mejorando de a poco. Quizás tendrá recaídas, pero tú necesitas avanzar. ¿Lo entiendes mejor ahora, no? —cuestionaba.

El hombre a su lado suspiraba—. Lo hago. Lo entiendo. Y gracias por haber ayudado, creo que sin ti ella no hubiera enfrentado esta nueva etapa y yo no sentiría la paz que siento ahora. Gracias Kim SeokJin.

El castaño sonreía y se inclinaba en forma de saludo—. Descanse en paz, señor Park.

El hombre sonreía, pero antes de desaparecer frente a sus ojos, dejaba un mensaje para SeokJin.

— HyunWoo está furioso —susurraba mirando a los lados—. Se le agota el tiempo. Merodea constantemente alrededor del cuerpo que desea obtener.

SeokJin aspiraba con fuerza—. ¿Quién es? ¿A quién quiere? No logro entender. Usualmente quieren poseerme a mí, pero él habla de un cuerpo disponible —susurraba—. De alguien más.

SeokJin sabía que una vez que el alma aceptaba su destino, el tiempo para despedirse no dependía de ellos. Eran llamados y SeokJin los veía desaparecer en un halo de luz cegante.

— ¿Cómo hago para protegerlo? —preguntaba una vez más.

— Tienes que enviar a HyunWoo al otro lado a través del ritual del Traspaso de Almas —respondía el profesor Park DoSoo con solemnidad.

SeokJin fruncía el ceño. El Traspaso de Almas era un antiguo rito que solo los chamanes de alto rango con conexión entre los dos mundos conocían. Requería una conexión profunda con el alma y una ofrenda de sangre. SeokJin había estudiado los textos antiguos durante años para saber proceder con este don (o maldición), pero nunca había realizado el ritual.

— ¿Cómo se supone que lo lleve a cabo? Jamás lo he intentado —mencionaba SeokJin, sintiendo la urgencia en su pecho.

El profesor Park DoSoo exclamaba: —Debes recitar las palabras al anochecer, cuando la luna esté en su punto más alto. Algo perteneciente al muchacho debe estar en un lugar sagrado, pero también debe haber algo perteneciente de la otra persona a la que él quiere poseer, para liberar al inocente de este acoso espiritual. La ofrenda de sangre debe ser tuya, SeokJin. Solo así podrás abrir la puerta al otro lado y permitir que HyunWoo encuentre su destino.

Pasando saliva, asentía, mientras la gravedad de su tarea caía sobre sus hombros. El alma de HyunWoo estaba en juego, el cuerpo y la vida de alguien más también y SeokJin no podía fallar. Él sabía dónde encontrar el ritual del Traspaso de almas, pero jamás habría creído que tendría que usarlo. Iba a preguntar quién era el cuerpo, pero antes de poder verbalizar su pregunta, el halo cegante de luz devoraba el alma del profesor frente a sus ojos y SeokJin se quedaba mirando a la nada.

Solo árboles. Muchísimas verde, el sonido lejano del mar, algunos pájaros cantando alrededor y su corazón latiendo como loco. No importaba cuántas veces contemplará el momento en el que lograba que un alma traspasara al otro lado, siempre iba a ser abrumador. Logrando que se sintiera tan insignificante como gratificante ser parte de algo tan inmenso.

Suspirando retomaba su caminata directo a su hogar. Dios, si Sehun supiera que apenas había logrado escribir algo decente en ese tiempo asentado en la isla, pondría sus manos en su cuello para recordarle que tenía que hacer valer el gran cheque depositado en sus cuentas bancarias. Carajo.

Pero SeokJin se olvidaba de sus respectivas responsabilidades cuando notaba quien estaba sentado sobre las escaleras de su casa con una canasta a su lado. La misma camisa hawaiana que le había visto vestir la primera vez y con una sonrisa angelical mientras el sol golpeaba en su rostro.

Es hermoso, pensaba SeokJin mientras contemplaba la figura despreocupada de TaeHyung.

— ¿Interrumpo? —exclamaba con suavidad no queriendo espantar al muchacho.

TaeHyung apenas saltaba en su lugar, abría sus ojos y sonreía hermosamente con esa sonrisa rectangular peculiar, mientras se ponía de pie e iba en dirección a SeokJin, más que decidido a abrazarlo.

— ¡Oh! —SeokJin correspondía sorprendido al entusiasmo del chico y a su cálido abrazo—. Buenas tardes a ti también.

TaeHyung sonreía y su risa impactaba justo en la oreja de SeokJin, cerca y vibrante. El chico olía fresco y dulce. Se encontraba absorbiendo un poco de ese aroma, mientras sus brazos se apretaban en la cintura estrecha de TaeHyung.

— Mmm~... —el joven gemía sin disimulo cuando SeokJin lo habia apretado con sus brazos—. Recibí tu nota esta mañana. Podrías haber tocado a la puerta —decía TaeHyung con voz ronca.

Un poco más de ese abrazo y se obligaban a separarse. Cuando lo hacían, SeokJin notaba el sonrojo en las mejillas de TaeHyung, era tan adorable como peligroso para su salud.

— Lo siento, la señora Park necesitaba mi ayuda. No quise dejarla sola en algo tan importante —mencionaba rascando su nuca y caminando en dirección a su puerta, estaba a punto de inclinarse para tomar la canasta.

TaeHyung lo seguía y tomaba la misma antes que SeokJin y sonreía—. Escuché los rumores, donó muchas cosas del profesor ¿Cierto?

SeokJin asentía mientras abría la puerta—. No fue fácil, pero ella lo hizo parecer así. Estaba de muy buen humor —mencionaba, haciéndose a un lado para permitirle a TaeHyung entrar.

— Eso es genial. Es una mujer muy capaz, antes de que llegarás estaba muy deprimida —mencionaba TaeHyung poniendo la canasta sobre la mesa de SeokJin—. Ya que no pudimos desayunar, dejaré mi budín de limón con semillas de amapolas como postre. Lo hizo mi padre anoche, es de mis favoritos—agregaba con seguridad—. Y te traje tilansias. Pasé la florería hoy y ocupé una de estas para ti —mencionaba con una sonrisa dulce, mientras extendía en dirección a SeokJin la planta.

El castaño sonreía—. No debiste, iba a pasar por la florería ¿Que te debo? —preguntaba colocándola en su rincón favorito de la casa.

TaeHyung ondeaba su mano y chasqueaba su lengua—. ¿Dinero? nada.

SeokJin suspiraba—. Tae —decía de forma sería, TaeHyung sonreía y luego mordía su labio inferior—. Es el negocio de tu padre, dime qué te debo —decía suspirando con una sonrisa dulce.

TaeHyung lo miraba fijamente—. De acuerdo —decía con seriedad mal fingida—. ¿Qué tal un beso? Eso saldaría tu deuda. Tanto de la tilansia como el desayuno que me quedaste debiendo esta mañana —mencionaba acercándose a SeokJin—. Eso serían dos besos.

El castaño tragaba saliva, admitía que el chico era decidido. Carajo, se sentía un poco fuera de práctica en todo esto del coqueteo y el romance. Aunque TaeHyung no era exactamente un niño, pero era increíblemente coqueto y parecía más joven debido a su energía.

— Bien —decía con una sonrisa tímida—. Dos besos serán —mencionaba, inclinándose hacia adelante.

Estaba listo para besar la frente de TaeHyung nuevamente, pero el chico tomaba su mentón y bajaba su rostro mientras elevaba el suyo propio.

— Ya besaste mi frente —susurraba TaeHyung, mirando sus ojos y luego los labios apenas abultados de SeokJin—. Puedes dejar uno aquí —decía, torciendo su rostro.

SeokJin sonreía intentando calmar sus nervios que lo hacían sentirse como un adolescente, mientras depositaba un suave beso en la mejilla izquierda de TaeHyung. El chico volteaba su rostro, quedando a centímetros el uno del otro.

— Te debo un segundo beso —susurraba SeokJin, sintiendo sus labios secos. Sus nervios seguían a flor de piel, mientras TaeHyung sonreía y giraba su rostro hacia el otro lado.

— Puedes dejar el segundo beso aquí —susurraba TaeHyung, aún sosteniendo el mentón de SeokJin con suavidad.

El castaño se inclinaba, dejando su segundo beso, pero TaeHyung apenas había movido su rostro, recibiendolo en la comisura de sus labios. SeokJin se encontraba atrapado en un torbellino de emociones. La cercanía de TaeHyung, su piel cálida y la intensidad de su mirada lo dejaban sin aliento.

El chico, por su parte, parecía disfrutar de su incomodidad. Sus ojos brillaban con una chispa traviesa mientras soltaba el mentón de Jin y jugaba con un mechón de su cabello. El aire estaba cargado de electricidad, como si el mundo entero se hubiera reducido a esos centímetros entre ellos.

—¿Qué estás pensando? —susurraba TaeHyung, su aliento rozando los labios de SeokJin.

Tragando saliva, SeokJin luchaba contra la urgencia de cerrar la distancia entre sus labios. No podía permitirse perder el control. Estaban reunidos por asuntos serios ¿No? Esto no era una cita romántica , ni mucho menos.

No podía permitirse nada con TaeHyung. No estaba aquí para ligar con el chico, tenía asuntos importantes que resolver y no tenían nada que ver con sus necesidades físicas.

El problema era que TaeHyung estaba decidido a obtener más de SeokJin que simples historias traumáticas y rechazos de su parte. Y eso iba a provocar un ataque en el escritor que apenas podía pensar con el chico tan entregado.

— Creo que deberíamos almorzar —murmuraba SeokJin, su voz apenas audible.

TaeHyung sonreía, una sonrisa juguetona y dulce. Inclinándose hacia SeokJin, su aliento cálido rozaba la piel sensible de su cuello. El escritor tragaba saliva, sintiendo cómo su corazón latía con fuerza. No podía evitarlo; TaeHyung era una tentación irresistible.

— ¿Almorzamos después? — susurraba TaeHyung, sus labios rozando la oreja de SeokJin.

El chico era una tortura, haciendo que SeokJin fuera incapaz de formular palabras coherentes. El deseo ardía en su interior, y sabía que no podría resistirse mucho más tiempo. Especialmente si TaeHyung seguía insistiendo descaradamente.


Mini maratón de 3 caps. 1/3 💜
Tremendos UwU

Con amor niñita Nanykoo 💜

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