twenty-four - what the party animal left behind

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chapter xxiv.
( iron man 2 )

te dicen que eres afortunada
pero estás muy confusa
porque no te sientes bonita
te sientes usada
lucky one ─── taylor swift

mansión stark
26 de mayo, 2011

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—Sí, pero los fundamentos de la empresa siguen siendo muy fuertes a pesar de los sucesos de Mónaco.

Me encuentro en el sofá, escuchando a Natalie y Pepper hablar una y otra vez, tratando de defender a papá y a la empresa de personas idiotas.

Oigo que se abre la puerta principal, Rhodey aparece, preguntando con una expresión severa:

—¿Dónde está?

—No quiere que le molesten —dice Natalie, cubriendo su teléfono con la mano.

Pepper y yo decimos simultáneamente:

—Está abajo.

Nos miramos cuando Rhodey se gira y baja los escalones. Me quedo allí unos minutos más antes de decidir que quiero escuchar cualquier conversación que mantengan. Me deslizo del sofá y bajo silenciosamente las escaleras. Escribo en silencio el código de acceso y abro la puerta lo suficiente para poder escuchar lo que dicen. Papá está sentado en nuestro automóvil descubierto, nuestro proyecto, y mira las imágenes holográficas suspendidas en el aire mientras Rhodey marcha hacia él.

—Tony, tienes que subir y controlar esta situación ahora mismo —Rhodey entra más en la sala con una voz firme—. Escucha. He estado al teléfono con la Guardia Nacional todo el día, tratando de evitar que vengan con sus tanques hasta aquí, echen tu puerta abajo y se lleven esto —Rhodey señala los trajes que recubren la pared.

Siento que mi boca se abre.

Se llevarán nuestros trajes. Los mismos en los que mi padre y yo trabajamos. En este momento, no me importa si papá ha cambiado desde que se puso el traje, me importa que, si el gobierno se los lleva, hablemos perdido nuestra pelea. Se llevarán los trajes y los usarán como armas para matar, no para proteger. Papá me dijo que encontró su propósito cuando hizo el traje. Dijo que lo sintió y no puedo dejar que se lo quiten.

—Se van a llevar tus trajes, Tony, ¿me oyes? Están hartos de juegos —papá no se mueve de su lugar en el coche—. ¿No dijiste que nadie tendría esta tecnología hasta dentro de veinte años? Pues ya ves. ¡Ayer mismo ya la tenía alguien! Ahora ya no es algo teórico —hace una mueca de irritación mientras se acerca—. ¿Me estás escuchando?

Miro a papá extrañamente. Algo va mal. Gira la cabeza para mirar a su mejor amigo. Sus ojos están magullados y se ve enfermo. Muy, muy enfermo.

—¿Estás bien? —Rhodey toma el brazo de papá con las cejas hundidas.

Papá respira y golpea su brazo.

—Estoy bien.

Se mueve para salir del auto, pero sus piernas flaquean y cae al suelo.

Entro corriendo, olvidando que estaba escondida.

—¡Papá!

—¡Eh, Tony! —Rhodey lo alcanza, tomando sus hombros en pánico.

—Oh, papi, estás horrible —me arrodillo ante él y tomo su brazo, tratando de levantarlo.

Él da una risa débil, arrugando los ojos.

—¿Estás bien? —pregunta Rhodey.

—Tengo que volver a mi mesa —responde papá sin aliento.

—No, voy yo, ¿vale? —me alejo y corro hacia el escritorio.

—¿Ves esa caja de puros? —asiento mientras continúa, arrojándose en su silla giratoria—. Es paladio.

Lo miro confundida mientras saco el disco de la caja y camino hacia papá. Se mete la mano debajo de la camisa, saca su reactor y una nube de humo se levanta. Toso y agito el humo mientras papá respira cansado y dolorido.

Rhodey señala al reactor.

—¿Es normal que esto eche humo?

—Si quieres saberlo, son daños neutrónicos.

Mis ojos se entrecierran al pensar.

—¿De la pared del reactor?

—Mm —murmura papá en respuesta, sonando distante y aturdido.

Con cuidado, como si fuera un muñeco, le quito el reactor y saco el disco viejo. El núcleo se ve cubierto de corrosión y óxido a medida que aumenta más calor. Chisporrotea cuando lo saco.

—¿Tenías esto en el cuerpo? —lo miro con los ojos muy abiertos.

Papá se gira cansado, parece que va a vomitar o desmayarse, no estoy segura. El pánico que conozco está de vuelta, y me asusta.

Luego, Rhodey señala la garganta de papá.

—¿Y qué me dices del crucigrama que tienes en el cuello?

Tiene un extraño cuadriculado casi azul-púrpura que crece en su carnepiel.

Papá obviamente nos miente.

—Rozaduras.

Inserto el nuevo disco y le entrego el reactor.

—Papá.

Me lo quita y lo vuelve a meter en su pecho antes de murmurar "gracias", se da la vuelta para mirarnos mientras nos quedamos de brazos cruzados.

—¿Qué miráis?

—Te miramos a ti —susurro en voz baja.

Realmente me está asustando. Como Afganistán, como con Obadiah, como en Mónaco.

Mientras papá toma un largo sorbo de algo, Rhodey continúa.

—Tú te empeñas en ir en plan llanero solitario y es innecesario. No tienes por qué haces esto solo.

Papá parece estar al borde de la irritación cuando responde:

—Ojalá pudiera creerlo. De verdad. Pero debéis confiar en mí. Contrariamente a lo que crean, sé perfectamente lo que hago.

Rhodey se frota la barbilla, mirándolo fijamente.

Papá no me mira a los ojos.

Nos sentamos en un largo silencio hasta que pregunto en voz baja:

—¿Lo sabes?

La fiesta de papá llega días después. Odio sus fiestas. Son lo peor. Mujeres escasamente vestidas y hombres borrachos y música a todo volumen. Jesús, me siento una vieja cada vez que voy a una. Siempre estoy como '¡bajad la música, locos!' Pero, en serio, tengo quince años, ¿por qué tengo que ser la adulto designado? Es una absoluta locura.

Me pongo una de las camisetas de Black Sabbath de papá y mi par de jeans ajustados favoritos antes de trotar por las escaleras para 'asistir' oficialmente. Casi todos están allí. Y por "todos" me refiero a un grupo de personas que no conozco. Sin embargo, Dios me bendice con alguien que sí y que realmente me gusta. Sonriendo, me encuentro con Pepper en el pasillo sosteniendo una pequeña caja.

—Vaya —pongo mi brazo a su alrededor—, estás fantástica.

Ella me devuelve la sonrisa.

—Estoy haciendo una protesta —le digo con un gesto orgulloso—. Esta fiesta es estúpida y me expreso a través de mi estilo.

Ella se ríe.

—Eso está muy bien.

Me río y aprieto su brazo más fuerte.

—Gracias. Vamos a buscar a papá.

La música suena en mis oídos cuando entramos en la bulliciosa sala de estar con poca luz. Llegamos justo a tiempo para ver a Natalie Rushman apoyada contra papá mientras él sostiene su brazo, cubierto por el brazo de Iron Man. De repente, él la ayuda a disparar contra la escultura de hielo de Iron Man frente a ellos.

Todos jadean cuando el hielo explota en todas las direcciones. Pepper me atrae de manera protectora para que no me golpeen. La mirada de decepción y dolor de Pepper solo alimenta mi ira. Antes de que pueda hacer una escena, toma mi brazo y nos da la vuelta para que podamos retroceder, sin ser notadas. Papá, aparentemente, tiene otras ideas.

—¡Eh! —papá nos llama rápidamente y nos extiende un brazo—. ¡Oh, esperad, esperad, esperad, Lees, Pep, venid! —pone una sonrisa molesta—. ¡Hola!

Pepper se gira lentamente para mirarlo, yo solo miro hacia atrás.

Siento que mi barbilla comienza a temblar y lucho contra ella.

—Ya están aquí todas mis chicas —dice con voz casi cantarina, haciendo un gesto de Natalie a mí y a Pepper.

Los propulsores arden en mis manos cuando volteo para mirarlo por completo.

¿Sus chicas? Lo siento, Natalie, me caíste bien durante unos cinco días, pero ya no. Me dijo que no tenía intención de reemplazar a Pepper, ¡pero aquí está otra vez, coqueteando con mi padre! Se necesitan dos para coquetear por completo, y están haciendo justo eso. No es una de 'sus chicas'. Desde que me mudé con él, decidí que éramos Pepper y yo. No se le permite a nadie más. Honestamente, en este punto, no estoy segura de que Pepper quiera ser parte de 'sus chicas.'

—Esto es genial —sigue sonriendo con esa sonrisa amplia y descuidada mientras se acercan—. Dios, estoy tan emocisiasmado de que hayas venido, Pepper, no pensé que fueras a venir.

—¿Emocisiasmado? ¿Te acabas de inventar eso? —repito, fuego en mis ojos—. ¡Ah, claro, estás borracho! ¡Eso lo explica! —dirijo mi mirada a Natalie—. ¿Qué tal está, señorita Rushman? ¿Está emocisiasmada de que Pepper esté aquí?

Natalie solo sonríe.

Papá trata de explicar con esa misma sonrisa.

—Es emocionado y entusiasmado. Me alegro de que estés aquí —de repente se acuerda de mí—. ¡Y contigo igual Lees! ¡Me alegra veros a las dos!

Pepper le da una sonrisa amable, empujando la caja hacia él.

—Feliz cumpleaños.

—Gracias, pero no —aplaude a ambos lados de la caja, aprieta visiblemente los dientes y gime mientras trata de no molestarse—. Es mi molestia. Ya lo sabes.

—Oh, lo siento —se disculpa Pepper en voz baja.

—Me das algo. Nunca me das algo —dice mientras señala con el dedo a Natalie, luego se da vuelta para asegurarle a Pepper—: Da igual —comienza a sacudir la caja, tratando de escuchar y averiguar qué hay dentro—. Uh, ¿qué es?

—Un regalo —le espeto.

Tomo el brazo de Pepper mientras nos alejamos, ignorando las débiles llamadas de papá.

Caminamos hacia la puerta principal cuando veo a Rhodey entrar y hablar por teléfono.

—No. No, señor, no será necesario. Yo me encargo. Señor, le garantizo que dentro de veinticuatro horas, Iron Man volverá a estar de servicio.

—Si no tiene demasiada resaca para levantarse —murmuro.

Rhodey cuelga y nos mira con curiosidad.

—Hola, chicas. ¿Qué tal?

—Vamos a tomar un poco de aire —explica Pepper en voz baja—. Llevaré a Lisa a alguna parte, no necesita estar aquí para ver esto.

Lucho contra mi temblorosa barbilla de nuevo.

Rhodey nos mira, preocupado, mientras toma suavemente mi brazo.

—¿Qué ocurre?

—No sé qué hacer —Pepper mira por encima de su hombro, hacia las cosas que se empiezan a salir de control.

Empiezo a caminar hacia el salón, viendo a papá en el escenario. Lleva el traje de Iron Man y baila con un micrófono en la mano. Las chicas no mucho mayores que yo bailan alrededor de mi sala de estar, gritando y vitoreando.

—Lo voy a aniquilar —sacudo la cabeza con incredulidad.

Me doy la vuelta para ver a Pepper tratando de evitar que Rhodey pida ayuda; ayudar a detener a mi padre y llevarse nuestros trajes.

Pepper asiente rápidamente.

—Lo sé. Lo sé. Lo entiendo. Yo me encargo. ¡Deja que yo me encargue!

—Hazlo. O tendré que hacerlo yo —dice Rhodey con una severa advertencia en su voz.

Sin embargo, antes de que Pepper pueda moverse hacia el escenario, ya estoy atravesando la multitud hacia papá.

Sostiene el micrófono y anuncia:

—La pregunta que me hacen más a menudo es: Tony, ¿cómo vas al baño con el traje? —hace una pausa y pone cara de concentración—. Pues así.

Voy a vomitar de disgusto o morir de vergüenza, una de dos.

Subo los escalones y saco el micrófono de sus manos sorprendidas, murmurando:

—Basta —me dirijo a la multitud con una sonrisa amplia y cursi—. ¿Sabe este tipo cómo montar una fiesta o no?

El público aplaude y papá se ríe.

Me mira a la cara antes de soltar:

—Te quiero, pequeñaja.

Contengo un poco el aliento. Me ha dicho que me quiere. Por primera vez en doce años, mi padre, mi mundo, me acaba de decir que me quiere. Pero puedo oler el alcohol en su aliento y ver el enrojecimiento inyectado en sangre de sus ojos. Y, con eso, sé que no significa nada. Parpadeo las lágrimas.

—Aw —llevo una mano a mi pecho, mirando a la multitud—. ¿No es encantador? ¡Es encantador! Muchas gracias. Papá, te agradecemos esta noche tan maravillosa. Hombre, ¿quién hubiera pensado que, con todo este alcohol, seguiríais en pie? Creo que hay algunos veteranos en fiestas de Tony Stark esta noche, ¿verdad?

El público aclama nuevamente.

Papá les dice:

—¡Sois los mejores!

Resisto el impulso de fruncirle el ceño.

—¡Bueno, gracias por venir! Pero, desafortunadamente, es hora de decir buenas noches.

Papá tiene una mirada de mendicidad en su rostro mientras toma mis manos.

—No, no, no, no podemos. Espera, espera. No hemos tomado la tarta, soplado las velas...

—Voy a matarte con esa pistola que me hiciste si no te relajas —susurro, bajando el micrófono—. Estás fuera de control. Fíate de mí, por favor.

Aparentemente, un tipo extraño en la audiencia me escucha, porque grita:

—¡Tú sí que estás fuera de control, preciosa!

Me alejo y hago una mueca a quien dijo eso.

—¡Ew! ¡Tengo quince! Tendrías que estar en prisión.

Papá frunce el ceño y baja los escalones del escenario con sus botas de metal.

—¡¿Quién ha dicho eso?! ¿Dónde estás? ¿Huh? ¡¿Huh?!

—Ugh —arrastro a papá para detenerlo, mis zapatos resbalan por el suelo—. Es hora de irse a la cama. Dormirás y te gritaré por la mañana. Haz que se vayan. Es hora de...

Papá suspira y se encoge de hombros.

—Si tú lo dices.

—Gracias, Jesús —miro hacia el techo antes de asentir—. Vale. Toma el micro.

Me muevo para salir del escenario cuando papá comienza a decir:

—¡Lisa Stark, gente! ¡Mi pequeñina! Ha crecido tanto.

Oh, señor.

Doy un saludo cortés de reconocimiento. Rhodey y Pepper me encuentran mientras camino hacia el fondo de la sala.

—No me siento agusto con esto, Lees —susurra Rhodey, mirando a papá con cautela.

—Dale un minuto. Les dirá que se vayan.

Papá asiente y habla por el micrófono.

—Leesy tiene razón.

¿Leesy? ¿Qué? No creo que me haya llamado así antes, ni de pequeña.

—Se acabó la fiesta —sigue diciendo papá—. Aunque para mí la fiesta ya se había acabado hace una hora y media.

Suspiro de alivio y le doy una amplia sonrisa a Pepper, quien le devuelve la sonrisa con felicidad en su rostro.

Pero luego papá continúa:

—¡La post-fiesta empieza en 15 minutos! —todos aplauden y mi boca cae—. Y si a alguien, Lisa, no le gusta, ahí tiene la puerta —mientras señala, su propulsor se dispara y el vidrio se rompe por todas partes.

Mis ojos arden tanto como mis propulsores. Siento que mi corazón cae sobre mi estómago y mi cara se sonroja. Papá suelta un rugido que hace a todos gritar y vitorear.

Algunas personas me fruncen el ceño y me odian por tratar de arruinar la diversión a expensas de mi familia. Mis ojos se entrecierran ante ellos. Papá se ríe, aún tropezando. Las chicas se apresuran y empiezan a tirar cosas al aire para que papá pueda dispararles. Rhodey desaparece, yo me congelo. Pepper pone una mano contra su frente, murmurando cosas que no puedo discernir. Luego se escucha un fuerte ruido metálico contra el suelo. Me giro bruscamente, viendo un brillante traje plateado. La máscara se levanta y veo a Rhodey contemplando la escena frente a él.

De repente, Rhodey ladra:

—¡Solo lo diré una vez! —todos giran para mirarlo—. Largo —la máscara cae.

La multitud jadea y corre hacia la puerta, tropezando para escapar. Papá le arrebata una botella de alcohol a una persona que pasa corriendo y nos mira con las cejas arqueadas y una expresión engreída. Los propulsores arden más.

Rhodey marcha y grita:

—Tú no mereces llevar la armadura. Quítatela.

De repente suena música y Rhodey y papá vuelan a través de la pared detrás de ellos. Grito mientras caen por la sauna y entran en la sala de pesas. Pepper me agarra del brazo y trata de llevarme al frente de la casa. Me zafo y me muevo hacia el agujero para poder ver esta pesadilla. Papá se aleja de Rhodey, quien yace en el piso. Frunzo, paso el agujero y marcho a través del cristal para estar en la sala con ellos.

Estoy a punto de comenzar a gritar cuando papá dice:

—Quítate eso y déjalo donde estaba antes de que alguien salga herido.

Un gran peso negro golpea la parte posterior de la cabeza de papá, sonando en el acto. Papá echa la cabeza hacia atrás para poder mirar a Rhodey por encima del hombro.

De repente, Rhodey lanza otro peso, pero papá lo esquiva y viene volando directamente hacia mí. Levanto las manos con pánico, usando los propulsores para alejarlo de mí. Se estrella contra un cristal azul.

—Lo siento, Lees —se disculpa Rhodey, pero su voz es tensa e irritada.

—¿Ah, sí? —pregunta papá descaradamente.

—Chicos —empiezo.

Papá levanta la mancuerna más pesada y la golpea contra el cuerpo de Rhodey. Sale volando hacia atrás, atravesando el ring y chocando contra una pared. Yo jadeo.

Papá se acerca.

—Lo siento, amigo, Iron Man no tiene compinche.

De repente, Rhodey está levantando un poste de metal grande y golpeando a papá con cada palabra.

—¡Toma-com-pinche!

—¡Eh! —grito, pero soy ignorada.

Pelean por el poste antes de que papá deje caer su rodilla y Rhodey lo arroje. Se estrella contra el techo y aterriza en lo que creo que es la habitación de papá.

Miro cómo Rhodey vuela a través del agujero nuevo, preguntando:

—¿Suficiente?

—¡Lisa! —me vuelvo para ver que Pepper me señala apresuradamente.

Evito los escombros lo mejor que puedo antes de alcanzarla. Nos encontramos con el vestíbulo y veo que, más allá de las paredes de cristal de nuestra casa, la fiesta sigue en pie y que ellos quieren un espectáculo. Veo a Natalie Rushman corriendo con sus tacones altos. Una nueva ola de ira estalla en mi interior.

—¡Natalie! —llama Pepper en un tono de regaño.

—Señorita Potts —responde rápidamente.

—¡Déjate de 'señorita Potts'! —Pepper la señala con el dedo—. Sé de qué vas —miro hacia el techo y me estremezco cuando escucho golpes en el piso de arriba—. ¿Sabes qué? Desde que llegaste...

No puede terminar su oración porque dos adultos con trajes de Iron Man chocan contra el techo y aterrizan en la mesa llena de comida.

Genial, mi sospecha de la fuente del golpe está confirmada. Jadeo cuando Pepper grita ante la sorpresa. Los trozos del techo caen por todas partes mientras ellos yacen en el suelo, sin moverse por el momento. Observo con horror cómo papá golpea las piernas de Rhodey debajo de él antes de agarrarlo por la espalda y levantarlo.

—¡Lisa, Pepper! —Happy entra y camina sobre el techo caído para alcanzarnos—. ¡Salgamos de aquí! ¡Vamos!

Happy toma mi hombro y la espalda de Pepper mientras salimos para unirnos a la multitud. Papá y Rhodey lanzan golpes de aquí para allá, sus puños chocan al hacer contacto. Extiendo mis manos frente a mí, tratando de mantener la calma lo suficiente como para no usar accidentalmente mis propulsores. La gente saca sus móviles y filma la pelea de mi familia.

—¡¿Lo quieres?! —papá le da la vuelta a Rhodey—. ¡Cógelo!

Papá envía un fuerte golpe a la máscara de Rhodey antes de que él esquive el siguiente y empuje a papá. Tropieza y poco después vuelven a estar listos para pelear. Golpean hasta que papá agarra el brazo de su mejor amigo y lo empuja hacia la mesa junto a ellos. El agua brota de las tuberías rotas y Rhodey no se mueve. Papá se gira lentamente, mirándonos mientras sus brillantes ojos se entrecierran. Lanza un rugido profundo que hace correr a todos. Gritan y creo que eso me empeora. Tienen miedo. Tienen miedo de mi padre. Hasta Pepper se va, no porque tenga miedo, sino porque no puede soportar verlo así. Lo miro con incredulidad mientras las lágrimas brotan de mis ojos y mi estómago se retuerce.

¿Qué ha hecho?

—¡Lisa, vamos! —grita Happy, señalándome.

No contesto. Me quedo de pie. Papá frente a mí y yo frente a él con una pared de vidrio que nos separa. Lo suficiente para vernos aunque haya un camino que nos separe. Eso es metafórico, ¿no? Siento una lágrima deslizarse por el rabillo del ojo, cayendo por mi mejilla.

De repente, Rhodey arranca la encimera del mueble caído, golpeándola en el costado de la cabeza de papá. Vuela por el impacto y se va de cabeza a la chimenea. Gruñe y el fuego se aviva. Avanzo instintivamente antes de recordar que está usando su máscara y no se quemará. Papá se retira y se vuelve para mirar a Rhodey.

Papá levanta la mano.

Rhodey levanta la mano.

—¡Basta! —grito, acercándome al cristal.

—Baja la mano —advierte Rhodey.

—¿Crees que tienes lo que hace falta para llevar ese traje? —papá habla en voz baja.

—No tenemos porqué hacer esto, Tony.

—¡Si quieres ser una máquina de guerra, inténtalo!

—¡No! —grito de nuevo, sin saber cómo detenerlos para evitar hacerme daño—. ¡Parad ya!

—¡Que la bajes! —ordena Rhodey.

—¿Vas a intentarlo?! —papá le grita.

—¡Bajala! —Rhodey grita más fuerte esta vez.

—¡No! —devuelve papá.

Veo sus propulsores encenderse.

—¡Bájala, Tony!

—¡Toma!

Entonces dos rayos de luz de fuego blanco se disparan el uno hacia el otro. Chocan y forman una hermosa bola brillante en el centro, que se acumula y crece hasta que explota. Levanto mis manos sobre mi rostro. La bola de fuego explota en todas las direcciones. Las ventanas estallan. La energía me lanza hacia atrás y mi cuerpo se mezcla con los cristales, el fuego y el humo.

Mi cuerpo aterriza con fuerza en el pavimento, deslizándome unos metros. Gimo y uso el dorso de mi mano para limpiar mi cara llena de polvo. Las luces parpadean por toda la casa. Nada se mueve por un largo momento. Entonces oigo el zumbido de las máquinas y sé que las personas más cercanas a la explosión están vivas. Parpadeo los colores en mis ojos y me esfuerzo por levantarme. Me duele todo. La espalda me está matando. Me pica la piel y veo cosas resplandecientes dentro de mi piel. Entonces veo un brillante traje plateado despegar del suelo y volar hacia el cielo oscuro.

Un traje.

Perdimos un traje.

Papá perdió lo que cree que es su propósito.

—¡Lisa! —la voz de Pepper suena distante—. ¡Dios mío, Lisa!

Gimo mientras uso los codos para levantarme. Happy se arrodilla a mi lado y toma mi barbilla, estudiando mis heridas. Pepper me quita el pelo de los ojos mientras yo toso por el humo de mis pulmones. Todo mi cuerpo pica y duele. Mis propulsores no brillan, lo cual es bueno. Lo último que quiero es una repetición del desastre anterior.

—¿Pue.. puedes...? —vuelvo a toser—. ¿Puedes ayudarme a levantarme?

Happy toma mi codo y fácilmente me pone de pie. Me tropiezo con él antes de escanear la casa. Papá está recostado contra la pared y sus ojos siguen brillando. Su cabeza está girada en mi dirección, pero, cuando me ve observando, rápidamente aparta la mirada. Siento que mi cara se frunce.

—Cariño, necesitamos llevarte al hospital.

—Está bien —asiento mientras tomo la mano de Pepper, permitiendo que me aleje.

Se ha destruído todo.

No queda nada.

Ni nuestro hogar.

Ni su traje.

Ni siquiera yo.

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