Al final del camino

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  ¿Qué hace que una deidad se mueva a la misericordia?

Formular esa pregunta es adelantarse a los hechos. Es obviar el dolor que precede a ese momento en que alguien se atreve a levantar una súplica.

El momento presente, le pertenecía a una niña que lloraba por su madre. Y, valga mencionar, no se trataba de misericordia, más bien de una promesa de restaurar el orden natural con tal de remover un inconveniente.

Una bruja menos.

Cuando Lizzie deseó que su madre volviera a la vida, las palabras que quemaban sus labios se disiparon para siempre. Las mujeres del serbal se desprendieron de ella, y quedaron abrazadas, formando la corteza, ramas y hojas de un árbol de frutos rojizos que surgió de entre los escombros de una estatua destruida.

Fue un abrir y cerrar de ojos. Para encontrarse, sin memoria de lo transcurrido, despertando de entre los brazos de su madre, riendo, entretenida por la idea de haberse quedado dormidas en el pasillo que daba a la puerta. Su madre le achacó el repentino cansancio a los vientos de Cuaresma, que se pegan a la piel y salen como bostezos.

Saundra siempre tenía algo que contar, y juntas, se fueron a la habitación, en donde la única magia que Lizzie viviría por el resto de sus días, se encontraría en las páginas de un libro, o en la vívida imaginación de sus primeros años.

Y entonces, quedaron cinco, en ese inmenso mundo de cuatro caminos.

Brigitte del Cementerio fue la primera en contestar con una verdad. Después de todo, no quedaba más remedio.

  —Dime, Brígida —la deidad era ahora una concentración blanquecina de luz y hielo, su voz era el caer de copos de nieve sobre una superficie ya llena de blanco, imperceptible excepto para quien busca su voz —. ¿Quieres a caso que todo termine? Puedes pedirlo, si lo deseas. No puedo ofrecerte nada si deseas permanecer, excepto la certeza de que todo cambia hacia lo ya visto. Volverán los días de terrible violencia, de sangre en las calles, de la lucha por una inexistente supremacía... Ese pedazo de tierra en un planeta sin consecuencia para el universo, ha de pagarte una y otra vez, como siempre lo ha hecho. ¿Quieres ver esos tiempos de nuevo, Brígida, volver a morir y a vivir en ese suelo al que estás atada? 

   —¿Qué sucederá si digo que quiero irme, que estoy cansada?   —Brigitte consideró las opciones por un instante.

  —Todo se acaba. Sin dolor, sin lucha...

—Sin siquiera un funeral de jazz como despedida, sin historia. Un mundo de heridas abiertas, donde todo lo alcanzado se convertirá en un recuerdo, sin la seguridad de permanecer en la memoria... No. No es el momento de cerrar las puertas, no sin una última comparsa. Es tiempo de carnaval, después de todo—. Brigitte del Cementerio se secó las lágrimas, las cuales transformó en cuentas de cristal pulido. Verde, dorado y púrpura adornaron los sobrios colores de la muerte—. Si no te molesta, Bondye, he de reclamar lo que es mío, y luego he de volver a Nueva Orleans.

La deidad detuvo el girar de sus ruedas. Sus ojos cerraron por el espacio de un par de latidos.

—Todo aquello sobre lo que tengas dominio, puedes tomar de entre estos cuatro caminos. Después de todo, es tu casa. No hay nada que me interese conservar.

Brigitte asintió, y luego caminó hacia Jackson y Magnolia.

   —Tienes que dejarla ir, lindo Jax. Al menos ahora, ella quedará de mi lado, en la encrucijada, entre su cielo y su infierno. Podrás verla cuando quieras. Puedo sentir su alma apegándose a estos caminos...

   —Ya no quiero seguir Brigitte —Jackson evitó encontrarse con la mirada de La Dama. Sabía que, de verla a los ojos, ella encontraría la oportunidad de convencerlo—. Si alguna vez fuiste buena para honrar tus promesas, entonces, honra esta. He destruido todo lo que amo. Ahora me toca descansar.

La Dama se detuvo por un instante, para luego decir:

    —¿Qué escuchas Jackson? Cuando por un momento hasta yo desee que fuese el latido de tu propio corazón. Los tambores han cesado. ¿Qué escuchas ahora?

—El rugir de las aguas, mamman

—Entonces, Jax, la encrucijada te ha de llevar, no a donde debes estar, sino a donde necesitas estar.

Uno de los cuatro caminos suspendidos en el vacío se transformó en un río, cuyas aguas arrastraron los cuerpos de Magnolia, Jackson y Brigitte. La Dama fue la primera en hacerse una con las aguas. Mientras que los amantes, sin separarse, se perdieron en una profundidad que precedió a un eterno silencio.

Y entonces, quedaron dos.

Un ángel que durante todo ese tiempo se esforzó por no pecar, por no caer, por ser fiel al plan y ahora, de rodillas, doblaba la piel de quien fue su único amigo por milenios, como si se tratara de un pedazo de tela. 

Un niño de trece años quien ha existido desde el principio del tiempo, levantándose una y otra vez de entre la sombra de la muerte, triunfante, quien, a pesar de su silencio, y de su apariencia menuda y sin importancia, podía sentirse orgulloso de nunca haber suplicado, abrió la boca.

—No sssoy quien para ver sobre desssignios, Bondye, pero una cosa voy a exigir. Hoy, le dissste una mano ganadora a la muerte. Le dissste la oportunidad de triunfar sobre la vida y por un momento, hicissste a Brigitte más poderosa. Ahora, ¿a qué mundo he de volver? ¿Cuál es mi proposito, si al momento de escoger, Brigitte optó por la vida? ¿Quieres que me quedeeaquí, que me haga uno con tu essspíritu? ¿O quieres a caso jugar un juego? Te propongo algo, contando con que ambos venimos de diferentesss caminos. Te invito a que hagas una pregunta tanto al ángel como a mí.  Si ambos contestamosss lo mismo al unísono, ganamos pedir un favor de tu parte.

—¿Estás loco? —Sage trilló los dientes, con tal de no hablar en voz alta, mientras sostenía la piel de Gerard, apoyándola contra su pecho—. Estás tentando a un Dios.

—Soy un eterno adolessscente. ¿No esa la función de todos los jóvenes? ¿No lo dijo tu David: Exissste causa? Si mal no recuerdo, se enfrentó a un gigante y ganó una corona.

Sage estaba justo al borde de lanzar una observación para explicar a Wedo que su teología estaba un poco desquiciada al momento, cuando la entidad dijo: «Acepto.»

Sin darles tiempo a recuperarse de su amago de discusión, preguntó.

—¿Qué hace que una deidad se mueva a la misericordia?

El ángel y el oráculo respondieron al unísono y la encrucijada se vino abajo.



Nota de autor:
Brigitte hace referencia a un funeral de jazz, que es una costumbre muy de Nueva Orleans. A través de mis historias, ustedes han notado que Brigitte tiende a ser una persona extremadamente alegre, para ser la representación de la muerte y a veces eso suena algo irónico, excepto si alguien conoce la cultura de Nueva Orleans.

En esta ciudad se celebra absolutamente todo, incluyendo lo amargo.

Para muchas personas que van por primera vez a la ciudad y ven tal cosa como un funeral de jazz a veces es chocante, pero yo encuentro que es una maravillosa manera de mandar a la gente al otro mundo. Olvídense de la música, la comida es un éxito también. Lolol. Y depende de la persona que ha muerto, el funeral es abierto a cualquier presente. A veces un funeral comienza y media calle termina llegando hasta el cementerio...

Aquí les dejo un pequeño video provisto por la ciudad de Nueva Orleans dónde se presenta el funeral de Dolores Marsalis, una joya de mujer, cuya vida siempre estuvo muy ligada al desarrollo de arte y música.

[Aquí debería haber un GIF o video. Actualiza la aplicación ahora para visualizarlo.]

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