twenty-two - my dad & his redheads

Màu nền
Font chữ
Font size
Chiều cao dòng

chapter xxii.
( iron man 2 )

todo lo que hacemos es escondernos
todo lo que hacemos es perseguir el día
todo lo que hacemos es mentir y esperar
todo lo que hacemos es sentir la fe
all we do ─── oh wonder

mansión stark
23 de mayo, 2011

  ⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀

  ⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀

—¡Está aquí el notario! Necesito que vengas a firmar los papeles del traspaso —dice Pepper, escribiendo en su teléfono.

—Es la hora de Happy —le responde papá, aún rebotando alrededor del ring de boxeo con Happy como su saco—. Lo siento.

Mientras papá y Happy continúan discutiendo en el ring, hojeo los tabloides de esta mañana que fueron filtrados por Jarvis para leer mención mía o de papá. Algunas de las historias son tan ridículas que me me hace reír. Tienen muchas fotos aleatorias en lugares aleatorios cuando no nos dábamos cuenta de que había cámaras. La más divertido es papá sosteniendo su zapato en una mano mientras se rasca la parte de abajo del pie con la otra. Parece que se esfuerza por no caerse y sus dientes están visiblemente apretados mientras lucha por satisfacer el picor.

—¿Qué estás leyendo? —grita Happy mientras danza alrededor de papá, ambos con los puños en alto.

—Los tabloides; parecen bromas baratas. Son de nosotros, papá —le respondo, sin mirarlos—. Se ve que tú y yo robamos en una gasolinera. También te llaman 'no apto' para ser mi padre por eso —me río—. Dicen que estás mentalmente desorientado y tienes cleptomanía, que robar es cómo conseguiste los diseños para el traje de Iron Man.

—Eso no tiene nada de gracioso —responde papá sobre su hombro, golpeando la mandíbula acolchada de Happy.

—Yo creo que sí —dice Happy, mirándome—. Has cambiado la máscara de esquí por la máscara de Iron Man.

Me río antes de poner un tono masculino y profundo, tratando de imitar a mi padre.

—Soy Iron Man, pero los fines de semana derribo licorerías.

—¡Así es como acumulaste tu enorme riqueza, eh! —Happy mira a papá con los ojos muy abiertos.

Me río de nuevo. Papá le da un golpe barato a Happy, probablemente debido a nuestras burlas. Mientras continúan discutiendo y peleando, sonrío y miro las revistas. De repente escucho que los guantes dejan de golpear el acolchado, así que levanto la vista confundida. Tanto Happy como papá miran hacia la puerta. Sigo su mirada para encontrar a una mujer pelirroja. Lleva una camisa demasiado ajustada, una que mi propio padre nunca me dejaría usar. Ella los mira antes de bajar lentamente los escalones y caminar hacia mi lado, que es justo donde está Pepper.

—Te prometo que esta es la única vez que te voy a pedir que me cedas tu empresa —anuncia Pepper con una sonrisa mientras comienza a firmar cosas que la otra pelirroja le da.

Le frunzo el ceño a papá, ya que todavía mira a la mujer con interés.

Happy lo golpea en la parte de atrás de su cabeza encapuchada.

—Primera lección. Nunca apartes la vista de...

Rápidamente, papá le da a Happy una fuerte patada en el estómago. Happy se lanza contra el poste con un gruñido. Continúan por unos minutos antes de que papá pida tiempo.

Luego señala con un guante a la pelirroja.

—¿Cuál es su nombre?

—Rushman —le responde con confianza—. Natalie Rushman.

Papá bebe un poco de su botella de agua y levanta las cuerdas del cuadrilátero.

—Acérquese, entre en el santuario.

—¿En serio, papá? —me quejo.

—No. En serio, no irás a... —Pepper niega con la cabeza.

—Con la venia del tribunal —responde papá, esperando pacientemente a ser obedecido.

—Tranquila —le asegura Natalie Rushman a Pepper.

—Lo siento. Es muy excéntrico —suspira Pepper.

Me burlo y entierro mi nariz en los tabloides, pero no puedo evitar mirar mientras papá y Natalie Rushman se miran a los ojos. Frunzo el ceño con fuerza y ​​los lados de la revista se queman ligeramente bajo mi ardiente agarre. Mis palmas están chisporroteando y trato de alejar el dolor. Pepper se sienta en la silla al otro lado de la pequeña mesa y los observa con una molestia similar y, me atrevo a decir, preocupada. Cuando papá se dirige hacia nosotros, se coloca en mi pequeña silla.

Lanzo un fuerte grito de desaprobación.

—¡Ach, papá, no! ¡Hueles como el calcetín maloliente de un crío!

—¿Cómo sabes que eso huele así? —papá no me dirige la mirada, sigue observando a la mujer charlar con Happy.

—Llevo viviendo contigo doce años, sé cómo es —frunzo el ceño a un lado de su rostro.

Él me ignora y dice:

—Pepper, ¿quién es?

—Es del departamento legal. Y puede significarte una demanda tremendamente cara por acoso sexual como sigas mirándola de esa forma.

—Es espeluznante, papá —le digo con un asentimiento informativo.

—Quizá lo que necesito es una nueva ayudante.

—Sí, tengo tres excelentes candidatas —informa Pepper—. Están dispuestas y haciendo cola para conocerte.

—No tengo tiempo. Necesito a alguien ya. Y me da que es ella.

—Claro —con eso, trato de usar mi cadera para empujarlo fuera del asiento.

—No lo es.

Ahora nos ignora a las dos para gritar:

—¿Puede deletrear su apellido, Natalie?

—R-U-S-H-M-A-N —responde ella.

—¿Vas a navegar para buscarla?

—Mejor navegar que tirarle la caña —le responde con sarcasmo.

—Ja, que inteligente —le digo con la cara seria.

Papá se desliza por el currículum de Natalie.

—Oh, vaya. Una bicharraca impresionante.

—Eres tan predecible —Pepper se burla cuando lo mira con los ojos entrecerrados.

—Habla con fluidez francés, italiano, ruso y latín —enumera papá antes de hacer una mueca.

—¿Quién habla latín? —levanto una ceja—. Nadie habla latín.

—Nadie habla latín —Pepper está de acuerdo—, es una lengua muerta.

Papá sigue parloteando hasta que de repente Natalie derriba a Happy.

Pepper y yo quedamos boquiabiertas mientras papá aplaude. Natalie vuelve a ponerse de pie, sacudiéndose el polvo suavemente en el proceso. Después de trotar, me deslizo debajo de las cuerdas e intento ayudar a Happy a levantarse de la colchoneta..

—He resbalado —se defiende Happy.

—¿Ah, sí? —responde papá en tono burlón.

—Sí —Happy endereza la espalda al levantarse.

Papá choca un trozo de metal para hacer un ruido de campana.

—Yo he visto un K.O. en toda regla.

Natalie de repente se acerca a él y le ofrece una carpeta.

—Solo, um, necesito su impresión.

Papá enumera cómo la ve.

—Me parece bastante reservada. Se la ve muy madura.

—La de su huella dactilar.

—Ya.

Arrugo la nariz y entrecierro los ojos ante su coqueteo.

Pepper da un paso al frente.

—¿Qué, cómo va todo?

—Genial. Hemos terminado —papá deja de presionar su pulgar y firmar los papeles antes de mirar a Pepper—. Tú mandas.

—Enhorabuena, Pepper —aplaudo no muy alta.

Ella me sonríe.

—Gracias, Lees.

Natalie cierra la carpeta y sonríe a los ojos de papá.

—¿Es todo, señor Stark?

—No.

Yo interrumpo rápidamente.

—Sí es todo, señorita Rushman.

Papá me envía una mirada confundida e irritada que ignoro.

—Muchas gracias —agrega Pepper mientras la mujer asiente y se aleja.

Después de verla marcharse, se vuelve hacia Pepper para decirle:

—Quiero una.

No —al mismo tiempo, Pepper y yo alargamos la palabra.

Esa noche no puedo dormir. Sé que mañana nos dirigiremos a Mónaco, lo que debería ser, francamente, increíble. He estado en muchos lugares, pero nunca en el sur de Francia. La princesa Grace y Cary Grant vienen a mi mente cada vez que pienso en Mónaco. Va a ser genial, tengo un presentimiento. Pero no es la emoción del viaje lo que me mantiene despiertoa a las 2:45 a.m. Son mis propulsores. Me duelen tanto que no puedo cerrar los ojos. Los analgésicos tampoco ayudan.

Quiero quitármelos.

Así que me dirijo al taller.

Respiro profundamente mientras me quito los guantes negros. Se me escapa un gemido cuando veo que la piel alrededor de los bordes de metal está inflamada y de color rojo oscuro. Me estremezco y aprieto los ojos, sintiendo náuseas. Tengo que sacar estos propulsores. Asiento con determinación mientras escojo cuidadosamente un par de cuchillos y alicates. Me aseguro de desinfectar cada uno de ellos; lo último que necesito es alguna infección rara. Agarro un par de toallas de papel y me las llevo a la boca, dándome algo para morder si es necesario.

Me lleva unos minutos prepararme para lo que hago a continuación. Llevo la hoja del cuchillo a mi piel. Lloro un poco mientras llevo lentamente la hoja a mi muñeca izquierda. Al menos puedo estar agradecida de que los cables brillen cada vez que me enfado, porque me está ayudando a ver dónde debo cortar. La sangre sale de mi pequeño corte y me baja por el brazo, goteando hacia la mesa de trabajo. El dolor aumenta y mis palmas empiezan a arder. Aprieto los dientes con las toallas de papel, tratando de contener mis gritos de dolor. Hundo la cuchilla aún más, tratando de localizar los cables debajo de mi carne. Cuando me doy cuenta de lo profundo que está, decido darle un descanso a ese brazo y probar con el otro. Mi mano tiembla mientras corto en la muñeca derecha. Llega al punto en que finalmente ya no puedo soportar el dolor. Golpeo el costado de mi mano sobre la mesa, gimiendo ruidosamente.

Escupo las toallas de papel, murmurando para mí misma:

—No pasa nada, no pasa nada, no pasa nada. Solo tengo que vendarme —gimo de nuevo por el dolor punzante.

Me llevo las muñecas al pecho, tropezando con el botiquín de primeros auxilios en la pared. Intento abrirlo y tirar la mayor parte del contenido al suelo. Buscando a través de ellos, derramo sangre por todas partes hasta que encuentro el vendaje y la gasa. Es difícil aplicarlo por el líquido, pero, una vez que estoy completamente pegada con el vendaje, empiezo a envolver la gasa.

Me detengo a la mitad de mi primera muñeca cuando la puerta se abre. Mis ojos miran hacia arriba para ver a papá caminando cansado antes de dejarse caer en su zona de trabajo. Presiona su pulgar contra algo y habla con Jarvis sobre la toxicidad de la sangre o algo así. Sinceramente, no estoy escuchando; trato de estar callado y terminar mi trabajo sin que me atrapen. Está buscando debajo de su camisa su reactor ARK cuando ve las herramientas manchadas de rojo y los charcos de sangre por la mesa de trabajo.

—Jarvis —grita en voz baja—, ¿de quién es esta sangre?

—Mía.

—De la señorita Stark, señor —responde Jarvis al mismo tiempo que yo.

Papá se gira al escuchar mi voz. Trato de imaginar cómo me veo. Mi pelo castaño está enredado y recogido en un moño desordenado. Tengo sangre en mi frente de cuando estaba tratando de rascarme un picor. Mis piernas están extendidas en V y los suministros médicos las rodean. Ya no me sangran los brazos, pero tengo suficiente sangre para que parezca que me estoy muriendo. La apariencia de papá es igual de preocupante. Está completamente congelado mientras me mira con los ojos muy abiertos y horrorizados, pálido de pies a cabeza. Sin romper el contacto visual, termino de envolver mi segunda muñeca.

—Lisa —dice papá lenta y cuidadosamente, como si fuera un ciervo a punto de saltar a la carretera frente a su auto.

Miro mi cuerpo ensangrentado y decido que no quiero discutir lo que acabo de hacer. Recuerdo lo que él y los médicos me dijeron en el hospital. Que nunca podrían quitar los propulsores y los cables, pero tenía que intentarlo por mí misma. No lo entenderá y no estoy de humor para una regañina.

—Debería ducharme —me levanto dolorosamente—. Buenas noches.

Salgo corriendo por la puerta antes de que pueda decir algo más.

En el vuelo a Mónaco a la mañana siguiente, no deja de mirarme todo el tiempo. Torpemente me quedo en mi asiento, tirando de mis mangas largas que intentan ocultar mis vendajes. Trato de mirarlo varias veces, pero luego rápidamente miro por la ventana.

Pepper y Happy notan el aire denso que se cierne sobre nosotros, por lo que también se mantienen en silencio durante todo el vuelo. Papá estuvo a punto de decir algo en una ocasión. A la mitad del vuelo me da sueño. Bostezo cuando se sienta frente a mí. Inmediatamente cierro la boca y miro el suelo con una intensidad inigualable. Respira profundamente y puedo ver sus manos golpeando extrañamente los reposabrazos.

—Bebé —es todo lo que sale.

Se calla. Luego se pone de pie y se va. Pepper me da una mirada extraña, pero me encojo de hombros, alegando que no sé por qué es tan extraño. Miro por la ventana hacia el cielo, amaneciendo. Mis dientes muerden el borde de los guantes antes de recordar que, de hecho, estas no son mis uñas. Suspiro y me reclino en mi asiento, intentando dormirme antes de que papá quiera hablar de nuevo.

Cuando aterrizamos en Mónaco, se siente como si ya estuviéramos en funcionamiento. Pasamos por el hotel para refrescarnos y cambiarnos, y luego se supone que nos reuniremos en el vestíbulo. Papá lleva un traje mientras que Pepper usa un vestido bonito pero muy profesional. Me cuesta un poco elegir un atuendo debido a la situación de la manga. Lo último que necesitamos es preguntas sobre por qué mis muñecas están vendadas, especialmente cuando los medios están sobre nosotros por toda la situación del gobierno de Iron Man, y el hecho de que su hija de quince años ahora tiene el capacidad de asesinar personas. Sí, probablemente no sea el mejor momento. Me pongo un vestido con estampado floral que tiene mangas que pasan por mis muñecas y pasan mis guantes. Es como si todo mi cuerpo estuviera cubierto y lo odio.

—¿Lista, Lisa? —Pepper me sonríe cuando entro en la habitación.

Cuando digo que sí, Happy nos lleva desde la habitación hasta el ascensor. El vestíbulo pasa a nuestro lado en un instante, pero aún puedo ver a un montón de otros turistas, o incluso trabajadores del hotel, mirando nuestro séquito al pasar. Agacho la cabeza y me deslizo entre Pepper y papá para que pueda ser menos visible. Cuando mi hombro roza el suyo, papá me mira con otra de sus raras expresiones. Al levantar la vista para mirarlo a los ojos, se da la vuelta apresuradamente.

Papá lanza un signo de paz cuando salimos del coche que nos lleva al restaurante, mientras el resto nos alejamos de la multitud que grita. Las cámaras parpadean en nuestras caras mientras subimos los escalones. Hago todo lo posible para sonreír sin ser cegada.

Al entrar, veo que papá se inclina hacia Pepper y murmura:

—Desde ahora, pase lo que pase, acéptalo.

—¿Aceptar qué? —pregunta Pepper, confundida.

Siento mi cara fruncirse cuando una pelirroja muy familiar aparece ante nosotros con una sonrisa.

—¿Señor Stark?

—Hola —papá mueve la cabeza hacia ella con una sonrisa.

Mis palmas arden. ¿Es idiota o qué? Literalmente es como dar dos pasos. Él y Pepper se reían para celebrarlo, pura y sinceramente. Han trabajado juntos durante casi el tiempo que puedo recordar y no haría falta un genio, como mi propio padre, para reconocer que Pepper es más o menos mi madre. Me crió y me quiso más que mi madre biológica. Entonces, si es más o menos mi madre y obviamente él está enamorado de ella, ¿cuál es su problema?

Natalie Rushman continúa de pie profesionalmente mientras Pepper y papá toman unos vasos del camarero.

—Hola. ¿Qué tal el vuelo?

—Excelente —responde emocionado—. Me alegro de verte.

Casi me dan náuseas.

—Ha venido un fotógrafo de la ACM, si no le importa —Natalie toma las gafas de Pepper y papá antes de colocarme cuidadosamente entre ellos para la foto—. ¿De acuerdo?

Fuerzo una sonrisa que me sorprende que mis dientes no se rompan por la presión.

Pepper murmura mientras sonríe a los reporteros.

—¿Cuándo pasó?

—¿El qué? Me obligaste a hacerlo.

—¿Te obligué a qué?

—Tú sonríe —me hace un gesto para que mire a una lente específico—. Mira ahí. No pongas cara de estreñida. No ensanches las fosas nasales.

Justo después de que la cámara parpadee, le envío un codozao en las costillas. Él gruñe ligeramente antes de mirarme y fruncir los labios. Nos fruncimos mutuamente, ninguno dice nada.

—Eres tan predecible. Eso es alucinante —Pepper niega con la cabeza antes de girarse para hablar con alguien más.

Natalie nos hace gesto a papá y a mí.

—Por aquí.

Se aleja de mi lado para poder caminar junto a ella.

—Estás fantástica.

No cambia. Es como si hubiera vuelto a algo que no ha visto desde mucho antes de Afganistán. Siento que todo lo que he hecho en mi vida es recuperar a mi padre y volverlo a perderlo. Siempre está justo a mi lado, pero demasiado lejos para alcanzarlo. Recibí a mi padre cuando me acogió de niña, lo perdí después del accidente automovilístico, lo recuperé cuando Pepper y tía Peggy lo confrontaron, y luego lo perdí otra vez cuando se anunció como Iron Man. A veces desearía no haberlo tenido, porque no sabría la diferencia y no me dolería demasiado. Pero ha vuelto a ser el de antes. Y nos está haciendo daño a Pepper y a mí.

—Muchas gracias —responde Natalie, vestida con un tonto y apretado vestido rojo.

—Pero no es profesional.

—Como si te importara —murmuro lo suficientemente fuerte como para que los dos sean capaces de escucharme.

—¿El orden del día? —él continúa.

Continúan avanzando mientras yo me desconecto. Papá elige una mesa para nosotros, aunque no estoy exactamente segura de cómo funciona, pero es Iron Man, así que. Suspirando interiormente, sacudo la cabeza ante mi amargura. Cuando miro a mi alrededor, noto que toda la sala está llena de los mismos de siempre, gente adinerada. Esta vez suspiro en voz alta y no deseo nada más que estar en casa, en nuestro salón, donde podemos sentarnos y ver una película con Pepper y Rhodey. Rápidamente me voy del lugar de papá y Pepper para no tener que escucharlos pelear más.

—Oh, Dios mío, si es Lisa Stark —dice una voz familiar con demasiada energía.

Suspiro por dentro antes de sonreír y girar para ver a Justin Hammer.

—Oh, Dios mío, si es Justin Hammer —respondo en su mismo tono.

Se ríe como si fuera la cosa más divertida del mundo y miro a mi alrededor para ver que la gente ahora nos está mirando. Papá levanta una ceja en nuestra dirección, pero aparto la vista de él.

—Lisa, Lisa, Lees —sacude la cabeza y suspira satisfecho.

—Sí —asiento, tratando de ser cortés—, así me llamo.

Él da otra sonrisa, revelando todos sus dientes blanqueados.

—¿Cómo has estado desde la última vez que nos vimos?

—¿Te refieres al senado? ¿Cuando intentaron robar el trabajo de mi padre?

Él da otra risa, pero no dice nada.

—Super genial, ¿y tú?

—¡Maravilloso! —luego hace un gesto hacia la barra—. ¿Por qué no te sientas y almuerzas conmigo?

—Um —frunzo, pero no puedo terminar.

Él lanza un brazo sobre mi hombro y habla en un tono mucho más fuerte de lo necesario.

—Ah, Lisa, eres genial.

Noto algunas cámaras en nuestra dirección. Las estrategias publicitarias apestan. Nuestras familias no son amigas.

Me agacho debajo de su brazo.

—Gracias por la oferta, Justin, pero...

Antes de que pueda continuar, Justin me lleva a donde mi padre y Pepper están.

—¡Anthony! ¿Eres tú?

—Mi ser menos predilecto de la Tierra —murmura papá antes de sacudir la cabeza con irritación y mirar a Pepper, pidiendo ayuda.

—Eh, chaval, ¿cómo te va? —Justin le pone una mano en la espalda—. Tú no eres el único tío rico con un coche de lujo —señala detrás de él—. ¿Conoces a Christine Everhart de Vanity Fair? ¿La conocíais?

Miro sobre mi hombro y veo a esa mujer desagradable caminando hacia nosotros con una sonrisa. Ni siquiera trato de ocultar mi queja mientras giro los ojos hacia papá. Mantiene una cara seria y no habla, apenas reconociéndola.

—Sí, hola —Pepper habla por los tres, asintiendo con la cabeza cortésmente.

Justin señala a Pepper y se inclina hacia Christine.

—Por cierto, una gran noticia. Es la flamante CEO de Industrias Stark.

—Lo sé —Christine sostiene sus manos frente a ella, asintiendo—. Lo sé. Y me matarán si no me hablas para nuestro número sobre 'Mujeres en el Poder.' ¿Puedo?

—Si ese es el caso, no lo hagas, Pepper —susurro, mirando a un lado.

Christine me lanza dagas con los ojos y le doy mi sonrisa más agradable. Papá me sonríe casi antes de mirar a su nueva CEO.

Pepper asiente con la cabeza, siendo cortés.

—Claro.

—Genial —suspiro derrotada y me alejo.

Cuando me alejo, veo a Natalie Rushman cerca de la mesa que papá eligió. Casi me giro para alejarme, pero ella me atrapa y me da una sonrisa. Fuerzo una de vuelta mientras continúo mi camino hacia ella. Suspiro al sentarme. Parece dudar antes de sentarse a mi lado, le doy una mirada extraña.

—Tengo la sensación de que no te caigo bien —me dice con una pequeña sonrisa.

Un poco avergonzada, mi cara se pone rosa por la confrontación.

—Oh, um, no lo tomes como algo personal. No me gustan las mujeres con las que mi padre coquetea. Soy posesiva con él.

Ella sonríe un poco más a mi admisión, como si lo comprendiera.

—Pero te gusta la señorita Potts.

—Eso es cierto —reconozco—, pero es porque Pepper me crió. Es como ver a tu padre coquetear con tu madre, algo espeluznante, pero lindo.

Ella se ríe un poco.

—Entiendo. Sé, señorita Stark, que no tengo intención de reemplazar a la señorita Potts.

—¿No es ese su trabajo? —pregunto sarcásticamente.

No parece perturbada por mi leve actitud.

—Creo que sabes a lo que me refiero.

—Sí —asiento, mirando a mi padre al otro lado de la sala.

—Debo informarle que la mesa está lista —Natalie se levanta y se aleja.

—Huh —me digo a mí misma.

Tal vez Natalie no sea tan mala como pensaba.

Mientras reviso mi menú, escucho a alguien sentarse a mi lado.

—Papá.

—Soy yo —responde la voz de Pepper.

—Ah —la miro sorprendida—, pensé que Natalie iba a buscar a papá.

—Lo hizo. Lo pasé mientras salía del baño —suspira en voz baja, como si estuviera liberando algo de ira a través de él.

—¿Estás bien? —frunzo el ceño y tomo su brazo.

—Sí, sí, es que...

—¿Está peor que nunca?

Ella asiente con una expresión triste.

—Estoy segura de que se le pasará.

—Eso espero —me burlo antes de volver a mirar mi menú y tomar un sorbo de agua.

De repente escucho una voz gritar:

—¡Tony!

—¡Te quiero, Tony!

—¡Tony!

Levanto mis ojos de los platos para ver de dónde vienen las voces. Me atraganto con el agua y la arrojo sobre la mesa. Pepper jadea y me palmea la espalda, preguntando si estoy bien. Sigo tosiendo, pero no puedo quitar la vista del televisor donde mi padre camina con un mono azul de carreras con el apellido 'Stark'. Está caminando entre una multitud de personas, firmando autógrafos y aceptando vítores.

—Oh, señor —tartamudeo con la tos.

—¿Qué, qué pasa? —Pepper sigue mi mirada de ojos muy abiertos y su mandíbula cae al verlo.

Papá salta con gracia sobre la barandilla hacia el vehículo de Fórmula Uno.

Me arden las palmas cuando papá se vuelve hacia las cámaras, extiende las manos y dice:

—¿De qué sirve tener en propiedad un coche de carreras si no lo conduces?

Frunzo el ceño cuando el público aclama la idiotez de mi padre.

—¿Conduce él? —Justin Hammer me mira a través del restaurante.

Está muerto. Voy a matarlo. Si no se mata primero.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen2U.Pro