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chapter xx.
( iron man 2 )

dispara a la emoción, juega para matar
hay demasiadas mujeres con pastillas
dispara a la emoción, jugar para matar
tengo mi arma lista, voy a disparar a voluntad
shoot to thrill ─── ac/dc

expo stark, nueva york
22 de abril, 2011

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Nuestro avión aterriza cerca del gran estadio y nos acompañan detrás del escenario, donde puedo ver a papá entre las luces brillantes. Pepper se separa para hablar con algunos de los trabajadores mientras yo miro cómo papá se pone en marcha. Me quedo con un brazo cruzado sobre mi pecho y el otro utilizándolo como apoyo para poder descansar la barbilla sobre mis nudillos. La multitud afuera está más allá de lo salvaje y "Shoot To Thrill" se ha convertido en el sonido de los latidos de mi corazón.

—Señorita Stark, ¿cómo está la iluminación? —me pregunta la gerente encargada de ello.

—Bájala un poco, Florence, por favor. Mi padre piensa que es más dramático así —le digo a la mujer regordeta con una sonrisa antes de mirar hacia el escenario.

Hay una pantalla grande detrás del escenario con una bandera estadounidense que parece ondear al viento. Los fuegos artificiales aún estallan. La audiencia está coreando su nombre. Pongo los ojos en blanco al ver a las bailarinas escasamente vestidas que lo rodean cuando la canción llega a su fin. Salen del escenario y resisto el impulso de fruncir el ceño cuando pasan.

Papá aplaude un poco.

—Ah, da gusto volver —se da vuelta y se señala a sí mismo—. ¿Me echábais de menos?

Algunos chiflados en la multitud gritan:

—¡Cárgate algo!

—Y yo a vosotros —papá señala al chiflado—. ¿Qué me cargue algo? Ya lo he hecho.

Bueno, no se equivoca.

Él se pone más serio.

—Yo no digo que el mundo disfrute de su período más largo de paz ininterrumpida gracias a mí —el público aplaude y vuelvo a poner los ojos en blanco—. Tampoco digo que surgiendo de las cenizas del cautiverio, jamás haya habido una mayor personificado de la metáfora del fénix —inclina la cabeza en reconocimiento de sí mismo.

—Wow —parpadeo.

—Estoy contigo —Pepper aparece a mi lado mientras él continúa aclamándose a sí mismo—, sabe cómo montar un espectáculo.

—Sí —estoy de acuerdo en voz baja.

—Por favor, yo no importo —papá sacude las manos por la cabeza—. Ni tampoco vosotros. Ni siquiera nosotros. Lo que importa es el legado.

Legado, ¿eh?

—Lo que importa es lo que decidamos dejar para las futuras generaciones. Y por eso el año que viene, y por primera vez desde el año 74, los mejores hombres y mujeres de países y corporaciones de todo el mundo unirán sus recurso sus recursos y compartirán su visión colectiva para conseguir dejar un futuro mejor —su voz se hace más fuerte a lo largo del discurso—. Nosotros no importamos. Por lo tanto, lo que digo, si es que digo algo, es bienvenidos a la Expo Stark —papá señala a la pantalla—. Y ahora, haciendo una aparición estelar desde el inmenso más allá para deciros que es lo que importa, demos la bienvenida a mi padre, Howard.

Miro la pantalla que muestra a mi abuelo. No escucho mucho de lo que dice. Es genial verlo de nuevo, aunque sea una grabación. Es aterrador y triste pensar que soy la única persona en esta tierra que lo vio por última vez con vida junto a la abuela y, sin embargo, ni siquiera puedo recordarlo bien. Todo es borroso, pero recuerdo haberme chocado y haber gritado. Pero ahora Howard está ante mis ojos, moviéndose y respirando.

—Pequeñaja —papá sale del escenario, avanzando hacia donde Pepper y yo estamos.

—Hey —le asentí con la cabeza, sin dejar de mirar la pantalla.

No encuentro sus ojos y él aparta la vista de mí.

Papá se junta las manos a la espalda y se vuelve hacia su asistente personal.

—Bueno, señorita Potts, ¿qué le parece?

Pepper parpadea hacia el escenario.

—¡Uh, es genial!

—Muy convincente, sí —papá la mira de reojo mientras suspira.

—Se parece a Walt Disney —les interrumpo antes de que empiecen a discutir o cualquier cosa parecida.

—¿Quién? —papá se da vuelta para ver de quién estoy hablando.

—Howard —señalo la pantalla—. Tu padre, mi abuelo.

—Oh —papá sigue mi mano—. Bueno, no era tan amigable con los niños como el viejo Walt, pero eso ya lo sabes.

No decimos nada más. Papá me da una última mirada antes de girarse torpemente y alejarse. Suspiro cuando Pepper frunce el ceño tras él y me mira.

—¿Qué os pasa? —Pepper niega con la cabeza—. Soléis ser inseparables y ahora ni siquiera podéis estar en el mismo lugar por más de cinco minutos.

—Las cosas son diferentes, Pepper —me encojo de hombros—, no pasa nada. A medida que los niños crecen, se empiezan a separar de sus padres —eso no tiene nada que ver—, es completamente normal —no sé que es normal—. En serio, estoy bien —no, no lo estoy.

Seguramente escuchó lo que dije. Conoce los problemas. Trago y aparto la vista. Ella suspira y no dice nada más. Cuando la presentación termina, se decide que finalmente podemos irnos a casa. Pepper se marcha a algún sitio, así que solo me quedan papá y Happy, cosa que apesta porque significa que tendré que escuchar 'charlas de hombres' por el resto del viaje. Mientras nos dirigimos a la salida, papá se da vuelta y me mira.

Casi hace una mueca cuando dice:

—Lees, seguramente quieras darte la vuelta.

—¿Qué? —pregunto, tanto mi tono como mi expresión son serias.

—Tal vez sea lo mejor —me da este extraño asentimiento—, hasta que estemos seguros de ti y, uh, esas cosas.

Seguros de mí. Seguros de esas cosas. ¡¿Cosas?! ¿En serio me acaba de decir eso?

Me burlo y paso entre él y Happy, sin tener en cuenta su "sugerencia." Escucho a papá suspirar detrás de mí cuando empiezo a atravesar la ruidosa multitud. Sin embargo, no me molestan demasiado, solo quieren a mi padre. Las mujeres entregan sus números, los hombres quieren estrecharle la mano y los niños pequeños quieren autógrafos. Pasamos a un hombre al que papá se refiere como "Larry", cuya cara me suena un montón.

Cuando finalmente doy un traspié, uso el costado de mi hombro para abrir las puertas.

—Vamos, Tony —dice Happy mientras siguen caminando detrás de mí.

Todo el ruido se desvanece y respiro profundamente, disfrutando de la calma.

—Bonito trayecto —papá mira a Happy.

—No ha estado tan mal.

—No, ha sido perfecto —responde papá, casi sarcásticamente.

Mis ojos encuentran el hermoso coche plateado frente a nosotros y una sonrisa se extiende en mi rostro.

—Happy, ¿es el nuevo modelo?

—Claro, os tengo que conseguir lo mejor —bromea Happy, desbloqueando el auto que emite un pitido de reconocimiento.

—¿Ella va incluida? —papá pregunta en voz baja, me doy cuenta de que una mujer se apoya contra mi nuevo auto favorito.

Le frunzo el ceño, pero él finge no verme.

—Bueno, espero que sí —Happy responde igual de tranquilo antes de animarse.

—Hola —papá sonríe.

—Hola —responde la mujer, medio coqueta.

—¿Tú eres? —él frena mientras yo me burlo y paso por su lado, asegurándome de golpearle el hombro.

—Marshal.

—Irlandesa, me gusta —papá le da la mano y camina hacia el otro lado del automóvil.

Continúan conversando mientras yo los ignoro. Happy retrocede, dejándome el asiento de delante junto a papá; no sé si estoy agradecida o no. Aún ignorándolos, me dejo caer en el asiento del pasajero y acerco mis manos enguantadas a mi pecho. Están sufriendo esta noche. Algunas noches son peores que otras y no entiendo por qué.

—Entrego citaciones.

Ahora eso me llama la atención.

Veo que la mujer que se inclina hacia el automóvil le está tendiendo un papel blanco doblado mientras él se acomoda en el asiento del conductor.

—Vaya —es todo lo que tiene que decir antes de poner los ojos en blanco, irritado.

Intento sofocar una risa, pero fallo miserablemente. Papá me frunce antes de mirar al frente. De repente, un papel blanco va en mi dirección.

Oh —frunzo el ceño mientras lentamente lo recibo de la sonriente mujer.

Frunzo el ceño ante las palabras que recubren el papel. Quieren discutir sobre el traje. No soy estúpida. Es obvio. Pero no pueden tenerlo. Es nuestro. O, bueno, de papá. De cualquier manera, en sus manos está mejor. Si puedo admitir eso, ellos también.

Happy toma la citación de papá .

—Odia que le entreguen cosas.

Él suspira y apoya la cabeza contra el reposacabezas.

Happy asiente a la citación, alejando cualquier preocupación de su parte.

—Yo me encargo.

—Se os ordena presentaros ante el Comité de Servicios Armados del Senado mañana a las nueve horas —nos dice con aire presumido la dama.

Él sigue tratando de ignorar el hecho, pero ella sigue con su sarcasmo.

Finalmente, después de haberse dado por vencido, papá mira a Happy.

—¿A cuánto está de D.C.?

—¿D.C.? —pregunta Happy, pensando—. Cuatrocientos kilómetros.

Papá sonríe y pisa el acelerador. Las llantas chirrían contra el suelo, dejando a Happy y la dama atrás. No hablamos durante un largo rato, los dos mirando el mundo por el que pasamos. Ha sido así durante unos cinco meses. No nos hablamos. Simplemente pasamos el uno del otro. Le extraño. Pero no importa porque ya no está aquí. Mi padre se fue a un lugar que no puedo alcanzar. Iron Man lo ha reemplazado. Un héroe, sí, pero también una celebridad, incluso más de lo que era antes. Solía ser un CEO, pero ahora salva vidas y mantiene la paz mundial. Ya no es mío.

Pero es más que eso.

No confía en mí y estoy enojada con él.

Ha pasado mucho.

—Um, entonces —dice papá sobre el rugido del viento que nos pasa.

Él no dice nada más después, así que simplemente respondo un "Mhm."

Cierro los ojos y finjo dormir para que no tengamos que forzar más la conversación. Supongo que llego a quedarme dormida, ya que de repente despierto con las brillantes luces del amanecer cuando la gran ciudad de D.C. aparece. Antes de darme cuenta, estamos sentados en una larga mesa que tiene micrófonos instalados frente a nosotros. Hay cámaras en todas partes y salimos en la televisión nacional en este momento. Genial. Pepper está sentada detrás, sacudiendo la cabeza hacia mi padre. Me siento al final de la mesa con papá a mi izquierda y dos sillas vacías a su lado.

Ante nosotros hay un grupo de numerosos senadores que divagan sobre algo que papá ignora por completo. Papá se da la vuelta en su silla, frente a Pepper, a quien no le divierten sus chistes. Mis dedos tocan el escritorio, recreando "March Funèbre" de Chopin, que significa "marcha fúnebre." De alguna manera es apropiada para la ocasión.

—Señor Stark, ¿podríamos continuar donde lo dejamos? Señor Stark. Por favor —un hombre de piel naranja, el senador Stern, intenta llamar la atención de papá.

Papá escucha las indicaciones de Pepper y se balancea en su silla para sonreírle al senador.

—¿Sí, querido?

Sonrío.

—¿Puede prestarme atención? —pregunta el senador Stern.

—Por supuesto —dice papá en su tono burlón habitual.

—¿Tiene o no tiene usted algún arma especializada?

Mis cejas se alzan.

—No, señor —responde él.

—No, señor...

—No, señor —entonces, agrega—: Bueno, depende de cómo defina arma.

—El arma Iron Man.

Suspiro y me froto la frente con los dedos enguantados.

—Senador Stern, el dispositivo Iron Man no es un arma. Si lo fuera, pronto se usaría para hacer estallar estos procedimientos —todos me miran con los ojos muy abiertos—, porque, francamente, no tienen ningún sentido.

Papá me mira de reojo, tratando de entender lo que está pasando dentro de mi cabeza.

El senador Stern obliga a sus espeluznantes labios a sonreír.

—¿Y eso por qué?

Prácticamente puedo escuchar a Pepper encogerse detrás de mí.

—Bueno —me encojo de hombros con sarcasmo—, como todos los ladrones políticos desinformados, vuestra intención aquí, senadores, es torcer la verdad del propósito de Iron Man para hacer creer a todo el país que mi padre y yo creamos un arma. Si se etiqueta públicamente como 'arma', podríais confiscarla. Pero no lo es. Y estos procedimientos son estúpidos. ¿Ya hemos terminado?

Papá ríe levemente, pero su rostro sigue impasible conmigo.

—Lo siento, señorita Stark, pero no creo que esté en la posición más adecuada para hacer distinciones entre lo que es y lo que no es un arma.

Papá rueda los ojos irridatadamente en dirección al senador.

La ira llena mi pecho y mis manos comienzan a arder. Fue un golpe bajo. Mis ojos caen sobre mis manos temblorosas y respiro profundamente, tratando de alejar el dolor. Orpimo el chisporroteo en mis palmas y mantengo esa expresión petulante en mi rostro.

Inclino un poco la cabeza hacia un lado mientras escupo:

—Hablemos de la jugadas sucias, senador. ¿Desea aclararlo para aquellos que no entienden lo que está insinuando?

El senador Stern aparta la vista de mí para concentrarse en papá.

—Si Iron Man no es un arma, ¿cómo lo describiría, señor Stark?

—Lo describiría definiéndolo como lo que es, senador —responde papá bruscamente, inclinándose un poco sobre la mesa.

El senador Stern niega con la cabeza y espera con actitud.

—Es, mhm —papá niega levemente con la cabeza—, es una prótesis de alta tecnología —el público se ríe y papá los mira—. Esa es realmente su descripción más apropiada.

—Es un arma. Un arma, señora Stark, lamento comunicárselo.

Frunzo el ceño cuando papá interrumpe rápidamente, todavía irritado.

—¡Por favor! Si su prioridad fuera realmente el bienestar del ciudadano estadounidense... —papá se lleva la mano a la frente.

El senador interrumpe y parece que sus labios espeluznantes ni siquiera se mueven mientras habla.

—Mi prioridad es que el arma Iron Man no llegue a la gente de los Estados Unidos de América.

Papá deja caer sus manos sobre la mesa.

—Ya, pues váyase olvidando. Yo soy Iron Man —mi mente vuelve a esa noche después de que papá lo anunciara por primera vez, cuando me burlé de él—. La armadura y yo somos uno. Entregar el traje de Iron Man sería entregarme a mí mismo, lo cuál equivale a un contrato de servidumbre o a la prostitución, según en que estado vivas —el público se ríe y ruedo los ojos, pero la voz de papá se mantiene seria—. No lo entregaré.

—No, no soy un experto en...

—¿En prostitución? Por supuesto que no. Usted es senador. ¡Por favor! —papá golpea su mano contra la mesa y el público se ríe de nuevo.

—Sabes cómo montar un espectáculo —repito las palabras de Pepper de anoche.

Sus ojos marrones se apartan de mi rostro, hacia los de Pepper, quien no está emocionado.

—¿No? —papá le pregunta y ella niega con la cabeza.

—Mire, yo no soy un experto en armas —el senador Stern se arregla la corbata—, pero aquí tenemos a uno. Quisiera llamar a Justin Hammer —papá se sobresalta y gira en su silla—, nuestro actual contratista de armamento primario.

Gimo y retrocedo sorprendida cuando eso suena a través del micrófono. Otro hombre de piel anaranjada, Justin Hammer, entra y toma un asiento vacío al final. Justin Hammer es más o menos el epítome de un pomposo aspirante. Es el CEO de una empresa de fabricación de armas llamada Industrias Hammer, que es básicamente la versión barata de Industrias Stark. Papá no lo soporta y yo no tengo problemas en admitir lo mismo.

—Que conste en acta que he visto entrar a la sala al señor Hammer, y me pregunto si además contaremos con la presencia de un auténtico experto en armas y cuando —dice papá sarcásticamente al micrófono.

Sin embargo, hay algo extraño en él. Su rostro se mantiene serio a pesar de que se está burlando. Es casi como si no estuviera disfrutando.

Justin da una risa obviamente falsa.

—Por supuesto. Yo no soy un experto —se vuelve hacia mi padre y le dice—: Ese honor es tuyo, Anthony. Tú eres el niño prodigio.

Prodigio. ¿Cómo la marca de pan?

—Felicidades, ahora eres un trozo de pan blanco —le susurro a papá.

Aunque es una broma absolutamente horrible, me sonríe y luego, al darse cuenta del hecho de que en realidad estamos bromeando, nuestros ojos casi se abren.

Luego volvemos a centrarnos en Justin mientras habla.

—Puede que yo no sea un experto, pero ¿sabes quién era el experto? Tu padre —luego me dice—: Tu abuelo. Howard Stark. Un padre y abuelo para todos nosotros, y para la era de la industria militar —papá frunce los labios—. Pero seamos claros, él no era ningún blandengue. Era un león. Estamos aquí porque, en los últimos seis meses, Anthony y Lisa Stark han creado un arma de incalculables posibilidades. Aunque ellos insisten en que es un escudo. Nos dicen que confiemos mientras nos refugiamos tras él —debería ser un actor de teatro por la forma en que está actuando—, ojalá eso me consolara, Anthony, Lisa, os lo digo en serio. Me encantaría dejar la puerta de mi casa abierta, pero esto no es Canadá.

Lo miro de reojo para ver si realmente habla en serio.

—Vivimos en un mundo de graves amenazas y el señor Stark, como el portador del traje de Iron Man, no siempre va a poder preverlas —papá se agacha en su silla y sacude la cabeza, mirando fijamente—. Gracias. Que Dios bendiga a Iron Man y a América.

—Que Dios bendiga tu bocaza —murmuro con un suspiro.

Se da un débil aplauso cuando Justin vuelve a sentarse.

—Muy bien expuesto, señor Hammer —el senador Stern está de acuerdo—. Ahora el comité querría invitar al teniente coronel James Rhodes a la sala.

Le echo una mirada a papá, cuyas cejas se arquean con incredulidad.

—¿Rhodey? ¿Qué?

Los dos vemos a mi tío caminar por el pasillo de la sala del tribunal.

—Rhodey —digo lentamente—, ¿qué estás haciendo?

—Hola, chaval —papá lo saluda más casual—. No esperaba verte aquí.

—Ya, pues soy yo y estoy aquí. Asumidlo. Sigamos adelante.

—Es que... —comienza papá.

—Rhodey —intento.

—Dejadlo —dice Rhodey.

—Vale, lo dejamos —papá se rinde rápidamente, sacudiendo la cabeza y sacando aire de la boca.

El senador Stern empieza a hablar de nueva mientras papá empuja su boca contra su puño.

—Tengo ante mí un informe completo sobre el arma Iron Man, recopilado por el coronel Rhodes. Coronel, para que conste, ¿puede leer la página cincuenta y siete, párrafo cuarto?

Rhodey parece infeliz.

—¿Me está pidiendo que lea un fragmento concreto de mi informe, senador?

—Sí, señor.

—Tenía entendido que iba a testificar de un modo mucho más exaustivo y detallado.

El senador asiente y fuerza esa tonta sonrisa en su rostro.

—Entiendo. Hoy han cambiado muchas cosas. Así que si pudiera leerlo...

Rhodey rápidamente interrumpe.

—Debe entender que leer un solo párrafo fuera de contexto no refleja el resumen de mi...

—Usted léalo, coronel. Gracias.

Entrecierro los ojos al senador cuando Rhodey se empieza a arrepentir.

—Muy bien. 'Dado que no opera dentro de ninguna rama definible del gobierno, Iron Man representa una amenaza potencial para la seguridad tanto de la nación como de sus intereses.'

Papá no reacciona a las palabras que dice su mejor amigo.

—Sin embargo, más adelante especifico que los beneficios de Iron Man superan con creces sus riesgos. Y que serviría a nuestro interés....

—Ya es suficiente, coronel —el senador Stern intenta apresuradamente que se calle—. ¡Ya es suficiente!

—... en la cadena de mando, senador —Rhodey se ve claramente agravado por todos en la sala.

De repente, papá se inclina hacia el micrófono.

—Soy antigrupitos, pero sería Secretario de Defensa —papá se encoge un poco de hombros— si me lo piden bien. Y si modificamos los horarios.

La audiencia se ríe de nuevo y Rhodey toma un trago de agua, claramente queriendo estar en cualquier lugar que no sea este. Yo estoy de acuerdo.

—Quisiera seguir adelante y mostrar, si es posible, las imágenes que acompañan su informe.

Rhodey es reacio, pero no parece tener otra opción en el asunto. De repente, comienza a explicar cómo algunos países están intentando hacer copias de la demanda. Hay archivos e imágenes en la pantalla, pero tengo la extraña sensación de que algo no va bien. Mi pirateo no es tan bueno como el de mi padre, pero soy lo suficientemente decente para ver qué está pasando. Saco mi móvil del bolsillo y empiezo a piratear la base de datos de los militares antes de mirar y ver que papá está haciendo lo mismo. Nos miramos y fruncimos el ceño antes de regresar a nuestros móviles, tratando de ir más rápido. De alguna manera llego a los archivos ante él y me mira con una ceja levantada.

Podemos estar en desacuerdo, pero nunca dejaremos que el otro esté en desacuerdo con alguien más. Espero que siempre se mantenga así...

Asiento con la cabeza hacia mi teléfono y luego hacia las pantallas. Viéndose un poco amargado por haber perdido nuestra carrera, toma el móvil que le ofrezco y lo piratea fácilmente en el sistema de la pantalla. De repente, las pantallas reflejan lo que muestra mi móvil.

—Espera, chaval. Déjame ver eso. Nos hemos apropiado de sus pantallas. Las necesitamos. Es hora de un poco de transparencia.

Las pantallas parpadean con intentos fallidos aparentemente interminables en otras personas que intentan hacer una copia del traje de Iron Man. Corea del Norte. Irán. Incluso Industrias Hammer. Fallan miserablemente, debo decir. Mientras tanto, Justin y el senador Stern entran en pánico para apagar las pantallas mientras el público observa y jadea ante los horribles fracasos. Papá narra todo el rato, lo que, sin duda, le da el efecto adicional. Papá, Rhodey y yo compartimos una mirada justo antes de que Justin corte los videos.

—Vaya —papá apoya un brazo sobre la mesa—. La mayoría de países van cinco o diez años por detrás —hace un gesto hacia la pantalla—. Industrias Hammer, veinte.

—Quisiera señalar que ese piloto de prueba ha sobrevivido —Justin rápidamente clama por defender su fracaso.

—Sí, seguramente quedó paralizado de por vida —digo, olvidando que todos todavía pueden escucharme.

La audiencia murmura de acuerdo.

—Ya está hecho —el senador Stern se pone de pie y refunfuña con sus palabras—, ya está expuesto. Y no creo que haya motivo para continuar.

—El argumento es de nada, supongo —papá extiende la mano y sacude la cabeza, despreocupadamente petulante.

—¿Por qué?

—Porque soy su arma nuclear disuasoria. Es efectiva. Estamos a salvo. América es segura. ¿Quieren mi propiedad? —papá comienza a golpear la mesa con cada palabra—. No puedo dársela. Pero les he hecho un gran favor. He privatizado con éxito la paz mundial —se pone de pie, mira al público y muestra dos signos de paz.

Él empieza a gritar, extendiendo sus manos a la audiencia aplaudiendo.

—¿Qué más quieren? ¡Por ahora!

Suspiro y continúo frotándome los ojos a medida que la situación se vuelve más acalorada, el senador Stern dice algunas cosas que no repetiré. Rhodey y yo nos miramos antes de levantarme para irme, mirando a mi padre mientras se pone sus gafas de sol, se besa las manos y, burlonamente, envía los besos al senador.

Rhodey niega con la cabeza, casi sonriendo con incredulidad. Sigo a mi padre por el pasillo. Comienza a estrechar las manos de las personas y le dan palmaditas en la espalda. Meto mis manos dentro de los bolsillos de mi chaqueta, perforando mis ojos en la parte posterior de la cabeza de papá.

—Yo me preocupo por mi pueblo. Y serviré a esta gran nación a disposición de mí mismo —ruedo los ojos y sacudo la cabeza—. Si hay algo que he demostrado, es que puedes pueden contar conmigo —papá se lanza directamente en la lente de la cámara y se quita las gafas de sol— para mi propio disfrute.

Típico.

Suspiro y troto tras él mientras usa ambas manos para abrir las puertas dobles, dramáticamente. Aproximadamente dos horas después, Rhodey y papá están sentados frente a mí y Pepper en el avión, y yo, Lisa Stark, estoy a punto de cometer un asesinato. Papá no se ha calmado desde que salimos de la sala y nos está volviendo locos.

—Dile que se disculpe por hacerme una emboscada —papá se refiere a Rhodey, mirando a Pepper a través de sus gafas de sol.

Rhodey responde rápidamente.

—Así que te tendí una emboscada...

—Sí, lo hiciste —interrumpe papá.

—Porque te envié el informe hace un mes.

—¡No, qué va! —la voz de papá gana un tono más alto cuando extiende sus manos.

Me froto las sienes, me duele la cabeza.

Rhodey continúa:

—Con letras rojas en la parte de arriba que dicen...

—¡No! —Papá hace esa 'psh' con la cara antes de mirar por la ventana.

—¡Tony, por favor, mira el informe! —Rhodey finalmente saca el resto de su declaración.

Pepper cierra los ojos y asiente.

—Lo recibiste.

Papá se burla, sacude la cabeza y mira a Rhodey.

—¡Mentira!

—Yo lo vi, estaba en tu escritorio —susurro.

—Oh, por favor —papá me rueda los ojos—. Como si me acordara. No es justo, porque todos sabíais que no me iba a acordar —se da vuelta y señala a Rhodey—. ¿Ya te has disculpado?

Rhodey descansa una pierna sobre la otra.

—No aguantaría la respiración.

—Este sería un buen momento —se señala papá—. ¡Se supone que soy Iron Man! —le frunzo el ceño antes de que él señale a Rhodey—. Y se supone que debes apoyarme.

—Te apoyo —dice Rhodey lentamente.

Papá sigue quejándose.

—Y me dejaste fuera, y eso dejó un vacío, y ahora estás con Hammer, y lo siento.

Pepper interrumpe antes de que pueda terminar.

—¿Sabes qué sería genial? Si pudiéramos revisar algunas cosas de la lista.

—Soy Iron Man —papá la mira como si esta excusa pudiera hacerle entender completamente por qué no tiene que hacer ningún trabajo ahora.

A ver, ¿a quién le importa?

—¿Vale? —papá habla con Pepper, ignorando por completo mi expresión facial.

—Pues muy bien, Iron Man —le indica los archivos en su regazo—, ¿podríamos repasar la lista?

—No sabes lo que significa —papá toma sus brazos—, yo protejo el mundo.

Prácticamente me atraganto cuando Rhodey gime un poco.

Me distraigo cuando empiezan a hablar sobre cancelar el viaje a Mónaco y todo eso, pero luego me traen de vuelta cuando papá dice:

—Di lo que tienes en mente —papá se vuelve hacia Rhodey y tiene una mirada muy seria—. Ya no quieres salir por ahí conmigo.

Todos miramos a Rhodey.

—Creo que salir contigo es malo para nuestra amistad.

Pepper y yo hacemos una mueca de dolor cuando papá solo lo mira.

—Ouch —susurro, poniéndome el cinturón de seguridad mientras aparecen para nosotros.

—¿Cómo le dices a eso? —papá me señala antes de mirar a Pepper—. Llama al psiquiatra. Tengo que averiguar lo que acaba de pasar —señala a su mejor amigo—. Se ha convertido en un criminal.

—Pasemos a la fiesta de cumpleaños —dice Pepper, tratando de mantener un tono alegre.

—Perfecto —papá está de acuerdo.

—Ugh —me quejo.

—Creo que, teniendo en cuenta los tiempos económicos, deberíamos hacer algo pequeño, menos desgaste para tu cuerpo.

Rhodey mira a papá y luego sacude la cabeza. Miramos a Pepper, sabiendo que esto no va a salir bien.

Ella todavía está hablando con calma.

—Tal vez un retiro.

—Ah, sí —comienza papá y vuelvo a hacer una mueca—, hagamos un poco de yoga y un retiro en O'hai —ahora está enfadado y extiende las manos—. ¡¿Qué?!

Suspiro y ahora soy yo quien sacude la cabeza.

—Yo...

—¡Eso es lo que quieres! —papá acusa, señalándola.

—No estoy sugiriendo que lo cancelemos.

—¿Por qué cancelar mi...? —levanta la mano—. Ah, ya lo pillo —su voz baja, pero sé que también será irritante con este volumen—. Ya capto el mensaje, y dime si me equivoco esta vez —comienza a mover las manos mientras Rhodey lo mira con los ojos muy abiertos y las cejas levantadas—, pero esto es muy, muy súper tóxico —pellizco el puente de mi nariz—. ¿Por qué celebrar mi nacimiento?

Me quito el zapato y se lo lanzo.

Parpadea cuando lo golpea en el pecho, pero no reacciona más.

Es incluso peor que antes, y lo peor es que lo hace a propósito.

Gracias, Iron Man.

Gracias por darnos un mundo tan valiente.

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