twenty-one - what i did

Màu nền
Font chữ
Font size
Chiều cao dòng

chapter xxi.
( iron man 2 )

tengo una mochila propulsora,
como judy, del tipo que hace que
junio parezca septiembre,
soy el último al que recordarás
jet pack blues ─── fall out boy

malibú, california
21 de mayo, 2011

  ⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀

  ⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀

—¿Está segura de querer hacer esto, señorita?

—Sí, muy segura. Le he pagado, haz lo prometido. Ábrelo, por favor —trato de ser cortés, pero no creo que me vaya bien.

El hombre suspira y tira de la puerta de metal antes de tirar de la manija. Enderezo los hombros y endurezco la cara cuando el cuerpo cubierto de sábanas aparece. El hombre frunce los labios y se mueve para tirar de la sábana, pero extiendo una mano para detenerlo. Sin mirarlo,sacudo la cabeza. Él asiente y me deja sola en la sala. Respiro profundamente por un largo momento, inmóvil. Mis manos comienzan a arder en sus guantes ignífugos y aprieto los dientes con furia. Mi cerebro ni siquiera está procesando lo que estoy haciendo cuando tiro la sábana para poder mirarle a la cara. Sus párpados están cerrados herméticamente, hay un corte largo y resistente en la cara y un pequeño agujero en la frente.

Edgar.

—Te van a enterrar pronto —hablo en voz baja, como si todavía pudiera oírme—. No sé quién irá, pero ¿quién sabe? Tal vez tengas otros psicópatas por ahí —después de tragar, continúo—. No supe por qué vine hasta que entré. Creo que quería ver tu cara y decirte lo que desearía haber dicho cuando estabas vivo. Así que, ahí va Me cortaste e intentaste convencerme de que me suicidara y luego experimentaste conmigo como si fuera una especie de rata de laboratorio. Eras un monstruo y, en el fondo de tu retorcido cerebro, creo que lo sabías. Pero lo que es peor que ser un monstruo es que también me hayas convertido en uno —ahora me tiemblan las manos—. Ojalá hubiera sido yo la que terminara contigo —el ardor se está volviendo insoportable—, porque ahora ninguno ha ganado nuestra guerra. Me asesinaste. Te mataron. Y me trajeron de vuelta —aprieto los dientes por el dolor—. Tu trabajo manual se limpió y el mío quedó sin terminar.

Puede que mi trabajo haya quedado sin terminar, pero no significa que no pueda hacer algo. Oh, quiero hacerle daño. Quiero hacerlo más que otra cosa. Mis dedos doloridos lentamente comienzan a quitar el guante. Una luz ardiente irradia de mi palma mientras la levanto lentamente. Ls apunto hacia su cara, queriendo que él sepa lo que puedo hacer, queriendo ver el daño que podría hacerle al hombre que me hizo esto.

—Señorita.

Aparto mi mano de su cuerpo y la meto debajo de la mesa.

La culpa burbujea en mi pecho.

¿Qué estoy haciendo? Esto no esta bien. No debería haberlo hecho.

Intento volver a ponerme el guante mientras miro hacia arriba.

—¿Qué ocurre?

El hombre está de pie en la puerta.

—Se acabó el tiempo. Tengo que sacarla de aquí antes de que alguien se dé cuenta.

Me aclaro la garganta y asiento.

—Sí, vale. Gracias.

Me enderezo la camisa y obligo a mis manos a detener su temblor. Mi hombro roza el del hombre cuando paso. Mis pies me llevan fuera de la morgue, de vuelta a casa en Malibú, hacia el estacionamiento donde espera mi taxi. Murmuro que quiero que me lleve a casa mientras me hundo de nuevo en el asiento. Descanso mis manos en mi regazo, con las palmas hacia arriba para no presionarlas. Siguen temblando incontrolablemente y arden un montón. Aprieto mi boca contra mi hombro y dejo que un pequeño grito se ahogue allí.

Cuando el taxi se detiene frente a mi casa, no me muevo por un largo rato. Pienso en cómo la mayoría de los adolescentes de mi edad conducen con sus permisos, pero eso no hace mucha diferencia para la persona que no puede. Papá pensó que era mejor si ni siquiera lo intentaba. Acepté porque duele sin tocar nada, así que sabía que sería doloroso y peligroso que mis manos se presionen contra algo que determina si conduzco o no.

—¿Señorita? —dice el conductor, tratando de llamar mi atención y hacer que me vaya.

Dejo caer un par de billetes en el asiento antes de abrir torpemente la puerta del auto para salir. Espero entrar sin tener que hablar con nadie. En cambio, encuentro a papá, Rhodey y Pepper sentados en el salón. Glorioso. Agacho la cabeza e intento deslizarme hacia la escalera.

—Hola, Lees —grita Rhodey con la boca llena de pizza, haciendo que me detenga en el segundo paso.

—¿Qué tal? —me giro para mirarlos, dejando mi rostro inexpresivo.

—¿Dónde has estado? —pregunta Pepper antes de estornudar y mirarme.

Todos me miran, expectantes.

—Estoy segura de que papá tiene un dispositivo de rastreo en mi móvil. Él te puede decir dónde —mis ojos se lanzan a los suyos.

—Dios, relájate. No te estaba rastreando.

—Mentira.

—¿Qué? —se limpia la salsa de pizza de la boca.

—Que eso era mentira.

—No lo era.

Asiento intencionadamente.

—Otra.

Él levanta las manos exasperado.

—¡Bien! ¡Te puse un dispositivo de rastreo! ¿Contenta? Pero no he seguido todos tus movimientos, es en caso de que te vuelvan a secuestrar.

Siento que mi cara se pone roja de ira.

¿Que me vuelvan a secuestrar?

—Tony —Pepper regaña en voz baja.

—Tranquila, Pepper, es una de las mejores cosas que podría hacer —camino por las escaleras mientras me miran con curiosidad—. Si realmente llegara a conseguir lo que quiere, nunca se me dejaría salir de casa.

—Lisa —papá frunce el ceño.

Levanto una mano enguantada negra y digo con voz burlona:

—¡Seguridad, seguridad, seguridad! ¡La seguridad es lo primero! —mi voz vuelve a su nivel habitual—. Señor, esto parece una clase de preescolar. Especialmente cuando es la regla de "trata bien a los demás" —me vuelvo hacia Rhodey y Pepper con una sonrisa sarcástica—. Tony Stark tiene miedo de que su pequeña vaya a asesinar accidentalmente a los otros niños cuando quiera una galleta o cuando se ponga demasiado emocional.

Rhodey y Pepper me miran con los ojos muy abiertos.

—¡Lisa! —papá grita y se pone de pie para mirarme—. No te atrevas a fingir que estoy exagerando.

Me vuelvo hacia él y sigo con lo que acabo de decir, respondiendo a la pregunta de Pepper.

—Si quieres saberlo, fui a la morgue.

—Ew, ¿a la morgue? —pregunta Pepper, confundida.

—Lees, ¿por qué querrías ir a la morgue? —Rhodey me frunce el ceño.

—Quería verlo —no quito los ojos de mi padre, cuyo rostro se suaviza un poco—, a Edgar Frost. El hombre que me torturó y acabó con mi vida.

Eso los calla así que sonrío con aire de suficiencia.

Me ajusto la camisa y asiento.

—Bien, si eso es todo, damas y caballeros, subiré a mi torre.

Papá gime cuando me giro y corro escaleras arriba. Las horas pasan mientras me siento con las piernas cruzadas sobre la cama. Finalmente tengo suficiente coraje para quitarme los guantes. No estoy toda brillante ahora, puedo decirlo porque mis venas no brillan a través de mi carne. Cada vez que tiendo a frustrarme, los propulsores parecen encenderse y es cuando mi carne empieza a arder. Tragando saliva, miro mis manos. Los discos blancos muestran su intrincado patrón, casi reflejando los propulsores de mi padre en su diseño.

Los cortes han cicatrizado bastante bien y los puntos han sido retirados. La piel que rodea los discos está curvada, roja y con costras por las quemaduras repetitivas. Casi me atraganto al verlos. Las heridas en mis manos siempre duelen, pero es diferente cuando me enfado. Cada vez que se encienden los propulsores, solo me dan otra prueba del ardor original que sentí esa noche en el Sector 16. Hago una mueca cuando mis dedos tocan suavemente la carne.

Papá no sabe que se encienden tanto. No sabe lo que los propulsores le están haciendo a mis manos. Todo lo que sabe es sobre el accidente. Piensa que fue un contratiempo y es por eso que sigue levantando muros, encerrándome. Es por eso que sigue protegiendo a las personas de mí. Tiene miedo de que les haga daño otra vez.

Pasó un mes después desde lo ocurrido con Obadiah. Habíamos intentado volver a nuestra rutina habitual. Los paparazzi nos perseguían, pero papá dijo que lo hacían siempre, así que deberíamos estar bastante acostumbrados. Noté una nueva ferocidad sobre los reporteros, pero él no pensó en eso, así que traté de alejar la observación. Había estado tratando de mantener una actitud positiva sobre los propulsores en mis manos, después de todo, papá prometió que todo estaría bien. Necesitaba tener fe. Pero eran muy dolorosos y estaba aterrorizada de que nunca pudiera volver a hacer nada que quisiera. Me di cuenta de lo mucho que la gente realmente usa sus manos. No hay muchas actividades que no requieran manos.

Papá ya había estado en unas veinte misiones que "salvaron el mundo", no podía pensar en lo que iba a enfrentar allí, sabiendo que cada misión tenía una gran probabilidad de nunca volver a casa conmigo. Aunque nunca lo discutimos. ¿Qué podría decir en los pocos minutos que teníamos la oportunidad de hablar? Hacía lo que creía que era correcto; era lo que necesitaba hacer.

Se fue a otra misión durante unos dos días cuando decidí que necesitaba salir de casa. Había intentado pintar en el garaje, pero no podía sostener bien los pinceles. Seguían resbalándose debido al extraño artilugio de metal. Luego, a medida que me sentía cada vez más frustrada, comencé a quemar agujeros a través de mis lienzos. Finalmente ya no pude soportar el silencio. Necesitaba respirar aire fresco y olvidar todos mis problemas. Me escabullí por la salida lateral, tratando de evitar a todos los paparazzi que esperaban fuera de nuestra puerta principal. Llevaba gafas de sol y una sudadera con capucha negra, escondiendo mis manos en el gran bolsillo en la parte delantera.

Cuando la primera persona me reconoció, estaba caminando por una de las partes turísticas de Malibú, que fue mi primer error. Estaba pasando junto a una pareja de recién casados ​​cuando el hombre jadeó y se paró frente a mí mientras me miraba boquiabierto. Rápidamente di un paso atrás, mirándolo con sorpresa.

—Oh, Dios mío, eres Lisa Stark, ¿verdad?

—No —arrastré los pies para rodearlo.

Me tomó del brazo y me congelé, tensándome ante alguien que me tocaba.

—¡Sí lo eres! ¡Has salido un montón en la televisión!

—¿En serio? ¿Es que me veo como Lisa Stark para ti? —espeté, bajando la voz con la esperanza de disfrazarme—. ¡¿Por qué los turistas piensan que cada persona que conocen en California es una celebridad?!

—¿Qué sucede? —apareció otra persona, mirándonos de manera extraña.

—¡Es Lisa Stark, la hija de Tony Stark! ¡Mira! —la mujer me clavó un dedo meñique en la cara.

—¿Oh, Lisa Stark? ¿En serio? ¡¿Eres tú?!

—¡No, no, no! ¡No lo soy! —lo dije demasiado rápido para ser creíble.

Sentí calor subiendo a mis mejillas a medida que más personas se empezaron a acercar, reconociendo mi nombre. Vi periodistas girando y trotando hacia nosotros al ver una gran multitud formándose. De repente estaba en el epicentro de un círculo de espectadores y fanáticos ruidosos.

—¡Lisa! ¡Lisa, mira aquí! —una cámara brilló en mi cara.

Un turista gritó apresuradamente:

—Señorita Stark, ¿puedo tomarme una foto con usted?

—¿Dónde está tu padre? ¿Está aquí? —todos miraron a su alrededor mientras un chico seguía preguntando—: ¿Puedo hacerme una foto con los dos?

Miré a mi alrededor rápidamente, tratando de encontrar una salida a este desastre. Luces brillantes destellaron, lastimándome los ojos a pesar de que llevaba gafas de sol. Una mano tuvo la valentía de tirar de mi capucha para que estuviera aún más expuesta. Mis manos empezaron a arder y me estremecí ante la repentina sensación. Sentí que los cables dentro de mis muñecas comienzan a vibrar.

—¡Oh, Dios!

—¡Eres mi celebridad favorita!

—Hay rumores sobre lo que te pasó la noche del ataque de Obadiah Stane, ¡¿cuáles fueron los hechos?!

—¿Estabas realmente embarazada o solo fue un engaño?

Mis pies se sentían pegados a la acera a medida que el dolor se hacía más y más intenso. Se sentía como si mis manos estuvieran ardiendo, y probablemente era así.

—¡Lisa Stark! ¡Lisa, cuéntanos cómo te va! —gritó un reportero.

—¡Lisa! ¡Hola, señorita Stark!

Hice una mueca al escuchar el sonido de mi nombre.

—Lisa, ¿cómo te sientes con tu padre siendo Iron Man?

Tragué saliva y mis manos temblaron con el poder y el dolor. El bolsillo de la sudadera comenzó a brillar y el pánico me alcanzó. Sabía una cosa: tenía que alejarme. Me cambié de lugar y me dirigí hacia la multitud. Empujé contra ellos con mis hombros, luchando por pasar.

—¡Apartad! —exigí, ya que la gente se negó a moverse—. ¡Dejadme pasar!

—¡Espera, Lisa!

—¡Moveos! —mi voz se enojó más.

—¡Vamos, Lisa, responde un par de preguntas!

No pude escapar.

—¡Tómate una foto conmigo, por favor!

—Parad, parad —rogó mi voz enojada—. ¡He dicho que os mováis!

No quisieron escuchar.

Fue entonces cuando ocurrió mi segundo error.

—Que paréis —mi voz se elevó a un chillido entre las fuertes demandas y preguntas—, ¡dejadme en paz!

De repente, mis manos se iluminaron por completo y ardieron como nunca antes cuando una ráfaga larga, de color blanco-amarillo, salió disparada. Todos chillaron y jadearon, tropezando y clamando por escapar. Volé hacia atrás, golpeando mi cuerpo contra el pavimento. Se escuchó un ruido sordo a mi lado y sentí una mano de metal tomar mi brazo. Mis ojos se levantaron al ver la máscara de mi padre. Me acurruqué en una posición sentada, pero me detuve al mirar frente a mí. Un hombre estaba en el suelo, haciendo una mueca y sosteniendo su hombro humeante y chisporroteante. Mis labios temblaron cuando mis ojos cayeron del hombre herido a mis manos iluminadas. Papá se acercó al hombre y lo ayudó a ponerse de pie.

—Señor, ¿está bien?

Mis ojos no dejaron mis manos ardientes.

—¡H-H-He sido disparado! —exclamó el hombre.

Papá escaneó la herida del hombre.

—No es grave. Parece una ligera quemadura. Debería curarse —luego se refirió a nuestra IA—. Jarvis, llama a una ambulancia para asegurarnos.

—¡E-Ella me hizo daño! —dijo el hombre, desesperado y en pánico.

Mi boca se abrió en sorpresa y horror.

—Se pondrá bien —el tono de papá se hizo más halagador—, necesita relajarse.

—No, ella me hizo esto —el hombre miró a su alrededor rápidamente y las cámaras continuaron parpadeando—. ¡Fue ella! ¡Es peligrosa! ¡Que nadie se acerque!

—Vale —papá se movió hacia atrás antes de alcanzarme y acercarme a su lado—, pues ponnos una denuncia.

Nuestros pies dejaron el suelo cuando nos alejó de la escena. Apreté los ojos, olvidando mi dolor y recordando el que le causé a ese hombre. Iron Man no era un arma. Yo sí.

Por mucho que Pepper y papá intentaron mantenerlo en silencio, me sigo cuenta de que el hombre realmente intentó denunciarnos. Sabía que teníamos dinero y que probablemente podría sacar algo de nosotros. Jarvis me ayudó a revisar los registros hospitalarios aproximadamente una semana después. Básicamente tenía una quemadura que una persona podría conseguir al recoger un plato caliente de un microondas. No me pusieron cargos, fue solo un accidente. Papá pudo resolverlo y le pagó unos pocos miles de dólares por cualquier 'dolor y sufrimiento' que le infligí. Pero aunque se mantuviera en el tribunal, no significa que se estuviera fuera de la vista del público. Fue mortificante. Papá me hizo unos guantes que podrían contener el calor y las explosiones de los propulsores, lo que aparentemente estaba destinado a aliviar las preocupaciones de la gente respecto a mí. De nuevo, mortificante.

Puede que no haya matado a ese hombre.

Pero podría haberlo hecho.

Podría matar a cualquiera. Nunca antes había tenido ese tipo de peso sobre mis hombros. Ese tipo de miedo. Y siempre pensé que si Edgar estaba muerto, estaría libre de miedo. Me acaba de otorgar uno nuevo antes de morir.

Papá no entiende el dolor que me causan los propulsores. Duelen todo el tiempo. No se lo he dicho. Apenas tenemos un minuto para nosotros. Es muy tonto de mi parte pensar que extraño los días en que me trataba como una muñeca de cristal, pero ahora me trata como una bomba que podría explotar en cualquier momento. ¡Odio que no confíe en mí! Simplemente me enfada. Como si fuera una señal, mis manos comienzan a arder más y los propulsores empiezan a brillar. Me esfuerzo por ponerme los guantes antes de explotar accidentalmente mi cama. Frunzo el ceño ante el espejo y comienzo la rutina para calmarme.

Quizás papá tenía razón. Quizás era un peligro para la gente. Pero ahora puedo controlarlo más. He estado practicando, manejándolo cuando me enojo. Es como mis ataques de pánico. Hago lo básico para cerrar los ojos, hacer retroceder los hombros, respirar profundamente y contar. Va mejor cada vez. Usualmente lo aplico, pero a veces estoy tan enfadada que lo dejo pasar. Es bueno sacar mi ira de alguna forma.

Hay un golpe suave en mi puerta antes de que una voz pregunte:

—¿Cariño? Hola, soy Pepper. Sé que has estado bajo mucho estrés últimamente. Me tienes aquí por si necesitas hablar.

Lucho con la manija de la puerta hasta que finalmente puedo abrirla. Ella está allí con una sonrisa comprensiva en su rostro y no puedo evitar devolverle la sonrisa.

—Hola —le digo.

—Hola, cariño —hace una pausa cuando estornuda—. Oh, lo siento. ¿Estás bien?

—Salud —entonces dejo escapar un suspiro y asiento—. No sé. He estado actuando como una loca últimamente.

—No lo has hecho —Pepper apoya una mano en mi antebrazo y dice con una cálida sonrisa—: La vida ha sido muy dura para ti y tu padre durante mucho tiempo. Estoy sinceramente sorprendida de que ninguno os hayáis asesinado mutuamente.

Suelto una leve carcajada antes de apoyarme en mi puerta.

—Es cierto. Aunque pensé que lo haría en ese avión de vuelta desde D.C.

Pepper se limpia la nariz mientras se ríe.

—Ja, yo también.

—¡Lo hace a propósito! Sabe que está actuando como un idiota, pero lo hace porque, uno, puede, dos, le gusta y, ¡tres, nos irrita! —digo exasperadamente.

Pepper se ríe de nuevo.

—Eso es verdad.

Me pongo sombría cuando digo:

—Sabes que han pasado cuatro meses y un año desde eso —frunzo el ceño—, ya sabes, Afganistán. Sigo pensando dónde estábamos hace exactamente un año. En una cueva, retenida como rehén por los Diez Anillos, intentando ayudar a papá a terminar el traje antes de que nos mataran.

Las cejas de Pepper se fruncen.

—Dios, lo siento mucho, Lisa.

Me encojo de hombros.

—Todavía podríamos llamar a tu terapeuta. Podrías empezar de nuevo —me dice.

Oh, señor, ¿otra vez?

Aproximadamente tres días después de que Obadiah terminara su viaje por la vida, Pepper planteó la idea. Papá la apoyó y Rhodey también. Yo, por alguna razón, no estuve de acuerdo. No lo sé; tal vez es demasiado intimidante. Tal vez no estoy lista para "resolverlo". Tal vez no quiero a alguien en mi cabeza. ¿Quién sabe? Soy lo suficientemente consciente de mí misma como para reconocer que solo soy una adolescente tonta que no tiene idea de lo que hace la mayor parte del tiempo.

Ya —me encojo de hombros otra vez, sin comprometerme.

—Y aunque no lo parece, estoy segura de que tu padre intenta ayudarte.

Estoy a punto de discutir eso cuando su teléfono nos interrumpe, así que ella dice:

—Oh, espera.

Asiento y espero a que lea el mensaje. De repente ella jadea y su rostro se contorsiona en una mirada de horror.

—¿Qué ha pasado? —pregunto con las cejas arqueadas.

—¡Tu padre! —se da la vuelta y comienza a caminar por el pasillo.

—Oh —reconozco que tiende a hacer cosas que provocan esa respuesta—, ¿qué ha hecho ahora?

—¡El arte! ¡Las colecciones! ¡Ha vendido una!

—Whoa, espera, ¿qué? —mi voz gana un tono más alto.

Corremos hasta el taller, donde puedo ver a mi padre sentado frente a su ordenador. Tiene su camisa levantada, por extraño que parezca y hay algo raro en su pecho. Mientras nos mira, deja caer su camisa. Pepper golpea el código de acceso y la puerta se abre. Entramos justo cuando toma un largo sorbo de una mezcla de aspecto asqueroso.

Señala a Pepper y dice:

—Uh-uh.

—¡¿Estás de coña?! —giro bruscamente, moviéndome hacia él con las manos en las caderas.

—¿Tú en qué piensas? —me sigue Pepper.

Él responde simplemente con un aburrido:

—¿Qué?

—¡Que en qué piensas! —repite Pepper, extendiendo sus manos.

¡Eh! Pienso en que estoy ocupado —se aleja de su escritorio.

—¡Voy a matarte y la escena del crimen no será bonita! —chillo.

Camina alrededor de la sala.

—Y en que vosotras estáis furiosas por algo —se gira hacia Pepper—. ¿Estás acatarrada? No me contagies.

—Papá, deja de bromear —lo sigo de cerca.

—¿Acabas de donar...? —comienza Pepper mientras nos sigue.

—No te acerques —usa sus manos para crear una barrera invisible a su alrededor—. Burbuja personal para evitar infecciones transmitidas por el aire.

Pepper lo ignora y sigue:

—... ¿toda nuestra colección de arte moderno a los, a los...?

—Boy Scouts de América —completa mientras toma parte de un holograma y lo convierte en una bola.

¿A los Boy Scouts de América? —mi voz se eleva de nuevo.

—Sí. Es una organización que merece la pena. No he comprobado físicamente las cajas pero, básicamente, sí —todavía se está moviendo alrededor de las imágenes holográficas suspendidas en el aire antes de volver a Pepper—. Y no es 'nuestra', es mi colección. No te ofendas.

—En realidad sí es nuestra, papá. Técnicamente se convirtió en mi colección cuando cambiaste mi apellido a 'Stark', y luego pusiste en el testamento que será mía cuando estires la pata —me quejo, mirando a la parte de atrás de su cabeza.

—Ajá, es tuya en el futuro, no en el presente. Por lo tanto, hasta que yo, como dices, 'estire la pata', sigue legalmente mía —informa mientras seguimos caminando por el taller.

Me quejo, cruzando los brazos gruñonamente sobre mi pecho.

—¿Sabes qué? —Pepper se defiende—. ¡Creo que sí tengo derecho a decir 'nuestra' colección teniendo en cuenta el tiempo que he dedicado más de diez años a conservarla! —Pepper envuelve sus brazos alrededor de sus archivos—. Verás, solamente hay unas 8.011 cosas de las que realmente necesito hablar contigo.

—Vamos, Tonto —papá acaricia al robot—. Venga, no te distraigas. El Bridgeport ya tornea esa pieza.

Pepper lo mira fijamente.

—La Expo es una gran pérdida de tiempo.

—Vaya —la miro lentamente.

No estoy necesariamente de acuerdo con eso.

Papá la toma por los hombros.

—Quiero que te pongas mascarilla hasta que te encuentres mejor, Estornuditos. ¿De acuerdo?

Ella tose.

—Serás borde.

—Para mí lo más importante es la Expo —dice papá mientras camina—, es mi principal punto de interés.

Ay. Eso duele un poco. O puede que mucho.

—Oh, vaya, gracias, papá —mi rostro se frunce en un profundo ceño.

—No sé por qué estáis tan "ibijibajibajiba" —me hace una mueca, moviendo los dedos en mi dirección.

¿Qué? —frunzo las cejas y sacudo la cabeza, irritado.

Pepper interrumpe antes de que podamos seguir discutiendo.

—La Expo es tu ego.

—Estoy de acuerdo —la señalo cuando nos detenemos.

Papá toma un cuadro que contiene un gran póster de Iron Man.

—Uh, vaya. Mira esto. Es arte moderno. Tiene que verse.

—¡Tú estás de coña!

—¿Vas a poner fotos tuyas? No serás esa clase de persona, ¿verdad? ¡Vamos, papá!

—Voy a colgarlo en seguida. Es vital —papá comienza a caminar hacia el área de la cocina del taller.

—Industrias Stark está patas arriba. ¿Entiendes eso?

Suspiro mientras continúan discutiendo sobre la compañía.

De repente, papá acelera con el gran marco todavía en sus manos.

—Oh, no, no, no, no —Pepper se apresura tras él mientras salta sobre el mostrador y quita el cuadro original de la pared—. ¡No quitarás el Barnett Newman para poner eso!

—No lo voy a quitar. Solo lo sustituyo por este —papá comienza a ajustar el póster enmarcado.

—Es lo mismo —suspiro y luego miro el cartel—. Bueno, en realidad es una mejora.

—¡Lees! —Pepper jadea, golpeando mi brazo con el dorso de su mano.

—¡Eh! —papá me señala con una sonrisa y luego da un doble pulgar hacia arriba—. Uno para Iron Man, cero para la asistente.

Pepper frunce el ceño antes de mirarme acusadoramente.

—¡Lo siento! —trato de defenderme—. Pero sabes cómo me siento con algunas piezas de arte moderno. ¡El Barnett Newman es solo un rectángulo negro sobre un lienzo blanco! Cualquiera puede hacerlo, pero algún tipo de 1900 se hace famoso por eso. Ahora, si dijera que es realismo, lo golpearía.

Papá se encoge de hombros cuando Pepper suspira y dice:

—Vale, a lo que iba. Ya hemos adjudicado contratos a los de los molinos de vientos.

—No me hables de viento, que me entran náuseas.

Pongo los ojos en blanco, pero no puedo evitar mi tonta sonrisa.

—Ew, papá, muy maduro.

—Y a los de los árboles sintéticos que absorben carbono, idea tuya, por cierto. Esta gente está en nómina...

Papá se vuelve hacia ella, todavía en el mostrador, y extiende sus manos.

—Todo fue idea mía.

Que humilde.

—Y tú no tomas ninguna decisión.

Me quejo y me froto las sienes.

—Ya no me interesan los proyectos humanitarios. Me aburren —papá salta para mirarla de frente—. Me aburren un montón; hazlo tú.

Lo miro bruscamente.

—¿Que haga qué?

—Es una gran idea. Lo veo claro. Dirige la empresa.

Mis cejas se alzan cuando miro desde él hacia Pepper.

—Sí, ya intento dirigir la empresa.

—Que Pepper dirija la empresa. Pues no lo intentes y hazlo.

—Y tú no quieres darme la información.

—Te pido que lo hagas físicamente. Tienes que hacerlo tú.

—¡Ya intento hacerlo!

—¡Ugh! —grito de repente, haciendo que ambos me miren—. Pepper, te quiere dar las riendas.

Sus ojos se abren mientras mira a papá.

Él asiente con una sonrisa.

—Iba a decir que seas la CEO, Pep, hasta que Lisa ha intervenido —me lanza una breve mirada.

Ella olfatea su aliento.

—¿Has bebido?

Él se aleja y hace una mueca, desconcertado.

—Uh, clorofila —toma sus hombros—. Por la presente te nombro presidenta y directora ejecutiva de Industrias Stark con efecto inmediato —me mira brevemente—. ¿Tú que dices, Lees?

Asiento y le sonrío a Pepper.

—Sí, me parece bien.

Pepper tiene la boca abierta mientras nos mira con los ojos muy abiertos.

Papá se acerca a Tonto mientras sostiene un plato con champán.

—En realidad, lo he estado pensando mucho, lo creas o no. Buscando candidatos, por así decirlo, tratando de pensar quién sería un sucesor digno entre Lees y yo. Y he comprendido que eres tú. Siempre has sido tú. He pensado que podría haber algún problema legal, pero en realidad puedo nombrar a mi sucesor. Y mi sucesor eres tú.

Sonrío cuando Pepper sacude la cabeza con incredulidad, aún sin poder hablar.

—Enhorabuena —papá sonríe mientras le ofrece una copa de champán—. Cógela, venga —me señala—. Para ti no hay.

Ruelo los ojos ante sus payasadas.

Pepper toma el vaso y sonríe, pero está claro que todavía está sorprendida.

—No sé qué pensar.

Se sienta y puedo verlo deslizarse hacia ella.

—No pienses. Bebe.

Siento que mis mejillas se sonrojan por su cercanía y me muerdo el labio de emoción. Deseo tanto que estén juntos que duele físicamente. Suspiro para mí mientras tintinean las copas y cada uno toma un sorbo.

Están hechos el uno para el otro. Es el destino.

Apoyo mis codos contra el reposacabezas del sofá y descanso mi barbilla amorosamente sobre el hombro de Pepper.

—Bienvenida a la familia, Pepper.

Papá se ahoga con su bebida y Pepper farfulla.

—Eh, eh —me alejo, sonrojándome ahora por una razón diferente—, no quería decir eso —suelto una risa incómoda.

Papá alinea sus labios, parpadeando hacia mí.

—Uh, me refiero a, um —me rasco la ceja mientras mi cara sigue ardiendo, de repente levanto mis manos y digo con entusiasmo—: ¡Bienvenida a la familia de Industrias Stark!

Papá aprieta la mandíbula y deja caer la cara en la mano cuando me tropiezo contra la pared.

—Oh, ay, uh —me froto el hombro adolorido—, voy a, esto, pues... —murmuro avergonzada mientras me doy la vuelta para irme—. Voy a seguir ahogándome con mis palabras.

Estoy saliendo de la sala cuando escucho que papá y Pepper se echan a reír. Suspiro aliviada porque no arruiné lo que estaba pasando. Mientras subo las escaleras, no puedo evitar sonreír. Cuando mi ritmo se acelera, noto algo extraño. Ni mis heridas ni mis propulsores me duelen.

  ⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀

  ⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀

Nuestra pelirroja favorita aparece en el próximo ;-)

¡Gracias por leer! xx

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen2U.Pro